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Plantando semillas en las arenas de Túnez


Cuando el patrimonio agrícola ayuda a los cultivos a adaptarse a la sequía y permite alimentar a las comunidades a pesar de las dificultades

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Los sistemas agrícolas “Ramli” en las lagunas de Ghar El Melh son un ingenioso método de cultivo sobre arena, que utiliza las mareas para regar con agua dulce. Se trata de uno de los más de 60 Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) que la FAO ha reconocido en todo el mundo. ©FAO/Abdelhakim Aissaoui

17/06/2020

La naturaleza puede dejar de ser un enemigo para convertirse en un aliado. Los agricultores lo saben desde hace siglos, y han aprendido a sobrevivir y producir alimentos a pesar de las altas temperaturas, la escasez de agua e incluso la falta de tierra cultivable. En tales circunstancias, las comunidades han traducido su resiliencia e inventiva en técnicas agrícolas que han soportado la prueba del tiempo y son parte de la solución frente a los desafíos del futuro.

Una pequeña ciudad del norte de Túnez, Ghar El Melh, fue en su día un asentamiento fenicio (1101 a.C.). Entre las montañas de Jbel Ennadhour y las lagunas de Ghar El Melh y Sebha de Sidi Ali el Mekki, ha florecido un reducido espacio para actividades agrícolas utilizando una técnica llamada “Ramli”, adoptada en el Siglo XVII por la población llegada a la zona tras su expulsión de Al-Andalus. Ramli significa en árabe “sobre arena” y en la práctica es exactamente eso, producir alimentos en un terreno arenoso.

Los cultivos Ramli se riegan con agua de lluvia que flota en la superficie del agua salada del mar. Esta agua dulce llega a los cultivos a través del movimiento de las mareas. Los agricultores deben calcular regularmente el nivel del mar y mantener el suelo al nivel exacto del agua. Si la parcela es demasiado baja, las raíces entran en contacto con el agua salada, y los cultivos mueren. Si es demasiado alta, las raíces se secan. Los campesinos regulan el nivel del suelo añadiendo arena y estiércol.

Este ingenioso sistema permite cultivar durante todo el año sin necesidad de regar, incluso en períodos de sequía. Las prácticas Ramli están adaptadas en gran medida para luchar contra las condiciones ambientales secas, reduciendo la pérdida de agua por evaporación y aumentando la capacidad de los suelos para retener el agua.

La aldea de Ghar El Melh conserva su patrimonio cultural tradicional, en el que la pesca y las actividades agrícolas son los principales medios de subsistencia. El 46% de la población activa participa en estas dos actividades. Los agricultores cultivan principalmente papas, frijoles y cebollas. De hecho, se sabe que los cultivos Ramli tienen un sabor genuino, bien conocido por los consumidores locales. Es el resultado del riego natural que satisface con exactitud las necesidades de agua de las plantas. Este sistema Ramli, preservado durante generaciones, permite a la población local complementar sus ingresos anuales.

El 46% de la población activa de Ghar El Melh se dedica a la pesca o a la agricultura. Preservar las prácticas tradicionales es vital para garantizar la seguridad alimentaria en esta zona. ©FAO/Abdelhakim Aissaoui

Preservar unos conocimientos ancestrales

Los sistemas agrícolas Ramli en las lagunas de Ghar El Melh y los jardines colgantes de Djebba El Olia -ambos en Túnez-, han sido reconocidos recientemente como Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM), un programa diseñado por la FAO para preservar las prácticas agrícolas tradicionales, pero a la vez innovadoras. Túnez cuenta ahora con tres sitios SIPAM, incluyendo el sitio histórico de los Oasis de Gafsa, designado en 2011.

“Este sistema (Ramli) consiste básicamente en agricultura familiar. Los campesinos intercambian medios de producción entre ellos y la mano de obra está formada por miembros de la familia que transmiten conocimientos y técnicas de producción en el curso de los años de generación en generación”, explica Mohamed Ali Dridi, Ingeniero Jefe y Jefe de Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente de Túnez.

“Es fundamental reconocer el sitio como un patrimonio valioso, mediante la sensibilización y su integración en el desarrollo local, no sólo como un sistema de producción sino también como un sistema cultural e históricamente diferenciado”, añade Ali Dridi.

La costa de Túnez alberga dos tercios del total de su población. Estas zonas costeras, que se enfrentan al aumento del nivel del mar y a los cambios de temperatura, son particularmente vulnerables al cambio climático. La FAO y el PNUD trabajan con el país para ayudar a incrementar la resiliencia de las comunidades vulnerables. ©FAO/Abdelhakim Aissaoui

El cambio climático: un temible adversario

La región costera de Túnez alberga dos tercios del total de su población. Con zonas tan densamente pobladas y susceptibles a los impactos del cambio climático, garantizar su protección de es uno de los principales desafíos del país.

“El reconocimiento como SIPAM de la FAO ayudará a preservar esta ingeniosa adaptación al cambio climático y este sistema de gestión sostenible de los recursos naturales. También favorecerá el garantizar el equilibrio social en la región en relación con la gestión de los recursos y la producción de alimentos y a conservar prácticas que garantizan la seguridad alimentaria en la zona”, indica Fadhel Baccar, Director de Proyectos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El proyecto del PNUD, Abordar las vulnerabilidades y riesgos del cambio climático en las zonas costeras vulnerables de Túnez, presta igualmente apoyo a este sitio para ayudar a abordar de forma específica los retos que el cambio climático plantea para su supervivencia.

Además del importante desafío del cambio climático, la preservación del patrimonio agrícola se ve también amenazada por la gran cantidad de jóvenes que emigran de las zonas rurales a las ciudades en busca de mejores oportunidades de trabajo. El programa SIPAM de la FAO ayuda a identificar las formas de mitigar las amenazas a las que se enfrentan los agricultores y a aumentar los beneficios derivados de estos sistemas agrícolas.

La iniciativa SIPAM aborda la sequía y la desertificación

El 17 de junio, Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, es una jornada para concienciar sobre estos desafíos. En todo el mundo, la disponibilidad y la productividad de las tierras cultivables está disminuyendo, y el cambio climático es un una de las causas directas. El programa SIPAM de la FAO apoya el ingenio de los agricultores y la preservación de prácticas que ayudan a combatir el cambio climático y permiten a la agricultura sobrevivir en condiciones extremas. Los sistemas agrícolas Ramli demuestran que incluso la sequía y la desertificación no son enemigos insuperables para la inventiva y perseverancia de los agricultores.

Más de 60 sitios en todo el mundo han sido reconocidos hasta ahora formalmente como SIPAM. Vitales para alcanzar la seguridad alimentaria y de los medios de vida, son espacios dinámicos donde coexisten patrimonio cultural, biodiversidad y técnicas agrícolas sostenibles. El programa SIPAM ayuda a los agricultores y a la producción alimentaria a luchar contra los crecientes desafíos de acabar con el hambre y garantizar alimentos nutritivos para todos.

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