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3. EL ECOSISTEMA FORESTAL URBANO EN QUITO


3.1. El ecosistema forestal urbano existente
3.2. Potencial para introducción de vegetación adicional en el ecosistema del bosque urbano de Quito
3.3. Funciones del ecosistema del bosque urbano

En esta sección se examinarán las características biofísicas y sociales del ecosistema forestal urbano. También se discutirá la función de los árboles y la vegetación en el socio-ecosistema urbano de Quito. Posteriormente se determinará el potencial para crear más espacios verdes en el Distrito Metropolitano de Quito, a la luz de las condiciones espaciales, demográficas y ambientales actuales y proyectadas.

Mapa 2.9. Cinturón Verde de Quito

(Fuente: IMQ, 1992a)

3.1. El ecosistema forestal urbano existente

Actualmente existe en Quito una gran variedad de tipos de vegetación, diferenciados de acuerdo al tipo y la localización de los espacios urbanos, así como por los objetivos asignados a la cubierta vegetal por parte de los habitantes. Cada área posee también un potencial específico para sembrar y mantener vegetación en el futuro.

En el análisis se incluyen todos los tipos de vegetación de la zona urbana y periurbana, con el fin de ayudar en el manejo integrado del ecosistema forestal urbano en el área metropolitana de Quito. Se discuten bosques, árboles frutales, ornamentales y arbustos, así como plantas herbáceas, pastos, flores y cultivos alimenticios. Este enfoque se justifica porque la vegetación urbana de cualquier tipo comparte funciones sociales y ecológicas, así como por el reconocimiento de la existencia de muchos vínculos actuales y potenciales entre las actividades y prácticas relacionadas con cada tipo de vegetación urbana, incluyendo silvicultura, horticultura, paisajismo, jardinería decorativa y agricultura.

El tipo, la cantidad y localización de la vegetación en Quito, junto con elementos artificiales de la ciudad (edificios, infraestructura de servicios, sistema de calles, etc.) se combinan para definir la estructura y composición del ecosistema forestal urbano. Estos elementos se discutirán separadamente para el núcleo urbano y las zonas periurbanas del área metropolitana.

Núcleo Urbano

Árboles: En 1990 y 1991 se realizó un detallado y exhaustivo análisis de necesidades del bosque del núcleo urbano de Quito (i.e., excluyendo las parroquias periurbanas del Distrito Metropolitano), centrado solo en la vegetación leñosa (árboles y arbustos). Esta determinación de necesidades fue parte de un esfuerzo de planificación a diez años, conducido por una ONG ambiental local, Fundación Natura, en colaboración con la Subdirección de Parques y Jardines de la ciudad.

Esta obra recolectó una considerable cantidad de información sobre el bosque existente en la ciudad y la necesidad de árboles en cinco categorías del espacio urbano, descritas con mayor detalle en el Recuadro 3.1 (ver también Gangotena et al., 1990). Estos datos han sido actualizados y suplementados con información de las observaciones de la autora, entrevistas con empleados del gobierno citadino y Fundación Natura, así como con información actualizada del censo y documentos de agencias gubernamentales sobre el uso del suelo (INEC, 1990; IMQ, 1992a, b, c y d).

Recuadro 3.1: Tipología de los espacios urbanos para aplicaciones de silvicultura

Durante el desarrollo de la metodología del Programa de Arborización de Quito, fue evidente que gran parte de la diferenciación de la estructura, composición y funciones del bosque urbano era causada por diferencias en el tipo de espacio donde se encontraba la vegetación. El equipo investigador definió una tipología de los espacios urbanos, a fin de contribuir a la determinación del estatus del ecosistema forestal urbano existente, y permitir una cuantifícación de las futuras necesidades de vegetación en todo el núcleo urbano,

La tipología se basa principalmente en la forma y los usos humanos de los elementos urbanos importantes en la ciudad. Muchas consideraciones importantes para la forestación urbana se incorporan a la identificación de los tipos más comunes, incluyendo:

· limitaciones espaciales del tipo de sitio (horizontales y verticales);
· características del ambiente construido en y alrededor del sitio (superficies, edificios, etc.) y,
· objetivos y usos humanos típicamente asociados con el tipo de sitio (transporte, recreación, etc.).

