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La crisis de la langosta en Namibia: “no tienen piedad”


Trabajar con los agricultores para combatir el peor brote de langosta migratoria africana de los últimos años

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Un brote de langostas migratorias africanas amenaza a los campesinos en partes de Namibia, Botswana, Zimbabwe y Zambia. ©FAO/Phillipus Tobias.

12/11/2020

“Es la primera vez que veo una situación tan terrible desde que nací, y soy de aquí. No hay nada comparable a una amenaza tan seria”, asegura Fabian Sisamu, un agricultor.

“Son las peores circunstancias jamás vistas; tenemos miedo del futuro”, añade su amigo Ian Mubita, descorazonado por lo que queda por venir.

Fabian e Ian son ambos campesinos en Kasaya, un pequeño asentamiento agrícola de Namibia junto al cuarto río más grande de África, el Zambeze. Un brote de langostas rojas y langostas migratorias africanas mantiene aterrorizadas a las comunidades de la región nororiental del país, que limita con Zambia y Botswana.

La presencia de langostas —en número reducido— se notificó por primera vez en febrero de 2020, pero desde entonces se ha producido un fuerte aumento de enjambres detectados en diversas partes de la región.

“Al principio pensamos que no supondrían una amenaza tan grave para nuestros medios de vida, porque no había tantas como las que vemos ahora, pero parece que las subestimamos”, continúa Fabian.

Las nubes de langostas destruyen toda la vegetación de la zona, reduciendo los pastizales a poco más que arena y diezmando los medios de vida de la población. La FAO trabaja con la Comunidad de África Meridional para el Desarrollo (SADC, por sus siglas en inglés) y la Organización Internacional del África Central y Austral para la Lucha contra la Langosta Roja, con el fin de apoyar a los Gobiernos de los cuatro países afectados —Namibia, Botswana, Zambia y Zimbabwe— en la lucha contra la plaga. El proyecto de medio millón de USD ofrece apoyo a las operaciones de vigilancia terrestre y aérea, cartografía y actividades de control, y se están realizando esfuerzos para recaudar más fondos destinados a combatir la plaga.

“Estas langostas son muy agresivas; no tienen piedad. Se comen todo lo verde que encuentran a su paso y apenas dejan nada detrás”, explica Ian.

Izquierda/Arriba: Ian Mubita, un pastor en Kasaya, en la región de Zambezi, Namibia. ©FAO/Phillipus Tobias. Derecha/Abajo: Fabian Sisumu, campesino en la region de Kasaya, Namibia. ©FAO/Phillipus Tobias.

Temiendo lo peor

“Es también la primera vez que veo tantas langostas”, exclama Lionzi Hastings, un pequeño agricultor de mediana edad que posee un huerto de hortalizas en Kasaya.

“Han arrasado completamente la maleza que rodea mi huerto”, dice Lionzi, señalando la orilla del río, que se encuentra a pocos metros de su terreno. “Tengo miedo de que vengan y destruyan mi huerto si no se controlan”.

Una ayuda muy necesaria

A unos pocos kilómetros al oeste de Kasaya, en la circunscripción de Kabbe Norte, el líder de la comunidad local en la zona advierte que la situación es crítica y que se requiere toda la ayuda posible para vencer en la lucha contra las langostas.

George Matengu recuerda que su comunidad empezó a observar las langostas en noviembre del año pasado y luego otra vez en julio, cuando las aguas de las crecidas retrocedieron.

“Mi campo donde había plantado maíz se vio muy afectado, sólo quedaron los tallos de los cultivos, pero todo lo demás resultó destruido”, se lamenta.

Su situación no es un caso único. Muchos otros hogares en toda la zona se vieron afectados de la misma manera. Afirma que la situación de la seguridad alimentaria se ha agravado y que la mayoría de las personas sobreviven ahora con los alimentos que compran en el mercado —como la harina de maíz— utilizando una gran parte de sus ingresos familiares, ya en niveles mínimos.

La FAO está apoyando el esfuerzo nacional de lucha contra la langosta proporcionando apoyo logístico y técnico para el uso seguro de los plaguicidas a equipos del Gobierno que llevan a cabo la fumigación, así como proporcionando algunos de los plaguicidas y los equipos de protección personal necesarios.

“El plaguicida parece ser eficaz, ya que hemos empezado a ver ahora a langostas muertas como consecuencia del programa de fumigación gubernamental”, indica George.

“Mantenemos la esperanza de que la situación esté bajo control antes de que comience la temporada de siembra y de que se redoblen los esfuerzos para reducir el brote”, añade.

Un trabajador de extensión agrícola sostiene una langosta migratoria africana viva. Las plagas destruyen rápidamente las fuentes de alimentos y los medios de subsistencia. ©FAO/Phillipus Tobias

Ayudar a combatir las langostas

La FAO ha puesto en marcha recientemente el Proyecto de preparación y respuesta de emergencia contra la langosta en África austral. En Namibia, la FAO ha prestado asistencia técnica y financiera al Ministerio de Agricultura, Recursos Hídricos y Reforma Agraria del país para garantizar la capacitación y el despliegue de personal técnico y reforzar la lucha en curso contra las langostas.

El proyecto aumentará la capacidad de intervención en situaciones de emergencia en los focos de la plaga y fortalecerá la coordinación y el intercambio de información entre los países afectados. Alrededor de 7 millones de personas en cuatro de esos países se están recuperando todavía de la sequía de 2019 y de las repercusiones económicas de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19).

Los brotes de langosta migratoria africana en África austral son independientes de la emergencia de langosta del desierto que se vive de forma simultánea en África oriental. Las langostas del desierto, de hecho, no afectan a la región del África austral.

Las langostas son una de las plagas más destructivas del mundo. Un enjambre puede contener decenas de millones de adultos; actualmente hay múltiples enjambres en la región meridional del continente. Una nube de langostas de 20 km2 con una densidad media de 60 millones de adultos por km2, puede comer en un día la misma cantidad de alimentos que 2 500 personas durante un año.

La FAO está cooperando con los países afectados en ambas situaciones de emergencia, ayudando a proteger la seguridad alimentaria y los medios de vida de millones de personas afectadas.

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