FAO en Nicaragua

Jenny Parrales: Una historia de transformación y liderazgo comunitario

“Las mujeres del campo podemos hacer los mismos trabajos que los hombres. Todos tenemos los mismos derechos”, afirma Jenny Parrales, una mujer productora apasionada por trabajar la tierra que ha incidido para que las mujeres de su comunidad se motiven a producir sus propios alimentos desde la agricultura familiar.

22/11/2023

Jenny Parrales Sánchez tiene 37 años es madre soltera, y lideresa de su comunidad San Caralampio, ubicada en el municipio de La Concepción, Masaya.

Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO, las mujeres rurales conforman la espina dorsal de las economías rurales, contribuyen notablemente a la seguridad alimentaria y la nutrición ya que continúan siendo las principales responsables de las labores domésticas y de cuidado en los hogares en el ámbito comunitario. Las mujeres rurales con frecuencia cuentan con un gran acervo de conocimientos sobre los recursos naturales, como la tierra, el agua y los bosques, pues suelen encargarse de manejarlos, no solo en su condición de agricultoras, silvicultoras y pescadoras, sino también como proveedoras primarias de agua, alimentos y energía en los hogares y en el ámbito comunitario.[1]

Jenny es un ejemplo de todas las mujeres que contribuye a la seguridad alimentaria y nutricional desde la agricultura familiar.

“Antes de integrarme al proyecto yo no participaba en nada en mi comunidad. Solo estudiaba administración de empresa en la universidad y atendía mi pulpería,” comenta Jenny, quien también afirma que no le llamaba la atención la Agricultura.

Fue hasta que asistió a las escuelas de campo implementadas por el Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria INTA, con el apoyo de la FAO que su visión sobre la Agricultura comenzó a cambiar. El tema la apasionaba y fue tanto su compromiso que al corto tiempo fue nombrada como coordinadora de la Iniciativa Comunitaria (IC) de su localidad, llamada: “Protegiendo y preservando los recursos naturales de nuestra comunidad ante los efectos del cambio climático”.

Rompiendo estereotipos sobre las mujeres agricultoras

En el 2021, el proyecto Agriadapta le brindó la oportunidad de crear el primer Banco Comunitario de Semilla (BCS) de San Caralampio, para beneficiar inicialmente a 15 familias. En la vida de Jenny, esto tuvo un impacto, pues ella menciona que al entrar el proyecto no era la misma mujer que es hoy.

Poco a poco, la forma en que Jenny se entendía como una mujer rural fue cambiando. Comprendió que podía tener un rol más protagónico al trabajar la tierra e inspirar a que otras mujeres también lo hicieran.

Las mujeres son vistas sin poder y sin capacidad para desempeñar actividades que generalmente son catalogadas de “hombres”, la respuesta desde la acción y apertura que toma Jenny es favorable para ella misma y para el colectivo de mujeres y hombres de la comunidad San Caralampio.

“No tenía conocimientos de como trabajar la tierra” afirma Jenny, el proyecto la apoyó para ser productora de frijol, arroz y maíz, siendo la primera y única mujer de su comunidad que siembra y comercializa arroz en cantidades que van desde una libra hasta por quintal.

Inspirando al cambio

Inicialmente, Jenny comenzó el BCS con 15 sacos de semillas de frijol de la variedad INTA que son fuertes a la Sequía. Sacos que daba en calidad de préstamo a las familias para que cultivarán en parcelas propias o alquiladas. La iniciativa fue un éxito y pronto las familias no sólo devolvían el saco de semilla prestado, sino también uno adicional.

La determinación de Jenny motivó a una comunidad entera en el corredor seco de Nicaragua a cultivar alimentos para garantizar su seguridad alimentaria y mejorar su generación de ingresos. Con su impulso y liderazgo, las familias comenzaron a organizarse más para lograr una mejor producción.

La producción de frijol contribuyó de inmediato a la seguridad alimentaria de las familias y su comunidad, pero también permitía a las productoras y productores obtener ingresos por la venta del frijol. Esto animó a Jenny a participar de manera más activa en la producción, sin dejar a un lado su rol de facilitadora de la iniciativa comunitaria.

Agricultura y empoderamiento económico

De su pulpería, invirtió 8 mil córdobas para pagar el alquiler de una manzana de tierra, comprar abono, pagar a una persona para que le ayudará a limpiar la parcela, sembrar el frijol y aplicar el abono foliar a los cultivos.

Después de 3 años ha llegado a cultivar más de quince quintales de frijoles y hasta once quintales de arroz en un solo ciclo de siembra.

En el segundo periodo de cosecha, por recomendaciones de un agricultor, decidió agregar arroz como un cultivo más en la parcela. “La gente se burlaba de mí, eso no va a crecer bien” comenta Jenny que le decían, por vivir en una zoma donde usualmente no se cultiva arroz, y agrega que,a la fecha, lleva cuatro ciclos de siembra de los que ha obtenido más de 30 quintales de arroz.

El impulso de la FAO

Jenny ha recibido entrenamiento para preparar bioinsumos, abonos orgánicos y realizar manejo de plagas y enfermedades en los cultivos.

También, ha recibido capacitaciones en manejo de fondos y valor agregado para desarrollarse como productora y emprendedora; igualmente, en prevención de la explotación y los abusos sexuales, este último tema lo ha replicado en su comunidad. 

Espíritu emprendedor

La experiencia positiva de ser una productora, junto con las capacitaciones recibidas animó a Jenny a comenzar un segundo emprendimiento, un vivero de plantas frutales llamado “Vivero Hermanos Parrales” el que trabaja en alianza con su hermano.

Actualmente Jenny tiene más de 5,000 plantas con más de 10 variedades de cítricos y aguacates. Todas estas plantas las comercializa en la comunidad y en ferias de emprendimientos.


[1] FAO. 2021. Política de igualdad de género de la FAO 2020-2030. Roma.