Se identificaron primeramente cinco grupos principales de espacios para la porción urbana consolidada de la ciudad. Estos son:

· Red Vial Principal
· Red de calles residenciales
· Espacios verdes públicos
· Propiedades privadas, y
· Áreas protegidas especiales

A cada una de estas categorías generales se le asignó a su vez algunas subcategorías más refinadas, de acuerdo al tamaño, la función, el material superficial, etc., de cada espacio. En este documento se ha ampliado la categorización original preparada para el plan de Quito y en el Apéndice B se presenta un listado completo de 66 diversos tipos de sitios. Debe notarse que esta tipología se aplica solamente a la porción urbana consolidada del área metropolitana. Falta desarrollar una clasificación de espacios para la zona periurbana, a fin de contribuir al análisis de aquel sistema forestal y guiar la selección de especies vegetales.

En el proceso de planificación del bosque urbano de Quito, las clasificaciones antropocéntricas resultantes de este análisis se utilizaron, junto con información ecológica (clima, tipo de suelo, etc.) para encontrar especies apropiadas a cada tipo de espacio urbano. En el Apédice B se presenta un ejemplo del proceso de selección de especies de árboles utilizando esta tipología.

Fuente: Gangotena et al., 1991

A continuación se presentan los principales hallazgos en el estado del bosque urbano para cada «tipo» de espacio:

· Red Vial Principal (grandes avenidas con parterres, redondeles y veredas) y Red Vial Residencial (calles más pequeñas que solo tienen veredas)

Las Tablas 3.1 y 3.2 presentan información sobre los niveles de arborización desde 1983 a 1990. A partir de 1990 se sembraron muchos árboles jóvenes en parterres y veredas de las principales avenidas y calles residenciales de la ciudad. Aunque no se dispone del número exacto de árboles plantados desde 1990, las estimaciones llegan a los cientos de miles. A pesar de ello, las tasas de mortalidad en este período han sido muy altas. El personal municipal estimó una tasa de mortalidad del 50% o mayor de 1990 a 1993 en las arterias principales (parterres y veredas), y hasta del 80-90% en las veredas de calles residenciales, sobre todo debido al tamaño extremadamente pequeño de muchos árboles (frecuentemente menos de 30 cm de alto). En los últimos años, esta tasa ha disminuido hasta menos del 30% en las arterias principales, a partir de un esfuerzo por sembrar especímenes más grandes (Torres, comunicación personal, 1995).

Foto 3.1: Vista de una calle en el centro colonial de Quito. Notar la falta de espacio para plantar árboles

Existe una diversidad considerablemente alta de especies arbóreas en parterres y veredas de las redes de arterias principales y calles residenciales. La Tabla 3.3 presenta la distribución de especies de árboles en la red vial. Los árboles son sobre todo de especies exóticas, aunque recientemente ha existido una disminución marcada de la producción y siembra de algunas de las especies introducidas más comunes en el pasado, particularmente pino (Pinus spp.), ciprés (Cupressus macrocarpa), eucalipto (Eucalyptus globulus), platán (Platanus orientalis) y acacia (Acacia dealbata). Recientemente se ha sembrado una mayor proporción de especies nativas, junto con otras exóticas antes menos frecuentes o inexistentes en las calles de Quito (aunque pueden haber existido en parques y jardines privados). El Apéndice C presenta una lista completa de especies de árboles y arbustos producidos actualmente en los viveros de la ciudad.

Tabla 3.1: Red vial de Quito - Niveles de arborización de 1990

LOCALIZACIÓN

LONGITUD TOTAL (km.)

NÚMERO DE ÁRBOLES(1)

DETALLE DE NIVELES DE ARBORIZACIÓN

NIVEL DE ARBORIZACIÓN GENERAL (%)

Porcentaje del total con nivel de arborización del 50%

Porcentaje del total con nivel de arborización del 25-50%

Porcentaje del total con nivel de arborización del 0-25%

PARTERRES DE ARTERIAS PRINCIPALES

185

6019

29.5%
(con una arborización promedio del 75%)

27%
(con una arborización promedio del 38%)

43.5%
(con una arborización promedio del 8%)

34.6%

VEREDAS DE ARTERIAS PRINCIPALES

364
(incluyendo ambos lados de la calle)

1702

11%

27% (con nivel de arborización del 1-50%)
61% (con nivel de arborización del 0%)

14%

VEREDAS DE CALLES RESIDENCIALES

desconocido

5555
(estimado) (2)

0%
(calculado en base a promedios barriales)

0%
(calculado en base a promedios barriales)

100%
(variación de arborización del 5-21%, dependiendo del barrio)

7%
(aproximado)

Fuente: Gangotena et al., 1990

(1) incluye únicamente árboles de un metro o más de altura
(2) extrapolación de barrios «tipo» muestreados
(3) para los parterres, basado en la reforestación máxima en un espaciamiento «ideal» de 7.5 metros, y descontando un 35% de la longitud total de la calle como espacio inutilizable; para veredas en avenidas principales, basado en un espaciamiento ideal de 7 m.; y para veredas en calles residenciales, basado en un espaciamiento ideal de 14 m. y descontando varios porcentajes de la longitud total de la calle, que dependen de características barriales específicas.

