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El agroturismo promueve las tradiciones alimentarias en Palau


Fomentar la igualdad de género y proteger el medio ambiente a través del agroturismo en los pequeños Estados insulares en desarrollo

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El agroturismo puede ayudar a mantener vivas las prácticas alimentarias y agrícolas tradicionales de Palau, reforzando la cultura y ofreciendo al mismo tiempo una oportunidad económica al mostrarse a los visitantes. © FAO

10/06/2022

La Sra. Rose Ongalibang muestra con orgullo el polvo morado rosáceo de una pequeña bolsa. “Es harina de colocasia”, explica esta simpática jubilada en su casa de Babeldaob, la isla mayor de Palau.

Con sus características hojas en forma de corazón, la colocasia se ha cultivado tradicionalmente por las mujeres de Palau en parcelas situadas en torno a las costas de este diminuto país del Pacífico. Los cultivos de raíces proporcionan una fuente de almidón y han sido históricamente símbolo de riqueza y objeto de intercambio ceremonial. Constituyen asimismo un ingrediente clave en los planes de Palau para hacer que su sector turístico sea más sostenible, más respetuoso con el medio ambiente y más equitativo para mujeres y hombres.

La comunidad de comida lenta (slow food), que Rose y un grupo de vecinas pusieron en marcha el año pasado, constituye un ejemplo de cómo se está poniendo en marcha el Programa de cadenas de valor de turismo sostenible de Palau con el apoyo de la FAO. Para los miembros de la comunidad, se trata de una oportunidad de volver a centrarse en las tradiciones de cultivo de colocasia y, al mismo tiempo, buscar también usos nuevos e innovadores para el producto.

Tradicionalmente, los palauanos han consumido la colocasia simplemente hervida y acompañada del pescado capturado en el océano que los rodea. Sin embargo, Rosa explica que, en un taller reciente, elaboraron pasta, fideos, salsa para pastas, galletas, pan y bizcochos, utilizando harina de colocasia, y también aprendieron cómo envasar mejor los productos. “Esto tiene un potencial enorme”, señala. Entretanto, Rose y sus compañeras del grupo trabajan también en recuperar el turismo de una antigua aldea y sus campos de colocasia, que se habían abandonado.

El turismo es el motor más importante de la economía de Palau, aunque las llegadas de turistas se vieron reducidas por la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). El país micronesio está determinado a reconstruir mejor con este proyecto polifacético. Entre los elementos que apoya la FAO figuran una evaluación de la cadena de valor del turismo que se centra en la participación de las mujeres, una base de datos de alimentos y prácticas de elaboración heredadas, un inventario de la diversidad agroecológica y cultural local y talleres de capacitación para productores dirigidos a mejorar la nutrición.

Este programa de cadenas de valor del turismo sostenible está apoyado por la Alianza para las Montañas de la FAO, así como el subprograma relativo al empoderamiento de las mujeres en los sistemas alimentarios y el fortalecimiento de las capacidades y la resiliencia locales de los PEID en el sector agroalimentario, que está financiado por varios asociados que aportan recursos en el marco del Mecanismo flexible multiasociados de la FAO.

Con Sustainable Travel International y Slow Food International como los otros asociados en la ejecución, una parte fundamental del programa consiste en una calculadora de carbono, que contribuye al objetivo de Palau de convertirse en el primer destino turístico del mundo que logra la neutralidad con respecto a las emisiones de carbono. La calculadora ayudará a que los visitantes calculen la huella de carbono de su viaje y realicen una contribución económica con miras a compensarla locamente mediante emplazamientos seleccionados de almacenamiento de carbono y el apoyo a la producción sostenible de alimentos.

“Disponemos ya de una red de zonas protegidas, particularmente la Bahía de Ngermeduu, que es un gran estuario cubierto de manglares”, señala el Sr. Lukes Isechal, Director interino de la Oficina de Recursos Marinos. “Creo que potencialmente es el emplazamiento de almacenamiento de carbono más adecuado”.

Rose Ongalibang (en la fotografía de arriba) y algunas vecinas pusieron en marcha una comunidad de comida lenta para explorar nuevos usos de la colocasia, un cultivo tradicional. El cultivo tradicional de colocasia es también un potencial atractivo turíst

Contribución de las mujeres a las cadenas de valor

Como explica Rose, no todo el mundo se ha criado inmerso en las tradiciones de la colocasia. “Estamos aprendiendo. Yo soy nueva en esto. En realidad, cuando era joven, no iba a la plantación de colocasia o, si iba, no prestaba realmente atención”.

Según la Sra. Jennifer Koskelin Gibbons de Amigos del Santuario Marino Nacional de Palau, “asegurar que esas prácticas tradicionales sobrevivan supone dos cosas: uno, es sostenible por definición. Y dos, contribuye a reforzar nuestra cultura y asegura que estas propiedades intelectuales de saber cómo pescar y cómo cultivar pasen de generación en generación, pero también nos brinda una oportunidad económica exhibiéndolo a visitantes: así es como hemos vivido durante generaciones y puedes formar parte de ello si visitas Palau”.

Los palauanos se enorgullecen de formar parte de una sociedad matrilineal, en la que las mujeres tienen una función de peso, aunque la desigualdad sigue prevaleciendo en ciertos ámbitos. “Es importante crear espacios en los que puedan hablar e intercambiar opiniones y reconocer desigualdades que afectan a su capacidad de desarrollar todo su potencial”, indica la Sra. Alejandra Safa, especialista en cuestiones de género de la FAO. Según señala, entre los problemas que han planteado las mujeres figuran la dificultad de obtener créditos bancarios, la adquisición de títulos de tierras y la gestión de una gran carga de trabajo diaria.

El proyecto tiene por finalidad reforzar la contribución de las mujeres a las cadenas de valor sostenibles ayudándolas a adquirir nuevas competencias, obtener un mejor acceso a financiación y gestionar mejor sus funciones dentro de la familia y la comunidad.

Es fundamental que la iniciativa sobre el turismo apoye a familias vulnerables como son, por ejemplo, los hogares de madres solteras. “Debemos ayudarles [a los agricultores] a hacer lo que hacen siempre, pero indicándoles cómo podemos retocarlo para lograr que a alguien de fuera le resulte atractivo experimentarlo”, dice la Sra. Ann Kitalong, consultora medioambiental e investigadora en materia de género.

Dado que el proyecto de la FAO se centra en los PEID y en la creación de cadenas de valor de turismo sostenible, la experiencia de Palau proporcionará sin duda valiosa información para otros pequeños Estados insulares de todo el mundo. © FAO

Reducir la dependencia de las importaciones

Una prioridad importante para Palau es reducir su dependencia de las importaciones de alimentos, que suponen hasta el 90 % del consumo del país. Esta es una realidad presente en un gran número de PEID. Palau se ha marcado como objetivo producir la mayoría de sus propios alimentos para 2025.

En los dos últimos años de la pandemia mundial, “la seguridad alimentaria es todo de lo que hablamos”, dice Rose, quien manifiesta su preocupación por la posible interrupción de los suministros de alimentos que llegan en barco. Dado que el proyecto de la FAO se centra en los PEID y en la creación de cadenas de valor de turismo sostenible, seguro que la experiencia de Palau ofrecerá información que valdrá la pena considerar para los demás pequeños Estados insulares dispersos por los océanos del mundo. El Sr. Giorgio Grussu, coordinador del proyecto de la Alianza para las Montañas, señala: “La finalidad es vincular el turismo con los sistemas alimentarios en el país y eso es algo que también nos gustaría realizar en otros países”.

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