FAO en Uruguay

Transmisión de conciencia: jóvenes trabajan con jóvenes para acortar distancias entre lo urbano y lo rural

Foto: @Universidad de Montevideo / Carolina Garzón
18/12/2018

Estudiantes de la Universidad de Montevideo se preparan para transmitir su experiencia a 200 liceales luego de inmersiones en el campo.

Viajar en un ómnibus al que apodaron “el lechero” porque que demora cinco horas para ir de Montevideo hasta Carmelo, parando en cada pueblo. Cancelar visitas y sustituirlas por una ronda de mate con dirigentes locales en un día de lluvia. Compartir un poco de la vida cotidiana de los productores y sus familiares. Descubrir que en el campo y en la ciudad se habla y se comunica distinto, que en el ámbito rural también hay tecnología, que puede haber muy buenas condiciones de trabajo, que se trabaja duro, que no hay un solo campo, sino un abanico de realidades tan diverso como las que hay en la ciudad.

Estas fueron algunas de las vivencias de los 15 alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad Montevideo que participaron de experiencias de inmersión, en el marco de un proyecto impulsado por el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Conciencia Agropecuaria. La FAO habló con las responsables del proyecto por la Universidad de Montevideo y con Nahuel Casuriaga, uno de los estudiantes que participa.

Los orígenes

Victoria Gómez nació en "La República de Cerro Chato", en una localidad de 3.000 habitantes en la intersección de los departamentos de Treinta y tres, Durazno y Florida. Se tuvo que ir porque entonces no pudo desarrollar allí su vocación de comunicadora.

En el camino participó de un intercambio con Canadá que realizaron durante 20 años entre el Foro Juvenil y Canadá World Youthy. En esa oportunidad pudo vivir el acercamiento cultural que permiten las inmersiones, la calidad de los vínculos y el lenguaje común que genera este tipo de experiencia.

Por todo esto, a Victoria -que hoy es coordinadora de Investigación y Opinión Pública en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Montevideo- le interesó el llamado a iniciativas educativas que unieran lazos entre campo y ciudad lanzado a mediados de año por el MGAP y la FAO.

Su aliada natural para concretar la propuesta fue Carolina Garzón. Comunicadora social y periodista, especializada en comunicación popular y para el desarrollo, se encuentra realizando una maestría en Dirección de Comunicación en el mismo centro educativo privado.

Desde el vamos, su carrera universitaria se orientó hacia la defensa de los derechos humanos; trabajó con organizaciones sociales y comunidades afectadas o amenazadas por el desplazamiento forzado en el marco del conflicto armado de Colombia, su país, participando de experiencias de comunicación para el desarrollo en el ámbito rural.

Del trabajo conjunto de Victoria y Carolina surgió el proyecto “Comunicar el campo: conexiones entre jóvenes para ampliar la conciencia agropecuaria”, ganador del llamado.

“Todos los públicos son importantes para trabajar esta idea de Conciencia Agropecuaria, pero los que en el día de mañana van a estar creando, contribuyendo a crear y poniendo mensajes en circulación son los futuros comunicadores”, explica Victoria respecto al punto desde el cual se ideó el proyecto.

En cuanto al método elegido, “la idea fue trabajar en cascada, pensando en cómo con pocos recursos se puede alcanzar un gran impacto. Trabajamos con los que son nuestro público en el día a día, que a su vez es un público diverso en términos de rural – urbano (casi la mitad viene de distintos lugares del interior) para luego hacerlo con un público mucho mayor, los liceales, que a su vez también pueden tener impacto en sus comunidades educativas, en su barrio y en su familia”, detalla Victoria Gómez.

Ir al corazón

El proyecto que comenzó a implementar la UM, acompañada por el MGAP y la FAO, implica capacitar a los 15 jóvenes, que fueron voluntarios para formar parte del proyecto.

Los estudiantes recibieron primero tres días de capacitación teórica intensiva, enfocados a tres aspectos: la actividad agropecuaria en Uruguay (con apoyo del MGAP); identificar la brecha entre campo y ciudad, ver cómo se generan estereotipos y mitos a través de representaciones del interior en el cine uruguayo, la publicidad y la agenda mediática; y abordando temas de comunicación para el desarrollo y de educación, pensando en las actividades previstas en 2019, comenzándose a pensar a ellos mismos como facilitadores y educadores.

