Campaña de lucha contra la langosta del desierto de la FAO: supresión del recrudecimiento en África oriental y Kenya libre de la langosta del desierto

Entrevista a Cyril Ferrand, Jefe del equipo de resiliencia para el África oriental de la FAO, y Carla Mucavi, Representante de la FAO en Kenya

FAO

Kenya actualmente está libre de la langosta del desierto, tras dos invasiones consecutivas en 2019 y 2020.

15/06/2022

¿Cuál es la situación actual de la langosta del desierto en África oriental?

Cyril Ferrand:

En la actualidad, la situación de la langosta está muy tranquila. Hemos declarado que en toda la región ha finalizado el recrudecimiento por dos razones principales: en primer lugar, llevamos a cabo una campaña masiva y enérgica contra la langosta en estrecha cooperación con los gobiernos; en segundo lugar, la región se enfrenta a una grave situación de sequía, lo que significa que las condiciones ya no son favorables para la reproducción de la langosta del desierto. Esto no quiere decir que no haya langostas del desierto en la región; la FAO continúa vigilando su presencia. Hemos vuelto a lo que denominamos recesión de la langosta del desierto, es decir que sigue estando presente, pero está bajo control y no supone una amenaza para la región, ni en Kenya, ni tampoco en Somalia o Etiopía.

Carla Mucavi:

Kenya actualmente está libre de la langosta del desierto, tras dos invasiones consecutivas en 2019 y 2020. Pudimos reunirnos y controlar las invasiones. Esto sucedió después de 70 años sin ver langostas en este país. Nadie estaba preparado para enfrentarse a una invasión de tal magnitud. La FAO era el único organismo de las Naciones Unidas que tenía los conocimientos generales y especializados que permitieron hacer frente a los desafíos planteados por la langosta del desierto. Pudimos movilizar los conocimientos y recursos necesarios y realizar previsiones oportunas que ayudaron a Kenya en cuanto a la capacitación, el control, la pulverización de las zonas con plaguicidas y, al mismo tiempo, reducir al mínimo el riesgo para las comunidades y sus cultivos.

Si bien en la actualidad Kenya está libre de la langosta del desierto, esto no implica que podamos permitirnos bajar la guardia. Como es sabido, la langosta del desierto es una plaga migratoria que no conoce fronteras, y debemos mantenernos en alerta y seguir realizando tareas de vigilancia y control.

¿Cómo se logró controlar la langosta? ¿Cuál fue el papel de la FAO?

Cyril Ferrand:

El problema al que nos enfrentamos en varios países, en especial los que no son países de primera línea, como Kenya, es que no teníamos la capacidad adecuada para afrontar la amenaza. Como pueden imaginar, en cualquier país del mundo, es muy difícil mantener la capacidad para responder a una perturbación que ocurre solo cada 70 años, como en el caso de Kenya. Por hacer una comparación con la enfermedad por coronavirus (COVID-19), el mundo no estaba preparado para hacerle frente porque era inusual y ocurría por primera vez. Aquí, en cierta medida observamos lo mismo: cuando no se registra una invasión durante períodos prolongados, se produce una brecha generacional de conocimientos especializados y es difícil invertir recursos en la preparación para algo que es poco probable que suceda, en particular si se contraponen las prioridades, como las sequías, las inundaciones y otras perturbaciones.

Lo que hizo la FAO fue crear una capacidad mínima para que los gobiernos llevaran a cabo operaciones de prospección y control. Hemos enseñado a 3 800 personas de toda la región cómo utilizar aplicaciones innovadoras, por ejemplo eLocust3, con objeto de reconocer y notificar la presencia de la langosta del desierto. Ayudamos al Gobierno a establecer una oficina nacional de información sobre la langosta para gestionar los datos de las operaciones diarias sobre el terreno. También compramos vehículos y motocicletas para que los gobiernos fueran más móviles. Compramos plaguicidas y brindamos a la gente equipos de protección que incluían máscaras, guantes, ropa de seguridad y gafas. Por último, alquilamos varias aeronaves y helicópteros a fin de aumentar la capacidad de vigilancia y control.

