Las poblaciones autóctonas

La participación de las comunidades de montaña tradicionales y autóctonas es un prerrequisito para el desarrollo sostenible de la montaña. La cultura de las comunidades autóctonas y tradicionales de montaña es predominantemente agraria, formada por duras condiciones climáticas y un terreno inhóspito, así como los ritmos estacionales para la plantación, recolección y trashumancia.

Para estas gente, la tierra, el agua y los bosques no son simples recursos naturales para ser explotados. Como sus ancestros antes de ellos, estas comunidades entienden que su bien estar, su sentido de identidad y el futuro de sus hijos depende de una gestión cuidadosa del medioambiente. Este “patrimonio intangible” también enriquece a la comunidad global, proveyendo de inspiración e ideas para producir una relación más sostenible entre la humanidad y el medio ambiente.

La gente de montaña cultiva una amplia gama de variedades de cultivos adaptados a diferentes altitudes, pendientes y microclimas. Además, los agricultores locales y tradicionales en las montañas han diseñado explícitamente sus sistemas agrícolas para proteger el suelo de la erosión, conservación de los recursos hídricos y reducción del riesgo frente a desastres provenientes de amenazas naturales.

Por consiguiente, las comunidades tradicionales de montaña sirven como guardianes del conocimiento tradicional sobre como labrar en condiciones difíciles de montaña, además de importantes reservas de biodiversidad agrícola. Es importante reconocer las diferentes áreas de conocimiento, experiencia y responsabilidad, entre las mujeres y los hombres en las comunidades autóctonas de montaña que contribuyen a preservar la biodiversidad.

El valor nutricional de los alimentos locales no está determinado solamente por los tipos de cultivos locales, sino por la forma en que se combinan y cocinan hierbas y especias, carne, los aceites, vegetales y condimentos (casi exclusivamente por mujeres). Esta cocina tradicional, además de la sabiduría y habilidad que requiere su preparación, representa otro aspecto vital del patrimonio cultural intangible de la gente de montaña. Desafortunadamente, este sistema de cocina tradicional de montaña está en riesgo: estigmatizada como “comida de pobre” se abandona a favor de una cocina moderna, más conveniente en su preparación pero a menudo alta en azucares y grasas, y relativamente con bajo valor nutricional. Este fenómeno es uno de los causantes de los niveles de yodo relativamente altos y la deficiencia de micronutrientes como la vitamina A encontrada en comunidades de montaña empobrecidas.

Teniendo en cuenta los efectos del cambio climático y los escenarios que sugieren la probabilidad de que los sucesos climáticos extremos se vuelvan más y más comunes, es necesario integrar los sistemas agrícolas de las comunidades locales y su perspectiva histórica sobre la variabilidad climática como piedra triangular de las estrategias de adaptación al cambio climático.

 

Alpine Convention

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