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Una oficina en el aire: pilotos de helicóptero que luchan contra la langosta del desierto


Pasamos una jornada de trabajo con Miles Woodgate, uno de los pilotos que combaten la plaga en Somalia

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Miles Woodgate forma parte de las tripulaciones de pilotos de helicópteros contratados por la FAO para fumigar las langostas del desierto en Somalia para ayudar a proteger cultivos y los medios de subsistencia de la población. ©FAO/Haji Dirir

08/07/2020

La alarma del despertador sonó hace unos minutos, antes de la llamada matutina a la oración. Son las 5h15 y todavía está oscuro afuera. Miles Woodgate está desayunando y preparándose para un largo día de lucha contra la langosta del desierto. Este británico es uno de los pilotos que llevan a cabo tareas de fumigación aérea en el país más oriental del Cuerno de África: es la primera vez en los últimos 30 años que la situación de seguridad permite que esto suceda en Somalia. A las 6 de la mañana, Miles y el resto de la tripulación de Guardian Helicopters -empresa contratada por la FAO para la campaña contra la langosta de Somalia- están listos para ser recogidos en su hotel y dirigirse hacia el aeropuerto.

“Nos pusimos en marcha hace un mes. En ese momento, transportaron los helicópteros desde los Estados Unidos de América. Los volvimos a montar en Nairobi (Kenya), volamos a Mogadiscio (Somalia) y ahora estamos aquí arriba en Garowe (en el estado de Puntlandia, en Somalia), y hemos estado fumigando durante las dos últimas semanas”, explica Miles. “Debido especialmente a (los retrasos causados por) la COVID-19 y la dificultad para llegar hasta aquí, resulta bastante sorprendente cómo se ha conseguido todo”, añade.

Lo primero en el orden del día es la reunión informativa matutina con el equipo, los expertos de la FAO y los funcionarios del Gobierno en el aeropuerto. “El día se organiza en realidad con una llamada telefónica del Dr. Hared en la tarde anterior a la jornada de vuelo”, dice Miles. El Dr. Hared Nur es un experto somalí en langostas del desierto que trabaja con la FAO para coordinar las operaciones de lucha contra la langosta en Puntlandia y Galmudug. En base a la información recibida la noche anterior de los observadores en tierra, se establecen los objetivos para la jornada.

Un pequeño enjambre de langostas del desierto de 1 km2 puede comer en un día la misma cantidad de alimentos que 35 000 personas. En zonas con seguridad alimentaria precaria, las langostas son una amenaza para la supervivencia. Izda/Arriba: ©FAO/Luis Tato;

El arte de fumigar

“Especialmente cuando son adultas y forman enjambres, las langostas del desierto son un objetivo con gran movilidad, por lo que las operaciones de control aéreo son las más eficaces ya que permiten una mayor flexibilidad para combatir las langostas dentro de un área mucho más amplia”, asegura Nur. Estas operaciones aéreas, financiadas por USAID, incluyen la vigilancia, lo que permite a los equipos actuar rápidamente para contener cualquier brote.

Ahora que los tanques se han llenado de combustible y la sesión informativa ha terminado, es hora de despegar. “En una jornada de vuelo habitual para nosotros, registramos entre seis y siete horas de vuelo. La jornada incluye llevar el helicóptero al lugar de fumigación y obviamente la fumigación”, explica Miles.

Hoy el equipo se dirige a la base de Qardho, donde repostarán y cargarán los bioplaguicidas antes de comenzar el trabajo de dos horas de pulverización en una zona cercana infestada. Este bioplaguicida de origen natural actúa específicamente sobre las langostas y no daña el medio ambiente, ni supone ningún peligro para los seres humanos o el ganado.

La logística es el principal desafío. No sólo hay que reabastecerse de combustible, sino garantizar que los sitios estén controlados y que las zonas en las que se aterriza sean seguras para los pilotos y también para el personal de tierra. Somalia sigue padeciendo conflictos en muchas partes del país.

