Food and Agriculture Organization of the United NationsFood and Agriculture Organization of the United Nations

Profundizando en los terrenos áridos del país sin litoral más grande del mundo


Cómo los agricultores de Uzbekistán superan la salinidad del suelo y la escasez de agua

Share on Facebook Share on X Share on Linkedin

Tras años de degradación del suelo en la región occidental de Uzbekistán, pequeños agricultores como Adyl han recurrido a técnicas climáticamente inteligentes para hacer frente a los efectos de la sequía. © Temur Khujanazarov

05/12/2023

“Llevo toda la vida cultivando esta tierra y he visto a muchas personas de esta zona marcharse con los años por el calor, el clima seco y la escasez de agua”, dice Adyl Khujanov, que dirige una granja en el pueblo de Kyzylkesek, en la región de Karakalpakstán (oeste de Uzbekistán).

Este país de Asia central no tiene litoral ni se encuentra cercano a él, ya que está rodeado de países que tampoco tienen litoral; además, más de la mitad de los suelos de Uzbekistán se ven afectados por salinidad, lo que hace que sea sumamente difícil cultivar de manera productiva.

Adyl se hizo cargo del terreno que anteriormente trabajaba su padre. Su familia lleva más de 30 años viviendo en esta parcela de Kyzylkesek, considerado el lugar más caluroso y seco de Uzbekistán. A medida que aumentaban las temperaturas y se secaba la tierra, muchos agricultores que no podían superar los períodos de escasez se mudaban a las ciudades, así como al vecino Kazajstán, en busca de trabajo.

En los últimos años, las reformas de políticas en Uzbekistán han puesto mayor énfasis en la importancia del sector agrícola como motor de una economía orientada a la exportación. Ahora se está haciendo hincapié en revitalizar las zonas rurales aprovechando el potencial de las explotaciones familiares.

La Alianza mundial sobre los suelos (AMS) de la FAO colabora en Uzbekistán con científicos especializados en edafología para desarrollar prácticas de gestión de suelos que sean climáticamente inteligentes, de modo que los cultivos puedan seguir prosperando incluso cuando crecen en terrenos afectados por salinidad, todo ello con el objetivo de detener una mayor salinización. Pequeños agricultores como Adyl se benefician con esos conocimientos especializados y amplían las técnicas de agricultura sostenible para restaurar los hábitats naturales y hacer frente a los efectos de la sequía.

“Gracias a los nuevos métodos que hemos aprendido y adoptado aquí para hacer frente al cambio climático y a la grave escasez de agua, puedo cultivar tomates, melones, legumbres y cultivos forrajeros para dar de comer a los animales”, afirma Adyl.

La historia de Adyl no es la única. La salinidad del suelo es generalizada: a veces se produce de forma natural y otras es consecuencia de la actividad del ser humano. Consciente de las repercusiones que tienen los suelos degradados en la producción de alimentos y la seguridad alimentaria, la FAO trabaja con países de todo el mundo para proporcionar los datos y mejores prácticas necesarios para introducir cambios en la gestión de los recursos de suelos.

Los agricultores de Uzbekistán producen cultivos climáticamente inteligentes como la alfalfa (izquierda/arriba) o el sorgo (derecha/abajo), que no solo crecen en tierras menos fértiles, sino que también ayudan a reponer los nutrientes del suelo. © Temur K

Suelos salinos: escollos para alcanzar la seguridad alimentaria

Se calcula que 1 000 millones de personas viven en zonas que podrían verse afectadas por la salinización a finales del siglo XXI. Existen más de 1 400 millones de hectáreas de suelos afectados por salinidad en todo el mundo, sobre todo en el Cercano Oriente y África del Norte y en Asia central y meridional, así como en América Latina.

La salinidad del suelo es un fenómeno que se produce de forma natural en entornos áridos, como los desiertos, donde la evaporación intensa y la falta crónica de agua suelen salinizar la tierra en exceso. Los suelos de este tipo son menos fértiles porque la sal dificulta la capacidad natural de las plantas de absorber agua del suelo.

