Food and Agriculture Organization of the United NationsFood and Agriculture Organization of the United Nations

Aprender mientras se cuida del ganado en Sudán del Sur


A través de la radio o en clases presenciales, las escuelas en los campamentos ganaderos garantizan la educación, y una mayor seguridad alimentaria y paz

Share on Facebook Share on X Share on Linkedin

Mediante clases por radio y escuelas al aire libre, un programa de la FAO y la UNESCO garantiza que los hijos de los pastores nómadas de Sudán del Sur no se queden sin la oportunidad de recibir educación. ©FAO/ Andreea Campeanu

03/06/2020

En Sudán del Sur, el ganado es sinónimo de vida. Como dicen los pastores locales: aquí, el ganado puede ahuyentar el hambre.

La supervivencia de más del 65 por ciento de la población depende del ganado. Los niños crecen a base de leche. Las familias viven de la carne, leche y la sangre de los animales.

Perder el ganado es como quedarse sin los ahorros de toda la vida.

Así que cuando llega la estación seca y el agua y los pastos escasean, los pastores deben desplazarse. Se trasladan con sus familias y animales -hasta más de tres o cuatro veces al año- en busca de pastizales y agua.

Esto significa que los hijos de los pastores no pueden ir a la escuela y pierden la oportunidad de recibir educación. Depender únicamente del ganado para sobrevivir puede hacer que la vida les resulte también muy difícil a las comunidades pastoriles.

En 2016, la FAO y la UNESCO, con el apoyo de la Unión Europea, se asociaron para poner en marcha un programa educativo en los campamentos ganaderos de los estados de Lagos y Equatoria Central, en el centro y el sur del país.

En primer lugar, los dos organismos de la ONU trabajaron con el Gobierno de Sudán del Sur para elaborar un programa de estudios y desarrollaron materiales de formación para profesores y manuales para estudiantes. Luego, capacitaron a miembros de las comunidades que ya tenían una educación básica para que pusieran en marcha un programa de alfabetización y cálculo y enseñaran aptitudes que permitieran a los pastores participar en actividades para atender sus necesidades.

Pastores siguen una lección en la radio. @FAO/Tanya Birkbeck (izq). Ayem, una de las estudiantes, después de clase. ©FAO/Andreea Campeanu (drcha).

Escuelas en campamentos ganaderos: en el aula y por radio. 

Los niños y adolescentes aprenden a leer, escribir y contar.

Una clase habitual es así.

Los niños se sientan en esteras a la sombra de un árbol. Algunos llevan camisetas con nombres de estrellas de fútbol de lugares lejanos. La mayoría están descalzos. 

“¿Qué palabras comienzan con “m”?” pregunta el profesor. “Madre”, “medicina”.. van respondiendo. Uno por uno, los niños acuden a la pizarra, y con la tiza en la mano, practican la escritura. Las lecciones son en inglés y en dinka (uno de los principales idiomas locales).

Makim, de 16 años de edad, que vive en un campamento ganadero a las afueras de Yirol, en el Estado de Lagos, señala que ahora puede “entender algunas de las cosas de mi libro” y consigue leer. Tener “el colegio” tan cerca del campamento es bueno, añade, ya que puede vigilar a sus vacas mientras estudia.

Haber recibido educación, musita Puor Deng, de 15 años de edad, le permitirá tener “mis propias cosas”: ollas de cocina, un colchón y otras posesiones que son muy preciadas en su comunidad. 

Además de aprender en un entorno parecido a un aula, también aprenden a través de la radio gracias a un programa de 18 episodios -llamado “Sukul Wutic” (que significa Escuela de Campamento Ganadero)- creado por la FAO con un grupo de emisoras comunitarias.

En otra aula al aire libre, los adultos escuchan a su instructor o atienden a la radio. Aprenden cómo pueden crear pequeños negocios -por ejemplo, producir y vender yogur o mantequilla- y realizar actividades que no tienen nada que ver con la cría de ganado, como la pesca, la apicultura o el cultivo de hortalizas para consumir y vender.

En una clase, pueden aprender sobre sanidad animal: cómo cuidar de sus vacas para mantenerlas robustas y saludables para que produzcans más leche. Una recomendación podría consistir “simplemente” en: aplastar algunos huesos de animales, tomar un poco de arcilla de un termitero y un poco de sal, mezclarlo todo y alimentar a los animales con esa pasta.

En otra sesión, pueden aprender a mantener fértil el suelo alrededor de su campamento, dejando pequeñas ramas y estiércol de ganado en el suelo, de manera que puedan cultivar hortalizas. 

“Solíamos sobrevivir con verduras silvestres cuando había escasez de alimentos, pero ahora contamos con variedad de hortalizas para comer y esperamos vender algunas para poder comprar otras cosas: jabón, azúcar, telas y otros alimentos, que no tenemos”, explica Achol Tiop Aleth, del campamento ganadero de Nyigomkot. 

Las clases durante la pandemia de COVID-19

Las cosas han cambiado en los últimos meses desde que se impusieron las restricciones, ya que los pastores también se enfrentan a la amenaza de la COVID-19. Ya no pueden sentarse juntos en grupos numerosos. Ahora, en lugar de aprender sobre el cultivo de hortalizas, escuchan en la radio los mensajes de la FAO sobre la transmisión del virus, y lo que pueden hacer para protegerse a sí mismos y a sus familias. 

Mientras tanto, la FAO está desarrollando una segunda serie de los episodios por radio de Sukul Wutic. De esta manera, tan pronto como las clases puedan reanudarse por completo, los profesores dispondrán de nuevos materiales. La FAO tiene también previsto ampliar el programa de formación a otras regiones de Sudán del Sur.

Una típica clase para los hijos de los pastores en Sudán del Sur antes de la pandemia de COVID-19. ©FAO/Andreea Campeanu

Más que solamente educación 

Hasta la fecha, 63 miembros de la comunidad han recibido formación como maestros, y más de 2 000 pastores y sus hijos -el 91 por ciento de la población de los campamentos ganaderos a los que se dirige el proyecto- ha participado en el programa educativo.

Para ayudar a los pastores a poner en práctica lo aprendido, la FAO les ha proporcionado semillas de hortalizas, herramientas agrícolas, material de pesca, tanques de agua alimentados por energía solar, botiquines de salud animal y la creación de puntos de venta en las ciudades cercanas a los campamentos ganaderos, donde los pastores pueden vender sus excedentes de leche.

Los niños han aprendido rápidamente y progresando en sus estudios. La educación que las escuelas de los campamentos ganaderos ofrecen a los hijos de los pastores aumentará sus posibilidades de conseguir nuevos empleos que surjan a medida que el país se desarrolla. Un gran paso, ya que más del 70 por ciento de los niños de Sudán del Sur están sin escolarizar, lo que pone en peligro su futuro y el de su país. 

Por su parte, los adultos han estado pescando y cultivando hortalizas, produciendo yogur, elaborando “mandazi” (un dulce similar a las rosquillas) y otros productos que pueden vender. Como resultado, sus dietas son más variadas y nutritivas, logran obtener ingresos adicionales y ya no dependen únicamente del ganado. Los jóvenes que han participado en las clases tienen menos probabilidades de participar en conflictos. 

Y así, entre sus muchos beneficios, a través de la educación, el proyecto asegura la paz y la seguridad alimentaria, dos de los elementos fundamentales más necesarios.

Enlaces

Más información