FAO en República Dominicana

Es posible frenar la migración rural si se invierte en el emprendimiento de los jóvenes

01/08/2019

Santo Domingo. - Jocabed, Mayrobi, Eduardito, Esquerlin, David, Osmaro, Nerci y Mayrenni, son un grupo de jóvenes de la región fronteriza de la República Dominicana con Haití, que han enfrentado la falta de oportunidades que arropa a estos empobrecidos poblados y que ahora están apostando a salir adelante como pequeños emprendedores.

De alguna u otra forma, todos se plantearon la idea de abandonar sus comunidades y emigrar hacia otras ciudades que les ofrecieran mejores condiciones para educarse y obtener un buen empleo.

El cambio de actitud de estos jóvenes ocurre al obtener una subvención economica que les otorgó la FAO a través del proyecto Fortalecimiento del Empleo Rural Decente para Mujeres y Hombres Jóvenes en el Caribe que se ejecuta junto al FIDA para la implementación de planes de negocios en sus respectivas localidades de origen.

 

Se puede invertir en los jóvenes

A sus 22 años, Jocabed Leger Cuevas regentea la única agroveterinaria de Pedro Santana, una comunidad de la provincia Elías Piña, en la frontera dominicana con Haití. Allí despacha agroquímicos, implementos agrícolas, comida y medicamentos para animales, mientras va desechando de su mente la idea que le rondaba de emigrar hacia otras ciudades que le ofrezcan mayores oportunidades de progreso.

“Las mayores limitaciones de esta comunidad son las fuentes de empleo. Los jóvenes no tenemos oportunidades, por eso planeábamos irnos a Santo Domingo. Ahora no pienso irme de aquí”.

 “Cuando tienes un negocio, tu vida cambia de forma radical. No había podido entrar a la universidad por falta de recursos. Soy casada con un niño y mi esposo tampoco estaba trabajando, igual mi empleado, que ahora cuenta con una fuente de empleo”, expresa Jocabed.

 “Hasta ahora el balance es positivo en todo el sentido de la palabra. El día que menos se vende ganamos 5 mil pesos mínimo. En el mes de diciembre vendimos 11 mil pesos diarios solo en ventas al contado”.

 

La meta: ser los más grandes ganaderos ovicaprinos

Osmaro Sánchez ha vivido toda su vida en la comunidad El Rebozo del municipio de El Llano, en Elías Piña, en la finca familiar donde sus abuelos y sus padres se dedicaban a la agricultura y la crianza de cabras y ovejos, en medio de un paisaje agreste donde falta todo, especialmente el agua.

“Los jóvenes tenemos que emigrar por falta de oportunidades. No hay fuentes de empleo y si vamos al banco no nos prestan porque no tenemos garantía. Solo queda la agricultura, pero con la sequía el que se arriesga a sembrar puede perder todo por falta de agua”.

Precariamente, Osmaro criaba 30 animales en su finca, pero gracias a la subvención otorgada por la FAO, a la que aplicó junto a Nercy Merán Mesa y Guillermito de la Rosa, a final de año compraron 22 animales y con la reproducción han llegado a 65 cabezas.

Los jóvenes aseguran que la carne de estos animales tiene mucha demanda en la zona, ya que la oferta es bastante limitada, lo que asegura un mercado importante. “Queremos llegar a ser grandes ganaderos ovicaprinos y suplir a toda la región”, manifiestan.

 

Una pequeña empresaria

Otra joven que se estrena como emprendedora es Mayrobi Mora Ramírez, estudiante universitaria de 26 años, quien junto a su socia Yadisa Aybar, montó la Repostería La Guama, en el Distrito Municipal Yaque, en Bohechio, provincia San Juan de la Maguana.

El subsidio equivalente a 3 mil dólares le dio para montar la repostería en un terreno cedido por su familia y equiparlo con los utensilios básicos para operar. Siendo el único negocio de su tipo en esta comunidad, las jóvenes han recibido el respaldo de sus vecinos que cada día acuden a comprar productos, encargan bizcochos para fechas especiales y venden directamente a los colmaderos de la zona.

“En estas comunidades no es usual que una mujer tan joven sea empresaria y con iniciativas propias. Me siento muy orgullosa de mí misma”, confiesa Mayrobi, mientras se afana en su negocio de elaboración y venta de bizcochos y cupcakes.

“Hasta ahora no me puedo quejar. Iniciamos en julio del 2018 y mensualmente obtenemos alrededor de 20 mil pesos.  Me siento una pequeña empresaria. Este negocio me ha cambiado la vida totalmente, ahora no tengo que depender de nadie y mi trabajo me permite cubrir mis necesidades”, indica.

 

Lombricultura: tecnología del futuro

Eduardito de la Rosa es un técnico agrícola de 34 años que ha estado ligado a la agricultura toda su vida. Además de dar clases en una escuela vocacional, se involucró en varios proyectos agrícolas que no llegaron a cuajar por la falta de apoyo crediticio.

Ahora, dedica todo su esfuerzo a echar adelante un proyecto de abono orgánico a partir de la crianza de lombrices, en el municipio de Comendador, Elías Piña.

