Segunda declaración conjunta de los responsables de la FAO, el FMI, el Grupo del Banco Mundial, la OMC y el PMA sobre la crisis mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición

Segunda declaración conjunta de los responsables de la FAO, el FMI, el Grupo del Banco Mundial, la OMC y el PMA sobre la crisis mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición

FAO

Un campo de girasoles.

©FAO Maxim Zmeyev

21/09/2022
El Sr. QU Dongyu, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Sra. Kristalina Georgieva, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Sr. David Malpass, Presidente del Grupo del Banco Mundial, la Sra. Ngozi Okonjo‑Iweala, Directora General de la Organización Mundial del Comercio (OMC), y el Sr. David Beasley, Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), emitieron la segunda declaración conjunta que figura a continuación en la que pidieron que se adoptaran con urgencia medidas frente a la crisis mundial de la inseguridad alimentaria.

La guerra en Ucrania sigue agravando la crisis mundial de seguridad alimentaria y nutrición, con unos precios elevados y volátiles de la energía, los alimentos y los fertilizantes, políticas comerciales restrictivas e interrupciones en la cadena de suministro. A pesar del alivio experimentado por los precios mundiales de los alimentos y de la reanudación de las exportaciones de cereales del Mar Negro, los alimentos siguen estando fuera del alcance de muchos debido a sus elevados precios y a los fenómenos meteorológicos. Se prevé que siga aumentando el número de personas que se enfrentan a situaciones de inseguridad alimentaria aguda en todo el mundo. Los mercados de fertilizantes siguen mostrándose volátiles, especialmente en Europa, donde la escasez de suministros de gas natural y los altos precios han hecho que muchos productores de urea y amoníaco interrumpan su actividad. Esto puede reducir las tasas de aplicación de fertilizantes para la próxima temporada de cultivos, prolongando y agravando los efectos de la crisis.

Se han realizado progresos considerables en cuatro esferas principales, que habíamos destacado en nuestra primera declaración conjunta. Las medidas de asistencia social anunciadas o aplicadas en todas las economías se cuadruplicaron, pasando de 37 a 148 entre abril y septiembre de 2022. Acogemos con satisfacción los esfuerzos del Grupo de Respuesta a la Crisis Mundial y la Iniciativa de Granos del Mar Negro: a través del Centro de Coordinación Conjunta ya se han exportado más de 3 millones de toneladas métricas de granos y alimentos desde Ucrania. Nos resulta alentadora la tendencia a la baja de las medidas restrictivas del comercio aplicadas por los países y esperamos que esa tendencia continúe. El apoyo financiero internacional a los países más vulnerables está aumentando gracias a diversas iniciativas. El Banco Mundial está ejecutando su programa de 30 000 millones de USD para dar respuesta a la crisis de seguridad alimentaria y está adelantando recursos del Servicio de Respuesta ante las Crisis con cargo a la AIF-20. El FMI está proponiendo una nueva ventanilla para shocks alimentarios en el marco de sus mecanismos de préstamo de emergencia. La FAO ha propuesto una serie de recomendaciones sobre políticas y ha puesto en marcha mapas detallados de nutrición del suelo a nivel nacional para aumentar la eficiencia en el uso de fertilizantes.

Mantener el impulso en estos frentes y crear resiliencia de cara al futuro requerirá un esfuerzo continuado, amplio y coordinado, para apoyar la eficiencia de la producción y el comercio, mejorar la transparencia, acelerar la innovación y la planificación conjunta e invertir en la transformación de los sistemas alimentarios:

1) Apoyar la eficiencia de la producción y el comercio. Los gobiernos de todos los países deben volver a examinar urgentemente sus intervenciones en el comercio y el mercado agrícola, como las subvenciones y las restricciones a la exportación, para detectar y minimizar las distorsiones. Las intervenciones más breves causan menos daño que las indefinidas. El fomento de la producción de alimentos nutritivos y la reorientación de los 639 000 millones de USD en ayudas anuales que los gobiernos conceden a la agricultura pueden transformar los sistemas alimentarios y mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición. Preservar el comercio abierto de alimentos, agricultura y energía puede reducir las distorsiones de los precios que merman los incentivos para una producción eficiente. Los países deben respetar los compromisos asumidos en la 12.ª Conferencia Ministerial de la OMC y limitar las restricciones a la exportación de alimentos y fertilizantes, y poner en marcha medidas de facilitación del comercio. También acogemos con satisfacción las aclaraciones sobre los reglamentos pertinentes a fin de permitir que los insumos agrícolas más importantes, como los fertilizantes, lleguen rápidamente a los países que los necesitan.

2) Mejorar la transparencia.
La vigilancia de los mercados de alimentos constituye un importante y eficaz mecanismo de alerta temprana y debe complementarse con un seguimiento transparente de la financiación por parte de la comunidad internacional para responder a la crisis alimentaria. Los gobiernos deben proporcionar los datos y recursos necesarios para respaldar el Sistema de información sobre el mercado agrícola (SIMA), que sirve para mejorar la transparencia de los mercados alimentarios mediante el seguimiento de los precios y la disponibilidad de los principales cultivos alimentarios y la promoción de respuestas normativas. Además, la Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria está armonizando los sistemas de rastreo existentes en un tablero de control para que los gobiernos y los equipos de los países puedan determinar las necesidades y canalizar la financiación para responder a la crisis.

3) Acelerar la innovación y la planificación conjunta. La investigación y el desarrollo relacionados con la agricultura es un sector en el que sistemáticamente no se invierte lo suficiente, mientras que su rendimiento es uno de los más elevados del gasto público. La innovación es crucial para hacer frente a los desafíos a largo plazo que el cambio climático, la degradación de la tierra y de los ecosistemas, las plagas y las enfermedades transfronterizas de plantas y animales plantean a la seguridad alimentaria y la nutrición mundial. La difusión de las mejores prácticas de la FAO y el apoyo al Consorcio de Centros Internacionales de Investigación Agrícola constituyen medidas importantes que permiten hacer frente a estos desafíos. Este tipo de esfuerzos también debería traducirse en una coordinación más sistemática y en una planificación conjunta para conectar las oportunidades a corto, medio y largo plazo y prestar apoyo de forma oportuna.

4) Invertir en la transformación de los sistemas alimentarios. El fortalecimiento de la resiliencia de los sistemas alimentarios frente a los riesgos, incluidos los conflictos, los fenómenos meteorológicos extremos, las perturbaciones económicas y las enfermedades, es fundamental para ofrecer una respuesta a largo plazo. Abordar tanto los obstáculos en materia de infraestructura como los de suministro de insumos (por ejemplo, fertilizantes y semillas) es fundamental para lograr un sistema de suministro de alimentos eficiente. El apoyo efectivo y sostenible a los pequeños agricultores será vital para garantizar que formen parte de la solución y localizar las cadenas de suministro. El sector privado desempeña un papel fundamental, y la Corporación Financiera Internacional establecerá una plataforma mundial de seguridad alimentaria que proporcionará capital circulante y financiación a más largo plazo para las agroindustrias sostenibles y los sectores relacionados con la cadena de suministro de alimentos. Una mayor integración de los mercados también puede ayudar a evitar las subidas de precios de los productos esenciales e impulsar la diversificación económica y la creación de empleo para aumentar la resiliencia en términos generales.

Mantenemos nuestro compromiso de trabajar juntos para atender las necesidades inmediatas en materia de seguridad alimentaria y nutrición, resolver los problemas estructurales del mercado que pueden agravar los efectos adversos y aumentar la resiliencia de los países para prevenir y mitigar las repercusiones de futuras crisis.

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