Se prevé que en la primera mitad de este siglo la demanda mundial de alimentos, piensos y fibras se incrementará aproximadamente en un 70 %, y que los cultivos se utilizarán cada vez más para la obtención de bioenergía y para otros fines industriales. La demanda nueva y tradicional de productos agrícolas, por consiguiente, acarreará una presión creciente sobre los ya escasos recursos agrícolas. Y mientras que la agricultura se verá obligada a competir por la tierra y el agua con los núcleos urbanos en expansión, también tendrá que ser de utilidad en otros grandes frentes: la adaptación al cambio climático y la contribución a su mitigación, la ayuda para conservar los hábitat naturales y el mantenimiento de un alto nivel de biodiversidad. Al mismo tiempo, menos personas vivirán en las zonas rurales y un número incluso menor se dedicará a la agricultura. Estas personas precisarán nuevas tecnologías para producir más en una superficie menor de tierra, con menos brazos.
Con objeto de examinar estas cuestiones y otros asuntos conexos la FAO convocó en Roma una reunión de expertos de tres días bajo la presidencia de Hartwig de Haen, ex Subdirector General responsable del Departamento de Desarrollo Económico y Social de la Organización. Se encargaron a una vasta gama de expertos 17 documentos, que fueron presentados por sus autores. Hubo además tres intervenciones sin documentos de apoyo. Cada presentación fue seguida de un amplio debate.
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