Nuevo informe de la ONU sobre el hambre presenta un enfoque novedoso para erradicar la inseguridad alimentaria y la malnutrición

La FAO pide menos aversión al riesgo y más innovación para financiar el Reto del Hambre Zero en el Foro político de alto nivel en Nueva York

Agricultura usando una bomba de agua en Sudán del Sur.

©FAO/Eduardo Soteras

15/07/2024
Nueva York. En la edición de 2024 del informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI), cuya presentación oficial está prevista para el 24 de julio, se exploran en profundidad aspectos destacados relacionados con la financiación del desarrollo, en particular la financiación de la seguridad alimentaria y la nutrición para cumplir con las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2, con objeto de crear mejores oportunidades para determinar la financiación, fortalecer la rendición de cuentas y la rastreabilidad y, en última instancia, mejorar la productividad de la financiación.

Algunos aspectos y hallazgos de este informe emblemático de las Naciones Unidas se pusieron de relieve hoy en un acto especial sobre la financiación para acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas, celebrado en el marco del Foro político de alto nivel en Nueva York del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.

En el informe se destaca que las definiciones de financiación para la seguridad alimentaria y la nutrición y las diferencias entre ellas comportan incoherencias en las estimaciones que dificultan la determinación de los ámbitos necesitados de más financiación, la práctica de la rendición de cuentas y el seguimiento de las repercusiones de las intervenciones. En consecuencia, urge contar con una definición y catalogación comunes, habida cuenta de que los esfuerzos actuales carecen de la atención y la claridad adecuadas.

El Sr. QU Dongyu, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), señaló a través de un mensaje en vídeo que era necesario disponer de más financiación y que esta estuviera mejor orientada y presentase una menor aversión al riesgo a fin de acercar al mundo a la erradicación del hambre.

Los países no han sido capaces de movilizar recursos suficientes para financiar las políticas, programas e intervenciones que se necesitan, añadió el Director General.

Si no se subsana el déficit de financiación, las consecuencias acarrearán un costo de varios billones de dólares de los EE. UU.. “Financiar hoy el hambre cero es invertir en un mañana mejor”, afirmó. En el informe SOFI 2024 se explica con claridad que los países con los niveles de hambre más alarmantes tienden a ser aquellos con un menor acceso a la financiación, y se destaca la necesidad de aplicar soluciones innovadoras, inclusivas y equitativas a fin de ampliar la escala de las inversiones en dichas zonas, señaló el Sr. QU.

La estructura de financiación actual para la seguridad alimentaria y la nutrición es ineficaz debido a su carácter fragmentado, la ausencia de consenso sobre las prioridades y la prevalencia de un gran número de agentes que ejecutan principalmente proyectos pequeños a corto plazo. Con una mayor armonización y sinergia entre las distintas fuentes de financiación sería posible ampliar la financiación de manera más efectiva para estas zonas. En vista del carácter complejo y multisectorial de la seguridad alimentaria y la nutrición, el panorama de financiación debe pasar de un enfoque compartimentado a una perspectiva más integral. Esto permitiría que las partes financieras interesadas incorporaran objetivos vinculados a la seguridad alimentaria y la nutrición en flujos de financiación e inversiones de carácter más amplio, según el Sr. Máximo Torero Cullen, Economista Jefe de la FAO, quien presentó un avance del informe SOFI durante el acto celebrado en Nueva York.

Trazar un rumbo más sólido

Con el objetivo de impulsar una mayor cantidad de recursos y un mejor uso de los mismos, en el informe se presenta una nueva definición para cuantificar los recursos financieros que se destinan a la seguridad alimentaria y la nutrición. En ella se tiene en cuenta el panorama existente y se sustituye una gran cantidad de conceptos a menudo desajustados que, en ocasiones, generan discrepancias enormes en los flujos de financiación medidos, obstaculizan la capacidad de orientar la financiación de manera óptima y complica la rendición de cuentas y la rastreabilidad necesarias para cuantificar la eficacia de las inversiones. A su vez, la nueva definición refleja mejor nuestra compresión colectiva de las causas actuales de la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas, y el hecho de que para abordar los problemas del presente y el futuro de manera sostenible es necesario trascender el estrecho enfoque basado en la producción agrícola o la distribución de alimentos.