Por otro lado, las actividades insostenibles del ser humano están empeorando la salinidad del suelo. La labranza excesiva, la sobreutilización de fertilizantes, los métodos de riego inadecuados y el uso de agua de mala calidad, la deforestación o la sobreexplotación de las aguas subterráneas son los factores principales que impulsan la salinización del suelo provocada por el hombre.

Solo las plantas adaptadas especialmente, conocidas como halófitas, y los cultivos tolerantes a la sal pueden crecer bien en estos suelos.

“Cuando se gestionan adecuadamente, incluso los suelos salinos pueden albergar ecosistemas ricos y valiosos y producir cultivos nutritivos y adaptados a la salinidad, como la quinua, la alcachofa y distintos tipos de legumbres”, asegura Natalia Rodríguez Eugenio, Oficial de tierras y aguas de la FAO.

El mapa mundial, decisivo para la toma de decisiones

La AMS ha elaborado el Mapa mundial de los suelos afectados por salinidad, una herramienta que sirve para ayudar a gobiernos, responsables de formular políticas, expertos y productores de alimentos a adoptar decisiones fundamentadas en datos sobre los suelos.

Hasta el momento, el mapa contiene las contribuciones de más de 118 países, entre ellos Uzbekistán. Su objetivo es proporcionar a los responsables de formular políticas y a los usuarios de la tierra mejor información con la que abordar las prácticas de adaptación al cambio climático, planificación del uso de la tierra y gestión sostenible de los suelos.

Maria Konyushkova, especialista en suelos afectados por salinidad de la AMS de la FAO, resume los datos científicos: “Los suelos afectados por salinidad ocupan cerca del 11 % de la superficie de la Tierra y alrededor del 10 % de las tierras de cultivo de regadío y de secano, lo que obliga a las personas a adaptarse a este tipo de entorno. Las prácticas sostenibles que sirven para gestionar estos suelos son las que disminuyen la evaporación del suelo y aumentan la lixiviación de sales de las raíces”.

También pueden añadirse insumos de carbono orgánico, como abono, compost o residuos de cultivo, para mejorar la salud de los suelos y fomentar su productividad.

Los suelos sanos sostienen toda la cadena alimentaria, desde los alimentos que comemos y el agua que bebemos hasta incluso el aire que respiramos. Para conservar y restaurar su equilibrio natural, es necesario reconocer este hecho y actuar.

El Mapa mundial de los suelos afectados por salinidad de la FAO es una herramienta importante que sirve para determinar las zonas afectadas y dónde deberían adoptarse prácticas de gestión sostenible de los suelos. © Sergey Khokhlov

Apostando al cambio

El cambio está en marcha en las tórridas llanuras de Karakalpakstán.

Gracias a los esfuerzos por hacer que la agricultura en Uzbekistán sea más verde y más resiliente al cambio climático, la tierra se está explotando pese a la escasez crónica de agua y la salinización de los suelos. Y esto significa que las personas que se fueron están regresando.

“Varias familias que se marcharon han vuelto dándole un nuevo sentido y propósito a su vida. Algo que podemos transmitir a nuestros hijos y nietos”, concluye Adyl.

Con la diversificación de los cultivos, la ganadería y las prácticas de gestión sostenible de los suelos, que ahora caracterizan la vida de las comunidades agrícolas uzbekas, la esperanza para el futuro se vislumbra en el horizonte, matizada con una mezcla de conocimientos transmitidos por generaciones anteriores y tecnologías de vanguardia.

La AMS de la FAO trabaja para promover a escala mundial estas prácticas responsables y la gestión sostenible de los suelos a fin de garantizar suelos sanos y productivos, los cuales constituyen la base para mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición de las personas en todo el mundo.

Enlaces

Para obtener más información

*Este artículo es una actualización de otro publicado por primera vez el 3 de diciembre de 2021.