El Estado de los Recursos de Tierras y Aguas del Mundo para la Alimentación y la Agricultura
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SITUACIÓN Y TENDENCIAS
Disponibilidad y uso de los recursos de tierras y aguas - Existe una variación geográfica significativa en la disponibilidad de tierras consideradas aptas para la agricultura. El crecimiento demográfico y la demanda de otros sectores ejercen una presión creciente sobre los recursos disponibles. Suponiendo que se utilicen sistemas bien adaptados de producción, las tierras que actualmente están en cultivo son en su mayor parte de calidad óptima (el 28 por ciento del total) o buena (53 por ciento). La mayor proporción regional de las mejores tierras cultivadas actualmente está en América Central y el Caribe (42 por ciento), seguidos de Europa occidental y central (38 por ciento) y América del Norte (37 por ciento).
- En los países de altos ingresos en conjunto, la proporción de tierras óptimas actualmente en explotación es del 32 por ciento. En los países de bajos de ingresos, los suelos muchas veces son más pobres y sólo el 28 por ciento de la superficie cultivada es de calidad óptima.
- La superficie agrícola del mundo ha crecido un 12 por ciento en los últimos 50 años. La superficie irrigada del mundo se duplicó en el mismo período, lo que representa la mayor parte del aumento neto en las tierras agrícolas. Mientras tanto, la producción agrícola ha crecido entre 2,5 y 3 veces, gracias al aumento significativo de la productividad de los principales cultivos.
- Sin embargo, en algunas regiones los resultados mundiales se asocian a la degradación de los recursos de tierras y aguas, y al deterioro de los ecosistemas y servicios relacionados. Estos incluyen la biomasa, la fijación de carbono, el buen estado de los suelos, el almacenamiento y suministro de agua, la biodiversidad, así como servicios sociales y culturales. La agricultura ya utiliza el 11 por ciento de la superficie terrestre del planeta para la producción agrícola. También consume el 70 por ciento de toda el agua que se extrae de los acuíferos, ríos y lagos. Las políticas agrícolas han beneficiado principalmente a los agricultores que tienen tierras productivas y acceso al agua, desatendiendo a la mayoría de pequeños productores que siguen atrapados en una pobreza con una gran vulnerabilidad, degradación de las tierras e incertidumbre climática.
Políticas e instituciones - Las instituciones responsables de las tierras y las aguas no han seguido el ritmo de la creciente intensidad del desarrollo de las cuencas fluviales y el grado cada vez mayor de interdependencia y competencia por los recursos tierras y aguas. Se necesitan instituciones mucho más adaptables y colaboradoras para responder con eficacia a la escasez de recursos naturales y a las oportunidades del mercado.
PERSPECTIVAS HACIA 2050 - Hacia el año 2050 se prevé que el aumento de la población y los ingresos requiera un 70 por ciento más de producción mundial de alimentos y hasta un 100 por ciento más en los países en desarrollo, en relación con los niveles de 2009. Con todo, la distribución de los recursos de tierras y aguas no favorece a esos países que deberán producir más en el futuro: la disponibilidad media de superficie agrícola per cápita en los países de ingresos bajos es menos de la mitad que en los países de altos ingresos, y la idoneidad de las tierras cultivadas para la agricultura por lo general es más menor. Algunos países cuya demanda de alimentos crece aceleradamente también son los que afrontan elevados niveles de escasez de tierras o agua. Lo más probable es que la mayor contribución al aumento de la producción agrícola se dé por intensificación de la producción en las tierras agrícolas existentes. Para ello será necesaria la adopción generalizada de prácticas sostenibles de gestión de las tierras, y un uso más eficiente del agua de riego a través de una mayor flexibilidad y fiabilidad y una mejor aplicación del agua de riego.
SISTEMAS EN PELIGRO - Es necesario hacer un examen crítico de las pautas predominantes de producción agrícola. Una serie de sistemas de tierras y aguas corre actualmente el riesgo de deterioro progresivo de su capacidad productiva, por una combinación de excesiva presión demográfica y prácticas agrícolas insostenibles. Los límites físicos de la disponibilidad de tierras y agua en estos sistemas pueden agudizarse aún más en algunos lugares por causas externas, como el cambio climático, la competencia con otros sectores y los cambios socioeconómicos. Estos sistemas en peligro exigen una atención prioritaria de medidas correctivas, simplemente porque no hay sustitutos.
CONDICIONES FAVORABLES - Hay potencial para ampliar la producción de manera eficiente para abordar la seguridad alimentaria y la pobreza a la vez que se limitan las repercusiones en otros valores de los ecosistemas. Hay espacio para que los gobiernos y el sector privado, así como los agricultores, intervengan en forma mucho más dinámica para avanzar en la adopción general de prácticas sostenibles de gestión de las tierras y el agua. Las medidas no sólo incluyen opciones técnicas para promover la intensificación sostenible y reducir los riesgos de la producción, también comprenden un conjunto de condiciones para eliminar las limitaciones e incrementar la flexibilidad. Estas incluyen (1) la eliminación de deformaciones en el marco de los incentivos, (2) mejora de la tenencia de la tierra y el acceso a recursos, (3) instituciones de las tierras y las aguas fortalecidas y más colaboradoras, (4) servicios de apoyo eficientes, con intercambio de conocimientos, investigación adaptativa, y finanzas rurales, y (5) un acceso mejor y más seguro a los mercados.
COOPERACIÓN INTERNACIONAL, INVERSIÓN Y POLÍTICAS - La adopción generalizada de prácticas sostenibles de gestión de las tierras y las aguas también requerirá que la comunidad mundial tenga la voluntad política para aportar el apoyo financiero e institucional necesario para fomentar la adopción generalizada de prácticas agrícolas responsables. Es necesario dar marcha atrás a la tendencia negativa de los presupuestos nacionales y la ayuda oficial para el desarrollo asignada a las necesidades de las tierras y las aguas. Algunas posibles nuevas opciones de financiación son el pago por servicios ambientales (PSA) y el mercado de carbono. Por último, existe una necesidad de integración mucho más eficaz de las políticas internacionales e iniciativas relacionadas con la gestión de las tierras y las aguas. Sólo con estos cambios el mundo podrá alimentar a sus ciudadanos a través de una agricultura sostenible que produzca dentro de los límites del medio ambiente.
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