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En un oasis iraní, las mujeres rurales luchan por salvar su pueblo y sus medios de vida


Los aldeanos hacen frente a la invasión de dunas de arena y la degradación de la tierra a fin de crear medios de subsistencia resilientes

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En el pueblo de Rostam Abad, un oasis en el sudeste de Irán, las dunas están invadiendo las casas y los huertos. Mediante un proyecto apoyado por la FAO, los aldeanos están afrontando este problema a través de actividades de recuperación de tierras, como la plantación de árboles y arbustos resistentes a la sequía. ©FAO/Amir Khaleghiyan

29/04/2021

En el lado este del pueblo de Rostam Abad, donde vive la familia de Kobra Palangi, la tierra se ve asediada por el avance de las dunas. “Si no detenemos los desplazamientos de arenas, mis palmas datileras quedarán enterradas bajo las dunas”, señala Kobra con preocupación. Rostam Abad es uno de los muchos oasis dispersos en la parte oriental de la provincia de Kerman, en el sudeste de Irán.

Durante los últimos años, las sequías sin precedentes, provocadas principalmente por el cambio climático, han constituido una grave amenaza para el pueblo. Estas sequías, combinadas con el pastoreo excesivo, una ordenación territorial deficiente y una vegetación insuficiente, hacen que la zona se enfrente a enormes riesgos de erosión del suelo e invasión de arenas.

“El año pasado nuestro vecino, un anciano, quedó atrapado en su casa porque se formaron dunas detrás de la puerta, y tuvimos que rescatarlo por la ventana trasera. Si las dunas siguen avanzando hacia el pueblo, perderé mi hogar y mi huerto, y nos veremos desplazados”.

El proyecto “Rehabilitación de paisajes forestales y terrenos degradados” ejecutado por la FAO en la zona ha ayudado a los aldeanos a asumir este reto. Financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y el Gobierno de la República Islámica del Irán, el proyecto de rehabilitación presta apoyo a los miembros de la comunidad con el fin de formar comités de desarrollo en los que pueden plantear y abordar desafíos, entre ellos la degradación de la tierra. El proyecto ha empoderado a los residentes a participar en actividades dirigidas a la estabilización de dunas y la recuperación de tierras con miras a detener el avance de las dunas.

“Las autoridades solían adjudicar a contratistas privados la plantación de plántulas en los terrenos propensos a la erosión eólica del suelo”, comenta Ramezan Samareh Habily, experta superior del proyecto en la provincia de Kerman. “Sin embargo, a través del Comité de Gestión y Desarrollo de Recursos del Pueblo [creado en el marco de esta iniciativa], el proyecto encargó a los residentes la realización de este trabajo. Se concedieron a los aldeanos contratos para sembrar plántulas en estas zonas que se encuentran muy expuestas a la invasión cada vez mayor de las dunas”.

Al plantarse determinadas especies, como el marango y el taray común, estas fijan el suelo con sus raíces y actúan como barrera contra el viento, frenando la erosión eólica y del suelo. Estas plantas necesitan poca agua y son resistentes a la sequía, lo que les permite adaptarse bien al duro entorno de la zona y proteger los valiosos suelos de los oasis desérticos.

Kobra es una de las personas más activas en este esfuerzo. “Me adjudicaron plántulas para 60 hectáreas de tierra”, dice.

“Desde que la población local comenzó a participar en las actividades de estabilización de dunas realizadas alrededor de sus pueblos, hemos sido testigos de su entusiasmo por vigilar esas zonas. Han desarrollado un fuerte apego a los terrenos plantados”, afirma Ramezan. Explica que, al cuidar de su entorno y que les paguen por hacerlo, los aldeanos han visto que pueden obtener beneficios tangibles para su calidad de vida y sus ingresos.

Arriba/izquierda: Kobra Palangi contribuye a las iniciativas de estabilización de dunas de arena, dirige un negocio de palmas datileras y mantiene a sus seres queridos. ©FAO/Amir Khaleghiyan. Abajo/derecha: con la introducción de un fondo comunitario, el

Además de abordar la degradación de la tierra, el proyecto también ayuda a los miembros de la comunidad a reforzar la resiliencia y la sostenibilidad de los medios de vida.

Una forma de lograrlo es prestando asistencia a los habitantes del pueblo para organizar y movilizar su potencial de financiación a través de un fondo de desarrollo comunitario sostenible. Este fondo brinda a los miembros de la comunidad, en particular las mujeres, la oportunidad de obtener los préstamos necesarios para poner en marcha empresas en pequeña escala.

“Cada miembro aporta una contribución al fondo todos los meses, en función de su capacidad financiera”, señala Kobra.

“Antes del inicio del proyecto, yo tenía que trabajar para los propietarios de las tierras, y me pagaban diariamente para recolectar palmas datileras. No tenía nada: ni ganado, ni huerto, ni una sola palma”, indica Kobra.

“Durante los últimos ocho años, gracias a los préstamos obtenidos [del fondo], pude establecer diferentes negocios, como la fabricación de cuerdas de fibras de palma datilera”, observa Kobra. “Somos seis mujeres que nos asociamos en el negocio de cordelería”.

La fabricación de cuerdas de fibras de palma datilera es una práctica tradicional y respetuosa con el medio ambiente. Al extraer estas fibras, se contribuye a impulsar el crecimiento de los árboles, reduciendo al mismo tiempo los riesgos de plagas e incendios. Las cuerdas luego son compradas por propietarios de palmas para la recolección de dátiles de calidad. Las mujeres ayudan a sus familias con el dinero que generan de forma colectiva para que puedan satisfacer sus necesidades básicas, tales como la alimentación y la asistencia médica.

Según explica Kobra, “[en el pasado, cuando] nuestros hijos enfermaban, no podíamos brindarles un tratamiento médico adecuado. Sin embargo, ahora podemos permitirnos tratar a nuestros hijos en centros médicos en caso de enfermedad”.

La comunidad local está trabajando arduamente para proteger su pueblo, un pequeño oasis rodeado de desierto, frente a amenazas como la degradación de la tierra y la invasión de arenas. ©FAO/Amir Khaleghiyan

En ninguna otra parte resulta más evidente que en un pueblo situado en un oasis que es fundamental abordar las cuestiones relativas a la ordenación territorial, no solo para salvaguardar los medios de vida por cuya creación la población local trabajó tan duramente, sino también para garantizar la supervivencia de la propia comunidad. El proyecto de rehabilitación hace frente a la degradación de la tierra y la erosión del suelo, que en esta parte de Irán, como en muchos otros lugares del mundo, suponen una grave amenaza para la seguridad alimentaria mundial, pueden impulsar el desplazamiento de la población y, en última instancia, empujan a más personas a la pobreza.

La FAO proporciona a los países tecnologías adecuadas, asesoramiento sobre políticas agrícolas inclusivas y programas de extensión eficaces para la gestión sostenible del suelo a fin de detener la degradación de la tierra y la erosión del suelo, todos ellos destinados a erradicar el hambre y la inseguridad alimentaria y a ofrecer una vida digna a las poblaciones rurales.

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