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La financiación pública por sí sola no es suficiente para conseguir los ODS para 2030. Las instituciones financieras internacionales y de desarrollo deben colaborar de manera más estratégica en la movilización de inversiones privadas. Este fue el mensaje general del Foro Mundial sobre Inversión Responsable del Sector Privado en la Alimentación y la Agricultura celebrado en Marrakesh (Marruecos) en octubre de 2018.

El acto, respaldado por la Unión Europea y organizado por el BERD y la FAO, reunió a más de 200 inversores, líderes empresariales, representantes de instituciones de desarrollo multilaterales, encargados de formular políticas y funcionarios gubernamentales de África, Asia, Europa y las Américas.

Los sistemas agroalimentarios se enfrentan a desafíos abrumadores que van de la producción de más alimentos con menos recursos para alimentar a un planeta en crecimiento y la reducción de la huella de carbono del sector a la creación de oportunidades de empleo decentes, especialmente para los jóvenes de los países en desarrollo.

Una tendencia alentadora, ya visible en el sector agrícola, es la inversión de impacto, en la cual los inversores privados destinan su dinero a iniciativas que generan beneficios económicos además de repercusiones sociales y medioambientales.

En el Foro también se hizo especial hincapié en una mayor inversión en innovación. Las nuevas tecnologías digitales están mejorando la productividad agrícola, reduciendo las emisiones de carbono y haciendo un uso más adecuado de los recursos naturales del planeta. También están aumentando la accesibilidad de la información para los pequeños productores de todo el mundo.

Aunque el sector privado está liderando ampliamente el desarrollo de este tipo de tecnologías, el sector público puede ayudar a facilitar su adopción y estar atento a las tecnologías capaces de obtener resultados positivos, especialmente para los agricultores en pequeña escala y las pymes.

Otros debates planteados en el Foro se centraron en la opinión del sector privado sobre la inversión en mercados emergentes y la gestión de riesgos en la financiación de las cadenas de valor, así como en la importancia de hacer que los sistemas agroalimentarios sean más verdes e inclusivos, especialmente para las mujeres y los jóvenes.