Carla Mucavi:

Esto fue una combinación de esfuerzos y trabajo en equipo, bien coordinados por la FAO con el firme liderazgo del Gobierno. Controlar la langosta del desierto fue una tarea compleja, y la magnitud de la invasión realmente exigió muchos recursos. Trabajamos en estrecha colaboración con el Gobierno nacional, los distritos a nivel subnacional, y también con las comunidades y la prensa a fin de concienciar sobre la situación. La FAO tuvo que impartir capacitación, en particular a los jóvenes sobre la forma de utilizar nuevas tecnologías como eLocust3 para poder brindar información acerca del recrudecimiento de la langosta. 

El Gobierno de Kenya, con el apoyo de la FAO, gestionó la primera y la segunda ola de la invasión de la langosta del desierto. La FAO recaudó unos 24 millones de dólares de los EE.UU. de 18 donantes, fondos que se utilizaron para comprar insecticidas, vehículos y equipos de pulverización y para facilitar recursos humanos. En lo que respecta al funcionamiento, los recursos se utilizaron para facilitar las actividades de prospección y control y también para apoyar la recuperación de los medios de vida. Al final de las dos olas, se había realizado la prospección de un total de 19 millones de hectáreas, de las cuales 212 000 hectáreas se trataron mediante pulverización. La pulverización protegió 320 000 hectáreas que podrían haber sido invadidas. Estos datos muestran la función que desempeñó la FAO para salvar cultivos y vidas. Los esfuerzos de control evitaron la pérdida de más de 11 000 hectáreas de cultivos con un valor de alrededor de 3,4 millones de dólares. En consecuencia, más de 75 000 personas pudieron satisfacer sus necesidades anuales de cereales y casi 5 500 hogares pudieron alimentar su ganado y producir leche, a fin de mejorar la diversidad alimentaria y la nutrición. 

¿La respuesta en África oriental incluía también la protección de los medios de vida? 

Cyril Ferrand:

Sí, habíamos examinado las lecciones del recrudecimiento del período entre 2003 y 2005 en África occidental, donde una de las recomendaciones era que no debíamos centrarnos únicamente en la vigilancia y el control, sino que al mismo tiempo había que invertir en la protección de los medios de vida. En el pasado, solía llevarse a cabo uno tras otro de forma secuencial. Pero aprendimos que tenía que ser en simultáneo. Menos zonas de pastoreo para el ganado significaban menos carne y menos leche, en particular para los niños menores de cinco años. Existía el riesgo de malnutrición, que evitamos mediante la intervención en materia de medios de vida, distribuyendo piensos y semillas, y por medio de transferencias monetarias a la población afectada. La inyección de efectivo fue bastante importante para estabilizar los medios de vida al proporcionar a las personas los recursos para comprar alimentos, en particular a quienes perdieron cultivos.

¿Se producen con periodicidad los recrudecimientos de la langosta del desierto? ¿Es posible prevenirlos en el futuro?

Cyril Ferrand:

A pesar de lo que piensan muchos, los recrudecimientos no son cíclicos; sin embargo, la langosta del desierto siempre puede regresar. Por lo tanto, los sistemas de vigilancia y la acción temprana son de suma importancia. Si las condiciones climáticas son favorables para la reproducción de la langosta del desierto y si los países no realizan la prospección de las zonas, existe el riesgo de que la langosta se reproduzca y multiplique. Cuanto mayor sea la frecuencia de la prospección, menor es el riesgo de que la reproducción pase desapercibida. Ahora se dispone de capacidad de vigilancia. Entonces sí, la langosta del desierto podría volver si se estuviera reproduciendo en zonas en las que no se pudieron realizar operaciones de prospección o control principalmente por motivos de seguridad y no por falta de capacidad de vigilancia en países como el Yemen y en partes de Somalia.

¿Cómo contribuye el enfoque preventivo de la FAO a evitar crisis de la langosta y otras perturbaciones?

Cyril Ferrand:

En particular, África oriental no se salva de las perturbaciones, ya sean provocadas por el hombre o desastres naturales; tenemos conflictos y desplazamientos, sequías en Etiopía, Kenya y Somalia, e inundaciones en Sudán del Sur. Observamos un aumento considerable de los precios de los productos alimenticios, a escala mundial, por supuesto. Tenemos una conjunción de factores, por lo que el fomento de la resiliencia reviste suma importancia. La población rural, en particular, nunca está lejos de sufrir perturbaciones. En promedio, en los últimos 10 años, nunca disfrutaron de un año entero sin verse afectados por una perturbación. Significa que si no se puede trabajar de forma preventiva mediante un claro programa de resiliencia, la probabilidad de que las personas se vean afectadas por perturbaciones es elevada.