Tabla 3.2: Red vial - Avenidas - Cambios en el número de árboles, 1983-1990

LOCALIZACIÓN

TOTAL DE NUEVOS ÁRBOLES SEMBRADOS

TOTAL DE ARBOLES PREEXISTENTES Y PERDIDOS(1)

TOTAL DE ARBOLES NUEVOS SOBREVIVIENTES (2)

PROMEDIO ANUAL DE NUEVOS ÁRBOLES SOBREVIVIENTES

PARTERRES

desconocido

207

1666

238

VEREDAS

desconocido

desconocido

996

142

Fuente: Gangotena et al., 1990

(1) no están registradas las causas de muerte o remoción
(2) esta cifra incluye árboles encontrados en áreas de reciente expansión del desarrollo urbano de 1983 a 1990

Tabla 3.3: Distribución de especies de árboles en la red vial de Quito, 1990

Nombre de la especie
n = nativa
e = exótica

Localización

Parterre
(% aproximado del total)

Vereda
(únicamente presencia o ausencia - % no disponible)

Acacia dealbata (e)
Acacia melanoxylon (e)

31.3

presente

Pinus radiata (e)
Pinus patula (e)

23

raro

Sauce humboldtiana (n)
Sauce babylonica (e)
Sauce pyrimidalis (e)

8.2

presente

Inesa colenda (n)
Parajoubea cocoides (n)
Phoenix canariensis (n)
(Tipos de palmeras)

6

raro

Eucalyptus globulus (e)

5.8

raro

Platanus orientalis (e)

4.6

presente

Sambucus negro (n)

3.5

presente

Cupressus macrocarpa (e)

3.2

raro

Populus alba (e)

2.8

presente

Fraxinus excelsior (e)

1.3

raro

Juglans neotropica (n)

0.6

raro

Tecoma stans (n)

0.4

presente

Ligustrum japonicum (e)

0.2

presente

Callistemun citrinus (e)

raro

presente

Delostoma integrifolium (n)

raro

presente

Cassia canescens (n)

raro

presente

Magnolia grandiflora (e)

raro

presente

Hibiscus roseus (e)

raro

presente

Chionanthus pubenscens (n)

raro

presente

Fuente: Gangotena et al., 1990

La condición y salud de los árboles varían de malas a buenas en toda la red de calles. Los árboles reciben mantenimiento esporádico, y muchos necesitan ser podados o recibir otros cuidados. En general, los árboles de las calles residenciales reciben menos mantenimiento que los de la Red Vial Principal. Además, la menor altura de los cables eléctricos en los barrios residenciales ha llevado a un serio problema de «poda» radical y generalmente destructiva de estos árboles por parte de trabajadores de la Empresa Eléctrica. De acuerdo con empleados de la Subdirección de Parques y Jardines, son raras las plagas, aunque algunas especies exóticas de la ciudad como Platanus orientalis y Salix pirimidalis han sufrido problemas de infestación de un tipo no identificado. Además, el daño por vandalismo y pastoreo es alto y los árboles muy pequeños (menos de 50 cm. de altura) con frecuencia son dañados o se secan por falta de riego (Flores, comunicación personal 1995; Torres, comunicación personal, 1995; Espinosa, comunicación personal, 1995).

Foto 3.2: Vista de un barrio típico al norte de Quito. Notar el trazado espacioso y nuevo, viviendas de grupos de ingresos bastante altos, la existencia de vegetación en algunas calles y patios

· Espacios Verdes Públicos (incluyendo barrios, parques metropolitanos y lotes públicos baldíos)

La Tabla 3.4 presenta información sobre el área total de espacios verdes y el número de árboles en parques públicos dentro del núcleo urbano de Quito. Dentro de estos promedios, el norte de la ciudad, de mayores ingresos, ha sido históricamente el mejor servido, en comparación con las zonas sur y central. A inicios de la década del noventa se añadió una nueva área muy extensa al sistema de espacios verdes urbano, bajo la forma de un gran parque metropolitano, el Parque de Bellavista. Localizado en la periferia noreste de la ciudad, el parque más que duplicó el área total de espacios verdes públicos de la ciudad.

