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Construir un futuro mejor


La FAO ayuda a los refugiados sirios a entrar en relación con las empresas en Turquía

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Ante el problema de la afluencia de refugiados sirios en Turquía que necesitan trabajo y, al mismo tiempo, la falta de trabajadores agrícolas capacitados, la FAO intervino para entrenar a los refugiados, como Abdul, (en la foto de arriba a la derecha, con su hijo Mohamed). Muchos de ellos han encontrado trabajo. El programa está dando un futuro mejor a los refugiados y sus comunidades de acogida. ©FAO/Carly Learson

28/06/2018

La aldea de Sarıt, en el sur de Turquía, se encuentra a solo 100 km de Alepo -uno de los epicentros del conflicto sirio- y ha recibido una gran afluencia de refugiados sirios en busca de protección. Al estar tan cerca de Siria, la mayoría de los residentes hablan árabe y turco, y han acogido favorablemente a las nuevas familias.

Pero también se ha producido desde Sarit el éxodo de jóvenes adultos hacia las ciudades en busca de más oportunidades de educación y trabajo.

Muchos de los que se han quedado son pequeños propietarios que producen aceitunas y crían ganado y que necesitan trabajadores agrícolas y mano de obra capacitada para continuar con sus medios de vida.

El año pasado, la FAO trabajó con el gobierno turco y socios del sector privado para desarrollar programas de capacitación para los refugiados y ciudadanos turcos en las habilidades que más necesitan los agricultores. Cientos de refugiados sirios y miembros de las comunidades de acogida formados por la FAO han asistido a ferias de empleo, o presentados a empresas del sector privado y han encontrado trabajo a través de las redes que han ido creando.

"Nuestro pueblo está envejeciendo", dice Nadiye (izda), una agricultora turca que ha empleado a refugiados del programa. "Es bonito que vengan jóvenes para mantener viva a la aldea". Dcha: Sarit, al sur de Turquía, se encuentra a solo 100 kilómetros de Al

Abdalah fue uno de los refugiados que recibió formación. Electricista, no puede dedicarse a su profesión en Turquía sin un permiso de trabajo, pero rápidamente aprendió las habilidades que necesitaba para trabajar en el sector agrícola. “Soy de ciudad, así que nunca antes había tenido mucho contacto con la agricultura”, confiesa.

“Realmente disfruté con la formación –asegura-, y estoy descubriendo que me gusta trabajar al aire libre. Probablemente haga algo similar cuando regrese a Siria”.

Cuando finalizaron los cursos de capacitación, la FAO organizó ferias de empleo para presentar a las personas recién capacitadas a posibles empleadores. Abdalah y sus amigos fueron a una feria de empleo en la Cámara de Comercio e Industria de Gaziantep, donde se reunieron con los propietarios de granjas locales y otros empresarios.

“La feria de empleo fue muy útil para crear una red: casi todos los días recibimos una llamada o un mensaje de alguien que ofrecía trabajo. ¡Ahora todos saben quiénes somos! “, señala Abdalah.

Nuevas habilidades, nuevas oportunidades

Abdul (foto principal) huyó con su familia de la zona rural de Alepo hace tres años. Trató de encontrar un empleo en Gaziantep, y luego se mudó con su familia a Sanliurfa, donde de vez en cuando encontraba trabajo en la construcción, pero no era suficiente para mantener a la familia. El año pasado se enteró del programa de la FAO y se inscribió para participar en la capacitación en ganadería: un curso completo sobre sanidad animal, reproducción, fisiología y bienestar animal, gestión de granjas y producción láctea.

Tras un mes de capacitación teórica y práctica, completó su formación práctica con Haci, un ganadero local. Después de dos meses aprendiendo, Haci quedó gratamente impresionado y ofreció a Abdul un trabajo a tiempo completo.

“Ahora es parte de la familia”, dice Haci. “Trabaja con mis hijos y sus hijos juegan con mis nietos”.

Abdul asegura que sin los contactos que hizo a través de la capacitación de la FAO, no hubiera sabido dónde encontrar esa ocupación laboral.

“Tengo un trabajo que me gusta –afirma- , mi familia está feliz y cada día aprendo más cosas”.

"Abdul es ahora parte de la familia ", dice Haci (arriba, con su nieto). "Trabaja con mis hijos y sus hijos juegan con mis nietos". © FAO / Carly Learson

Hasta el momento, 900 personas -incluidas más de 400 mujeres y 300 miembros de la comunidad anfitriona turca en cinco provincias- han recibido capacitación a través del programa, y muchos de los graduados han conseguido encontrar trabajo. Se planea una segunda fase para 650 personas adicionales también en 2018, y se expandirá a nuevas provincias, incluida Kilis, donde los refugiados sirios constituyen ahora el 95 por ciento de la población.

El proyecto está financiado por ACNUR y el gobierno de Japón, y se implementa en colaboración con el Ministerio turco de Alimentación, Agricultura y Ganadería y otras entidades como la Presidencia de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD), la Dirección General de Gestión de la Migración (DGMM) y el Ministerio turco de Trabajo y Seguridad Social.