Informe mundial sobre las crisis alimentarias: En 2022, el número de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda aumentó hasta los 258 millones en 58 países

Las conmociones económicas adquirieron mayor relevancia como factor determinante de las crisis alimentarias; la guerra en Ucrania contribuyó a una inseguridad alimentaria y nutricional aguda

© FAO

Alrededor de 258 millones de personas en 58 países y territorios enfrentaron inseguridad alimentaria aguda en niveles de crisis o peores en 2022, frente a los 193 millones de personas en 53 países y territorios en 2021.

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03/05/2023

Roma/Nueva York/Washington, D.C. Según el último Informe mundial sobre las crisis alimentarias, el número de personas que sufren inseguridad alimentaria aguda y requieren asistencia urgente en materia de alimentación, nutrición y medios de vida aumentó por cuarto año consecutivo en 2022, cuando más de 250 millones de personas padecían hambre aguda y habitantes de siete países se encontraban al borde de la inanición.

El informe anual, elaborado por la Red de Información sobre Seguridad Alimentaria, ha sido presentado hoy por la Red mundial contra las crisis alimentarias, una alianza internacional de las Naciones Unidas, la Unión Europea y organismos gubernamentales y no gubernamentales que trabaja para hacer frente conjuntamente a las crisis alimentarias.

En el informe se pone de manifiesto que en 2022 alrededor de 258 millones de personas en 58 países y territorios se encontraban en contextos de crisis con una inseguridad alimentaria aguda o en situaciones peores (fases 3 a 5 de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases [CIF/CH]), lo que supone un aumento frente a los 193 millones de personas en 53 países y territorios en 2021. Se trata de la cifra más alta registrada en los siete años de historia del informe. No obstante, gran parte de este crecimiento se debe a un aumento de la población analizada. En 2022, la gravedad de la inseguridad alimentaria aguda aumentó hasta el 22,7 %, desde el 21,3 % en 2021, porcentaje que sigue siendo inaceptablemente elevado y pone de relieve una tendencia al aumento de la inseguridad alimentaria aguda a nivel mundial.

“Más de 250 millones de personas se enfrentan actualmente a niveles agudos de hambre, y algunas están al borde de la inanición. Esto es inaceptable”, indicó el Sr. António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, en el prólogo del informe. “Esta séptima edición del Informe mundial sobre las crisis alimentarias constituye una dura crítica a la incapacidad de la humanidad para avanzar hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 de poner fin al hambre y lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición para todos.”

Según el informe, más del 40 % de la población en la Fase 3 de la CIF/CH o superior se concentraba en tan solo cinco países: el Afganistán, Etiopía, partes de Nigeria (21 estados y el territorio de la capital federal), la República Democrática del Congo y el Yemen.

La población de siete países se enfrentó a la inanición y la indigencia o a un grado catastrófico de hambre aguda (Fase 5 de la CIF/CH) en algún momento de 2022. Más de la mitad de estas personas se encontraban en Somalia (el 57 %), si bien estas circunstancias extremas también se dieron en el Afganistán, Burkina Faso, Haití (por primera vez en la historia del país), Nigeria, Sudán del Sur y el Yemen.

Alrededor de 35 millones de personas sufrían un grado de hambre aguda de emergencia (Fase 4 de la CIF/CH) en 39 países. De estas personas, más de la mitad correspondían a solo cuatro países: el Afganistán, la República Democrática del Congo, el Sudán y el Yemen.

Además, en 30 de las 42 principales situaciones de crisis alimentaria analizadas en el informe, más de 35 millones de niños menores de cinco años sufrían emaciación o malnutrición aguda, de los cuales 9,2 millones padecían emaciación grave, la forma de desnutrición más mortal y un factor determinante del aumento de la mortalidad infantil.

Si bien los conflictos y los fenómenos meteorológicos extremos siguen impulsando la inseguridad alimentaria aguda y la malnutrición, las repercusiones económicas de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) y los efectos en cadena de la guerra en Ucrania también se han convertido en importantes factores determinantes del hambre, sobre todo en los países más pobres del mundo, debido principalmente a su gran dependencia de las importaciones de alimentos e insumos agrícolas y a su vulnerabilidad ante las crisis de los precios mundiales de los alimentos.

