• Ante la emergencia epidemiológica de sobrepeso y obesidad que enfrenta el país, contar con un etiquetado de alimentos que informe correctamente a consumidores es un mecanismo para mejorar la alimentación y hacer frente a la situación.

Ciudad de México. El actual etiquetado de alimentos en México presenta diversas dificultades para ser entendido por todos los consumidores. El etiquetado nutrimental de alimentos debe presentar la información de manera clara, sencilla, veraz, y, sobre todo que sea de fácil comprensión para las y los consumidores, dirigido a proteger la salud de la población, particularmente de la niñez, apuntando así a la realización plena del derecho humano a la salud e información.

Un aspecto relevante del etiquetado es el concerniente a los azúcares. Las recomendaciones de la FAO y OPS/OMS procuran desincentivar el consumo de los azúcares libres, pues no son necesarios para el consumo humano.

Las Agencias de la ONU sostienen la necesidad de separar azúcares “totales” y azúcares naturalmente presentes en alimentos sin procesar de aquellos que son “añadidos” o “libres”, porque éstos están asociados a un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles.

Respecto a los azúcares el actual etiquetado está basado en el valor de referencia de 18 por ciento de la energía total requerida (360 kilocalorías), mismo que no se enmarca en las recomendaciones de la Naciones Unidas para combatir la obesidad y el sobrepeso, caries dentales y otros problemas de salud asociados, como la diabetes. Este valor tiende a mal informar al consumidor, al hacerle creer que en su ingesta diaria el consumo recomendado de azucares podría llegar hasta un 18 por ciento, lo cual representa casi el doble de la recomendación, ya que la ingesta de azúcares “libres” debe ser inferior a un 10 por ciento de la ingesta de energía total.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Panamericana de Salud / Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) consideran que hoy México tiene la valiosa oportunidad de construir directrices para la adopción de etiquetados de advertencia basados en evidencia, de fácil comprensión, incluso por parte de niñas y niños, y que permitan a la población tomar decisiones más saludables.