Rueda de prensa conjunta de las jefas adjuntas de la OCHA y la FAO al concluir su visita a Somalia

Altas funcionarias de las Naciones Unidas han conocido a las personas que se enfrentan a la crisis climática en primera línea, además de reunirse con funcionarios públicos, donantes asociados y trabajadores humanitarios para reforzar las intervenciones de respuesta.

©FAO/Arete/Ali Adan
10/03/2024

Mogadiscio – Este año, casi 7 millones de personas en Somalia —dos de cada cinco habitantes— dependerán de la ayuda externa para sobrevivir, mientras que 1,7 millones de niños probablemente sufrirán malnutrición aguda. En esta situación, las respectivas jefas adjuntas de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se desplazaron al país, en una misión sobre el terreno, para instar al mundo a seguir ayudando a los somalíes que padecen los estragos del hambre, los conflictos y el cambio climático.

Una vez en Somalia, la Sra. Joyce Msuya, Subsecretaria General de Asuntos Humanitarios y Coordinadora Adjunta del Socorro de Emergencia de la OCHA, y la Sra. Beth Bechdol, Directora General Adjunta de la FAO, conocieron a las personas que se enfrentan a la crisis climática en primera línea y se reunieron con funcionarios públicos, asociados donantes y trabajadores humanitarios, con el objetivo de reforzar las intervenciones de respuesta.

La misión, de tres días de duración, concluyó con una rueda de prensa conjunta celebrada en la ciudad de Mogadiscio. A continuación, se transcriben las declaraciones de apertura.

Sra. Joyce Msuya, Subsecretaria General: Buenas tardes a los periodistas presentes y a quienes nos siguen por internet. As-salam alaikum. Hemos pasado, y mi compañera Beth [Bechdol, Directora General Adjunta de la FAO] lo comentará, hemos pasado cerca de dos días y medio aquí en Somalia. Ante todo, quiero empezar expresando mi más sincero agradecimiento al Gobierno y al pueblo de Somalia por la exquisita hospitalidad que nos han brindado y por su cálida acogida, que han hecho posible esta visita.

En todos lados me he sentido profundamente conmovida por la fuerza, la resiliencia, el valor y el compromiso del pueblo somalí, desde las comunidades hasta las instancias más altas del Gobierno, a nivel federal.

Ayer fui testigo de la fuerza en el Día Internacional de la Mujer, cuando tuve el privilegio de visitar los campos de Kaharey y Qansahley para desplazados internos, en Doolow. Me impresionó la cohesión entre las comunidades de acogida y los desplazados internos, que viven juntos en paz. También me han inspirado y emocionado las mujeres, por ejemplo, la joven Fátima, de 17 años, que tuvo la gentileza de tatuarme las manos con henna, un regalo que me llevo conmigo a Nueva York, donde contaré la historia de esta muchacha y la del pueblo somalí, la de la fuerza de sus comunidades. La fuerza inquebrantable de las mujeres, las emprendedoras y las agricultoras somalíes que se han enfrentado a las peores adversidades y aún tienen el coraje de seguir adelante: eso es lo que me ha transmitido esperanza en el Día Internacional de la Mujer.

También he tenido noticia de las labores conjuntas acometidas, y en este sentido deseo agradecer al Gobierno de Somalia su férreo compromiso de colaborar con los asociados para el desarrollo y la asistencia humanitaria, incluidos los organismos de las Naciones Unidas, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y nuestros asociados en el país, para prestar asistencia al pueblo somalí. La participación de las comunidades, en particular en la prestación de ayuda humanitaria, es sencillamente impresionante.

Si nos fijamos en los efectos del cambio climático para el pueblo somalí —desde las sequías hasta las inundaciones, pasando por todo lo demás—, resulta admirable cómo se ha conseguido resguardar la agricultura gracias al trabajo colectivo de todas las explotaciones. Pero también, como mencionó uno de los ministros con los que tuve ocasión de hablar, y cito, “Somalia es una fumadora pasiva”. Somalia es víctima del cambio climático, un problema que no generó, y año tras año ha tenido que enfrentarse a sus efectos.

Nuestra visita se produce en un momento oportuno porque, precisamente hace cosa de una semana, el mundo se dio cita en Nairobi, en la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente. Nuestra visita da continuidad al compromiso mundial, dentro del cual hay que señalar, aunque a título no exclusivo, el trabajo de la comunidad de asistencia humanitaria para abordar el cambio climático como generador de necesidades humanitarias.

Dicho esto, quiero expresar con claridad meridiana que lo peor del cambio climático aún no ha pasado, ni mucho menos. El futuro de Somalia y la vida de millones de personas penden de un equilibrio muy frágil. Uno de cada cinco habitantes del país tiene tan poco que comer que su vida y su subsistencia corren un peligro inminente. Cerca de 1,7 millones de personas están abocadas a sufrir malnutrición aguda. Este año pretendemos llegar a 5,2 millones de personas, de los 6,9 millones de necesitados. Y nuestra misión, nuestra visita, ha estado destinada a recabar más respaldo, más apoyo internacional para Somalia en el ámbito humanitario, pero también en lo relativo al clima y el desarrollo, de lo cual hablará con mayor detalle mi colega aquí presente.