Principales factores determinantes

Las crisis económicas han superado a los conflictos como principal factor determinante de la inseguridad alimentaria y la malnutrición agudas en algunas crisis alimentarias importantes. Las conmociones económicas mundiales de carácter acumulativo, como la subida de los precios de los alimentos y las graves perturbaciones en los mercados, socavan la resiliencia de los países y su capacidad para responder a las crisis alimentarias.

En las conclusiones del informe se confirma que los efectos de la guerra en Ucrania han repercutido negativamente en la seguridad alimentaria mundial debido a las importantes contribuciones tanto de Ucrania como de la Federación de Rusia a la producción y el comercio mundiales de combustible, insumos agrícolas y productos básicos alimentarios esenciales, en particular el trigo, el maíz y el aceite de girasol. La guerra en Ucrania interrumpió la producción agrícola y el comercio en la región del Mar Negro, lo que desencadenó un aumento sin precedentes de los precios internacionales de los alimentos en el primer semestre de 2022. Aunque los precios de los alimentos han bajado desde entonces, en parte gracias a la Iniciativa sobre la Exportación de Cereales por el Mar Negro y al corredor de solidaridad de la Unión Europea, la guerra sigue afectando indirectamente a la seguridad alimentaria, sobre todo en los países de ingresos bajos que dependen de las importaciones de alimentos y cuya frágil resiliencia económica ya se había visto golpeada por la pandemia de la COVID-19.

Desglose de los principales factores determinantes:

  • Las conmociones económicas (incluidos los efectos socioeconómicos de la COVID-19 y las repercusiones de la guerra en Ucrania) se convirtieron en el principal factor determinante en 27 países, donde 83,9 millones de personas se encuentran en la Fase 3 o superior de la CIF/CH o equivalente, frente a los 30,2 millones de personas y los 21 países en 2021. La resiliencia económica de los países pobres ha disminuido drásticamente en los últimos tres años, y ahora se enfrentan a largos períodos de recuperación y a una menor capacidad para hacer frente a futuras conmociones.
  • Los conflictos y la inseguridad fueron el factor más importante en 19 países o territorios, donde 117 millones de personas se encontraban en la Fase 3 o superior de la CIF/CH o equivalente. En 2021, los conflictos fueron considerados el principal factor determinante en 24 países o territorios, en los que 139 millones de personas se encontraban en estas fases de inseguridad alimentaria aguda. La reducción en las estimaciones se explica por el hecho de que las conmociones económicas superaron a los conflictos como principal causa de inseguridad alimentaria aguda en tres países aún afectados por crisis prolongadas: el Afganistán, la República Árabe Siria y Sudán del Sur.
  • Los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos fueron el principal factor determinante de inseguridad alimentaria aguda en 12 países en los que 56,8 millones de personas se encontraban en la Fase 3 o superior de la CIF/CH o equivalente, lo que representa más del doble del número de personas (23,5 millones en ocho países) que se encontraban en la misma situación en 2021. Entre estos fenómenos extremos cabe citar las sequías prolongadas en el Cuerno de África, inundaciones devastadoras en el Pakistán y tormentas tropicales, ciclones y sequías en el África austral.

Un cambio de paradigma

La comunidad internacional ha pedido un cambio de paradigma que permita una mejor prevención, anticipación y orientación a fin de abordar las causas profundas de las crisis alimentarias, en lugar de responder a sus efectos cuando se producen. Para ello se requieren enfoques innovadores y una mayor concertación de esfuerzos coordinados por parte de las organizaciones internacionales, los gobiernos, el sector privado, las organizaciones regionales, la sociedad civil y las comunidades.

