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Cinco formas de lograr que las ciudades sean más saludables y sostenibles


A medida que las ciudades continúan creciendo, aumenta la oportunidad de hacerlas más sostenibles

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Una buena planificación urbana, que incluya fomentar la creación de espacios verdes y sistemas alimentarios sostenibles, puede tener un efecto positivo en la seguridad alimentaria y la nutrición. También puede ayudar a mejorar los medios de vida y el bienestar de las personas en las comunidades urbanas y periurbanas. ©Roschetzky Photography/shutterstock.com

16/09/2020

Más de la mitad de la población mundial vive ahora en ciudades. Según las previsiones, esa proporción aumentará hasta el 68 % para 2050, por lo que la urbanización es una de las tendencias mundiales con mayor capacidad transformadora.

Las ciudades son responsables ya del 70 % del desperdicio en el mundo y en ellas se consume casi el 80 % de la energía mundial. Aunque la rápida urbanización ha sido un catalizador de soluciones innovadoras en muchas esferas, como la vivienda, el transporte y la infraestructura, a menudo se pasa por alto un elemento fundamental: la seguridad alimentaria y la nutrición.

Lamentablemente, la vida en la ciudad a menudo genera malos hábitos alimentarios. Las zonas urbanas son además una fuente importante de desperdicio de alimentos. Por otra parte, la urbanización se está produciendo a costa de los recursos naturales y los espacios verdes, lo cual acrecienta la vulnerabilidad de las comunidades urbanas a los efectos del cambio climático. Si queremos crear ciudades saludables y sostenibles para las generaciones futuras, tendremos que reconsiderar la forma en que funcionan nuestras ciudades. La Agenda de la Alimentación Urbana de la FAO apoya a los responsables de la formulación de políticas a nivel mundial para que los sistemas alimentarios se incorporen en la planificación urbanística.

A continuación se exponen cinco formas de lograr que las ciudades sean más saludables y sostenibles.

1. Promover la agricultura urbana

Cuando se piensa en la agricultura, a casi todo el mundo le vienen a la mente las zonas rurales. Pero, ¿sabía usted que más de 800 millones de personas practican la agricultura urbana en todo el mundo?

Manteniendo los terrenos agrícolas en las zonas urbanas podemos acortar las cadenas de suministro y, por lo tanto, reducir la cantidad de CO2 emitido durante el transporte de los alimentos de las zonas rurales a las urbanas. Mediante la producción y la venta de una mayor cantidad de alimentos frescos dentro de la propia ciudad se puede reducir el impacto ambiental de la distribución de alimentos, incrementar las oportunidades de que haya cadenas de suministro locales inclusivas y mejorar el acceso a alimentos nutritivos, por ejemplo a través de los mercados de agricultores.

Desde la ciudad de Medellín, en Colombia, la FAO ha prestado apoyo a los departamentos de Nariño, Antioquía y Boyacá para la creación de huertos comunitarios. De esos huertos se han beneficiado más de 7 500 familias, que ahora pueden cultivar sus propios alimentos e incluso vender el excedente. El proyecto tuvo tanto éxito que Colombia está desarrollando ahora una serie de iniciativas políticas, legislativas y gubernamentales para promover planes similares en todo el país.

Izquierda: Las iniciativas de compostaje pueden ayudar a dar un nuevo uso a los alimentos desechados. ©lomiso/shutterstock.com. Derecha: Huerto urbano en Honolulu. ©Eric Broder Van Dyke/ shutterstock.com

2. Fomentar dietas saludables

Los tipos de alimentos disponibles y su asequibilidad influyen mucho en los estilos de vida y los hábitos alimentarios. En las ciudades donde hay un amplio surtido de comida rápida y precocinada, los alimentos disponibles son a menudo hipercalóricos y altamente elaborados. Se trata de una tendencia creciente. En los países de ingresos medianos bajos, el consumo de alimentos elaborados de escaso valor nutricional aumentó un 5,45 % al año entre 1998 y 2012. Los gobiernos nacionales y municipales de los países en desarrollo se enfrentan al problema de tener que combatir no solo la desnutrición, sino también los efectos que tiene sobre la salud la obesidad, que está aumentando a un ritmo alarmante.

Sin embargo, todas las ciudades pueden desempeñar un papel más importante a la hora de garantizar una dieta saludable. En 2014, Singapur aprovechó la oportunidad para evaluar sus puntos de venta de alimentos y poner en marcha el programa “Comer fuera de casa de manera más saludable” (Healthier Dining Programme). Mediante un plan de subvenciones se alentó a los operadores del sector alimentario a utilizar ingredientes más saludables, como aceites con menor contenido de grasas saturadas, y a incluir en la carta comidas con menos calorías. Al cabo de poco más de un año, la oferta de comidas más saludables se había duplicado.