Además de los parques públicos existentes, las regulaciones del uso del suelo en Quito requieren que todo proyecto habitacional separe un mínimo del 10% de su área para espacio abierto público. Sin embargo, este requerimiento no siempre se cumple estrictamente. Aún cuando se reserve esta tierra, los empresarios privados rara vez siembran o transforman en parque estas parcelas (aunque la ley también lo exige). No existe una cifra exacta del área total de espacio verde añadido a las propiedades de la ciudad por este o cualquier otro mecanismo desde 1990.

La diversidad de especies arbóreas es mayor en los parques que en las calles, aunque muchas de las especies más comunes son las mismas que las de la Tabla 3.3. De la misma manera que los árboles de la red vial, la distribución de especies está dominada por ornamentales exóticas, con algunos intentos recientes por aumentar la proporción de especies nativas. La condición de los árboles es de regular a buena en la mayoría de los parques públicos del núcleo urbano, aunque igual que con la red vial, el mantenimiento es mínimo y generalmente no preventivo. No existe regeneración natural en la mayoría de parques de Quito. Se produce alguna regeneración en las áreas boscosas del Parque Metropolitano de Bellavista, aunque no se ha cuantificado con exactitud.

Existen algunas propiedades municipales dentro de los límites de la ciudad que actualmente están desocupados y que podrían desarrollarse como parques públicos. Oficiales de la Subdirección de Parques y Jardines trabajan actualmente con la Dirección Municipal de Avalúos y Catastros para determinar la localización, el tamaño y la condición de esas parcelas, y revisar su potencial utilización como parques (Morales, comunicación personal, 1996)

Foto 3.3: Vista de un barrio típico al sur de Quito. Notar las viviendas de grupos de bajos ingresos, mezcladas con algunas construcciones de industria ligera sin terminar o destinadas a zonas de uso agrícola

Tabla 3.4: Espacios verdes públicos en Quito (únicamente núcleo urbano), 1975-1993

 

Estándar internacional

Estándar del Plan Municipal de 1975

1975(1)

1990
(sin el Parque de Bellavista)

1993
(con el Parque de Bellavista)(3)

por habitante

por habitante

por habitante

total

por habitante

total

por habitante

Área de espacio abierto

7-11 m2

7 m2

1.21 m2

460 hectáreas

4.2 m2

1031 hectáreas

9.41 m2

Número de árboles

N/A

N/A

desconocido

7550 (2)

N/A

57.100 (4) (estimado)

N/A

Fuentes: Gangotena et al., 1990; IMQ, 1994

(1) la cifra abarca todos los «espacios recreacionales» en la ciudad, incluyendo instalaciones pavimentadas y construidas

(2) cifra extrapolada en base a la cubierta de árboles promedio de una muestra de diversos tipos de espacio recreacional abierto en la ciudad

(3) la cifra no incluye crecimiento poblacional desde 1990 o retiros requeridos del 10% para espacio verde en nuevos proyectos inmobiliarios construidos de 1990 a 1993

(4) cifra calculada añadiendo un promedio estimado de cubierta de árboles existente de 100 árboles/hectárea para el Parque de Bellavista. No se incluyen siembras adicionales de árboles en parques urbanos de 1990 a 1993.

Foto 3.4: Vista de extensiones abiertas en el gran Parque La Carolina en el norte. Notar en este parque las grandes extensiones de campos verdes abiertos para jugar fútbol y paseos campestres, y una cantidad bastante grande de árboles esparcidos por todas partes

Foto 3.5: Un área en el antiguo Parque El Ejido, justo al norte del antiguo centro colonial, donde los hombres juegan. Notar que la intensiva actividad recreacional ha llevado al degrado de la vegetación en muchos parques fuertemente explotados. Su recuperación es difícil para la municipalidad debido a la falta de fondos y de personal

Foto 3.6: Arbol de magnolia ubicado en la Plaza Independencia frente al palacio presidencial en el centro colonial antiguo. Nótese que "la plaza" tiene un trazado muy típico de las ciudades latinoamericanas. Este está muy bien cuidado, ya que el sector colonial de la ciudad ha sido declarado lugar de patrimonio nacional, y se han destinado importantes sumas en dólares para su restauración y cuidado

· Propiedad Privada (incluyendo propiedad residencial, comercial e institucional)

En 1991 existían 5.734 hectáreas asignadas a usos residenciales en el núcleo urbano de Quito, lo que representaba aproximadamente un 47% del área urbana ocupada (IMQ, 1992d). No existen cifras exactas sobre el área de la propiedad privada no residencial (esto es, fábricas, negocios, hospitales, escuelas, etc.), dentro del núcleo urbano, ni sobre el número de árboles presentes en estos espacios.

