Filipinas cuenta con la bendición de la abundancia de recursos naturales, siendo los bosques uno de los recursos más importantes. Para los filipinos, los bosques y las tierras forestales proporcionan un amplio abanico de beneficios económicos y sociales. Dichos beneficios incluyen las contribuciones que brindan a la economía en general —por ejemplo, a través del empleo, la obtención y el comercio de productos y energía forestales— y a las inversiones en el sector forestal. También albergan sitios y paisajes patrimoniales vitales con un importante valor cultural, espiritual o recreativo para las personas.
Los bosques también brindan numerosos servicios ecológicos: sirven de sumideros de carbono, protegen las cuencas hidrográficas y evitan la erosión del suelo, el aterramiento de los ríos y la degradación costera. Amortiguan los efectos de los peligros naturales, tales como tifones, inundaciones y corrimientos de tierras.
Asimismo, los bosques albergan y protegen la biodiversidad única y sumamente diversa del país. Como uno de los 18 países megabiodiversos y al tratarse de un archipiélago formado por 7 641 islas, Filipinas se caracteriza por un nivel muy elevado de endemismo, ya que casi la mitad de su fauna silvestre no existe en ningún otro lugar del mundo. Una gran parte de esta biodiversidad excepcional se encuentra en sus bosques, que cubren 7,2 millones de hectáreas, aproximadamente el 24 % de la superficie terrestre total de Filipinas.
Pero hay retos que se ciernen sobre estos bosques.
A pesar de sus funciones y beneficios vitales, los bosques están disminuyendo debido a la explotación, la deforestación y la conversión de tierras forestales, causadas por un rápido crecimiento demográfico, un desarrollo económico repentino y una urbanización acelerada. Entre 2000 y 2005, se calcula que Filipinas perdió un 2,1 % de su cubierta forestal cada año. Se trata de la segunda tasa de deforestación más rápida del sudeste asiático y la séptima a nivel mundial. Las causas concretas son la expansión de las zonas urbanas, la conversión de los bosques en tierras agrícolas, el uso de árboles como leña o carbón vegetal, la explotación ilegal de madera y la tala de bosques para la exploración petrolera y la minería.
Esta degradación continua de los bosques y la cubierta forestal ha expuesto a numerosas comunidades —en particular a los pueblos indígenas que dependen de este valioso recurso desde hace generaciones— a retos sin precedentes que suponen una amenaza para sus modos de vida.
Hasta hace poco, los enfoques tradicionales de gestión forestal y los procesos de toma de decisiones conexos eran unidireccionales y descendentes. Las soluciones y políticas técnicas se basaban en modelos generalmente rígidos y simplistas, que daban lugar a onerosas recomendaciones de aplicación universal que a menudo fracasaban cuando se aplicaban en situaciones reales.
Conscientes de lo anterior y tras aprender las lecciones de los enfoques que fracasaron en el pasado, la FAO y el Gobierno de Filipinas adoptaron iniciativas basadas en metodologías de gestión de los bosques innovadoras, participativas y basadas en la naturaleza, para lograr resultados sostenibles y mejorar la eficiencia. Estas iniciativas comprenden el enfoque de restauración de bosques y paisajes y la técnica de la regeneración natural asistida, que la FAO introdujo en el marco de su proyecto de Bosques Modelo de la Cuenca Hidrográfica de Carood.