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Las aptitudes de una mujer para la agricultura inspiran a toda una comunidad en Pakistan


Gul Bano marca el camino para las mujeres de Sindh fomentando nuevas capacidades y medios de vida

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Gul Bano está aprendiendo a sacar el máximo provecho de su tierra agrícola gracias a un proyecto de la FAO y alienta a otras mujeres a hacer lo propio. ©FAO/A. Noor.

24/01/2020

En el sudeste del Pakistán, entre palmeras datileras y campos exuberantes que parecen no tener fin, se encuentra el distrito de Tando Allahyar. Tal y como sucede en el resto de la provincia de Sindh, la agricultura es la principal fuente de ingresos en muchas aldeas de la zona. Sin embargo, a pesar de que existe una amplia superficie de tierras cultivables, las personas afrontan dificultades para ganarse la vida. Las aldeas de la zona cuentan con un acceso limitado al agua y la electricidad y carecen de escuelas en funcionamiento. En una de esas aldeas vive Gul Bano, de 51 años, una madre de siete hijos que está cambiando la historia de las mujeres en Tando Allahyar.

Gul, la única mujer con estudios de la aldea, cursó un programa de grado en Karachi, pero al casarse se trasladó a Tando Allahyar. Es una de las pocas mujeres de la aldea que tiene una pequeña parcela de tierra en propiedad. Por este motivo, siempre había estado interesada en la agricultura, pero la falta de conocimientos y recursos le impedía practicarla. Tras una visita de instructores de campo de la FAO, Gul comenzó a asistir a las reuniones participativas a nivel local en las que oyó hablar por primera vez del proyecto de mejora de la aparcería en Sindh.

Apoyo a la comunidad

El proyecto de mejora de la aparcería en Sindh de la FAO, financiado por la Unión Europea y realizado en asociación con el Gobierno de esa provincia, tiene por objeto aumentar la seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades pobres de Sindh que dependen de la agricultura mediante la mejora de su acceso a la tierra, su seguridad y sus conocimientos agrícolas. En 2012, se estimó que 7,74 millones de personas trabajaban en la zona rural de Sindh, en su mayoría como aparceros sin tierra —también denominados haris, es decir, agricultores que entregan a los propietarios una parte de su cosecha a cambio del uso de la tierra— y trabajadores asalariados en las fincas.

El proyecto de mejora de la aparcería en Sindh busca mejorar las disposiciones en materia de gobernanza de la tenencia de la tierra para los haris y avanzar hacia acuerdos consuetudinarios seguros y claros en lo que respecta a responsabilidades y derechos, con vistas a lograr, con el tiempo, que los contratos de aparcería estén en consonancia con las Directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tenencia de la tierra, la pesca y los bosques en el contexto de la seguridad alimentaria nacional de la FAO, reconocidas a nivel internacional.Una parte importante del proyecto son las escuelas de campo para agricultores que ayudan a las comunidades rurales y los agricultores a aumentar la productividad de sus fincas y sus tierras. Hasta el momento se han creado 232 escuelas de campo para agricultores en las que estos aprenden prácticas agrícolas sostenibles, resilientes y viables desde un punto de vista económico. La idea es que lo anterior mejore la productividad y los ingresos, lo que a su vez alentará a los propietarios de tierras a firmar acuerdos informales más sólidos por escrito con los haris.

Cerca de la mitad de las escuelas de campo para agricultores son para mujeres y, tras enterarse de esta oportunidad, Gul comenzó a asistir a una de ellas. La enseñanza se centra en mejorar los conocimientos de las alumnas sobre agricultura y seguridad alimentaria, incluida la gestión y cría de ganado menor, la nutrición, el control integrado de plagas y la alfabetización básica. Gul aprendió rápidamente los métodos de preparación de la tierra, las técnicas de cultivo y la forma de utilizar su tierra como huerto. Aprendió incluso a utilizar plaguicidas naturales de fabricación casera en su tierra, en lugar de pulverizadores comerciales, ahorrándose dinero en el proceso y mejorando su salud y seguridad y la de su familia.

Las escuelas de campo para agricultores de la FAO ayudan a la comunidad de Tando Allahyar a aumentar su productividad agrícola. ©FAO/A. Noor.

El huerto doméstico de Gul comenzó a prosperar pronto y ella concedió generosamente una parte de este a sus compañeras de formación que no tenían tierras en propiedad para que también pudieran cultivar hortalizas. Con las semillas que se distribuyen en el proyecto, Gul cosecha quimbombó y calabaza surcada. Su hogar y su comunidad se benefician al disponer de los productos frescos.

Empoderamiento de las mujeres a través de la agricultura

Gul, que ahora está dotada de conocimientos y cuenta con experiencia práctica, dedica la mayoría de su tiempo a cuidar sus cultivos en la parcela de tierra de 15 × 15 pies situada detrás de su casa. Al mismo tiempo, vigila los cultivos de las cinco mujeres que hacen uso de su tierra. Tras observar el entusiasmo y la mejora de las competencias agrícolas que estas han mostrado, otras mujeres de la comunidad también han empezado a plantar huertos domésticos en sus hogares y a sacar partido de ello.

“Ya no tengo que ir todos los días al mercado para comprar hortalizas. Hoy por hoy, me siento orgullosa de decir que cultivo mis propios productos y espero poder ahorrar dinero”, apunta Gul.

Gul está inspirando y empoderando a otras mujeres de su comunidad para que tomen parte en la agricultura o mejoren la forma en que llevan a cabo esta actividad. ©FAO/A. Noor.

 En un principio, el objetivo de Gul era convertirse en instructora voluntaria de una escuela de campo para agricultores. Actualmente, ya ha logrado ese objetivo y está capacitada para impartir los conocimientos adquiridos con el fin de ayudar a empoderar a las mujeres de su entorno. Desea ampliar su superficie de cultivo en el futuro y ahorrar dinero suficiente para enviar a todos sus hijos a la escuela. A Gul le encantaría que algún día sus hijas enseñen en la escuela de la aldea, que actualmente no funciona debido a la falta de profesores.

Proyectos como el de mejora de la aparcería en Sindh son un método eficaz para introducir cambios en el sistema tradicional y permitir que los pequeños agricultores, especialmente las mujeres como Gul, logren sus objetivos. Las mujeres pueden hacer maravillas en sus comunidades, asumiendo posiciones de liderazgo y empoderando a otras mujeres de su entorno, cuando tienen acceso a la tierra para cultivar hortalizas y cuentan con los conocimientos agrícolas para dedicarse a ello. Además, desempeñan un papel fundamental en la reducción de la desigualdad, la promoción de sociedades inclusivas y la erradicación de la pobreza en comunidades rurales como la de Tando Allahyar, así como en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el plano mundial para 2030.

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