FAO en Uruguay

Fortalecimiento en la gestión de riesgos de desastres naturales

27/07/2016

Uruguay se prepara para mejorar su sistema de gestión integral de riesgos del sector agropecuario, que se ha visto afectado por fenómenos meteorológicos, a través de una estrategia sur-sur.

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), junto con la FAO, iniciaron un proyecto para la gestión de riesgos de desastres naturales con los países del CAS (Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay).

Con la ejecución del proyecto se espera que los países fortalezcan el marco regional para la gestión de riesgos de desastres (preparación, prevención y mitigación, respuesta y recuperación)  a través de una estrategia de cooperación sur-sur que afectan la agricultura familiar, la producción agropecuaria y la seguridad alimentaria.

Conversamos con Domingo Quintans, coordinador nacional en la Oficina de Programación y Política Agropecuaria del MGAP, sobre los alcances del proyecto.

¿Cuáles han sido los principales efectos sobre el sector agropecuario como resultado de las inundaciones y sequías que han acontecido últimamente?

El sector agropecuario es particularmente sensible a estos fenómenos meteorológicos y climáticos, por lo que la reducción en los rendimientos, las pérdidas parciales y totales de la producción en los principales productos agrícolas es lo más usual.

Además, debido a los encadenamientos del sector agropecuario hacia el resto de la economía, se ven afectados también la agroindustria, el comercio, el transporte y la exportación. Hay estudios que indican que la pérdida agrícola se trasmite hacia adelante con un factor de tres hacia el resto de la economía.

¿Cómo se han visto perjudicados los productores rurales?

Básicamente en la reducción de sus ingresos vía la reducción de rendimientos que apuntábamos antes. Además, según la magnitud de las pérdidas y las características del sub sector afectado, puede también afectar el cumplimiento de negocios previamente pactados con todas las consecuencias que ello conlleva.

¿Qué perspectivas tiene la Oficina de Programación y Política Agropecuaria con la implementación de este proyecto?

Cuando comenzó, la Dirección de la Oficina lo vio como una interesante oportunidad de identificar ideas de proyectos para mejorar el sistema de gestión integral de riesgos del sector agropecuario y potenciar la cooperación entre los países del CAS en la materia.

¿Cómo piensa Usted que será el trabajo coordinado con los demás países en esta cooperación sur-sur?

No tengo dudas acerca de que ahora, con un proyecto en el cual se programan las actividades de la cooperación sur-sur en el CAS, se logrará el objetivo buscado de potenciar los sistemas nacionales con la cooperación horizontal.

¿El país se encuentra preparado en los componentes de la gestión de riesgo para lograr los objetivos del proyecto?

Uruguay, desde hace algunos años, va en la dirección correcta de transformar la gestión de crisis en gestión de riesgos, potenciando los mecanismos de prevención, reducción, mitigación y transferencia de riesgos. Como todo camino, requiere de un tiempo de maduración de todos los componentes, y de mejorar el trabajo en red de todas sus instituciones competentes, lo que seguramente se logrará con mayor rapidez mediante los resultados de proyectos como el que FAO y CAS están desarrollando.

Contexto

Cada año, los países de América Latina y el Caribe se ven afectados por desastres naturales, tales como sequías, inundaciones, huracanes, deslizamientos, erupciones volcánicas, a los cuales se suman epidemias y enfermedades transfronterizas de animales y crisis socioeconómicas. Estos eventos resultan en pérdidas de vidas, bienes y medios de subsistencia, y por lo tanto debilitan la seguridad alimentaria y nutricional de las poblaciones más vulnerables.

Una tercera parte de la población de ALC vive en zonas de alto riesgo de desastres particularmente agroclimáticos. La población rural es la más afectada y en especial los pequeños productores que con medios de vida basados en actividades agrícolas altamente dependientes del clima y con una capacidad de recuperación muy baja, se ven enfrascados en un ciclo recurrente de empobrecimiento, convirtiéndolos en extremadamente vulnerables a las amenazas externas ya sean económicas o de origen natural, dado que el acceso a los alimentos constituye uno de los principales factores de inseguridad alimentaria en la región.

Por otra parte, la población rural pobre ocupa los terrenos más marginales, por lo que se ven obligados a desarrollar actividades productivas en zonas expuestas a todo tipo de amenazas climáticas.

En estas condiciones y sin el apoyo necesario, es muy difícil para la población salir de la pobreza o bien que su situación de vulnerabilidad se mitigue.

Dada la creciente frecuencia, intensidad y complejidad del conjunto de factores que contribuyen al riesgo de desastres, es necesario adoptar un enfoque holístico que pueda integrar los componentes de la gestión del riesgo, tales como la preparación, prevención y mitigación, respuesta y recuperación, y que apoye la transición hacia el desarrollo, abarcando todos los aspectos y fases de la gestión de los riesgos de desastres.