Además, para fumigar las langostas del desierto, hay que volar bajo, “cuanto más bajo, mejor”, subraya Miles. “Si podemos volar a entre un metro y medio y dos metros [del suelo], es perfecto”, añade. Es la mejor manera de optimizar la cobertura y evitar los fuertes vientos que pueden alejar los bioplaguicidas de su objetivo.

Una oficina en el aire

Mientras tanto, Miles debe ser sensible con el entorno. “Cuando salimos a volar, no queremos molestar a las poblaciones locales, a la gente y a los animales...” aconseja el piloto.

Miles había trabajado antes en la región de Ogaden, en Etiopía, pero esta es su primera vez en Somalia. “El territorio es bastante similar, pero me sorprende ver tantos animales silvestres”, dice. Disfruta de las vistas de su oficina desde el aire: camellos, cabras, burros, babuinos... “Es fantástico lo vivo que está este desierto”, exclama.

También es su primera experiencia con estos enjambres de langosta del desierto. La mayoría de las veces, las langostas están en el suelo, alimentándose de la vegetación y destruyendo los campos. Sin embargo, cuando empiezan a volar, golpean el parabrisas con tal fuerza que pueden causar daños. “Cuando eso sucede, nos damos la vuelta y tratamos de evitarlas porque puede dañar la aeronave. Pueden estropear las aspas, y atascar el radiador”, advierte el piloto.

Con el apoyo de USAID, la FAO y sus asociados pueden llevar a cabo estas operaciones de control aéreo, la estrategia más eficaz contra los enjambres de langostas, ya que permiten una mayor flexibilidad y que se pueda abarcar un área mucho más amplia. ©FAO/Haji Dirir

Informar, nueva sesión informativa y empezar de nuevo.

La fumigación del día termina y aterrizan de nuevo en el aeropuerto de Garowe. “Limpiamos los tanques, lavamos los helicópteros, hacemos un informe, entregamos los documentos a la FAO y al Gobierno para que sepan cuántas hectáreas hemos cubierto”, dice Miles. La colaboración entre la FAO, el Ministerio de Agricultura e Irrigación y las diversas instituciones gubernamentales es un elemento clave de la respuesta frente la langosta del desierto en Somalia.

Con la generosa financiación de la comunidad internacional, las operaciones aéreas y terrestres en 2020 ya han abarcado cerca de medio millón de hectáreas en todo el Gran Cuerno de África y Yemen. Aquí se incluyen las 28 930 hectáreas que han sido tratadas en Somalia.

Para la cosecha de junio, este esfuerzo regional ha permitido preservar cultivos por valor de 280 millones de USD, lo que garantiza que más de 6 millones de personas de la región puedan ver cubiertas sus necesidades anuales de cereales.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Capaces de cubrir volando hasta 150 km al día, las langostas del desierto están causando estragos en un número cada vez mayor de regiones y países. Cuanto más rápido se puedan controlar, menos personas corren el riesgo de perder sus fuentes de alimentos y sus medios de vida

Sin embargo, la respuesta de la langosta del desierto en el Gran Cuerno de África y Yemen tiene actualmente un déficit de financiación de 81,6 millones de USD. Si no se soluciona esta carencia, los esfuerzos actuales de control y vigilancia habrán sido en vano.

Enlaces

La tripulación suele volver al hotel sobre las 17h30 o 18h00, pero para Miles, la jornada aún no ha terminado. Todavía tiene que hacer ese papeleo vital para la FAO y el Gobierno sobre las áreas cubiertas, inspeccionadas y fumigadas ese día. La FAO recopila y analiza este material, actualizando el Panel de datos sobre la langosta que utiliza la comunidad internacional para tener información en tiempo real.

El teléfono de Miles suena una vez más: es Hared comprobando el programa del día siguiente. El trabajo de hoy está hecho. Pero el de mañana acaba de empezar.

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