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Los guardianes de los bancos de semillas comunitarios de Mozambique


Estos héroes de la alimentación son los guardianes de la seguridad alimentaria de sus aldeas

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Con el apoyo técnico de la FAO en la selección y el almacenamiento de semillas, las comunidades de Mozambique han creado bancos de semillas que son de gran ayuda para los agricultores que necesitan acceder a semillas de calidad para la próxima temporada de siembra o en tiempos de emergencia. © FAO/Telcínia Nhantumbo

28/07/2021

“Unas veces nos enfrentamos a sequías, otras a inundaciones”, dice Anita António Candeeiro, líder de un grupo de pequeñas agricultoras en Chemba (Mozambique). Además de causar la pérdida de alimentos y fuentes de ingresos, estas catástrofes también suelen arrasar los campos, lo que obliga a los agricultores a empezar de cero, por lo que necesitan semillas nuevas para recomenzar. Esta necesidad básica, y posiblemente la parte más importante de la agricultura, no es tan automática o fácil de conseguir como podría suponerse.

La conservación de semillas ha sido la respuesta durante milenios, una práctica que los agricultores y sus familias han llevado a cabo necesariamente. Sin embargo, es una habilidad en sí misma, y conocer los métodos adecuados de almacenamiento de semillas es esencial para garantizar que su conservación sea un éxito. El almacenamiento de semillas era el punto débil de la comunidad de Anita.

“Las metíamos en bolsas y se pudrían”, explica.

En varias ocasiones, incluso tuvieron que dejar el “campo vacío” por falta de semillas, comenta Anita.

Con financiación de la Agencia Austriaca de Desarrollo y el apoyo de la FAO, las escuelas de campo para agricultores ayudaron a las comunidades a cambiar esta situación mediante la creación de bancos de semillas y la aplicación de técnicas de conservación agrícola. Con los conocimientos adquiridos, la asociación de Anita, Manja Athu (que significa nuestras manos en la lengua local), se puso manos a la obra para recoger y almacenar semillas que pudieran utilizarse en tiempos de adversidad para la agricultura.

La selección de las variedades más adecuadas para una zona determinada requiere tiempo y es un proceso de ensayo y error, pero con el deseo de aprender y con el apoyo técnico, pudieron identificar las mejores variedades para conservarlas en el banco de semillas.

“Antes nos costaba mucho buscar semillas y no podíamos conseguirlas, pero ahora hemos guardado una reserva de semillas”, dice Anita.

En los bancos de semillas comunitarios, estos valiosos insumos se mantienen a salvo de plagas y enfermedades. Los agricultores pueden acceder a estas existencias para la siguiente temporada de siembra o como recurso alternativo en momentos de emergencia cuando sus cultivos han sido dañados o destruidos, una situación cada vez más común debido a los efectos del cambio climático.

De hecho, en los últimos años, Mozambique se ha visto azotado por multitud de peligros y desastres naturales como ciclones, inundaciones y sequías que han afectado directamente a los medios de vida y provocado un retroceso respecto de los logros conseguidos con tanto esfuerzo por los pequeños agricultores.

Con la venta de semillas y cultivos de la explotación agrícola colectiva, estas mujeres han aumentado sus ingresos y prestan un servicio inestimable a la aldea. © FAO/Telcínia Nhantumbo

Un servicio a la comunidad

El acceso al banco de semillas solo se concede mediante acuerdo entre sus miembros. Algunas de estas semillas pueden venderse a otros agricultores de la comunidad o de comunidades vecinas. En la actualidad, el banco de semillas colectivo cuenta con semillas de diversos cultivos como, por ejemplo, maíz, frijol, caupí, cacahuete, calabaza, pepino y sésamo.

Además de la ayuda para crear el banco de semillas comunitario, el grupo de mujeres recibió insumos agrícolas y capacitación de la FAO para aumentar la producción en la explotación agrícola colectiva. Las ventas de la cosecha y los beneficios de la producción se comparten entre los miembros.

Gracias a la venta de semillas y de la cosecha, esta asociación de mujeres ha conseguido aumentar sus ingresos. También prestan un servicio a la comunidad, que ahora tiene un lugar al que acudir cuando necesita semillas para sus explotaciones agrícolas.

“Con el banco de semillas, ya estamos consiguiendo almacenarlas y venderlas. Esto nos está ayudando y permite también que nuestros hijos sigan yendo a la escuela”, añadió Anita.

Semillas garantizadas

Al igual que Anita, Belita Randinho también es una de las “encargadas de gestionar” un banco de semillas comunitario en el distrito de Chemba, provincia de Sofala. En 2018, Belita se unió a una escuela de campo para agricultores denominada Suinda. El grupo de esta escuela de campo se reúne semanalmente para debatir sus limitaciones agrícolas y hallar soluciones, basándose en los conocimientos y la experiencia de cada miembro. También crearon un banco de semillas para satisfacer las necesidades de la comunidad.

“Apreciamos este nuevo enfoque porque todos los años nos enfrentamos a la escasez de semillas. Tras crear el banco de semillas, tenemos semillas garantizadas”, subraya Belita.

Se requiere el acuerdo previo del grupo para tener acceso al banco de semillas, que está asegurado con dos llaves, una custodiada por Belita y la otra, por el presidente de la escuela de campo para agricultores.

“El presidente de la escuela de campo para agricultores tiene una llave y yo también... Antes de tomar cualquier semilla, nos reunimos y es preciso alcanzar un consenso”, explica Belita.

Los bancos de semillas comunitarios ayudan a diversificar los cultivos y a preservar las semillas más adaptadas a las condiciones locales. ©FAO/Telcínia Nhantumbo

Bancos de semillas para la resiliencia

En los últimos tres años, la FAO ha trabajado con más de 80 grupos de escuelas de campo para agricultores a través del proyecto titulado Aumentar la resiliencia de las comunidades vulnerables afectadas por El Niño, financiado por la Agencia Austriaca de Desarrollo. En el marco del proyecto se establecieron 10 bancos de semillas comunitarios en las provincias de Sofala y Manica, en el centro del país, que benefician directamente a más de 2 800 agricultores.

La FAO promueve estos bancos de semillas como sistema para responder a determinadas perturbaciones o incluso a la escasez estructural de semillas como consecuencia de sequías, inundaciones, plagas o enfermedades. Los bancos de semillas también contribuyen a diversificar los cultivos y a conservar las semillas más adaptadas al entorno de su región, lo que reduce el riesgo de pérdidas totales de la producción y contribuye a reforzar la seguridad alimentaria de las comunidades. El sistema también puede ayudar a los agricultores a adquirir otras variedades de semillas que no suelen poder permitirse en los mercados formales de semillas.

A través de soluciones como estas, la FAO colabora con comunidades de todo el mundo para aumentar su resiliencia ante las condiciones adversas que afectan a sus vidas y medios de subsistencia. Ello es fundamental para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades, así como su capacidad para mantenerse en el futuro.

Detrás de nuestros alimentos, siempre hay alguien que los produjo, plantó, cosechó, pescó o transportó. Al aproximarse el Día Mundial de la Alimentación, que se celebra el 16 de octubre, agradecemos a estos #HéroesDeLaAlimentación, quienes, independientemente de las circunstancias, continúan suministrando alimentos dentro y fuera de sus comunidades. Hay innumerables formas de ser un héroe de la alimentación en su comunidad y ahora es un buen momento para empezar. Nuestras acciones son nuestro futuro.

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