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La transformación agrícola empieza en el patio trasero


La agricultura familiar brinda autosuficiencia y un retorno a la naturaleza en Indonesia

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La agricultura familiar está muy arraigada en la vida rural de Indonesia, pero la lucha de Nissa por mantener esas tradiciones demuestra las amenazas a las que se enfrentan habitualmente los agricultores familiares. ©FAO/Taufany Eriz

21/10/2021

Los primeros recuerdos de Nissa Wargadipuras están asociados a la forma en que aprendió a vivir con la naturaleza. El patio trasero de la casa de su infancia en Garut —una localidad de montaña en Java occidental— era un bosquecillo donde su padre plantaba hortalizas, hierbas y frutas. Su madre elaboraba con las plantas medicamentos tradicionales para su familia y sus vecinos.

“Siempre que volvía a casa de la escuela, mi madre me pedía que fuera a ‘recolectar’”, dice Nissa. El “recolectar en el patio trasero” es desde hace tiempo una de las tradiciones de la etnia sundanesa en Java occidental, en Indonesia. “Recolectaba guayaba, coco, cúrcuma, pimienta de cayena, de todo. Podía encontrar todo lo que necesitaba en el patio de mis padres”.

Los habitantes de la aldea de Nissa consideran sus casas no solo un lugar de descanso y refugio, sino también un medio para procurarse alimentos y ganarse la vida.

Los bucólicos recuerdos de Nissa de su infancia en Garut nos hablan de las profundas raíces de la agricultura familiar en la vida rural indonesia. Pero su lucha por mantener esas tradiciones contra la adversidad política y la pobreza es ilustrativa de las amenazas a las que se enfrentan los agricultores familiares en toda Indonesia.

En busca de soluciones

Nissa era una estudiante de secundaria en 1989 cuando se dio cuenta de que los medios de vida de su familia —y los de otros agricultores de Garut— estaban amenazados. Se unió a un movimiento estudiantil para proteger los derechos de los agricultores locales y oponerse a la política de adquisición de tierras del Gobierno.

Con el tiempo, la lucha dio resultados. “Por fin, en 1997, unos 700 agricultores recuperaron sus tierras”, explica.

Al año siguiente, Nissa y sus amigos crearon el sindicato de agricultores “Pasundan”. La organización se convirtió en una de las más influyentes de Java occidental y hoy en día cuenta con más de 100 000 miembros.

Recuperar sus tierras fue el primer paso, pero no evitó que los agricultores sufrieran los estragos de la pobreza.

Nissa experimentó la desesperación en persona cuando convivió con una comunidad agrícola al pie del monte Papandayan, en Java occidental. Los campesinos sembraban hortalizas según los pedidos de los intermediarios que controlaban el mercado central de la ciudad. Estos intermediarios proporcionaban a los agricultores semillas, fertilizantes químicos y vitaminas. Además, les alentaban a orientarse hacia el monocultivo para alcanzar sus objetivos de producción. Los elevados costos de los insumos aumentaron la dependencia de los campesinos hacia los intermediarios, y cuando el precio de las hortalizas bajó, los campesinos vieron sus medios de subsistencia muy mermados.

Nissa quería que los agricultores fueran autosuficientes y recuperaran su sabiduría tradicional, así que estableció un internado para que los jóvenes aprendieran técnicas de agricultura sostenible. ©FAO/Taufany Eriz

Una escuela poco corriente

Nissa decidió encontrar una forma de capacitar a los agricultores, disminuir su dependencia de los intermediarios y recuperar la experiencia de estar en contacto con la naturaleza.

Pero la única manera de que los agricultores y sus hijos recuperaran la confianza en su sabiduría tradicional, dedujo Nissa, era a través de la educación. En 2008, Nissa y su marido crearon una escuela de campo para agricultores llamada At-Thariq (que significa “el camino” en árabe) para enseñar agroecología, seguridad alimentaria y religión a los jóvenes. Los alumnos se matriculaban igualmente en escuelas tradicionales para recibir educación formal.

Los estudiantes duermen y comen en la escuela. También reciben clases de agricultura sostenible, aprendiendo principalmente con la práctica.

En una sola hectárea de terreno, Nissa diseñó un sistema de plantación basado en los cultivos intercalados, en los que se combinan de forma simultánea productos diversos en el mismo campo. La plantación está dividida en varias zonas: una de frutas tropicales, otra con un estanque de peces y una zona de alimentos básicos donde se cultivan yuca y taro. La escuela también produce diversas hortalizas, como tomates, espinacas de agua y hierbas.

Las actividades comienzan a las 4 de la mañana con la oración matutina. Después, los estudiantes de secundaria se preparan para ir a la escuela, mientras que sus compañeros de más edad preparan la comida para el desayuno y el almuerzo y recolectan las hortalizas, las frutas y el pescado que se necesitarán para la cena. Por la tarde, los alumnos de primaria se ocupan de la granja. Por la noche, aprenden más sobre agricultura y el fin de semana, pasan todo el día en la granja. La escuela solo admite 30 alumnos, porque la explotación solo puede alimentar a ese número de personas.

“Los alumnos deben poder comer de las explotaciones que gestionan. Esta es una de nuestras principales lecciones”, explica Nissa.

A través de su Iniciativa para la agricultura familiar, la FAO apoya ejemplos vivientes, como el de Nissa, de los valores y estilos de vida que ayudan de forma concreta a que el mundo alcance un futuro más sostenible. ©FAO/Taufany Eriz

Cerca de casa

Nunung Nurhasana pasó cinco años en At-Thariq coincidiendo con la escuela secundaria y la universidad. Tras graduarse en la Facultad de Educación de Garut, regresó a su aldea. Con sus estudios y su experiencia en At-Thariq, Nunung aplicó las ideas que aprendió.

La aldea de Nunung produce una variedad de frutas, como bananos, papayas y cocos. Ella y las campesinas de su pueblo elaboran aperitivos y bebidas con la fruta sobrante, que luego promocionan y venden en las redes sociales.

Nunung dice que gasta muy poco en comer porque “tengo todo lo que necesito en el patio de mi familia”.

At-Thariq cuenta con más de 1 000 exalumnos. La mayoría, como Nunung, se queda en su aldea y aplica las lecciones que aprendió.

Agricultura familiar

“La trayectoria de Nissa ofrece algunas soluciones a muchos de los retos a los que nos enfrentamos en nuestros esfuerzos por crear sistemas alimentarios más sostenibles y resilientes”, dice Pierre Ferrand, coordinador de la FAO para la agricultura familiar en la región de Asia y el Pacífico. “Los agricultores familiares deben estar en el centro de la transformación agrícola”.

La agricultura familiar preserva los productos alimentarios tradicionales, contribuye a una dieta equilibrada, utiliza los recursos naturales de forma sostenible y salvaguarda la biodiversidad a nivel mundial. A través de su Iniciativa de agricultura familiar como parte del Decenio de la Agricultura Familiar, la FAO apoya ejemplos vivientes, como el de Nissa, de los valores y estilos de vida que ayudan al mundo de forma concreta a alcanzar un futuro más sostenible.

Las semillas de la transformación agrícola que Nissa plantó hace 12 años han empezado a dar sus frutos. Y todo empezó en su patio trasero.

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