En 1990, el equipo de planificación de arborización urbana de Fundación Natura realizó un análisis de diversos tipos de lotes residenciales privados y su potencial para forestación. Sin embargo, no se hicieron estimaciones sobre los niveles actuales de siembra de árboles en jardines privados en la ciudad o en otros tipos de propiedades privadas no residenciales (comerciales, institucionales, etc.). La autora ha observado informalmente una mediana a alta presencia de vegetación en la mayoría de lotes residenciales de la ciudad, independientemente del nivel socioeconómico del barrio. El número de árboles parece estar relacionado sobre todo con el espacio disponible, pero casi todos los patios de casas unifamiliares tienen al menos un árbol. Otros lotes privados ocupados tienen un variado nivel de jardinería ornamental, dependiendo del uso primario del suelo en el lugar.

Las especies de árboles presentes en las propiedades privadas de la ciudad son extremadamente diversas e incluyen muchas de las encontradas en los espacios públicos, así como muchas plantas ornamentales exóticas. La condición de los árboles en lotes privados tiende a ser de buena a excelente, ya que la mayoría de personas cuidan muy bien sus jardines domésticos o de sus negocios. En barrios de clase media y alta con frecuencia se contratan jardineros. La regeneración natural de los árboles probablemente es rara o inexistente en todo tipo de lotes privados ocupados.

Foto 3.7: Viviendas de grupos de bajos ingresos en un barrio de casas de instalación espontánea, en los límites de la ciudad, con jardines de casas complejos y mixtos (árboles frutales, plantas decorativas, plantas medicinales, huertos)

No existe información sobre la cubierta vegetal de lotes baldíos de propiedad privada, pero la observación casual indica que existe una mínima presencia de árboles adultos en esas propiedades, que tienden a estar dominadas por pastos, plantas herbáceas o arbustos.

· Zonas de Protección Especial

El núcleo urbano de Quito tiene cuatro tipos de zonas de protección especial, tipificadas por la forma o cubierta de la tierra: áreas elevadas o colinas, quebradas de drenaje, áreas ribereñas y zonas de bosque. Cada una presenta una serie de usos posibles, que determinan en gran medida el tipo y la cantidad de forestación urbana apropiada para ellas. Estas condiciones genéricas (aplicables a todas las zonas especiales) se presentan en la tipología de espacios urbanos en el Apéndice B.

El Panecillo y el Itchimbía son colinas importantes a ser protegidas en la zona central de la ciudad. Existe algún asentamiento en ambas, pero aún hay áreas verdes significativas en donde se ha realizado forestación ocasional u otros trabajos, lo que representa un área disponible total de 90 hectáreas en El Panecillo y de 33 hectáreas en el Itchimbía. En el Panecillo se han organizado campañas de siembra de árboles nativos (apoyadas por el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Educación y Cultura) pero la tasa de supervivencia de las plantas a largo plazo solo ha sido moderada. No existía información sobre el número total de árboles actualmente existentes en estos espacios urbanos. Es posible que la regeneración natural de la cubierta de árboles no sea significativa debido a la presencia de ganado doméstico que pasta en el área.

La mayoría de canales de drenaje y quebradas han sido rellenados durante el curso del desarrollo de Quito desde tiempos coloniales, pero los que permanecen intactos usualmente tienen vegetación, tanto de plantas herbáceas como de algunos arbustos leñosos y árboles.

