Aprender y compartir con la comunidad
Por: Rosana Martín Grillo
Asentada a orillas del rio Púcuro, en la provincia del Darién, se encuentra una comunidad indígena guna caracterizada por su exultante naturaleza y la hospitalidad de sus gentes. Seis horas a bordo de una piragua la separan de Yaviza, el principal puerto fluvial de la provincia, lo que contribuye a mantener la tranquilidad del entorno, pero también dificulta el acceso a servicios y asistencia técnica agropecuaria, entre otros.
Púcuro es también una de las comunidades más alejadas que forman parte del proyecto de revitalización de los sistemas productivos indígenas de Panamá, implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el apoyo de los Ministerios de Desarrollo Agropecuario y de Gobierno.
Pero esta ubicación, lejos de ser un impedimento por la inexistencia de extensionistas oficiales para la comunidad, fue una oportunidad de desarrollo para sus vecinos, como Roderick Olivo. Este joven de 25 años se formó como promotor comunitario del proyecto, con capacitación especializada en materia agropecuaria.
Gracias a este apoyo, se generaron capacidades dentro de la propia comunidad y oportunidades para sus jóvenes.
El año pasado, Roderick dio seguimiento a 30 productores de la comunidad y este año ya atiende a 42 productores que se dividen en 82 parcelas sembradas de ñampí, otoe, plátano, café y cacao.
“Tras este aprendizaje, ahora enseño a los productores las distancias que deben mantener, la orientación de la planta, el tutoramiento, el deshoje y deshije del plátano, y producción sin químicos”.
“El Consejo de la comunidad me seleccionó para formarme con la FAO y después apoyar técnicamente en campo, dar seguimiento a los productores y al proyecto”, explica Roderick.
“Me enseñaron técnicas de siembra, tutoramiento, elaboración de abonos orgánicos, deshije, deshoje… Aprendí bastante del proyecto”, añade.
“Me siento muy satisfecho con los resultados porque antes la semilla de ñame baboso no existía en la comunidad, los productores la perdieron. La FAO volvió a traer la semilla y este año si hay esta variedad y los propios productores están pensando en ampliar sus parcelas el próximo año para no perder las semillas”, agrega.
Pero las funciones de Roderick no se limitan únicamente al ámbito productivo y su contacto con los técnicos, también proporciona orientación a las familias en el aprovechamiento de la producción.
“Yo les explico cómo utilizar el plátano para hacer madún –jugo en guna-, a utilizar el otoe en puré o a cocinar el camote –papa dulce- para que no se pierda”, explica el joven.
Con la introducción de nuevos rubros al proyecto, principalmente vegetales y hortalizas, seguirá con las capacitaciones y la asistencia técnica a las familias pero tendrá el reto de mejorar su diversidad alimentaria y su nutrición con la promoción de su consumo.