Panorama general de la 36.ª Conferencia Regional de la FAO para el Cercano Oriente y África del Norte

Entrevista con AbdulHakim Elwaer, Subdirector General de la FAO

AbdulHakim Elwaer, Subdirector General y Representante Regional de la FAO para el Cercano Oriente y África del Norte

©FAO

22/02/2022

El Cairo - AbdulHakim Elwaer, Subdirector General y Representante Regional de la FAO para el Cercano Oriente y África del Norte, presenta un panorama general de los resultados del 36.º  período de sesiones de la Conferencia Regional para el Cercano Oriente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), celebrado en Bagdad en febrero, prestando especial atención a las prioridades regionales y a las medidas tangibles que deben adoptarse en diversos ámbitos.

  • Aparte de la Declaración ministerial, ¿qué ha sido, a su juicio, lo más importante?

Ante todo, el hecho en sí de celebrar una conferencia regional en la región al cabo de 12 años tiene una dimensión histórica. En segundo lugar, el nivel de participación e implicación de los Estados miembros fue impresionante. Además, fue un éxito la organización como conferencia híbrida, y registramos un número récord de ministros asistentes, 25, de los cuales 12 asistieron de forma presencial.  Se organizó como proceso gradual, empezando por un diálogo entre las partes interesadas regionales y siguiendo con una reunión de funcionarios superiores y, por último, la sesión ministerial. Gracias al proceso y al interés de los Estados miembros, se ha obtenido un resultado común que es fruto de una implicación amplia y de deliberaciones adecuadas.

La Conferencia Regional nos ha dotado de mandatos y principios rectores específicos y no solo de formulaciones políticas o vagas. Los Estados miembros han determinado los principales desafíos para nuestra región y han acordado encontrar vías y soluciones por conducto de un programa regional de transformación de los sistemas agroalimentarios. Los miembros hicieron suyas nuestras cuatro prioridades regionales y nos pidieron desplegar esfuerzos mediante enfoques innovadores para ayudarlos a elaborar sistemas de apoyo a la toma de decisiones basada en hechos comprobados a fin de transformar sus sistemas agroalimentarios.

  • La crisis prolongada que afecta a muchos países de su región plantea desafíos reales. ¿Qué planes tiene en atención a la necesidad en aumento de hacer frente a estos desafíos?

En nuestra región impera una realidad desafortunada. Las crisis prolongadas, ya sean de carácter político o natural, han exacerbado la inseguridad alimentaria y ensanchado las brechas sociales y alimentarias. En vista del mandato y del alcance de la FAO, no podemos desempeñar un papel directo en estas crisis, pero, con toda seguridad, desempeñamos el papel que nos corresponde mediante labores de reducción de los riesgos de catástrofes y mediante nuestra labor dirigida a crear resiliencia en las zonas y los países afectados. Nuestra labor de mitigación de los desastres relacionados con el cambio climático y de adaptación a ellos también resulta pertinente al respecto.

No creo que el hambre sea resultado de la crisis, pero un hambre imperante puede ser fuente de muchas crisis. En consecuencia, nuestra labor basada en las cuatro mejoras contribuiría a reducir al mínimo las crisis provocadas por el hambre. En vista del cambio climático y de las circunstancias políticas externas, tenemos especialmente en cuenta nuestra función en la región del Cercano Oriente y África del Norte, e intensificaremos nuestra labor al respecto.

  • El agua es una de las cuestiones más conflictivas en la región. ¿Cómo contribuye la FAO a resolver, afrontar o mitigar los efectos de la escasez de agua en la región?

Aunque las causas de la escasez de agua están claras y pueden resumirse en la aridez natural combinada con una mayor demanda derivada del rápido crecimiento demográfico y los cambios en los estilos de vida, todo ello exacerbado por el cambio climático, las consecuencias de esa escasez en el desarrollo socioeconómico y ambiental son muy complejas. La complejidad se debe al hecho de que los efectos de la escasez de agua inciden transversalmente en muchos sectores, con lo cual afectan a ámbitos como los medios rurales de subsistencia, el crecimiento económico, la igualdad de género, el consumo y la producción y la sostenibilidad de los recursos naturales. Todo problema transversal exige soluciones integradas que den cabida a todas las partes interesadas, no solo del sector del agua, sino también de todos los sectores pertinentes; por eso afirmamos que las soluciones vinculadas con el agua suelen encontrarse fuera del sector del agua.

En la FAO nos hemos percatado de que era necesaria la colaboración entre los gobiernos, los asociados para el desarrollo y otras partes interesadas a fin de plasmar los progresos a los que aspiramos. Al respecto, la iniciativa regional sobre la escasez de agua se elaboró a partir de una estrategia de colaboración y se puso en marcha en 2013 junto con 17 organizaciones asociadas que firmaron una promesa que obedece a su “firme interés y voluntad a efectos de colaborar partiendo de nuestros conocimientos y recursos colectivos en el marco de una asociación regional eficaz orientada a la acción y basada en los resultados para respaldar la aplicación de estrategias de colaboración pertinentes ...y ayudando a los países de la región a hacer frente a la escasez de agua, gestionar sus recursos de tierras y aguas de forma sostenible y cumplir sus objetivos de desarrollo sostenible”.