El río Machángara y el río Grande, mucho más pequeño, atraviesan directamente el núcleo urbano de Quito con una longitud total de 9.5 y 3.5 km., respectivamente. Los márgenes de los ríos están en malas condiciones y la calidad del agua es baja. No existen datos sobre los actuales niveles de cubierta de bosque en zonas ribereñas, pero la observación casual constata un nivel de bajo a moderado de vegetación arbórea, casi toda espontánea y que no recibe cuidados. Históricamente la Subdirección de Parques y Jardines de la ciudad no ha participado de manera significativa en la restauración de quebradas o áreas ribereñas dentro de los límites de la ciudad. Sin embargo, en años más recientes se han emprendido algunas iniciativas barriales (incluyendo algunas con apoyo municipal o de ONGs) para limpiar, resembrar y proteger quebradas comunitarias (Sáenz, comunicación personal, 1995; ICLEI/IMQ, 1996).

Foto 3.8: Vista de una zona de Protección Especial - una quebrada de un río con gran vegetación dentro de los límites de la ciudad. Nótese que esta zona aún está limpia y en estado impecable y muestra como podría conservarse

La única área boscosa grande dentro de los límites de la ciudad es el Parque de Bellavista. Sin embargo, debido a la reciente presencia municipal en esta área, hasta la fecha no se han realizado muchas plantaciones de árboles. Sin embargo, para el futuro cercano se ha planificado algo de manejo forestal y plantaciones de enriquecimiento, incluyendo la siembra de grandes áreas con especies nativas.

No existe un inventario de especies de árboles en las zonas de protección especial de la ciudad. Sin embargo, se sabe que en el Parque de Bellavista dominan las especies exóticas Eucalyptus globulus y Pinus radiata, aunque no existe información sobre la estructura de las edades de estos bosques o sobre las tasas de regeneración natural. Las quebradas urbanas y las zonas ribereñas en el área metropolitana tienen al menos algunas especies nativas en sus sectores menos perturbados. Aunque no existe un inventario sistemático de su flora, en estos espacios se encuentran especies nativas como Oreopanax ecuadorensis, Alnus jorullensis, Baccharis spp. y otras.

La condición de la vegetación boscosa es de regular a buena en la mayoría de zonas de protección ecológica. Hasta la fecha las plagas no han sido un problema mayor. Existe un alto riesgo de incendios intencionales en las áreas densamente boscosas del límite del núcleo urbano y en algunas quebradas, especialmente en el Parque Bellavista.

Otra Vegetación: Casi no existe información cuantitativa sobre la presencia de otros tipos de vegetación en la porción urbana consolidada de Quito, fuera de árboles y arbustos. De la documentación disponible (Gangotena et al., 1990, IMQ, 1992d; Fundación Natura, 1987; Moore et al., 1984), así como de entrevistas con empleados municipales y la experiencia personal de la autora, se pueden inferir algunas conclusiones generales:

El plan de determinación de necesidades para la arborización urbana de Quito (ver más arriba) estimó que en 1990 existía un total de 460 hectáreas de «espacios verdes» o áreas baldías públicas en Quito, la mayoría destinadas a parques. A esto se añade la reciente inclusión de las 571 hectáreas del Parque Bellavista al sistema de espacios verdes urbanos, lo que totaliza 1031 hectáreas de espacio abierto público dentro del núcleo urbano.

A fin de obtener una estimación de toda el área potencialmente cubierta por vegetación no leñosa en los parques públicos, es necesario descontar de este total las áreas pavimentadas y construidas, así como las cubiertas por árboles. En 1990 el equipo de planificación forestal urbana estimó que existía un promedio de 16.4 árboles por hectárea (con un rango entre 14 y 50 árboles por hectárea en la muestra) en las 460 hectáreas originales de espacio público abierto. Haciendo un cálculo conservador basado en una densidad máxima posible de 150 árboles adultos por hectárea3, habría al menos un 89% del territorio total (409 hectáreas) de propiedad pública no ocupado por árboles o construcciones permanentes. Con la misma fórmula, los niveles de forestación del Parque Bellavista son considerablemente mayores que en otros espacios verdes y probablemente alcanzan un promedio de 100 árboles por hectárea, lo que deja unas 190 hectáreas de territorio cubiertas por vegetación no arbórea. Por lo tanto, puede existir un total de 599 hectáreas de espacio verde urbano público en Quito, cubiertas por este tipo de vegetación (Nota: estas estimaciones no toman en cuenta la vegetación del sotobosque, que ocupa el mismo espacio que los árboles en áreas boscosas).