Como suele ocurrir, las mujeres y las niñas son las personas más afectadas por la crisis y también por el cambio climático. Ya he mencionado hace unos minutos que ayer tuvimos oportunidad de interactuar con las comunidades en las que hay mujeres agricultoras, con los desplazados internos, con una mujer que lleva 10 años viviendo en un campo para desplazados y que aun en esas condiciones cultiva la tierra, que gracias a los productos de su granja ha conseguido comprar una cabra, con la cual obtiene leche para alimentar a sus hijos y también ha logrado mandarlos a la escuela. Nos llevamos de Somalia la historia de esta mujer y la de tantas otras, de todo lo que nos han relatado los asociados humanitarios, para transmitirlo al mundo.

Estamos asombradas por el trabajo de los asociados locales, las ONG locales y nacionales, y la comunidad de asistencia humanitaria está beneficiándose mucho de esa estrecha colaboración. Parte esencial de nuestra tarea, de regreso de Somalia, será movilizar apoyo de los asociados financiadores y pedirles más ayuda para que contribuyan al Plan de respuesta humanitaria para Somalia de 2024.

Quiero manifestar nuestro agradecimiento, mi agradecimiento, a los asociados que aportan fondos, a la comunidad humanitaria, en particular a las entidades locales, por las inversiones que están haciendo al servicio del pueblo somalí. Nos marchamos de este hermoso país, me marcho de este hermoso país, antes de que comience el Ramadán la semana que viene, con un profundo sentimiento de humildad y con el firme compromiso de seguir trabajando, no solo por el mundo en general, sino también por el pueblo de Somalia.

Muchas gracias. Shukran.

Sra. Beth Bechdol, Directora General Adjunta: Muchas gracias a todos los aquí presentes, señoras y señores periodistas.

Me complace enormemente comparecer ante ustedes junto a Joyce y nuestros compañeros de la OCHA, con sede en Nueva York, y tener la oportunidad de estar aquí en representación de la FAO, con sede en Roma. Creo que es esta una demostración categórica —y espero que se convierta en un nuevo modelo de colaboración y asociación entre muchos de nosotros dentro de la familia de las Naciones Unidas— de que nos ocupamos de atender las necesidades acuciantes que vemos aquí, en un país como Somalia.

Es mi primera visita a Somalia y, como ha dicho ya Joyce, la llevaré siempre conmigo. Ha sido una oportunidad sumamente emocionante e inspiradora, en la que he aprendido mucho. En mi opinión, es en una visita como esta que, según hemos reconocido en nuestras conversaciones y reuniones, se corrigen las percepciones que muchos traen de antemano.

Esta Somalia no es el mismo país de hace 10 o 20 años, y en ello hay que destacar el esfuerzo que han hecho el Gobierno Federal, el pueblo somalí, los asociados, los donantes y los actores locales para transformarlo y pacificarlo, dándole estabilidad y comprometiéndose a desarrollarlo, a pesar de dificultades y obstáculos verdaderamente formidables, algunos de los cuales, cabe decir, persisten. Esta es una de las conclusiones rotundas que extraemos de nuestra visita.

Como les digo, sigue habiendo dificultades considerables, y Joyce ha mencionado algunos de los datos que siguen causándonos gran preocupación a todos. A pesar de algunas mejoras, se prevé que 3,4 millones de personas sufran inseguridad alimentaria aguda en este país en los próximos meses. Entre 2021 y 2023 presenciamos los efectos desastrosos de una sequía que es ya la más prolongada de la que se tiene constancia y que ha empujado al país al borde de la hambruna. Al mismo tiempo —de forma muy inesperada y quizá sin parangón en el resto del mundo—, tras la sequía sobrevino a finales del año pasado una serie de inundaciones devastadoras. Que también son las peores de las que hay constancia. Son obstáculos formidables y enormes dificultades que debemos intentar resolver.

Lo que ha ayudado en los últimos años ha sido, en efecto, el nivel de compromiso ofrecido por los donantes humanitarios, que sigue siendo necesario en esta fase particular en la que se encuentra el país. Sin embargo, es hora de pasar a una nueva fase, caracterizada por un mayor apoyo al desarrollo del país y la población, que es lo fundamental. Lo vemos a través de nuestra perspectiva de la FAO y de la perspectiva de la producción y productividad agrícola y alimentaria; vemos la necesidad de transformar los sistemas agroalimentarios de este país.

Es cierto que vemos lo mismo en todo el mundo, por ejemplo, en las repercusiones de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) —los problemas económicos que ha causado en todos los países del mundo, los problemas de logística y en las cadenas de suministro— o en los problemas derivados de la crisis climática que, insisto, afectan a todas las personas del planeta y afectan a la alimentación y la agricultura en todos los rincones del mundo. Estos avatares —sumados a la inestabilidad, los conflictos y las guerras que afectan a tantísimas partes del mundo— ponen de manifiesto la fragilidad y las debilidades de nuestros sistemas agroalimentarios. Por eso, es hora de cambiar.