Esto último apunta a que los mismos jóvenes diseñarán y realizarán las intervenciones que realizarán en liceos de Montevideo y del interior para transmitir a cerca de 200 de sus pares, alumnos de liceos, lo que vivieron en las áreas rurales que visitaron, con el fin de mejorar el entendimiento y contribuir a acortar distancias entre campo y ciudad.  

La idea es que sus intervenciones se enfoquen en particular en los procesos que atraviesan los alimentos en sus viaje del campo hasta las mesas, con una atención particular en el cuidado del ambiente, pero también en las oportunidades académicas y laborales que ofrece el sector agropecuario.

“Me encontré con estudiantes muy empáticos que decían: ‘¿Tenemos que viajar en el lechero a Carmelo? ¡Viajamos en el lechero! ¿Hay que salir a las 0:30 de Tres Cruces? ¡Salimos a las 0:30!’. Demostraron mucho compromiso y calidad humana”, relata Carolina quien, como coordinadora del proyecto, estuvo a cargo de organizar y acompañar a los estudiantes que fueron, por grupos de cinco, durante un fin de semana largo a conocer en carne propia la vida de productores rurales de Colonia, Canelones y Tacuarembó.

Productores familiares, pequeños, medianos y también algunos productores de gran escala recibieron a los tres grupos de cinco jóvenes.

“Estamos muy contentos con la respuesta de los estudiantes, se anotaron muchísimos, tuvimos que ampliar el cupo de 10 a 15. Los criterios fueron de diversidad, para que hubiera estudiantes de Montevideo, del interior y de áreas rurales, además de buscar un balance entre hombres y mujeres, aunque tenemos mayoría de mujeres en toda la carrera. También valoramos en particular los que venían con experiencias de trabajo comunitario”, explica Victoria.

Los estudiantes de la UM compartieron la vida cotidiana de trabajadores y empresarios rurales y sus familias, aprovechando también las instancias improvisadas que permitieron intercambios informales para conocerse mejor.

Estar en el lugar

El director de la Unidad de Comunicación y Difusión del MGAP, Juan Andrés Elhordoy, valoró como “muy positiva” la primera etapa de preparación que se cumplió en los últimos meses de 2018 con las inmersiones realizadas por los estudiantes.

“El objetivo es que estos jóvenes puedan tener una experiencia real y cercana, que toque las sensibilidades, porque creemos que también así es como se puede generar otra forma de acercamiento y de conocimiento, una empatía que venga a subsanar la brecha que se ha identificado entre el campo y la ciudad”, explica Carolina Garzón.

Los estudiantes hicieron inmersiones de por lo menos dos días, pasando primero por una estación del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria (INIA) y luego visitaron predios de productores, se reunieron con gremiales, con líderes de la zona y personas que se dedican a otras actividades en el ámbito rural.

Fueron a ver la siembra, compartieron la vida diaria familiar de pequeños, medianos y grandes productores. Tomaron mate con referentes locales, con productores, a veces críticos respecto a la situación del campo, pero siempre con una mirada aguda de lo que hacen y de su vida en la zona.

En estos últimos momentos informales o improvisados, explica Carolina, “es cuando más información salía”. Además “estar ahí y saber que te vas a quedar esa noche en el lugar evita tener la presión de pensar en el horario del ómnibus de regreso a Montevideo, y permite estar verdaderamente ahí”.

Las experiencias de los tres grupos terminaron complementándose muy bien, según las dos responsables del proyecto por al UM. Carolina Garzón cree que “las tres inmersiones permitieron a cada grupo dar una mirada a esa complejidad que implica la coexistencia de todas estas realidades en el campo uruguayo” y agregó que lo que más le llamó la atención a ella misma fue “la diversidad de todo lo que convive en el campo y que el trabajo fuerte es una constante, en donde estés”.