“Nuestros suelos están muy pobres, se han maltratado mucho con el uso de químicos y esto afecta al medio ambiente. Por eso escogí un proyecto de lombricultura, para tratar de cambiar la perspectiva de los agricultores de aquí. Esta es la tecnología del futuro”.

Con los tres mil dólares que le fueron otorgados, Eduardito construyó una abonera de dos literas en un terreno cedido por un amigo y compró las lombrices. Ahora mismo está enfocado en multiplicar las lombrices hasta alcanzar la cantidad deseada para iniciar la venta de abono, que según revela es esperada por varios agricultores de la zona.

“Quiero hacerme el mayor productor de lombrices de la República Dominicana, no solo por mí, sino porque ese será el granito de arena que voy a aportar al medio ambiente y a las generaciones venideras”.

 

Un colmado en la comunidad

Detrás del mostrador de su pequeño colmado, Mairenny Peña de 22 años y su madre Martina Peña Reyes, atienden a una clienta que ha dejado puesta el agua hirviendo para cocinar el arroz que servirá en el almuerzo.

“Antes eso no era posible. Aquí en la Yoya no teníamos colmado, el más cercano quedaba muy apartado de nuestra comunidad”, explica Martina, quien junto a su hija acaba de instalar este pequeño negocio que vino a llenar una necesidad en el poblado.

Madre e hija trabajan como conserje, una en una escuela y otra en el liceo del municipio de El Llano, en Elías Piña, y complementan su salario con la venta que produce el colmado que promedia una ganancia de 3 a 4 mil pesos mensuales.

Los habitantes de esta comunidad se dedican mayormente a la agricultura a pequeña escala, lo que no representa un atractivo para los jóvenes que ven como única opción la migración hacia las grandes ciudades.

“Aquí no hay salida para la juventud, no tenemos empresas, por eso la mayoría se van a Santo Domingo a estudiar y allí pueden tener un empleo y pagarse los estudios”, explica Mairenny, quien actualmente estudia magisterio.

 

Provisión de pescado fresco todo el año

En El Llano, una comunidad de la provincia de Elías Piña, el pescado no se consume siquiera en los días de Semana Santa. Pero esta situación está a punto de cambiar, de acuerdo a los planes de Escarlin Méndez y David Medina, dos jóvenes que han instalado un centro piscícola para dotar de pescado fresco a este pequeño poblado fronterizo con Haití.

Con una subvención de 5 mil dólares, otorgado a este equipo que incluye a José Decena Benítez, adquirieron tres lagunas, un pozo sumergible y compraron 4 mil alevines para iniciar el negocio en el que han puesto sus esperanzas de mejorar sus condiciones de vida.

Aunque la primera cosecha no fue la esperada, por problemas de acceso al agua, lograron cosechar 121 libras de pescado que les representó un ingreso de 12 mil pesos.

“Antes de iniciar este proyecto y tomar los cursos de agricultura orgánica éramos como nómadas, lo único que teníamos en mente era emigrar para crecer con nuestro proyecto de hacer música, pero ahora estamos en un mundo que llamamos de progreso”, dice David Medina.

“Nuestro proyecto tiene potencial, esto va a ser un boom en el pueblo. Además de ofrecer pescado fresco a la comunidad, cuando se drene el agua de las lagunas, esta puede reutilizarse como fertiriego para abonar los cultivos”, explica Esquerlin Méndez.

 

Apuesta por los hombres y las mujeres jóvenes

En la República Dominicana la población entre 20 y 24 años representa la tasa de desempleo más alta entre los grupos de edad con un 25,5%. Un territorio de particular atención es la franja fronteriza entre la República Dominicana y Haití, por su particular condición de pobreza, vulnerabilidad y carencia de oportunidades de desarrollo para la juventud, ejerciendo presión migratoria hacia las zonas urbanas. 

Uno de los aprendizajes de la FAO ha sido constatar que no sólo la formación de capital humano y social es fundamental para asegurar el éxito, sino que también esta formación debe venir acompañada de ventanas de oportunidad para la generación de ingresos y el acompañamiento técnico.

Por ello, en el marco del proyecto de Fortalecimiento del empleo rural decente para mujeres y hombres jóvenes en el Caribe, la FAO y el FIDA convocaron a jóvenes dominicanos a aplicar a la convocatoria para recibir subvenciones para emprender planes de negocios en zonas rurales y empobrecidas de la frontera dominico haitiana.

20 propuestas presentadas de forma individual y en grupo fueron beneficiadas con fondos no reembolsables (subvenciones estilo capital semilla) para la implementación de sus planes de negocios, cada una de las cuales recibieron acompañamiento y capacitación bajo el modelo de mentoría.

Las propuestas individuales fueron favorecidas con un monto equivalente a 3,000 dólares cada una, a las de grupos de 3 a 5 jóvenes se les otorgó un monto equivalente a 5 mil dólares, mientras que las propuestas de grupos de 6 a 10 jóvenes fueron beneficiadas con un monto equivalente a 10 mil dólares cada una.