3 La densidad máxima de 150 árboles/hectárea se obtuvo tomando un máximo promedio posible de 200 árboles maduros comunes en plantaciones forestales rurales en Ecuador, y descontando aproximadamente un 25% del total del área que se destina a otros usos que impiden la futura siembra de árboles, tales como caminos, sendas, pavimento y otros elementos artificiales como canchas de básket, áreas de juego, etc. Esta densidad máxima de árboles no quiere sugerir que esta sea la densidad de bosque óptima o la mejor distribución del uso del suelo en un parque urbano; simplemente plantea la cantidad de espacio potencialmente ocupado por un árbol adulto «promedio» a expensas de otra vegetación.

Foto 3.9: Desperdicios y actos de vandalismo alrededor de un árbol en un parque urbano

El estudio de arborización urbana de 1990 no estimó el porcentaje de cubierta arbórea existente en todos los tipos de lotes privados en el núcleo urbano. Sin embargo, si se extrapolan cifras de 1980 sobre el tamaño promedio de los lotes y del área construida por zona, puede estimarse que en 1990 existía un total de 2580 hectáreas de espacio sembrable (esto es, no cubierto por casas u otras construcciones) dentro de los lotes residenciales privados de la ciudad4. Conservadoramente, si un 30% de esta tierra no construida se considera carente de cubierta boscosa, ello dejaría al menos 1721 hectáreas de espacio residencial de jardines libre y no cubierto por árboles o edificios.

4 Esta estimación se generó aplicando un estimado grueso del porcentaje promedio de espacio no construido en lotes privados del 55% (datos de la ciudad en lotes de varios tipos varían entre 30 y 70% de espacio libre, siendo 50 y 60% el porcentaje más común) (Gangotena y col, 1990).

Como se mencionó antes, además del suelo ocupado (público y privado), los datos de uso del suelo provenientes de la Dirección Municipal de Planificación indican que otro 27% del área total dentro del núcleo urbanizado de la ciudad (algo más de 10.000 hectáreas, en su mayoría de propiedad privada) está actualmente sin desarrollo.

De la estimación previa de más de 12.300 hectáreas de suelo de todos los tipos dentro del núcleo urbano que actualmente no tiene cubierta arbórea (público y privado, ocupado y desocupado), una pequeña porción carece completamente de vegetación (esto es, superficie de tierra o cemento) pero la mayoría parece estar cubierta por algún tipo de planta. Los tres principales tipos de vegetación no arbórea encontrados en estos espacios incluyen:

· Pastos y Vegetación Herbácea: La mayoría de áreas de Quito tienen clima y condiciones del suelo lo suficientemente favorables como para permitir el crecimiento espontáneo de maleza. Crecen sobre todo hierbas y pequeñas plañías herbáceas, así como algunas especies de matorral. La observación informal revela que el kikuyo exótico (Pennisetum clandestinum) coloniza predominantemente las áreas no construidas, los lotes vacíos, cunetas, espacios verdes no atendidos, etc. Además, el kikuyo con frecuencia se siembra intencionalmente como césped en parques públicos y lotes privados de todo tipo (residencial, institucional, etc.). Esta especie es extremadamente resistente e invasiva, tiene una fácil diseminación vegetativa y tolera bien las duras condiciones urbanas. A más del kikuyo existen otros tipos de maleza en la ciudad, aunque no existe una lista de las especies encontradas. No todas las hierbas y plantas herbáceas de los espacios urbanos son maleza, y en las pocas quebradas no rellenas y áreas ribereñas de la ciudad aún se encuentran algunas especies herbáceas nativas.

Foto 3.10: Pastoreo en terrenos baldíos a la orilla del camino en pleno sector urbano

· Ornamentales Cultivadas: Las plantas ornamentales (flores, rastreras y otras especies herbáceas) son muy comunes en espacios verdes públicos, especialmente en parterres de las grandes avenidas, redondeles y parques. Tampoco existe un inventario detallado de estas plantas, aunque se conoce que el vivero más grande de los dos que existen (Las Cuadras - Chillogallo) produce más de 70.000 plantas ornamentales por año para su siembra en espacios verdes públicos (Flores, comunicación personal, 1995). Se producen 45 especies tanto de plantas anuales como perennes, casi todas exóticas. El otro vivero (Guayllabamba) tiene una producción anual de aproximadamente 60.000 plantas ornamentales no leñosas, incluyendo más de 25 especies exóticas y nativas (Hernández, comunicación personal, 1995). En el Apéndice C aparece una lista de las especies ornamentales actualmente producidas por la municipalidad.