Por ejemplo, si no se protege a los pastores frente a la langosta del desierto o la sequía, los pastizales se verán devastados y los animales morirán. Cuando un pastor pierde sus activos productivos, la probabilidad de que reanude la actividad productiva es casi nula. Para recapitalizar los activos, se necesitan cinco años como mínimo, y mientras tanto, uno puede verse afectado por otra perturbación. La acción preventiva tiene precisamente la finalidad de proteger los medios de vida y prevenir la pérdida considerable de activos productivos.

Carla Mucavi:

La FAO realmente ayudó al Gobierno de Kenya a reforzar la capacidad existente en la actualidad con objeto de abordar invasiones similares en caso de que se produzcan nuevamente. En estrecha colaboración con el Gobierno, la FAO pudo establecer estructuras y capacidades, organizar equipos de campo, movilizar recursos y poner en marcha actividades de capacitación continua y procedimientos de notificación. Tenemos que seguir abordando la creciente gravedad e intensidad de las repercusiones del cambio climático. La única manera de mitigarlas es utilizar los sistemas de alerta temprana que nos permiten detectar desastres con antelación y tomar medidas lo antes posible.

¿Cuál es la situación actual de la sequía en el Cuerno de África?

Cyril Ferrand:

La sequía es una tragedia en la región. No es la primera vez que la región se ve afectada por una sequía. En 2011 ya tuvimos una de las sequías más graves de la región, que causó la muerte de 260 000 personas solo en Somalia. En ese momento dijimos que la alerta temprana no funcionaba y hemos aprendido la lección. La siguiente sequía se produjo en 2016-17, y la comunidad internacional en aquella época todavía estaba muy conmocionada por el fracaso. Todos reaccionaron con rapidez: se volvió a otorgar prioridad a todos los programas de desarrollo, y los donantes ampliaron la escala con objeto de dar respuesta. En aquel momento evitamos la catástrofe.

Esta vez la alerta estaba presente, todos los sistemas de alerta se han activado y han funcionado adecuadamente. Kenya declaró una emergencia por sequía en septiembre de 2021, y Somalia, en abril de 2021, hace más de un año. Pero la financiación no resultó suficiente para afrontar la magnitud de la crisis.

Sus repercusiones son drásticas. Ya 15 millones de personas se han visto afectadas por la sequía en Etiopía, Kenya y Somalia. Ha pasado el 85 % del tiempo de la larga temporada de lluvias, pero la región ha recibido solo el 50 % de las precipitaciones. A estas alturas está claro que la región se enfrenta a su cuarta temporada consecutiva de lluvias inferiores a la media. Y ni siquiera hemos experimentado la plena repercusión de la crisis de Ucrania, que se sentirá durante la segunda mitad del año, tanto en los precios, como en el suministro de alimentos y fertilizantes. Lo peor aún está por venir, y para fines de año la región se encontrará en una situación dramática debido a los efectos acumulativos de todas las perturbaciones.

Carla Mucavi:

La sequía afectó a los mismos distritos, las mismas zonas a las que antes había azotado la langosta del desierto. Esto se agravó con las repercusiones de la COVID-19 que afectaron al país. En Kenya afecta a 17 de 23 distritos en la actualidad. Observamos el sufrimiento de las comunidades rurales. La mayoría de las comunidades pastorales y agropastorales han perdido sus activos, ganado y medios de vida. Se trata de una sequía realmente grave que se está intensificando a causa de los efectos del cambio climático. Ahora hablamos de 3,5 millones de personas que se ven afectadas, y este número aumentará si la situación no mejora. En la FAO, junto con otros organismos de las Naciones Unidas, estamos respondiendo a esta emergencia.

La FAO está aportando conocimientos especializados a fin de salvar el ganado, pues este constituye la única fuente de alimentos e ingresos de muchas comunidades rurales. Hemos suministrado bloques multinutricionales y vacunas para animales y hemos restaurado pozos de agua, en combinación con transferencias de efectivo incondicionales, con objeto de brindar algunos recursos a las comunidades y diversificar su alimentación. Pero no es tarea fácil: no se dispone de la financiación suficiente para responder con eficacia a la situación de emergencia que supone la sequía a pesar de que las Naciones Unidas hicieron varios llamamientos para Kenya.

Contactos

Irina Utkina Oficina de Prensa, FAO (+39) 06 570 52542 [email protected]

Oficina de Prensa, FAO (+39) 06 570 53625 [email protected]