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Los alimentos y la ciudad: cultivando nuestro futuro urbano


Serie de historias sobre la transformación de los sistemas agroalimentarios - Parte 2: Producción de alimentos y acceso a estos

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Hoy en día, más del 50 % de las personas vive en zonas urbanas. Cerca de tres cuartas partes de la demanda mundial de alimentos y más de un 70 % del consumo total de energía ya se dan en las ciudades. La sostenibilidad y las soluciones innovadoras en materia alimentaria deben tener origen en estos centros urbanos. ©FAO/Marco Longari

02/09/2021

En el distrito céntrico milanés de Porta Nuova, elevamos la mirada para apreciar el Bosco verticale, o bosque vertical: un par de condominios de gran altura cuyos balcones presumen cerca de 1 000 árboles maduros. Frente a la entrada principal ha brotado un campo de trigo: conecta al bosco con un grupo de rascacielos donde tienen sede los gigantes bancarios y corporativos de Italia.

El concepto de planificación de Porta Nuova ha sido ampliamente imitado. Su popularidad habla de un sentido cada vez mayor de que, a medida que va cambiando el equilibrio entre el medio urbano y el rural, también lo hacen las funciones que nos definen y sostienen, entre ellas la producción de alimentos.

En la actualidad, más de la mitad de las personas vive en zonas urbanas; se calcula que en 2050 lo hará cerca del 70 %. Por ende, también el campo está migrando. Los residentes de la periferia desértica de Lima, que sufren privaciones nutricionales, cultivan hortalizas de forma hidropónica. El Gran Londres está salpicado de huertas. De Nueva York a Manila, las huertas comunales van ocupando los solares vacíos. Las metrópolis se calzan las botas de agricultor reivindicando con orgullo un pasado rústico.

Iniciativa “Ciudades verdes” de la FAO

Esta mutación —demográfica, económica y psicosocial a la vez— está empezando a inspirar enfoques institucionales con los que abordar la alimentación y la agricultura. Eduardo Mansur, encargado de Cambio Climático, Biodiversidad y Medio Ambiente en la FAO, define la nueva Iniciativa “Ciudades verdes” de la Organización como una combinación de enfoques urbanos, periurbanos y rurales dirigida a reforzar los resultados en materia de seguridad alimentaria, medios de vida y sanidad. La idea es reorientar e integrar las políticas y las dinámicas espaciales, estimular la innovación y promover la inclusión social de forma que se reduzca la brecha entre la ciudad y el interior, garantizando que todos tengan acceso a espacios verdes y a alimentos nutritivos.

Praia, en Cabo Verde (izquierda), ha sido una de las primeras en adherirse a la Iniciativa “Ciudades Verdes” de la FAO, cuyo objetivo es reducir la brecha entre las zonas urbanas y las rurales, garantizando que todos tengan acceso a espacios verdes y a al

La iniciativa nace de un hecho indiscutible: lejos de escaparates como el de Porta Nuova en Milán, la experiencia urbana de muchas personas de todo el mundo sigue siendo una lucha por la salud y la nutrición. Más de mil millones de personas viven hacinadas en asentamientos inseguros y enfermizos. El hambre, la subalimentación, el sobrepeso y la obesidad se aferran a esas zonas urbanas informales.

Las dietas saludables —con frutas, hortalizas y el equilibrio justo de nutrientes frente a mero almidón— suelen ser inasequibles. La pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha afectado aún más a la disponibilidad y la logística de los alimentos: cada vez resulta más evidente que una forma de reducir el hambre, la malnutrición y los problemas de salud de los seres humanos y del medio ambiente consiste en contraer drásticamente la brecha entre el lugar donde se cultivan los alimentos y el lugar donde se consumen.

La Iniciativa “Ciudades Verdes” tiene el objetivo de inscribir a 100 ciudades en tres años y a 1 000 de aquí a 2030. En un principio, la mirada se pone en África, desde Praia (Cabo Verde) en un extremo del continente hasta Nairobi (Kenya) en el otro.

Dejando de lado las excepciones notables, la mayoría de las zonas urbanas africanas tienen menos de 300 000 habitantes; muchas de ellas ni siguiera se clasifican técnicamente como ciudades. Su carácter mixto urbano y rural ofrece la oportunidad de promover nuevas empresas agrícolas en la ciudad, de aprovechar la cualidad dual de los residentes como productores y consumidores y, en el proceso, de sentar las bases para lograr sistemas agroalimentarios locales que sean más resilientes. Además de potenciar la seguridad alimentaria, pueden contribuir a estabilizar la mano de obra y generar nuevos empleos en la cadena de valor.

La meta: recurrir al potencial de las ciudades y sus cuencas agrícolas reforzando los vínculos entre el medio rural y el urbano. Mediante este enfoque, que utiliza los sistemas alimentarios como punto de entrada, se puede promover el empleo local en toda la cadena de valor y reducir la pobreza extrema. ©FAO/Petterik Wiggers

La alimentación y la agenda urbana

La mayor atención que se presta a los sistemas alimentarios, con su potencial para promover objetivos sociales más amplios, también está empezando a tener registro a nivel político. En todo el mundo, el ámbito de la alimentación se afirma cada vez más como uno de competencia municipal.

En Roma, la propia ciudad de la FAO, en abril de 2021 el ayuntamiento votó por unanimidad la adopción de su propia política alimentaria. Los legisladores municipales de Roma tuvieron conocimiento de que apenas 100 cultivadores directos estaban presentes en los 127 mercados de alimentos de la capital. Si bien en su resolución solicitan que los cultivadores locales tengan mejor acceso, en aras de la sostenibilidad, también instan a frenar el consumo de tierras, práctica por la cual desaparecen paisajes preciosos bajo un manto de cultivos.

“Es cierto que una mayor expansión de la superficie agrícola no es una opción”, sostiene Karel Callens, analista económico de la FAO. “Al mismo tiempo, el problema de algunos de los tipos de agricultura sin suelo que vemos aparecer es que los alimentos que se cultivan de esta manera carecen de los beneficios del microbioma natural de las plantas y el suelo. Por eso los espacios verdes de las ciudades también son fundamentales para la salud. La exposición a los microorganismos de la naturaleza contribuye a reducir el riesgo de padecer enfermedades inflamatorias.”

A medida que la producción de alimentos se urbaniza ante la creciente preocupación por el bienestar y las aspiraciones de sostenibilidad, ¿podría la agricultura, por primera vez en sus milenios de existencia, llegar a asociarse con la ciudad en vez de con el campo? Tal vez. Pero la ciudad debería tener un corazón más verde.

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