Las actividades deben centrarse en una ayuda humanitaria más eficaz, que incluya enfoques innovadores como medidas preventivas y redes de seguridad con capacidad de respuesta ante las perturbaciones. Desde la perspectiva del desarrollo, es de suma importancia aumentar las inversiones básicas a fin de abordar las causas profundas de las crisis alimentarias y la malnutrición infantil. Para ello, es imprescindible que los sistemas agroalimentarios sean más sostenibles y más inclusivos, en particular mediante el uso de soluciones basadas en la naturaleza, el acceso inclusivo a los alimentos y una mejor mitigación de los riesgos. También es necesario aumentar las inversiones en prevención, detección precoz y tratamiento de la emaciación infantil.

“Esta crisis exige un cambio fundamental y sistémico. En este informe se muestra claramente que es posible lograr avances. Disponemos de los datos y los conocimientos necesarios para lograr un mundo más resiliente, inclusivo y sostenible en el que el hambre no tenga cabida, en particular mediante sistemas alimentarios más sólidos e inversiones abundantes en seguridad alimentaria y mejora de la nutrición para todas las personas, vivan donde vivan”, indicó el Secretario General de las Naciones Unidas en el prólogo.

El informe se publica juntamente con un comunicado de la Red mundial contra las crisis alimentarias. 

Perspectivas futuras

Los conflictos, las conmociones económicas nacionales y mundiales y los fenómenos meteorológicos extremos siguen estando cada vez más interrelacionados, alimentándose entre sí y creando una espiral de efectos negativos sobre la inseguridad alimentaria aguda y la nutrición. Y no hay indicios de que estos factores vayan a remitir en 2023: se prevé que el cambio climático provoque más fenómenos meteorológicos extremos, las economías mundiales y nacionales se enfrentan a un panorama sombrío y es probable que persistan los conflictos y la inseguridad.

Según las previsiones correspondientes a 2023 disponibles para 38 de los 58 países o territorios en marzo de 2023, hasta 153 millones de personas (o el 18 % de la población analizada) se encontrarán en la Fase 3 o superior de la CIF/CH. Además, se prevé que alrededor de 310 000 personas se encuentren en la Fase 5 de la CIF/CH en seis países: Burkina Faso, Haití, Malí, partes de Nigeria (26 estados y el territorio de la capital federal), Somalia (donde se encontrarían cerca de tres cuartas partes de las personas afectadas) y Sudán del Sur.

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Nota para los editores

La inseguridad alimentaria aguda se produce cuando la incapacidad de una persona de consumir alimentos suficientes pone su vida o sus medios de subsistencia en peligro inmediato. Se basa en mediciones del hambre aguda aceptadas internacionalmente, tales como la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) y el Cadre Harmonisé (CH). No es lo mismo que el hambre crónica, de la que se informa cada año en el informe anual de las Naciones Unidas titulado El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo. El hambre crónica se produce cuando una persona no puede consumir alimentos suficientes para mantener un estilo de vida normal y activo durante un período de tiempo prolongado.

Acerca de la Red mundial y el Informe mundial

La Red mundial contra las crisis alimentarias, fundada en 2016, reúne al Banco Mundial, los Estados Unidos de América, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Unión Europea en una asociación única para mejorar el análisis, las pruebas y el consenso sobre la prevalencia y la gravedad de las crisis alimentarias; mejorar los esfuerzos colectivos para prevenir y responder a estas crisis, y aumentar la comprensión de sus causas subyacentes y su interrelación con perturbaciones de otra índole.

El Informe mundial sobre las crisis alimentarias, elaborado por la Red de Información sobre Seguridad Alimentaria, es la principal publicación de la Red mundial. Desde 2016, el informe ofrece una visión mundial completa sobre la escala y la magnitud de las crisis alimentarias mediante la recopilación de los principales análisis de seguridad alimentaria mundiales, regionales y nacionales a través de un proceso transparente y consensuado en el que participan 16 asociados internacionales humanitarios y de desarrollo, y cuyo objetivo es orientar y promover una acción humanitaria oportuna, eficiente en cuanto a costos y basada en las necesidades, así como medidas de fomento de la resiliencia. 

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