3. Reducir el desperdicio de alimentos y gestionar los residuos procedentes de estos

La población de las zonas urbanas recibe hasta el 70 % del suministro mundial de alimentos, pero gran parte de estos alimentos se desecha. Aunque las causas de ese desperdicio varían de una región del mundo a otra, generalmente contribuyen al problema la mala planificación alimentaria, el envasado inadecuado, el incorrecto almacenamiento y los hábitos culturales.

Además, los residuos de alimentos que no se reciclan ni se reutilizan llenan los vertederos. Allí se descompone y genera metano, un gas de efecto invernadero que es más perjudicial para el planeta que el CO2. Esto implica no solo un desperdicio de alimentos, sino también de energía, dinero y recursos naturales, como la tierra o el agua que se emplea para producir y elaborar los alimentos. Las medidas de ámbito municipal encaminadas a la recuperación de alimentos inocuos y nutritivos y su redistribución a través de organizaciones benéficas y bancos de alimentos, al compostaje o a la utilización de alimentos desechados para generar energía pueden ayudar enormemente a reducir el desperdicio de alimentos.

En el municipio de Lima, en Perú, la FAO ha ayudado a crear un grupo consultivo de coordinación alimentaria para abordar los problemas de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Una de las iniciativas del grupo fue la constitución de un equipo de tareas municipal sobre residuos alimentarios que ha creado un centro de compostaje para la gestión de residuos de biomasa. Gracias a ello, la cantidad de residuos orgánicos eliminados en los vertederos y a través del alcantarillado de la ciudad se ha reducido enormemente.

Proporcionar acceso al suministro de alimentos frescos de origen local en las ciudades es fundamental para garantizar una alimentación saludable. ©Matej Kastelic/shutterstock.com

4. Impulsar los espacios verdes para instaurar entornos más saludables y mejores estilos de vida

A medida que las zonas urbanas siguen expandiéndose, los espacios verdes desaparecen. Más allá de su atractivo estético, los árboles y las zonas verdes son esenciales para mejorar la calidad del aire, suavizar las temperaturas urbanas, fomentar el ejercicio físico y mejorar la salud general. La contaminación atmosférica, el aumento de las temperaturas locales y los estilos de vida sedentarios pueden acrecentar la probabilidad de sufrir tanto enfermedades cardiovasculares y respiratorias como obesidad, además de favorecer la propagación de nuevos agentes patógenos.

Los sistemas alimentarios se deben planificar y gestionar junto con el entorno verde, con el fin de frenar la contaminación y fomentar las dietas saludables y el ejercicio físico. En la ciudad de Los Ángeles (Estados Unidos de América), por ejemplo, los investigadores han descubierto que cuantos más parques haya en un radio de 500 metros desde la casa de un niño, menor será su índice de masa corporal (IMC) a los 18 años.

5. Reconectar las ciudades con las zonas rurales circundantes

Las ciudades y las zonas urbanas no funcionan aisladamente de las zonas rurales. De hecho, son muy dependientes de las regiones rurales que las rodean. Dependen en gran medida de las zonas rurales vecinas para la obtención de alimentos y mano de obra, el suministro de agua y la eliminación de los desechos de alimentos. En la ciudad de Kisumu (Kenya) el grupo consultivo de coordinación alimentaria, que es una plataforma de partes interesadas que reúne agentes urbanos y rurales, está adoptando un enfoque más amplio y reconectando la ciudad con la región circundante en la planificación de su sistema alimentario. Esto ayuda a garantizar el suministro de alimentos saludables, inocuos y nutritivos, al tiempo que promueve el acceso de los agricultores rurales a los mercados y genera puestos de trabajo dentro del sistema alimentario.

A menudo se dice que la batalla por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se ganará o perderá en las ciudades, y es por ello que el ODS 11 (“Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”) resulta tan importante. La Agenda de la Alimentación Urbana de la FAO ayuda a los gobiernos e instituciones a suprimir la división entre las zonas rurales y urbanas y a promover la idea de sostenibilidad de los sistemas alimentarios. Si podemos hacerlo y seguir impulsando la innovación urbana en formas meditadas e innovadoras, podremos garantizar que “nadie ni ningún lugar” se quede atrás.

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Nota de la redacción: Este artículo es una versión actualizada de la historia publicada originalmente el 11 de febrero de 2020.