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Cómo las vacas trajeron paz y prosperidad a dos granjas ecuatorianas


Más tiempo para la familia y mayores ingresos: la gestión ganadera climáticamente inteligente hace que las cosas mejoren

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Cornelio León -residente en Pedro Carbo, en en el oeste de Ecuador, puede ahora alimentar a sus animales y mantener la producción láctea, incluso durante la época seca. ©FAO/Artunduaga

31/07/2020

Rodeadas de naranjos, limoneros y mangos, encontramos a Rebeca, Fedora, Natalia, Campana y Gertrudis. Son 5 de las 21 vacas que poseen Marlene Vacusoy y su esposo, Cornelio León, aunque la cría de ganado es algo relativamente nuevo para esta pareja ecuatoriana.

Siempre habían sido granjeros, pero nunca tuvieron ganado, de modo que cuando el hijo de Marlene y Cornelio llegó a casa un día con una vaca y el deseo de comenzar a criar ganado, la pareja no estaba contenta. Habiendo estado toda la vida dedicados a la agricultura en Pedro Carbo, en la provincia de Guayas, en el oeste de Ecuador, habían cultivado algodón, maíz y maní, pero no sabían nada sobre el manejo del ganado y tampoco tenían intención de aprender.

Su hijo no estaba de acuerdo. Los precios de los productos eran bajos y la familia necesitaba desesperadamente una nueva forma de ganar dinero. Se daba cuenta que la ganadería tenía el potencial de cambiar sus vidas. Cuando este hijo falleció poco tiempo después, Cornelio y Marlene pensaron que la mejor manera de honrar su memoria era iniciar el negocio que tanto le apasionaba.

Sin embargo, no fue tarea fácil. Marlene y Cornelio tenían poca hierba para alimentar el ganado, por lo que tenían que recorrer caminando los campos circundantes con sus 21 vacas para permitirles pastar. Bajo la lluvia o el sol, salían de la granja temprano por la mañana y caminaban durante horas por el borde de las carreteras, los caminos locales y las riberas de los ríos, en busca de hierba fresca.

“Solía llevarnos toda la mañana sacar a las vacas a pastar”, explica Marlene. “Llegábamos a casa alrededor de la 1 o las 2 de la tarde, sudorosos, cansados y hambrientos. Entonces, tenía que cocinar para dar de comer a mi familia. Los dos tenemos más de 60 años, ¡no nos resultaba fácil!”

Empezando

Al igual que Marlene y Cornelio, Luis González también era nuevo en el sector ganadero. Luis había sido pescador, como sus padres, pescando en la presa a las afueras de su granja en Las Balsas, en la provincia de Santa Elena, en el oeste de Ecuador. Conservó algunas vacas, aunque sus tierras de cultivo áridas dificultaban conseguirles alimento y, más allá de ordeñarlas de vez en cuando, las dejaba a su suerte. Pero con las condiciones climáticas cambiantes, su sustento como pescador no estaba aportando suficiente dinero para alimentar a la familia.

Izqda/Arriba: Marlene y Cornelio están orgullosos de sus bancos de forraje. ©FAO/Artunduaga. Dcha/Abajo: Luis González y su familia en su granja en Las Balsas, provincia de Santa Elena. ©FAO/Artunduaga

Fue en este momento cuando Luis, Marlene y Cornelio se enteraron del proyecto de Ganadería Climáticamente Inteligente (GCI) de la FAO, que promueve la gestión sostenible del ganado en siete provincias ecuatorianas. La iniciativa conjunta implementada por la FAO -con el apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y el gobierno ecuatoriano- tiene como objetivo abordar muchos de los problemas a los que se enfrentan los ganaderos en el país, incluida la degradación del suelo y las consecuencias del cambio climático.

Los agricultores reciben ayuda y consejos prácticos. Por ejemplo, aprender a instalar sistemas de riego, bebederos e infraestructura de ordeño. También les enseñan nuevos métodos de producción, como el pastoreo rotativo, elaboración de compost para pastos y cómo producir su propio pienso.

Transformar la agricultura de pequeña escala en Ecuador

Representantes del proyecto FAO-FMAM visitaron aldeas de todo Ecuador para dar a conocer el proyecto. Demostraron cómo se puede mejorar la ganadería y hacerlo en armonía con el medio ambiente, aprovechando al tiempo su potencial económico. Al enterarse, Luis, Marlene y Cornelio se arriesgaron y se convirtieron en tres de los 1 056 campesinos que participan en el proyecto GCI, que ha transformado más de 40 300 hectáreas de tierras.

Para Luis, la ayuda del proyecto GCI le enseñó a manejar correctamente los pastos y asegurarse de que el ganado es alimentado adecuadamente. Su zona se vio gravemente recientemente afectada por la falta de lluvia, dejándole sin pasto en la granja. El apoyo recibido a través del proyecto para la implementación de un sistema de riego supuso una diferencia increíble. Ahora, la granja de Luis es el único lugar verde en esta zona árida. Sus ingresos han mejorado y puede invertir dinero en su explotación, además de pagar las facturas en casa: salud, educación y alimentos.

“Mi objetivo era mejorar las prácticas agrícolas. Ahora, mi ganado está bien manejado, sano y productivo”, añade, sonriendo.

Las vacas de Cornelio y Marlene tienen ahora alimento y agua adecuados, sin tener que salir de la granja. ©FAO/Artunduaga

En cuanto a Cornelio y Marlene, ya no necesitan pasar horas deambulando por el campo para alimentar a su ganado o buscar agua. Marlene, seguida de sus tres perros, nos muestra el área de su granja destinada a plantar especies forrajeras de calidad, que pueden proporcionar alimento incluso durante la época seca. Asegura que “desde hace un año no hemos salido con las vacas a buscar pastos. Ahora tenemos nuestros propios pastos y hacemos un buen ensilaje. Tenemos más tiempo para descansar. Incluso pasamos más tiempo de calidad juntos como pareja y no solo trabajando".

Rebeca, Fedora, Natalia, Campana y Gertrudis pastan ahora felices. Como soñaba su hijo, el ingreso primario de la familia proviene del manejo del ganado.

El impacto de la COVID-19

La pandemia de COVID-19 ha causado serios problemas a los ganaderos del Ecuador, interrumpiendo los canales de mercado de sus productos y afectando negativamente a sus ingresos. Esta situación, sin embargo, ha puesto de manifiesto la generosidad y solidaridad de los agricultores locales, muchos de los cuales han regalado sus productos lácteos a las familias vecinas afectadas por el confinamiento.

Proveer a las comunidades rurales con conocimientos para mitigar los efectos del cambio climático es clave para crear sectores agrícolas rentables y sostenibles en todo el mundo. La recuperación de la pandemia de COVID-19 requerirá respuestas coordinadas para proteger a los más vulnerables y mantener sistemas agroalimentarios eficientes, inclusivos y resilientes que puedan garantizar la seguridad alimentaria y nutricional. Este proyecto, que ha ayudado a agricultores ecuatorianos como Marlene, Cornelio y Luis, es solo uno de los muchos proyectos de la FAO que intentan hacer precisamente eso, ayudando a crear un sector agrícola más sostenible y un mundo con mayor seguridad alimentaria.

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