FAO en Uruguay

A mejor conocimiento aplicado, mejor desarrollo de la ganadería

18/08/2015

El MGAP y la FAO incorporaron un segundo proyecto para la mejora de la estimación de emisiones de gases de efecto invernadero en la ganadería, con foco en la fermentación en el rumen.

La FAO y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) realizaron un taller el 5 de agosto con la oficial técnica proveniente de FAO Roma, Carolyn Opio, en el marco del proyecto “Reducción de emisiones de metano provenientes de la fermentación entérica”. La fermentación entérica se da a nivel del sistema digestivo de animales, en particular los vacunos.

Para conocer más en profundidad sobre este proyecto, conversamos con Walter Oyhantçabal, referente del MGAP para el tema.

¿Podría explicarnos el objetivo del taller?

Fue un taller de trabajo para acercarnos a mejorar la estimación de emisiones de gases de efecto invernadero en la ganadería y poder visualizar el impacto que podrían tener distintas medidas de mitigación, o sea de reducción de las emisiones o su intensidad.

Este proceso lo estamos realizando con el apoyo de la FAO y de un Centro de Investigación de Nueva Zelanda que se llama AgResearch. La FAO desarrolló un modelo (GLEAM) para estimar las emisiones, sobre todo de la ganadería vacuna y de un proceso de la ganadería vacuna que es la fermentación en el rumen (primera de las cuatro cavidades de que consta el estómago de los rumiantes), el cual produce metano y es un gas de efecto invernadero. Las emisiones de este gas se pueden modificar a la baja adoptando distintas medidas o prácticas tecnológicas.

En Uruguay el metano de origen vacuno es uno de los principales gases de efecto invernadero, porque somos un país muy ganadero. Tenemos doce millones de vacunos, 8 millones de ovinos, tres millones de personas y un 70% del territorio dedicado a la ganadería vacuna. Según los compromisos asumidos ante la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio climático, todos los países, según sus capacidades y el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas (los países desarrollados son los que tienen la mayor responsabilidad), deben hacer contribuciones para reducir las emisiones, porque el cambio climático es un problema de todos.

Estamos intentando identificar medidas que reduzcan las emisiones por unidad de producto, o sea por kg de carne producido lo que mejorará también la eficiencia, producción, productividad e ingresos de los productores. Es decir buscamos medidas del tipo ganar-ganar.

Es importante medir cuánto pueden contribuir las distintas medidas, mediante el modelo que desarrolló FAO. Para eso la organización nos ofreció ser un país piloto y estamos en un proceso de juntar la información que necesita el modelo para cargarla.

Este taller fue útil para presentar la información recolectada en un mes y medio de trabajo, plantear dudas y completar con lo que no está disponible en publicaciones mediante técnicas de juicio experto. La información que se validó en este taller la llevó la experta de FAO Roma, Carolyn Opio, para luego entregarnos los resultados de la corrida del modelo GLEAM y conocer el impacto de distintas medias de mitigación de las emisiones, en aproximadamente dos meses.

¿Cuál fue el rol de la experta Carolyn Opio?

Ella es investigadora principal en gases de efecto invernadero en la agricultura en FAO, y su rol es aportar metodología, domina el modelo, sabe lo que el modelo necesita y nos ha orientado estructurando la presentación de  la información en una serie de planillas que son las que hemos ido completando en las últimas semanas.

Utilizaremos esta información también para redactar la contribución prevista de Uruguay a la Convención de Cambio Climático para el período 2020-2030 que se presentará en la Conferencia a celebrarse en Paris en diciembre de este año, y en la cual debería acordarse un nuevo régimen mundial para manejar el tema de las emisiones de gases de efecto invernadero que reemplazará al Protocolo de Kioto. Los países tendrán que presentar sus contribuciones para conocer si en conjunto cumplen con el objetivo de intentar que la temperatura no aumente más de dos grados respecto al promedio de inicio de la revolución industrial.

Es así que en París se discutirá si se deberá aumentar el nivel de ambición, sobre todo de los países desarrollados y de los que son principales emisores. Uruguay emite el 0,04% de los gases de efecto invernadero en el mundo, es decir que aunque nosotros mitiguemos mucho, no impactará en el futuro de la temperatura del mundo, pero si lo harán EEUU, China o la Unión Europea.

¿En qué consisten las tecnologías a aplicar en nuestro territorio?

Se trata de tecnologías de manejo animal y de pasturas. Son tecnologías de procesos, no de insumos o de inversión, sino de conocimiento para optimizar un proceso productivo de manera de aumentar la productividad y reducir la intensidad de las emisiones por cada kilo de carne y lácteo producido.

Si, en otra entrevista reciente, sobre un proyecto que va relacionado con este, nos comentó sobre el plus que genera la tecnología basada en procesos.

Desde nuestra perspectiva eso es lo más importante, y la reducción de la intensidad de las emisiones de gases de efecto invernadero es un co-beneficio. Afortunadamente tenemos prácticas para promover un desarrollo sostenible de producción que reducen la intensidad de las emisiones y eso lo tenemos que aprovechar como oportunidad.

¿De qué tipo de procesos se trata?

En ganadería se trata de manejar las pasturas y los animales para aumentar la producción de pasto por hectárea y consiguientemente la producción de carne. El potencial es muy significativo, quizás 30 o 40% y es una meta alcanzable en un plazo de pocos años. En arroz hay prácticas de manejo de la inundación que pueden producir hasta la mitad de las emisiones de metano, pero tienen un impacto sobre el rendimiento, entonces los productores no adaptarán estas medidas salvo que tengan un apoyo o financiamiento externo que compense esa reducción del rendimiento.

Otras oportunidades importantes las visualizamos en el secuestro de carbono en suelos, monte nativo y plantaciones comerciales, y por lo tanto en la reducción de las emisiones netas del país. O sea si aumentamos el secuestro reducimos nuestras emisiones brutas.

¿De qué manera se realiza el secuestro de carbono?

En el caso de los bosques, a través de la fotosíntesis las plantas toman anhídrido carbónico del aire y con luz y agua lo combinan y transforman en biomasa, madera. En el caso de los suelos, incrementando el nivel de materia orgánica de los suelos, lo cual se logra aumentando la biomasa aérea y de las  raíces para promover un mejor desarrollo de las pasturas y por tanto mejorar la fertilidad y la productividad. Un suelo con mayor materia orgánica almacena más agua y de esta manera es menos sensible a la variabilidad de las precipitaciones, es más resiliente.

Por eso el secuestro de carbono nos interesa también desde el punto de vista de cómo conservamos un recurso, lo restauramos, le devolvemos las propiedades físicas y químicas que puede haber perdido y le damos las condiciones de ser más resiliente frente a los eventos climáticos extremos, en particular las sequías.

Esto se vincula con la importancia del cuidado de los suelos que promueve el Año Internacional de los Suelos…

Exactamente, por eso tenemos un proyecto con el GEF que apunta a validar a escala de 35 mil hectáreas con 60 productores un modelo de manejo de las pasturas en base a tecnología de procesos, aumentando la producción y la productividad por hectárea. Mediremos el impacto en las emisiones y el secuestro de carbono del suelo, en la calidad del agua y en la biodiversidad.

Estamos en la etapa de revalorizar el campo natural que nos permitirá más adelante producir más carne de pasto, la cual es mucho más sana que la carne de grano y tiene beneficios ambientales. A futuro habrá más demanda de proteína animal (70% para 2050). Esos consumidores estarán más informados sobre la mejor calidad que conlleva la carne de pasto, entonces la demanda aumentará y el precio también, así se presenta un horizonte auspicioso.