En los últimos meses, todos los países y sociedades vienen conviviendo con los impactos de la pandemia del COVID-19. Las medidas de restricción de movilidad y la adopción de nuevos protocolos sanitarios vienen acompañados de efectos negativos a nivel económico y social, que son sentido de manera más profundas en las comunidades rurales, especialmente por las juventudes rurales, mujeres y pueblos indígenas. Como respuesta a la crisis, las juventudes rurales de la región han desplegado múltiples iniciativas para mitigar los riesgos de contagio entre los segmentos de población de mayor riesgo, facilitando su acceso a insumos sanitarios básicos para la familia, sostener su seguridad alimentaria y cautelar la continuidad de sus medios de vida.

En este contexto, los y las jóvenes rurales a través de sus asociaciones han ocupado un papel protagónico movilizando a sus asociados para construir redes de contención y apoyo que beneficien a las familias rurales más vulnerables, articular soluciones en alianza con las autoridades locales y difundir información actualizada y pertinente. Así, esta crisis ha puesto nuevamente en evidencias la riqueza y diversidad del capital humano y social que disponen las nuevas generaciones que residen en los territorios rurales de ALC, su compromiso por sostener sus familias y estructuras productivas y el interés por ser agentes y actores protagónicos en los procesos de recuperación, reactivación y resiliencia de la sociedad y economía rural.

Para lograr el desafío de “Reconstruir Mejor”, es fundamental que se puedan avanzar en mecanismos y soluciones que permitan generar condiciones para una mejor inclusión económica y social de las juventudes rurales. Para eso es relevante visibilizar el potencial extraordinario de las juventudes rurales mediante acciones sistemáticas de sensibilización, divulgación e incidencia que abran nuevas oportunidades y espacios para la acción colectiva en dialogo con la diversidad de agentes y actores relevantes, especialmente las propias asociaciones de agricultores, el Estado y el sector privado.

La experiencia existente en la región refuerza la importancia de los espacios de diálogo en generar avances en el diseño de políticas e iniciativas que pongan las juventudes rurales y su diversidad en el centro del debate. En esta dirección se propone diseñar e implementar el primer Festival de las Juventudes Rurales Latinoamericana y Caribeña, que se concibe como un espacio de aprendizaje, interacción, intercambio e inspiración entre la diversidad de jóvenes que residen en los territorios rurales de ALC.  Es también un espacio que busca construir una agenda de cooperación y diálogo entre las juventudes rurales, organismos internacionales e instituciones del sector público y privado a partir de la identificación de las visiones y contribuciones de las juventudes rurales a los grandes desafíos globales.