Creemos que los países llevan el timón. Además, todos los asociados para el desarrollo, organizaciones de la sociedad civil, participantes del mundo académico, miembros de la comunidad de donantes internacionales y otros agentes deben tomar parte en las deliberaciones para determinar soluciones apropiadas que tal vez sean diferentes en cada país en función de sus circunstancias socioeconómicas, ambientales y políticas.

Hasta la fecha, muchos países han asumido el reto de hacer frente a la escasez de agua adoptando reformas institucionales, a raíz de lo cual ha aumentado la capacidad de planificación estratégica de los recursos hídricos mediante instrumentos eficaces como la contabilidad del agua y la valoración de los recursos hídricos mediante mejoras en la productividad del agua dentro de los límites de sostenibilidad de los recursos hídricos. La coordinación entre el agua y la agricultura es una realidad, por ejemplo, a escala regional en el marco de la reunión conjunta de dos consejos de ministros, de agua y de agricultura, para examinar cuestiones transversales entre los dos sectores con fines de obtener “más cultivos por gota”. El consejo ministerial conjunto acaba de aprobar las directrices en materia de asignación de agua a fines agrícolas, lo cual tendrá sin duda efectos positivos visibles desde el momento en que las adopten los países. La tecnología es un acelerador importante de la gestión sostenible de los recursos hídricos. El uso de instrumentos de telepercepción con fines de adquisición de datos en tiempo real está optimizando y optimizará la asignación de agua a los diversos sectores e incluso a distintos cultivos y contribuirá al seguimiento y el cumplimiento de las normas y reglamentos, especialmente en materia de explotación de las aguas subterráneas. Las aguas no convencionales pueden aliviar parte de la presión que sufren los recursos de agua dulce y demostrar la validez del enfoque basado en la economía circular.

Por último, debemos darnos cuenta del papel central que corresponde al agua para la producción agrícola y la seguridad alimentaria y de que una gestión irracional del agua pone en peligro la seguridad alimentaria. En vista de la interdependencia del agua y la alimentación con otras cuestiones de desarrollo, cabe llegar a la conclusión de que es precisa la gestión integrada y sostenible de los recursos hídricos para alcanzar la seguridad alimentaria y dar cumplimiento a la agenda de desarrollo sostenible en su totalidad.

  • ¿Qué planes tiene para aumentar la participación de los países del Cercano Oriente y África del Norte en la Iniciativa Mano de la mano, que ya se lleva a cabo en el Sudán, Siria y Libia?

Nuestros miembros están bastante impresionados con la Iniciativa Mano de la mano, y es cierto que algunos de ellos querrían beneficiarse de ella. Me parece que debemos colaborar con ellos para potenciar el conocimiento y el posible uso de esta plataforma de colaboración. Por conducto de los correspondientes Representantes de la FAO y de mi equipo, procuraré mejorar la divulgación dirigida a los miembros para ampliar la cobertura de las iniciativas en el marco de la plataforma Mano de la mano.

  • La Iniciativa de las 1 000 aldeas digitales de la FAO se ha aplicado en siete países del Cercano Oriente y África del Norte. ¿Qué mensaje querría transmitir a los que todavía no se han adherido a ella?

Mi mensaje consistiría sin más en pedirles que nos dejen ayudarlos a continuar digitalizando sus aldeas. La mayoría de los países tiene interés y voluntad, pero a veces no encuentra una vía clara que permita la adopción de medidas y la asignación de recursos. Podemos ayudarlos a ello, y eso es lo que haremos para ampliar a más países la cobertura de la Iniciativa de las 1 000 aldeas digitales. 

  • La 36.ª Conferencia Regional de la FAO para el Cercano Oriente aprobó la creación del Observatorio regional de la seguridad alimentaria y la nutrición, que se alojará en la Oficina Regional de la FAO para el Cercano Oriente y África del Norte. ¿Qué beneficios se prevé obtener gracias a este observatorio y qué se necesita para garantizar su éxito?

