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La transformación digital de los sistemas agroalimentarios se está acelerando a nivel mundial, impulsada por la aparición de tecnologías como Internet of Things (IoT), Inteligencia Artificial (IA) y blockchain. Estas tecnologías están teniendo un profundo efecto en la agricultura, mejorando la precisión, la productividad y la capacidad de toma de decisiones en tiempo real (Trendov, Varas y Zeng, 2019). Por ejemplo, los sensores de IoT pueden monitorear diversas variables agrícolas, desde la humedad del suelo hasta la salud del ganado, lo que permite a los agricultores tomar decisiones más informadas. Estas decisiones, a menudo guiadas por análisis de grandes datos y la IA, no solo aumentan la eficiencia, sino que también fortalecen la resistencia contra el cambio climático y eventos climáticos extremos. Además, la incorporación de la tecnología blockchain en la cadena de valor agroalimentaria puede mejorar la transparencia y la trazabilidad. Sin embargo, la digitalización de la agricultura también conlleva riesgos, especialmente en lo que respecta a la creciente brecha digital, la privacidad de los datos y la exclusión de individuos y comunidades marginados. Desafíos como la falta de acceso a infraestructura digital, la falta de conocimiento de estas tecnologías y el alto coste de su implementaciónpodrían agravar la creciente brecha digital, especialmente entre la agricultura a gran escala y la de subsistencia, así como entre mujeres y hombres (FAO, 2023). 

Blockchain puede facilitar la verificación de insumos agrícolas y productos alimentarios, pero plantea desafíos legales. Por ejemplo, la naturaleza permanente de los registros en los libros de contabilidad de blockchain puede entrar en conflicto con las leyes de protección de datos. También existe preocupación sobre las implicaciones éticas de la IA y los impactos ambientales de las tecnologías digitales. Además, la automatización a través de la IA y la robótica puede llevar a la sustitución de la fuerza laboral, especialmente en áreas donde la agricultura es la principal fuente de empleo (FAO, 2022). Geográficamente, mientras la cobertura de Internet a nivel mundial se está expandiendo, las zonas rurales aún están rezagadas, con menos del 30 por ciento de acceso a banda ancha y servicios 3G. Las mujeres tienen un 21 por ciento menos de probabilidad que los hombres de utilizar Internet, una cifra que se eleva al 52 por ciento en los países menos desarrollados (World Wide Web Foundation, 2020). La Asamblea General de las Naciones Unidas ha destacado las persistentes brechas digitales en diversos sectores, incluida la subrepresentación de las mujeres en las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) (ONU, 2016, Párrafo 21). Los Objetivos de Desarrollo Sostenible también resaltan la importancia de garantizar el acceso a Internet (Objetivo 9c de los ODS). La falta de identificación legal es una barrera significativa para la inclusión financiera. En los países de bajos ingresos, el 45 por ciento de las mujeres mayores de 15 años carecen de tal identificación, en comparación con el 30 por ciento de los hombres. Esta falta de identificación agrava las desigualdades existentes y limita la capacidad de las mujeres para participar en diversas actividades económicas (OCDE, 2018). La OCDE emitió una recomendación en 2022 centrada en la IA que subraya la necesidad de una gobernanza responsable de las tecnologías de IA y destaca su potencial para reducir las disparidades sociales y de género si se gestionan de manera efectiva (OCDE, 2022). 

Los marcos legales actuales a menudo son insuficientes para abordar adecuadamente estos problemas. Los legisladores deben desarrollar marcos legales que consideren tanto las oportunidades como los riesgos planteados por estas tecnologías. Estos marcos legales también deben permitir la realización de los derechos humanos, incluidos los de los Pueblos Indígenas y las mujeres. Las políticas de transformación digital deben alinearse con los objetivos nacionales de desarrollo, incluidos los objetivos de igualdad de género. La naturaleza multifacética de la brecha digital requiere diálogo entre múltiples partes interesadas a nivel nacional e internacional para desarrollar estrategias integrales y transversales que aseguren que nadie quede rezagado en la digitalización de la agricultura. La próxima Cumbre Global del Futuro en septiembre de 2024 debería llevar a la adopción de un Pacto Digital Global. Se espera que el Pacto establezca principios importantes para la regulación de estas tecnologías. También es crucial fomentar la comunicación y la colaboración entre gobiernos, proveedores de tecnología y otras partes interesadas para superar los desafíos y desarrollar estándares interoperables, especialmente para el intercambio de datos transfronterizo y contratos inteligentes. 

La agricultura digital es un campo en rápida evolución que promete un gran progreso, pero también puede llevar a desigualdades aún mayores. Por esta razón, estrategias como la estrategia de transformación digital de la Unión Africana para África (2020-2030) son iniciativas importantes que deben ser respaldadas para que lleven a acciones concretas.