Al involucrarse directamente con los agricultores, los ciudadanos tienen un papel activo en la forma en que se producen sus alimentos. La participación va desde la compra directa a través de tiendas de productos agrícolas y los sistemas de la caja, para hablar con los agricultores sobre qué producir y cómo, para la provisión de insumos, como el trabajo, las semillas, el conocimiento o las finanzas. Muchas de estas iniciativas son impulsadas por los jóvenes. Algunos son institucionalizados, como en los programas de compras públicas o de los consejos de política alimentaria. Los chefs también juegan un papel en el fortalecimiento de esos vínculos ya que buscan productos locales frescos.

Como resultado, existen sistemas agrícolas más saludables y nuevas culturas alimentarias que están desarrollando alrededor de la territorialidad, la estacionalidad, los productos frescos y precios justos. Estas ideas emergentes aún están desafiando a los arquitectos y urbanistas y haciéndoles repensar el diseño de los sistemas de alcantarillado y de reciclaje, bajo el concepto de "metabolismo urbano-rural".

Pero estas profecías permanecen sin confirmar. Aunque las relaciones urbano-rurales han alterado radicalmente, lo que estamos viendo es una reafirmación de formas de vida que son típicas del campo y del campesinado. Estas respuestas locales a la globalización se basan en los principios de la agroecología y la multifuncionalidad, en lugar de hacerlo en la lógica de negocios y las finanzas. Muestran que los agricultores familiares siguen siendo una fuerza determinante en el siglo 21, forjando vías prometedoras junto con los ciudadanos para hacer frente a la crisis alimentaria, medio ambiente y clima.

Se solicitan artículos para el número de junio de 2015 y  deben ser enviados a los editores antes del 1 de marzo de 2015.

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