FAO en Venezuela

Conoce como las comunidades indígenas y FAO-GEF construyen la gobernanza compartida del manejo forestal sustentable en los bosques de Venezuela

27/04/2020

Una particular extensión de bosques protegidos del tamaño de Bélgica se encuentra en la zona sur oriente de Venezuela. Se le conoce como Reserva Forestal Imataca (RFI), la lengua aborigen la llama “lugar donde nacen las aguas”.

Es este el epicentro del proyecto Ordenación Forestal Sustentable y Conservación de Bosques en la perspectiva ecosocial (OFSCB), una iniciativa que recibe el financiamiento del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en ingles), y se ejecuta a través del esfuerzo del Estado venezolano, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en ingles) y las comunidades Kari’ñas1, habitantes ancestrales de dicha reserva.

Surge una necesidad

La protección de los bosques ha pasado a ser una tarea de primer orden, dentro de los objetivos de desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas y sus mecanismos multilaterales. Especialmente, se subraya la necesidad de gestionar, hacer seguimiento y evaluación de estrategias que apunten al manejo forestal sostenible.

El propio proyecto de OFSCB, identifica que la principal causa de pérdida de los ecosistemas forestales y los servicios ecosistémicos asociados (hábitat para la biodiversidad de importancia global, reservas de carbono y conservación de suelos) es la destrucción y alteración de hábitats naturales por el cambio en el uso de la tierra.

Las actividades productivas tales como la agricultura, la ganadería, los desarrollos urbanísticos, la expansión industrial y la minería son factores que impactan negativamente en la biodiversidad de estos sistemas naturales tan sensibles.

No ha sido casualidad que los esfuerzos de GEF, FAO y el Estado venezolano se centraran en Imataca. La reserva forestal, posee una gran riqueza natural y cultural; alberga unas 2.800 especies de plantas, 450 especies de aves, 153 de mamíferos, 90 de reptiles, 62 de anfibios y 242 de peces. Con una población de 38.199 personas conformada por pobladores indígenas como no indígenas.

Para salvaguardar dicha riqueza, el Proyecto se diseñó sobre la base de cuatro componentes: La creación de un sistema nacional integrado de información forestal (SINIIF), el fortalecimiento de capacidades e instrumentos innovadores para el manejo forestal sostenible, la restauración, conservación y MFS/MST de bosques en zonas afectadas por procesos de degradación y una estricta metodología de monitoreo para medir los avances.

Un enfoque que privilegia a las comunidades

Desde la conceptualización, hasta la puesta en práctica de las distintas herramientas de manejo forestal sustentable, el proyecto de OFSCB han tenido como piedra angular el trabajo conjunto con las comunidades indígenas.

Jesús Alexander Cegarra, coordinador técnico de la iniciativa, lo considera la mayor de las fortalezas.

“la participación de las comunidades Kariñas y pueblos originarios de la región de la Reserva Forestal Imataca, ha sido activa y protagónica desde el momento del diseño del proyecto OFSCB, incluso en la fase de implementación, y en la gestión general de las actividades, de hecho forman parte del comité directivo del proyecto y han participado en prácticamente todas las actividades que les afectan”.

A juicio de Cegarra, la diferencia de los proyectos que contemplan la articulación de las comunidades y los que no, es que los primeros tienden a permanecer en el tiempo.

Otorga una argumentación de peso: “los indígenas son los que viven y habitan permanentemente en la reserva, han sido garantes de la preservación de esos espacios, y se van a quedar allí”.

La asistencia técnica del proyecto, promueve un proceso de capacitación, formación y fortalecimiento de los elementos de carácter técnico y de compromiso ambiental. De esta forma, se garantiza que los beneficiarios cuenten con herramientas para el monitoreo, seguimiento, y aprovechamiento de manera sustentable del recurso bosque.

