FAO en Venezuela

Género: Herramienta para visibilizar las diferencias y construir la igualdad en el espacio agroproductivo

14/08/2017

A menudo nos topamos con distintos artículos de prensa, documentos académicos o  numerosas conversaciones donde el uso de las palabras “sexo y género” parecieran ser sinónimos, pero no lo son. El término “género” es introducido en la teorización feminista en los años 70, conceptualizándose “género” desde su oposición a “sexo”; el género permitió identificar la diferencia de los sexos que se encontraba escondida en la neutralidad del lenguaje y además colocó sobre la mesa el carácter de construcción socio-cultural de las diferencias entre los dos sexos.

Históricamente las diferencias sociales de los cuerpos sexuados se han traducido en una relación de dominación del género masculino sobre el femenino, dando como resultado un mundo profundamente andro-céntrico, con profundas desigualdades naturalizadas en el día a día, pero sin duda con importantes consecuencias en las relaciones sociales; con lo cual y desde esa misma óptica andrógina, se han reservado para el hombre aquellas funciones pertenecientes a la esfera pública (el trabajo fuera del hogar, la representatividad,, el control de los medios de producción, etc), que a su vez ,confiere relevancia y poder a quien las detentan. Por el contrario, han atribuido a las mujeres aquellas funciones más cotidianas, más de infraestructura domestica (por otro lado imprescindibles), relegándolas socialmente a un segundo plano.

El espacio del campo y de todo lo relacionado a las actividades agro-alimentarias no se encuentra exento de tratos desiguales hacia la mujer. En el medio rural las mujeres tienen menor acceso que los hombres a los recursos productivos, servicios y oportunidades, como la tierra, el ganado, recursos financieros y la educación.

Paradójicamente, pese a cualquier escenario adverso y desigual, las mujeres siempre han realizados importantes aportes a la agricultura y a la alimentación, según estimaciones de la FAO (FAO, 1995a) son ellas las que producen más del 50 por ciento de los alimentos cultivados en todo el mundo, además de jugar un papel decisivo en la preservación de la biodiversidad y de las tradiciones culturales inherentes a la tierra, los alimentos y todo lo relacionado al campo.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha identificado el género como una herramienta fundamental en la lucha contra el hambre y la pobreza; recordando además que la mayoría de los pobres en el mundo son mujeres, y que al mismo tiempo existe una tendencia hacia la llamada "feminización de la agricultura" o bien el creciente dominio de las mujeres en la producción agrícola aparejado a la disminución de la presencia de hombres en el sector. Esta tendencia hace que sea aún más apremiante reforzar las capacidades de la mujer para llevar a cabo sus tareas en la producción agrícola y sus otras contribuciones a la seguridad alimentaria.

En este contexto, en 2012 el Director General de la FAO, José Graziano da Silva anuncio oficialmente la adopción de la nueva política institucional de Igualdad de Género de la FAO; esta política guía los esfuerzos de la Organización para garantizar que los aspectos relativos a la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer se integren plenamente en todas las áreas de trabajo: seguridad alimentaria y nutricional, agricultura y protección del consumidor, desarrollo económico y social, pesca y acuicultura, bosques, ordenación de recursos naturales y medio ambiente, cooperación técnica, intercambio de conocimientos, investigación y extensión.

Un mundo menos desigual y menos violento para las mujeres es responsabilidad de todas y todos, por lo tanto son necesarios todos los esfuerzos individuales y colectivos para la incorporación del enfoque de género a la vida cotidiana.