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Devolver las tierras africanas degradadas a la vida


Cómo se recolecta la lluvia y se restauran las tierras combinando las nuevas tecnologías con los conocimientos tradicionales

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Con el arado Delfino se hacen surcos en forma de media luna por todo el territorio para recolectar agua con objeto de sembrar plántulas y restaurar las tierras. © FAO/Giulio Napolitano

20/01/2022

Cultivar en la región africana del Sahel no es tarea fácil. Es una zona caracterizada por suelos degradados y lluvias irregulares que suele estar sujeta a largos períodos de sequía. Por ese motivo, las tierras agrícolas suelen ser muy duras, lo que dificulta la siembra de semillas y el buen crecimiento de los cultivos. Con todo, las nuevas tecnologías pueden reducir esta carga de los agricultores y ayudar a restaurar las tierras para las generaciones futuras.

Cuando el Sr. Moctar Sacande, Coordinador del programa de la FAO Acción contra la desertificación, habla de restaurar las tierras de África, la pasión en su voz es evidente.

“Restaurar las tierras degradadas para que vuelvan a un buen estado productivo es una gran oportunidad para África. Aporta grandes beneficios sociales y económicos a las comunidades agrícolas rurales”, afirma. “Es un baluarte contra el cambio climático y aporta tecnologías que potencian los conocimientos tradicionales”.

Izquierda/Arriba: El experto en restauración de la tierra de la FAO, Sr. Moctar Sacande, aprende de las mujeres de Tera (Níger) que excavan a mano diques en forma de media luna. © FAO/Giulio Napolitano Derecha/Abajo: Agricultores de Teja (Níger) cosechan

El arado Delfino

Afortunadamente, existe una tecnología con la que se puede ayudar a los agricultores que se enfrentan a condiciones de cultivo difíciles y restaurar las tierras agrícolas: el arado Delfino.

La FAO llevó esta excavadora pesada de última generación a la región del Sahel como parte de su programa Acción contra la desertificación y la utilizó para realizar cortes de una profundidad de más de medio metro en el suelo afectado por la extrema sequedad. Se han introducido cuatro excavadoras Delfino en cuatro países —Burkina Faso, el Níger, Nigeria y el Senegal— como parte de la Iniciativa de la Gran Muralla Verde de la FAO.

Con el arado Delfino se realizan grandes cuencas receptoras en forma de media luna listas para plantar semillas y plántulas, lo que multiplica por 10 la recolección de agua de lluvia y hace que el suelo sea más permeable para la plantación que el método tradicional —y agotador— de excavación a mano.

La media luna es un método tradicional de plantación en el Sahel que consiste en realizar contornos con los que detener la escorrentía del agua de lluvia, lo que mejora la infiltración de agua y mantiene el suelo húmedo por más tiempo. Con ello se generan unas condiciones microclimáticas favorables que permiten el buen crecimiento de semillas y plántulas.

Además, el arado Delfino es sumamente eficiente. Cien agricultores que excavan a mano los bancales tradicionales en forma de media luna pueden hacer una hectárea al día, pero con una excavadora Delfino enganchada a un tractor pueden hacerse de 15 a 20 hectáreas en un día.

Una vez arada la zona, se siembran directamente las semillas de especies leñosas y herbáceas autóctonas y se plantan las plántulas inoculadas. Estas especies son muy resilientes y funcionan bien en tierras degradadas, ya que proporcionan cubierta vegetal y mejoran la productividad de los terrenos que antes eran rasos.

Plántulas dispuestas para su plantación en un terreno preparado con el arado Delfino en Djibo (Burkina Faso). © FAO/Giulio Napolitano

La importancia de las tierras restauradas

Al devolver las tierras degradadas a la vida, los agricultores no tienen que limpiar más terrenos forestales para convertirlos en tierras de cultivo a fin de satisfacer la creciente demanda de productos alimenticios resultante del aumento de la población en África.

En Burkina Faso, por ejemplo, un tercio del territorio está degradado. Esto significa que ya no pueden utilizarse los más de 9 millones de hectáreas de tierras que antes se utilizaban para la agricultura, y se prevé que la degradación seguirá aumentando a un ritmo de 360 000 hectáreas al año. De no revertirse la situación, existe el riesgo de que se talen los bosques para dejar paso a terrenos agrícolas productivos.

África está perdiendo 4 millones de hectáreas de bosque cada año por este motivo, pese a contar con más de 700 millones de hectáreas de tierras degradadas cuya restauración es viable.

En Burkina Faso y el Níger, gracias al arado Delfino, ya se ha alcanzado y ampliado el número de hectáreas destinadas a restauración inmediata. En Nigeria y el Senegal se está trabajando en ampliar la escala de la restauración de tierras degradadas.

“El compromiso a nivel local es esencial”, afirma Moctar. “Toda la comunidad participa y se beneficia de los cultivos forrajeros como el heno, que en solo dos años le llega a la altura de las rodillas. Pueden alimentar a su ganado y vender el excedente y pasar a recolectar productos no madereros, como frutas comestibles, aceites naturales para hacer jabón, miel silvestre y plantas para hacer medicamentos tradicionales”.

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Mejorar la vida de las mujeres

Según la Sra. Nora Berrahmouni, que ocupaba el puesto de Oficial forestal superior de la FAO en la Oficina Regional para África cuando se implementó el arado Delfino, este también reducirá la carga de las mujeres.

“La temporada en que tiene lugar la durísima labor de excavar a mano los diques en forma de media luna para riego comienza cuando los hombres de la comunidad han tenido que desplazarse con los animales. Así que el trabajo recae en las mujeres”, afirma Nora.

Dado que el arado Delfino acelera notablemente el proceso de labranza y reduce el trabajo físico necesario, las mujeres tienen más tiempo para realizar el gran número de tareas de otro tipo de las que se ocupan.

Con el proyecto también se busca impulsar el liderazgo y la participación de las mujeres en la restauración de las tierras locales a mayor escala, ofreciéndoles funciones de liderazgo a través de los comités de aldea que planifican la labor de restauración de tierras. En el marco del programa Acción contra la desertificación, se alienta a cada localidad que se ha seleccionado para la restauración a crear un comité de aldea que gestione los recursos, de modo que la haga suya desde el principio.

“Muchas mujeres dirigen los comités de aldea locales que organizan estas actividades y nos cuentan que se sienten más empoderadas y respetadas”, explica Moctar.

Respetar los conocimientos locales y las técnicas tradicionales es otra de las claves del éxito. Las comunidades han comprendido desde hace mucho tiempo que los diques en forma de media luna son la mejor manera de recolectar el agua de lluvia para afrontar la larga temporada seca. Con el imponente Delfino solo se está logrando que esta tarea sea más eficiente y exija menos esfuerzo físico.

“Al final, el Delfino es solo un arado. Un arado muy bueno e idóneo, pero al fin y al cabo siempre un arado”, dice Moctar. “Cuando lo utilizamos de manera adecuada y en consulta y cooperación, vemos esos avances”.

Y es urgente que se realicen avances. La pérdida de tierras es causa de muchos otros problemas, como el hambre, la pobreza, el desempleo, la migración forzada, los conflictos y el mayor riesgo de que se produzcan fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio climático. Y como dice Moctar, “son demasiados problemas para que en la FAO dejemos que la población vulnerable los enfrente”.

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