Pero, en todo el mundo, 149 millones de niños menores de cinco años son demasiado pequeños para su edad. Cuarenta millones tienen sobrepeso. Muchos millones presentan carencias de nutrientes esenciales.
De todos esos niños, muchos arrastran sus problemas nutricionales hasta la edad escolar, lo que afecta negativamente a su capacidad de aprendizaje y a su desarrollo general.
Abordar la malnutrición es fundamental para mejorar el desarrollo y el bienestar individuales, promover el desarrollo económico y social general de las familias y las comunidades y garantizar el derecho de las personas vulnerables a una alimentación adecuada.
Asimismo, los problemas medioambientales y socioeconómicos que afectan actualmente a todas las partes del mundo amenazan la propia existencia de las generaciones futuras y no se pueden pasar por alto ni disociar de los esfuerzos por combatir la malnutrición.
Echemos un vistazo a los medios para mejorar la nutrición y promover prácticas alimentarias más sostenibles para los escolares y adolescentes y veamos qué están haciendo la FAO y sus asociados para apoyar dichos medios en todo el mundo.
Para que se adquieran hábitos alimentarios saludables a largo plazo no solo es necesario disponer de acceso a alimentos nutritivos y estar expuesto a los mismos con regularidad, sino también recibir una influencia positiva de cuidadores e iguales, desarrollar las competencias y tener motivación. ¡Y es aquí donde entran en juego las escuelas!
Determinados momentos dentro y fuera del aula pueden convertirse en oportunidades para que los niños y adolescentes aprendan cómo funcionan los sistemas alimentarios y cómo hacer cambios y desarrollar competencias para mejorar aspectos de su propia dieta.
Esencial, y complementario de lo anterior, es qué alimentos están disponibles en las escuelas y su entorno, ya que a menudo tienen mucho que ver con la alimentación diaria de los niños y sus necesidades de nutrientes.
En paralelo a las lecciones prácticas y positivas sobre alimentación, los maestros y el personal no docente de las escuelas pueden ser importantes modelos a imitar. Incluso la propia conducta y las creencias que tenga el personal con respecto a los alimentos pueden marcar un cambio.
El Director de la escuela habla sobre el modo en que la educación alimentaria repercute en las vidas de los niños.
Son muchas las formas en que los programas de comidas escolares pueden apoyar dietas de mayor calidad y que gusten a los escolares, además de prácticas más sostenibles por parte de quienes producen, elaboran y preparan los alimentos. Esas formas van desde garantizar que las comidas proporcionadas sean acordes con lo que se enseña en el aula o planificar menús que fomenten la adquisición de productos agrícolas nutritivos para cuyo cultivo no se requieran muchos insumos hasta crear empleos y programas de capacitación a largo plazo para elaboradores, cocineros, evaluadores, etc.
Una madre habla sobre el tipo de educación alimentaria que le gustaría que sus hijos recibieran en la escuela.
Cuando se emplean como laboratorios de aprendizaje, los huertos escolares pueden favorecer la comprensión de las conexiones existentes entre los alimentos, la salud personal y comunitaria y el mundo natural.
Una maestra habla sobre los beneficios de usar los huertos escolares como medio de aprendizaje.
Desde una edad muy temprana, los niños adquieren conductas alimentarias observando e imitando a los demás. Si la dieta doméstica carece de variedad o de ciertos alimentos esenciales, o está repleta de “calorías vacías”, puede deberse a las convenciones sociales en general. En tales conductas pueden influir igualmente las técnicas comerciales y la publicidad.
Conforme han ido evolucionando las redes sociales, también lo han hecho las formas de publicidad de los alimentos, que dependen cada vez más de jóvenes influenciadores, anuncios en aplicaciones, vídeos breves, etc.
Una adolescente habla sobre el modo en que los anuncios de alimentos afectan a sus decisiones y las de otros niños.
En respuesta al llamamiento internacional para mejorar la nutrición y los sistemas alimentarios, la FAO creó un marco de actuación por medio de políticas y programas escolares.