Lo que he observado aquí es el inicio de lo que creo serán cambios trascendentales en la gestión agroalimentaria de Somalia. Estos cambios proceden del propio Gobierno, que ha contraído el firme compromiso de transformar dicha gestión, invertir en ella y hacerla más progresiva, más innovadora; un compromiso real con los elementos básicos de lo que se necesita en una economía agrícola y alimentaria para que sea constructiva, productiva y, en última instancia, rentable. Hablamos de semillas de calidad, productividad ganadera, formación, investigación y extensión para pequeños agricultores en todo el país. Se manifiesta en el compromiso por solventar los problemas persistentes con el agua y la necesidad de dotarse de mejores sistemas de riego. Se manifiesta en la búsqueda tenaz de soluciones reales, tangibles, a la variabilidad del clima, que, siendo francos, no terminará. No veremos el fin de esta crisis climática. Nos encontraremos buscando nuevas formas de adaptarnos y de mitigarla. Y eso ya lo vemos aquí.

También me siento muy orgullosa de la FAO, porque el compromiso con la información sólida y de calidad, con los datos y los análisis, así como con los modelos y las predicciones, es crucial para nuestro mandato. Quiero elogiar el trabajo del equipo de la FAO en Somalia, que está aquí presente en este encuentro con la prensa. En los últimos dos días, he oído decir muchas veces que este equipo, que representa a la FAO, gracias a los pronósticos que realizó antes de las últimas inundaciones y a los compromisos asumidos para prevenirlas, ha salvado miles de vidas. Esos son los resultados significativos e importantes que perseguimos, y que nos mueven, y esas son las cosas que queremos repetir.

Al igual que Joyce, me sentí conmovida por nuestras visitas a Doolow de ayer y por la oportunidad de celebrar el Día Internacional de la Mujer, no solo con ella, sino con tantas viejas y nuevas amigas con las que compartimos la jornada.

Resulta crucial que, al fomentar los sistemas agroalimentarios, fomentemos también el papel de las mujeres. Y no es solo por las oportunidades que se les ofrecen, sino porque ellas son su fuerza motriz. En el continente africano, dos tercios del trabajo realizado en el sector de la alimentación y la agricultura lo llevan a cabo las mujeres.

Hay más oportunidad, más visibilidad. Hay más herramientas y recursos que debemos poner en práctica. Pero aquí veo el potencial de las mujeres y las niñas, y de los jóvenes en general, para encontrar una oportunidad en el futuro, en la agricultura somalí. Espero que todos nosotros podamos seguir trabajando por ello.

Termino ahora con algunos agradecimientos y unas notas de optimismo respecto a nuestra colaboración y a lo que considero que este viaje, que ambas hemos hecho, puede suponer para que las cosas avancen en una nueva dirección por lo que hace a nuestro trabajo en este país.

En primer lugar, deseo afirmar que todos somos conscientes —y prueba de ello quizá sean esta visita conjunta y la perspectiva más general de la familia de las Naciones Unidas— de que no servirá de nada seguir como hasta ahora. Lo vemos desde la FAO. Vemos que los programas antiguos, las formas antiguas de trabajar y las colaboraciones aisladas con agricultores y comunidades ya no funcionan. Las dimensiones de la crisis son demasiado grandes, los recursos se necesitan al minuto, los nuevos asociados tienen cosas nuevas que ofrecer —como el sector privado, ya sean datos o tecnologías innovadoras— que no se inventan en organizaciones como las nuestras, ni en el sistema de las Naciones Unidas.

Tenemos que encontrar formas de colaborar para articular mejores soluciones, más inmediatas o urgentes, y mejor adaptadas a cada situación. Creo que esta visita pone de relieve que, en ese sentido, aquí ya existe un fuerte sentimiento de cooperación. Joyce y yo estamos ciertamente comprometidas a mejorar nuestra colaboración dentro de la familia de las Naciones Unidas, a trasladar a nuestros colegas de Nueva York, Roma y Ginebra, y más allá también, las historias ejemplares de necesidad y superación que hemos conocido en Somalia. Pero será preciso que intervenga un gran porcentaje de asociados, de tal manera que el país pueda contar con ellos para cubrir las necesidades que hemos presenciado aquí.

Por último, yo también deseo agradecer al Gobierno y mandarle una señal inequívoca de apoyo y encomio. Las conversaciones y reuniones que hemos mantenido han sido espléndidas. Estoy entusiasmada por el nivel de compromiso, el nivel de conocimientos técnicos, la comprensión de las necesidades y las prioridades que han expuesto con tanta claridad y concisión el Ministro de Agricultura y Riego, el Ministro de Desarrollo Ganadero y Pesquero y el Ministro de Energía y Agua, entre otros, y la intensa cooperación que está fraguándose es incluso más importante. Así pues, una vez más, agradecemos a todos los que han hecho que este viaje haya sido tan significativo, que las visitas hayan sido tan fructíferas. Queremos reiterar que se trata, sin duda, de una oportunidad para que todos aunemos esfuerzos, junto con muchos más de nuestros colegas y asociados, y con todas las partes interesadas, para promover las prioridades y atender las necesidades de todos los habitantes de Somalia.

Gracias.

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