Hechos que demuestran un compromiso

El proyecto ha contribuido a la mejora de las capacidades de evaluación y monitoreo forestal en estos años, han conseguido ampliar el conocimiento de la biodiversidad en Venezuela, mediante protocolos para la recolección y actualización de datos forestales y realización de acciones específicas, como el catastro florístico y mapeo temático nacional.

Sin embargo, lo que puede considerarse uno de los logros más destacados a esta fecha, es la creación de TUKUPU. La primera empresa forestal indígena de las comunidades Kariñas de la Reserva Forestal Imataca.

Dicha empresa aprobada en 2019, por todo el consejo de líderes indígenas de la RFI, es el punto más alto dentro del compromiso de los socios del proyecto y sus beneficiarios.

6500 hectáreas fueron asignadas por el Estado venezolano a las comunidades indígenas para avanzar en el comanejo forestal, en la Unidad C3, eje Tumeremo-Bochinche en la reserva Forestal Imataca.

“A partir de allí se formuló un protocolo para el control especifico y la implementación de métodos de trabajo para el Manejo Forestal Sustentable por parte de las comunidades indígenas en esas hectáreas. Además se ha avanzado en el proceso de demarcación para hacer el levantamiento del inventario forestal y la intervención, el monitoreo y el seguimiento”, puntualiza Cegarra.

La voz indígena

A pesar de las restricciones que impone la pandemia de la COVID-19 en el mundo, y gracias a los procesos previos de capacitación y formación, los indígenas beneficiarios del proyecto continúan sus actividades habituales.

Hacen levantamiento de información en su propia lengua, avanzan en la fase de recolección de semillas forestales y establecen sus propios viveros para aportar material vegetal a la restauración de las zonas degradadas, mejorar sus sistemas agroforestales (conucos) incorporando especies frutales que aportan mayor seguridad alimentaria a las comunidades.

Así lo informa Cecilia Rivas, lideresa Kariña de la comunidad indígena que habita la Reserva Forestal Imataca

Para ella, hablar del proyecto GEF-FAO pasa por reconocer el esfuerzo para dotar a las comunidades autóctonas de herramientas para hacer un mejor aprovechamiento del bosque que habitan por generaciones.

Coincide en que la empresa forestal indígena TUKUPU, es el mecanismo que ha permitido que la comunidad se sienta ya no solo como espectador sino como protagonista del proyecto.

“Creo que uno de los logros más importantes, ha sido animar a las mujeres de la comunidad para participar activamente en las distintas tareas. Ya sea la recolección de semillas forestales, la construcción de los viveros, los talleres y cursos para aprovechar sosteniblemente los recursos del bosque. Tukupu permitió que la comunidad comenzase a creer que era posible avanzar en colectivo para mejorar nuestras propias vidas”.

Sin embargo, aún falta mucho por hacer. Son áreas prioritarias en las que coinciden tanto los representantes de la asistencia técnica como las comunidades Kariñas.

La consolidación del mercado indígena para manejar los excedentes de la producción agroforestal específicamente de los conucos y los productos que se pueden extraer del bosque, es el próximo paso.

En el proyecto se contempla el fortalecimiento de un mercado indígena en la capital del municipio Sifontes, donde se encuentra la reserva forestal. La tarea es lograr el aprovechamiento integral de productos forestales maderables

secundarios y productos forestales no maderables, como fibra, resina, miel, aceite, miel, cera, polen, así como los productos que se obtienen en los conucos, frutos, semillas y el tradicional casabe (un pan circular que se hace con la harina de yuca), para que su comercialización le brinde recursos adicionales a la comunidad.

Para la lideresa indígena, esta iniciativa de GEF-FAO y Estado venezolano y comunidades, les ha proporcionado una oportunidad con la que nunca antes contaron. Sus palabras, así lo resumen:

“Nuestra mayor motivación como comunidad Kariña es demostrarle al mundo que sí podemos avanzar en el desarrollo del proyecto, El bosque es nuestro hogar, lo es todo”, concluye Rivas.