Actualmente, se dispone de diversos instrumentos y conjuntos de datos en el ámbito de la agricultura en la FAO y otras instituciones, pero se carece de análisis pertinentes y sistemas de apoyo a las decisiones adaptados a la región del Cercano Oriente y África del Norte. A fin de subsanar esas deficiencias de conocimientos, datos y análisis en el ámbito de la seguridad alimentaria y la nutrición, este observatorio contribuiría a lo siguiente:

  • Prestar apoyo a la formulación y aplicación de políticas de seguridad alimentaria y nutrición mediante datos y análisis. Serviría a los Estados miembros de “instrumento de gestión adaptativa”.
  • Colmar las lagunas de análisis de datos con fines de elaboración de políticas con base empírica y bien fundamentadas en materia de seguridad alimentaria y nutrición.
  • Ayudar a los Estados miembros a supervisar y determinar el rendimiento de las cadenas de suministro alimentario, en particular mediante el comercio internacional, la asequibilidad de los alimentos (precios e ingresos), la utilización de los alimentos (consumo de alimentos, inocuidad alimentaria, perfil nutricional de la ingesta dietética) y el pronóstico relativo a la producción en función de factores diversos, como los efectos del cambio climático.
  • Generar advertencias por adelantado y determinar los aspectos preocupantes, como las existencias de alimentos, las pautas de producción y consumo y la supervisión y mitigación de las pérdidas y el desperdicio de alimentos.

El Observatorio se basaría en plataformas y herramientas de datos existentes de la FAO y de otros asociados para el desarrollo. La idea consiste en adaptar las fuentes existentes de conocimientos y datos de la FAO, preparar métodos de análisis pertinentes para los países y ayudar a estos a realizar análisis detallados y en profundidad que cumplan sus requisitos específicos.

  • La financiación de los proyectos de mitigación y adaptación para hacer frente a futuros desafíos relacionados con el clima preocupa a algunos países. ¿Cómo puede la FAO ayudar a los países de toda la región a obtener financiación para el clima e implantar innovaciones resilientes al clima en los sistemas agroalimentarios?

Todavía existe para la región mucho margen de acceso a fuentes públicas de financiación internacionales, en la medida en que los flujos de la financiación destinada a la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra, así como al agua y el saneamiento, han quedado rezagados frente a otros sectores como el transporte y la energía. La FAO colabora los últimos años con países asociados para ampliar la cartera regional de proyectos sobre agricultura y agua. Recientemente aprobamos dos proyectos (por valor total de 35 millones de USD). Uno, que se ejecuta en el Sudán, tiene por objeto fomentar el potencial de adaptación y mitigación de la goma arábiga, mientras que el otro, ejecutado en Jordania, se centra en la mejora de la eficacia en el uso del agua en la producción agrícola. Por conducto del Fondo para el Medio Ambiente Mundial prestamos apoyo a proyectos dirigidos a garantizar mejoras en el medio ambiente y los medios de vida en Mauritania, Argelia, Egipto, el Iraq, Marruecos y el Líbano, y otros se encuentran en tramitación.

La FAO está preparada para ayudar a los países a fomentar su capacidad de aprovechamiento de esos fondos y acceder a estas oportunidades. Por otro lado, los países pueden ejercer su función estudiando oportunidades de colaboración regional en la financiación, así como aprovechando oportunidades como el Programa de preparación del Fondo Verde para el Clima para generar un entorno propicio a la ejecución de los proyectos de mayor magnitud. Tampoco deberíamos olvidar que para marcar diferencias a largo plazo en el ámbito de la acción por el clima se precisa a escala nacional de una planificación y presupuestación adecuadas de las intervenciones en materia de cambio climático. Asimismo, deberíamos aprovechar el potencial de mecanismos innovadores de financiación en asociación con el sector privado.

  • En vista de que Egipto acogerá la 27.ª Conferencia de las Partes en el Convenio de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, ¿qué papel corresponde a la FAO a efectos de poner de manifiesto las prioridades regionales?

La celebración de la 27.ª Conferencia de las Partes (COP 27) en Egipto presenta una tremenda oportunidad de amplificar no solo los problemas urgentes que ponen en peligro los sistemas agroalimentarios de la región, sino también las soluciones que elevan su resiliencia ante el clima. Está previsto que los problemas actuales, como la escasez de agua, la degradación de las tierras y el suelo y los fenómenos extremos como las sequías, las inundaciones y los huracanes, empeoren como consecuencia del cambio climático que se prevé. La FAO se ocupa ya de hacer que nuestros sistemas agrícolas y alimentarios sean más ecológicos, lo cual supone elevar el grado de inteligencia climática y de eficiencia energética de nuestra producción y reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. Nuestros esfuerzos se centran en última instancia en las necesidades acuciantes de los pequeños agricultores para proteger sus medios de vida, aplicar tecnologías innovadoras y adaptar la producción y la comercialización de los productos agrícolas a las condiciones cambiantes. Debemos aprovechar juntos la oportunidad que ofrece la 27.ª Conferencia de las Partes de impulsar la adopción de medidas en el ámbito del clima en distintas sociedades. Deberíamos reorientar nuestra labor hacia la búsqueda de soluciones en el nexo entre el agua, la energía y la alimentación para reducir la huella climática de la agricultura al tiempo que redoblamos los esfuerzos destinados a crear resiliencia en distintos sistemas agroalimentarios.

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