“Nos hemos dado cuenta con los jóvenes durante las inmersiones que tenemos formas de comunicar diferentes según se comunique desde el campo o desde la ciudad y que tender puentes entre estas dos formas también es un reto. Estamos en diferentes contextos y manejamos diferentes realidades y cotidianeidades y términos por lo que al ponernos a dialogar debemos hacer un esfuerzo adicional para explicar mejor a qué nos estamos refiriendo”, evalúa la coordinadora de Comunicar el Campo.

Como último paso de esta instancia de preparación, a partir de esta semana se están publicando en la revista Reporter, de la UM, los trabajos periodísticos realizados por los estudiantes en base a sus inmersiones.

Compartir miradas renovadas

El año que viene está previsto que los estudiantes de la UM diseñen y preparen intervenciones adaptadas para cada uno de los 10 liceos urbanos y rurales de Montevideo y del interior en los que animarán talleres con unos 20 alumnos, alcanzando así, entre los meses marzo y abril 2019, a 200 los jóvenes con esta iniciativa piloto.

“El objetivo de la segunda etapa de este trabajo es que pares jóvenes, que han experimentado un cambio en su percepción original, puedan intercambiar ideas, percepciones y sensaciones con gente que no ha tenido esa experiencia”, dijo Elhordoy, que está al frente de Conciencia Agropecuaria por el MGAP.

Nahuel Casuriaga está cursando el segundo semestre de la Facultad de Comunicación de la UM e integra el proyecto Comunicar el Campo: “Como soy de Santa Lucía, me gustó asociarme a la idea de tratar de reducir esos prejuicios que están instalados en la sociedad. Los vemos cuando llegamos a la facultad, yo y mucha gente que conozco sentimos esa distancia que hay por ser del interior, que se ve en preguntas como ‘¿y vos ibas a la escuela a caballo?’”.

“Otro de los motivos por los que me interesó el proyecto es que no sea conocimiento para guardármelo para mí, sino poder difundirlo y decir ‘eso que te muestran no es tan cierto’. La impresión que me da mi experiencia particular es que la brecha existe, pero hay forma de reducirla”, dice el estudiante de 19 años.

La familia de Nahuel no está vinculada a la producción agropecuaria, pero a él le interesa establecer vínculos con ese sector.

Su grupo pasó un día en la estación del INIA en la Estanzuela y luego, una noche y un día en Dolores.

“Ni bien subimos a la camioneta, como soy de Santa Lucía enseguida tuvimos un debate sobre la ley de riegos”, relató el joven, recordando un intercambio con Marcos Guigou, dirigente de Agronegocios del Plata, que los recibió en su casa. “Lo que me dijo es ‘Nosotros lo que sentimos en el campo, lo que queremos es que en los momentos de escasez se pueda usar una reserva de agua’ y me ofreció un punto de vista distinto”.

“Cuando tuve la posibilidad de subirme a una máquina sembradora con un trabajador, Andrés, y lo entrevisté sobre la insignia del proyecto, pensé que me iba a decir que sí, que está muy marcado el prejuicio. Pero me sorprendió porque su respuesta fue que no lo notaba tanto, que claramente hay una brecha, pero que él no estaba pendiente de eso, como si fuera un asunto de percepción”, explica el estudiante.

También le llamó la atención “la modernidad de la sembradora, de todos los equipos que había. Cuando me subí a la sembradora era como estar adentro de una casa con aire acondicionado. Eso para mí, derriba el mito de que en el campo las condiciones son inhumanas. No quiero generalizar en base a mi experiencia, pero lo que yo vi es que la condiciones para un buen trabajo estaban dadas y que no era sacrificado”, relata Nahuel.

Para él, “lo más destacable” es que cada uno de los tres grupos, que fueron a Canelones, Tacuarembó y Dolores respectivamente, volvieron con una experiencia distinta respecto a lo que es el campo.

Concluye: “eso es lo bueno y lo rico, es que hay una diversidad en las perspectivas que tuvimos, es no tener un concepto unificado del campo. Caer en generalidades en este caso sería muy malo”.

Página de Conciencia Agropecuaria

Las publicaciones de los estudiantes en Reporter

Fotos en Flickr