En la nueva definición se hace referencia a los recursos financieros públicos y privados, tanto nacionales como extranjeros, que van dirigidos a garantizar la disponibilidad, el acceso, la utilización y la estabilidad de los alimentos nutritivos e inocuos, y prácticas que favorezcan las dietas saludables, así como servicios de salud, educación y protección social que hagan posibles estas metas

Incluye los recursos financieros que tienen por objetivo fortalecer la resiliencia de los sistemas agroalimentarios y abordar los principales factores que ponen en peligro el objetivo del Hambre cero, en concreto la desigualdad persistente, la falta de acceso a las dietas saludables y su inasequibilidad, el aumento de los conflictos, las tendencias climáticas y las contracciones económicas.

Este enfoque pone de manifiesto que la mayor parte de la asistencia oficial para el desarrollo dirigida a ayudar a los países a abordar los desafíos en materia inseguridad alimentaria y malnutrición a los que se enfrentan se canaliza para apoyar el consumo de alimentos, mientras que una cuantía relativamente inferior se destina a abordar las principales causas determinantes de la inseguridad alimentaria y la malnutrición, y una cuantía todavía menor al estado de salud.

En un estudio de caso recogido en SOFI 2024 se revela que los gobiernos de los países de ingresos bajos tienen una capacidad de gasto especialmente baja para atajar las principales causas determinantes del hambre, y que tan solo un tercio del total de la asistencia oficial para el desarrollo contribuye directa o indirectamente a esta causa.

En el informe también se presenta un enfoque para catalogar las asignaciones financieras que favorecen el abandono de las típicas fronteras definidas en función de los sectores de la agricultura y la nutrición básica para, en su lugar, abordar la naturaleza multidimensional de la inseguridad alimentaria y la malnutrición. Es fundamental comprender la magnitud y la conformación de la financiación para el desarrollo a fin de garantizar que cumpla la función que le corresponde como medio de ejecución de cara a conseguir los objetivos acordados.

El objetivo es comprender el alcance integral de las soluciones eficaces basadas en resultados. Por ejemplo, ampliar el acceso a la energía en una zona rural puede mejorar la productividad agrícola gracias al acceso a la electricidad para el riego y los equipos mecanizados, así como a las instalaciones para almacenar y limpiar los alimentos.

Del mismo modo, proporcionar servicios veterinarios y vacunas para el ganado puede constituir un punto de partida eficaz para restablecer el diálogo intercomunitario, lo que conduce a acuerdos de paz con un profundo efecto positivo en los principales pilares que sustentan la seguridad alimentaria, como ha quedado patente en determinadas zonas en conflicto de Sudán del Sur y el Sudán.

Si bien es necesario subsanar la considerable falta de datos para poder aplicarla en todo el mundo, la nueva definición no solo sirve para conseguir nueva financiación, sino también para hacer mejor uso de la ya existente.

En SOFI 2024 se indica que las donaciones y los préstamos en condiciones favorables constituyen los instrumentos más adecuados para los países cuya capacidad de acceder a los flujos de financiación es limitada, mientras que los países con capacidad moderada pueden aumentar la recaudación de ingresos fiscales internos y vincular la tributación a resultados en materia de seguridad alimentaria Los países cuya capacidad de acceder a financiación es alta pueden incorporar objetivos en materia de seguridad alimentaria y nutrición en instrumentos como bonos verdes, sociales, sostenibles y vinculados a la sostenibilidad.

Tres recomendaciones

En su intervención, el Sr. QU propuso tres temas principales que pueden mejorar la productividad de la financiación del desarrollo.

En primer lugar, la coordinación y el consenso; el Sr. QU recalcó la importancia de mejorar la orientación de la financiación para las personas que más lo necesitan.

En segundo lugar, los donantes y otros asociados de ámbito mundial deben asumir una mayor tolerancia al riesgo y participar en actividades de reducción de los riesgos. Esto, añadió, resulta acorde con la propia naturaleza de los sistemas agroalimentarios, cuyas operaciones se llevan a cabo en un contexto de riesgo e incertidumbre crecientes.

Por último, se necesita más financiación combinada, ya que el alcance del problema que se debe abordar supera las capacidades del sector público. Las asociaciones de colaboración ligadas a enfoques de financiación combinada, que siguen contribuyendo de manera modesta a la financiación del desarrollo, pueden reducir riesgos financieros que, de otro modo, a menudo provocan que el acceso a los recursos sea demasiado costoso.

“Si tomamos medidas sobre estos tres temas, nos acercaremos a lograr el ODS 2”, dijo el Director General.

El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo es un informe emblemático anual de la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). El informe se presentará el 24 de julio durante la celebración de la Reunión ministerial de la Fuerza de tarea del Grupo de los Veinte (G-20) para la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza.