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Los pastores masáis protegen la tierra, el turismo sostenible protege a los masáis


La designación como patrimonio agrícola ayuda a preservar un modo de vida

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La FAO designó el patrimonio pastoril masái en Engaresero, Tanzania, como Sistema importante del patrimonio agrícola mundial en 2011. Este año se cumple el décimo aniversario del sitio como parte del programa. ©FAO/Christabel Clark

27/09/2021

Todo parece estar en paz. Tan solo el sonido de los balidos de las cabras y el tintineo de las cacerolas de hojalata resuenan en el campo mientras el sol se pone entre el lago Natron de Tanzania y la montaña de Ol Doinyo Lengai, que significa “montaña de Dios” en lengua masái. Estos dos poderosos símbolos de la naturaleza convierten a la aldea de Engaresero en un lugar absolutamente espectacular.

Engaresero está situado en las llanuras del norte de Tanzania. Los pastores masáis que habitan estas tierras desde hace más de doscientos años llevan una vida seminómada, siguiendo un estricto patrón de rotación de tierras que garantiza que determinadas zonas se dejen en barbecho durante varios meses. Este pastoreo sostenible contribuye a la fertilidad y la retención de carbono del suelo, la regulación del agua, el control de plagas y enfermedades, la conservación de la biodiversidad y al manejo de los incendios. Las vacas de gran tamaño y aspecto saludable son prueba de la abundancia de pastos en estas tierras durante todo el año.

Este ganado adaptado a las condiciones climáticas y ecológicas locales, resulta fundamental para los masáis: “Estamos interconectados y somos inseparables”, afirma el consejero del distrito, Ibrahim Sakai, al explicar cómo sus vacas poseen algo más que un simple valor económico. Las vacas forman parte de rituales y ceremonias, y su marcado específico permite identificar rápidamente a un clan masái de otro.

Preservar el patrimonio

Reconociendo esta excepcionalidad de los masáis de Engaresero y la forma en que su modo de vida pastoril beneficia a los ecosistemas que los rodean, la FAO designó a la zona como Sistema importante del patrimonio agrícola mundial (SIPAM) en 2011, con lo que este año se cumple su décimo aniversario como parte del programa.

El programa SIPAM ayuda a salvaguardar las tradiciones agrícolas que respetan su entorno. Además, el programa trabaja para difundir técnicas agrícolas innovadoras y fomentar el turismo sostenible.

Tanzania, un popular destino turístico, recibió más de 1,5 millones de turistas solamente en 2019. Antes de la pandemia, el turismo aportaba ingresos adicionales, pero esenciales, a muchos de los masáis de Engaresero. Estos ingresos suplementarios que la comunidad obtiene del turismo sirven para mantener su estilo de vida pastoril y su patrimonio cultural, y eso, a su vez, preserva y protege el ecosistema de la zona.

Aunque el ganado es su principal medio de vida, los masáis se benefician en gran medida de los ingresos extra del turismo. La FAO ayudó a las aldeas a establecer la Iniciativa de desarrollo comunitario Eramatare, que garantiza que las actividades turístic

Orgullosos de sus tradiciones

“Lo que nuestra comunidad realmente apreció es que la FAO nos hizo sentir orgullosos de quiénes somos”, dice Arpakwa Sikorei, Oficial comunitario de conservación y cultura. Él mismo es un masái y ejerce de coordinador del sitio. “Lo que ustedes están haciendo es correcto, admitieron. Dígannos los problemas que tienen en su sistema tradicional para que podamos reforzarlo”.

Como parte del programa SIPAM, la FAO apoya a la comunidad en la resolución de los problemas cotidianos. Hace varios años, los pastores plantearon el problema de no tener suficiente agua para los pastos en la estación húmeda. La FAO ayudó a la comunidad a construir una presa y ahora esos pastos permanecen hasta bien entrada la estación seca, lo que facilita la adaptación del ciclo de pastoreo a los cambios en los patrones meteorológicos. 

A través del programa, la FAO también supervisó la creación y el registro oficial de la Iniciativa de desarrollo comunitario Engaresero Eramatare, una Organización de base comunitaria (OBC) que ofrece visitas guiadas al creciente número de visitantes que tenía la región antes de la pandemia.

La iniciativa desempeña un papel fundamental al equilibrar los objetivos medioambientales y socioeconómicos. El turismo está gestionado por la OBC y ofrece un abanico de diferentes excursiones con los guías locales. Antes de llegar a la aldea, los visitantes se detienen en una zona donde pueden conocer a los guías y aprender algo sobre la cultura masái. Una parte de la cuota que se pide se destina a un fondo de desarrollo comunitario que ha ayudado a los jóvenes masáis a continuar sus estudios después de que la educación obligatoria termine a los catorce años. Los miembros de la organización comunitaria deciden también si los fondos pueden gastarse en la comunidad y cómo.

El turismo emplea a una de cada 10 personas del planeta, pero si se realiza de forma insostenible, puede resultar perjudicial para la población local, las tradiciones y los paisajes. La pandemia de la enfermedad por coronavirus es una oportunidad para repensar el turismo. ©FAO/Christabel Clark

Mirando al futuro

Cuando se le pregunta por las necesidades de la comunidad, Nosikito Lemakanga, una abuela de 52 años y antiguo miembro del consejo que representaba a las mujeres de su distrito, explica: “necesitamos mejores servicios sociales…acceso a una mejor asistencia sanitaria y educación. Con los fondos para el turismo de la OBC, hemos empezado a ver algunos avances”, dice señalando cómo todas las decisiones propuestas por la organización comunitaria deben ser aprobadas por el consejo de la aldea, que pone cuidado en proteger los valores y las tradiciones de los masáis.

“Un grave problema es que muchos jóvenes de aquí se están marchando a las ciudades para encontrar trabajo. Mediante el turismo y los proyectos comunitarios, se anima a la juventud a quedarse”, asegura Nosikito.

Arpakwa es optimista sobre el futuro: “Ya hay 40 guías formados que trabajan por turnos, repartiendo su tiempo entre el pastoreo y el turismo. Ahora esperamos desarrollar el museo del patrimonio cultural masái y una pequeña tienda para los artesanos".

Sin embargo, la sostenibilidad es clave. Si, como en otros lugares, Engerasero se ve abocado a un turismo sin límites o a un uso indiscriminado de la tierra, el estilo de vida pastoril masái se verá amenazado y, con él, la tierra y su biodiversidad única.

“La tierra aquí es un bien precioso. Los forasteros se han interesado por ella para el turismo, la caza y la extracción de ceniza de sosa o de minerales del lago, por lo que no siempre nos sentimos seguros”, advierte Ibrahim.

“La tierra lo es todo para nosotros”, concluye Nosikito.

En nuestro mundo moderno, el turismo es una oportunidad inigualable para apreciar y preservar culturas y tradiciones. El sector turístico emplea a una de cada 10 personas del planeta, pero el turismo insostenible puede ser perjudicial para la población local, las tradiciones y los paisajes. La pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) representa una oportunidad para replantearse el futuro del turismo. Los sitios SIPAM y el agroturismo ofrecen una ocasión única de conocer las tradiciones agrícolas locales y autóctonas, al tiempo que apoyan a los agricultores, las comunidades rurales y el desarrollo sostenible.

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