La financiación climática destinada a los sistemas agroalimentarios acusa una marcada tendencia al descenso

La transformación de los sistemas agroalimentarios —una oportunidad única para combatir el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la inseguridad alimentaria— se encuentra amenazada por una reducción de financiación

Agricultores realizan mediciones preparatorias para la creación de un nuevo surco de nivel como parte de un proyecto climáticamente inteligente en la República Unida de Tanzanía.

©FAO/Daniel Hayduk

10/12/2023

Roma/Dubái – El volumen de financiación climática que reciben los sistemas agroalimentarios es sorprendentemente bajo y continúa descendiendo en comparación con el volumen mundial de financiación climática, según advierte un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esto sucede en un momento en el que se necesita urgentemente más financiación para ayudar a alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y apoyar la aplicación de la Declaración de los Emiratos Árabes Unidos sobre sistemas alimentarios resilientes, agricultura sostenible y acción climática, firmada por más de 150 líderes mundiales.

La financiación climática se refiere a los fondos locales, nacionales o transnacionales —obtenidos de fuentes de financiación públicas, privadas y otras fuentes de financiación alternativas— cuya finalidad es apoyar medidas de mitigación y adaptación para hacer frente al cambio climático.

Entre 2000 y 2021, el apoyo financiero al desarrollo relacionado con el clima que se destinó a los sistemas agroalimentarios ascendió a 183 000 millones de USD, con más de la mitad de los fondos suministrados después de 2016. Sin embargo, en 2021, las contribuciones se desplomaron a 19 000 millones de USD, un descenso del 12 % respecto de 2020.

La región que se vio más afectada fue Asia, con una abrupta caída de un 44 % con respecto a 2020. África y Europa experimentaron un ligero aumento del 4 %, mientras que América Latina y el Caribe registraron un modesto incremento del 6 %.

Aunque en términos absolutos ha habido una tendencia general mundial al alza desde 2000, y se han duplicado los fondos asignados de 9 000 millones de USD en 2010 a 19 000 millones en 2021, la tasa de crecimiento de la financiación para el desarrollo relacionada con el clima destinada a los sistemas agroalimentarios se sitúa muy por debajo de la tasa media de crecimiento del triple o el cuádruple, observada en la financiación para el desarrollo relacionada con el clima en general.

La financiación para el desarrollo relacionada con el clima destinada al sector del transporte, por ejemplo, casi se ha cuadruplicado en el mismo período.

En un contexto de empeoramiento de los efectos climáticos y de avance lento en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la adopción de prácticas sostenibles en los sistemas agroalimentarios —producción, distribución y consumo— puede ayudar a los países a adaptarse, crear resiliencia y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero garantizando al mismo tiempo la seguridad alimentaria y protegiendo la biodiversidad.

“El potencial único que tienen los sistemas agroalimentarios para combatir la crisis climática solo podrá desarrollarse ampliando las inversiones en soluciones y medidas para los sistemas agroalimentarios. La tendencia decreciente de las inversiones tanto en agroalimentación como en adaptación representa una oportunidad perdida para dotar a los agricultores de todo el mundo de los conocimientos y las tecnologías e innovaciones que son tan necesarias para mejorar su resiliencia y su adaptación frente a los efectos del cambio climático”, señaló Maria Helena Semedo, Directora General Adjunta de la FAO.

La agricultura es uno de los sectores con una mayor necesidad de financiación para la adaptación a efectos de poder poner en práctica las contribuciones determinadas a nivel nacional (o planes climáticos nacionales), pero la financiación climática para la adaptación también está en una tendencia descendente.

El informe menciona que, según un análisis reciente de la Iniciativa de Política Climática, solo el 4 % de la financiación climática mundial se destinó a los sistemas agroalimentarios entre 2019 y 2020. Para transformar los sistemas agroalimentarios y alcanzar no solo los objetivos de la acción por el clima, sino también todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los países tendrían que movilizar unos 680 000 millones de USD anuales hasta 2030.

Otras conclusiones y recomendaciones clave

En 2021, los proveedores de recursos bilaterales (entidades o países que proporcionan apoyo o recursos financieros directamente a otro país o entidad específicos) fueron los principales contribuyentes a la financiación para el desarrollo relacionada con el clima que se destinó a los sistemas agroalimentarios, aportando el 59 %, mientras que los proveedores multilaterales aportaron el 35 %, y el sector privado, un modesto 5 %.

El África subsahariana fue la principal región beneficiaria de apoyo financiero para iniciativas relacionadas con el clima en los sistemas agroalimentarios. La región consiguió un significativo 53 % de estos fondos, fundamentalmente procedentes de donantes bilaterales, en particular Alemania y la Unión Europea.

En el informe se destaca la creciente popularidad de la financiación mixta, que combina fondos públicos y privados para promover proyectos agrícolas climáticamente inteligentes con importantes beneficios económicos, ambientales y sociales. Asimismo, se hace hincapié en que, para abordar eficazmente el cambio climático en los sistemas agroalimentarios, es necesario aplicar un enfoque de financiación integral e individualizado que se adapte a las necesidades y prioridades específicas de las diferentes regiones y sectores.

Para cumplir este objetivo, los autores subrayan la importancia de conocer los instrumentos financieros más adecuados y la asignación apropiada de fondos climáticos a los diferentes sectores, un paso crucial en la persecución de los objetivos climáticos mundiales respondiendo a la vez a las necesidades y contextos locales.

Según se argumenta en el informe, la asignación estratégica de recursos entre diferentes aspectos de los sistemas agroalimentarios puede contribuir a conseguir los objetivos de mitigación y adaptación frente al cambio climático, promoviendo la producción sostenible de alimentos y garantizando la seguridad alimentaria.

De cara al futuro

En la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) hay un mecanismo financiero cuyo objetivo es ayudar a los países a combatir los efectos nocivos del cambio climático en sus sistemas agroalimentarios. Comprende la ayuda del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y el Fondo Verde para el Clima (FVC).

Según los autores, el reciente establecimiento de un nuevo fondo específicamente para pérdidas y daños significa un compromiso de ayuda a los países en desarrollo, especialmente a los que son más vulnerables a los efectos del cambio climático. En un informe publicado a comienzos de semana por la FAO, se subraya que esta evolución debería indicar un aumento de las oportunidades de los sistemas agroalimentarios para afrontar los retos planteados por la crisis climática en la agricultura y la seguridad alimentaria.

La FAO trabaja para ayudar a abordar el déficit de financiación a través de la Alianza por la Alimentación y la Agricultura para una Transformación Sostenible (Alianza FAST).

Nacida de una iniciativa de la COP 27, la Alianza FAST destaca la importancia de los esfuerzos colectivos para mejorar la cantidad y calidad de la financiación climática, y asegura que las inversiones relacionadas con el clima lleguen a los más vulnerables, especialmente los agricultores familiares que a menudo sufren los efectos del cambio climático.

La reunión inicial de la Alianza FAST tuvo lugar hoy en una mesa redonda de la Presidencia durante la jornada temática sobre la alimentación, la agricultura y el agua, en el marco de la COP 28, y contó con la participación de ministros y representantes de alto nivel de los países y organizaciones miembros de la Alianza FAST.

La FAO facilitará el funcionamiento de la Alianza FAST mediante un grupo de trabajo que actuará como secretaría en la Sede de la Organización, en Roma, y prestará apoyo a sus actividades.

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