La FAO tiene como objetivo ayudar a los países no solo a garantizar que los niños que van a la escuela consuman alimentos adecuados, nutritivos, diversos, inocuos y gratos para mejorar el aprendizaje, sino también fomentar unos hábitos alimentarios duraderos, saludables y más sostenibles que se extiendan a sus familias.
Promover un entorno alimentario y una alimentación escolar saludables
El entorno alimentario escolar incluye todos los espacios dentro de las escuelas y en los alrededores donde se encuentran, se compran o se consumen alimentos (por ejemplo, comidas escolares, pequeñas tiendas, quioscos, comedores, vendedores de alimentos, máquinas expendedoras, etc.), así como la información, la promoción y los precios de dichos alimentos. El entorno alimentario determina el grado en que esos alimentos están disponibles, son asequibles y convenientes y resultan deseables para la comunidad escolar.
Estimular la compra y cadenas de valor inclusivas para los alimentos escolares
Cuando en los programas de comidas escolares se compran alimentos frescos y nutritivos a los agricultores locales, esto puede abrir oportunidades económicas y mejorar el desarrollo de las comunidades.
Integrar una educación alimentaria eficaz en todo el sistema escolar
El fin de una educación alimentaria eficaz en las escuelas es ayudar a los niños que van a la escuela, los adolescentes y sus comunidades a mejorar sus hábitos alimentarios, así como a desarrollar su capacidad para actuar como agentes de cambio en su propio entorno alimentario.
La FAO promueve un enfoque que abarca toda la escuela en relación con la educación en materia de alimentación, en la que participan activamente todas las personas que interactúan en el entorno escolar, a saber, los niños, sus familias, los maestros, el personal escolar, los agricultores locales, el personal de servicios alimentarios, los vendedores de alimentos y los funcionarios públicos.
Crear un entorno político, jurídico, financiero e institucional propicio
Para que tengan éxito, las políticas y los programas destinados a mejorar la alimentación y la nutrición en las escuelas deben disponer de mecanismos que permitan coordinar los diversos sectores interesados, financiación continua y el desarrollo de las capacidades institucionales.
La FAO trabaja con asociados internacionales y nacionales para ofrecer orientación sobre la elaboración, la revisión y la adopción de políticas nacionales, regionales o mundiales y de instrumentos jurídicos y reglamentarios en el ámbito de la alimentación y nutrición escolar.
La asociaciones son fundamentales para alcanzar los objetivos comunes y potenciar la repercusión de la labor conjunta. La FAO colabora constante y estrechamente con otras entidades y con organismos afines de las Naciones Unidas para poner en práctica sus programas.
Con el apoyo del Ministerio de Alimentación y Agricultura alemán, mantiene una asociación con el PMA para ayudar a los países a definir unos criterios mínimos con respecto a la calidad y el valor nutricional de las comidas escolares y otros alimentos disponibles en las escuelas.
La FAO y el UNICEF colaboran con el fin de desarrollar las capacidades de diferentes países para diseñar programas de educación alimentaria que sean provechosos, pertinentes para los complejos desafíos actuales para el desarrollo y de gran impacto.
Durante el momento álgido del cierre de las escuelas en 2020, más de 350 millones de niños de 199 países se vieron privados de las comidas en la escuela a causa de las medidas de respuesta a la pandemia. En la actualidad, más de 150 millones de niños siguen sin acudir a la escuela y no se benefician con regularidad de las comidas escolares y otros servicios de nutrición.
Véase el mapa de seguimiento global de las comidas escolares durante los cierres de escuelas por la COVID-19 (disponible en inglés únicamente)
Con el objeto de mitigar los efectos en los escolares, la FAO, el PMA y el UNICEF han proporcionado a los responsables gubernamentales de la toma de decisiones, a los administradores y el personal de las escuelas y a los asociados orientación y asistencia para ayudar a proteger la seguridad alimentaria y la nutrición de los escolares durante la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19).
Algunas recomendaciones son las siguientes:
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