En lotes privados ocupados se siembra una considerable cantidad de flores y otras plantas ornamentales, especialmente en barrios residenciales de clase media y alta, pero casi todo jardín privado, independientemente del barrio o el nivel socioeconómico, tiene alguna planta ornamental. Las propiedades institucionales y comerciales también suelen incluir plantas ornamentales en sus jardines, aunque las industrias o talleres domésticos pequeños con frecuencia no tienen espacio para aquellas. No existe una cuantificación de estas plantas atendidas privadamente ni una lista de las especies sembradas.

Los suelos baldíos dentro del núcleo urbano, independientemente de sus propietarios, generalmente no tienen plantas ornamentales, excepto las diseminadas por regeneración natural.

· Agricultura: Casi no existe información sistemática sobre el tipo, la cantidad, la localización o los productores de agricultura dentro del núcleo urbano de Quito. Sin embargo, comúnmente se observa esta práctica en la ciudad, tanto en jardines privados como donde quiera que exista suelo disponible, independientemente de la propiedad legal. El tipo y la frecuencia de cultivos alimenticios tienden a variar de acuerdo con el nivel socioeconómico y el tamaño del lote, siendo el cultivo de árboles frutales uno de los pocos tipos de agricultura urbana practicada por miembros de los estratos de mayor ingreso en la porción urbanizada de la ciudad. Enjardines privados de los barrios de clase media y barrios antiguos de clase baja, también son comunes árboles con frutos comestibles y nueces. En barrios menos consolidados de la periferia del núcleo urbanizado, también se observa con frecuencia cultivos de vegetales, pero aún en barrios de clase media se observará que los lotes baldíos públicos y privados y los bordes de los caminos a veces se siembran con cultivos de ciclo corto, como el maíz. Estos sembríos oportunistas probablemente son realizados por residentes de bajos ingresos, pero no existen datos fiables para sostenerlo. Además no existe información sobre si se obtienen permisos de los dueños para utilizar lotes baldíos con fines agrícolas.

Aún en el núcleo urbano existen animales domésticos, incluyendo chanchos, pollos, vacas, ovejas y animales más pequeños como cuyes y conejos. Los animales más grandes, como vacas y chanchos, están alojados principalmente en residencias de los barrios periféricos del área metropolitana, pero con frecuencia se los ve aún en los sectores centrales más consolidados de la ciudad, pastando hierba y malezas de los parterres y otros espacios baldíos públicos y privados.

No se conoce la extensión con que se practica la agricultura familiar urbana de subsistencia versus la de producción comercial. Los tamaños, generalmente pequeños, de los lotes en el núcleo más consolidado de la ciudad probablemente impiden niveles significativos de producción comercial. Sin embargo, algunas familias (especialmente en asentamientos informales en el límite de la ciudad) son dueñas o utilizan lotes baldíos adicionales que dedican al cultivo agrícola, o hacen uso informal de espacios públicos para cultivos o pastoreo de animales, prácticas que crean una mayor posibilidad de producción comercial.

Como nota final sobre la vegetación no arbórea de la zona urbana central, vale la pena mencionar que la información sobre la vegetación en propiedades públicas del núcleo urbano puede mejorar con el tiempo. El director de la sección de diseño de la Subdirección de Parques y Jardines ha iniciado un inventario detallado de los espacios verdes públicos de Quito. Este trabajo no solamente incluye un inventario del tipo y la localización de los árboles existentes, sino también documenta el área total de pastos, flores y otras plantas ornamentales en espacios verdes públicos de todo tipo. Desafortunadamente, al ser una iniciativa informal por fuera de las tareas regulares de esta unidad, su progreso será relativamente lento (Morales, comunicación personal, 1995).

· Área Periurbana

No existe un inventario detallado sobre árboles o vegetación de cualquier tipo en las zonas del distrito metropolitano por fuera del núcleo urbanizado de Quito. Sin embargo, pueden inferirse algunos datos generales sobre la cubierta del suelo a partir de inventarios realizados por la Dirección Municipal de Planificación, que incluyen las parroquias rurales del Distrito Metropolitano. Además, a inicios de la década del ochenta el Ministerio de Agricultura y consultores de USAID hicieron algunas investigaciones sobre el uso del suelo y la vegetación en varias parcelas del cinturón verde (MAG-DINAF, 1987; Moore et al., 1984). Finalmente, existe un estudio sobre cambios en el uso del suelo en el área metropolitana de Quito entre 1980 y 1986, realizado en base a la revisión de fotografías aéreas tomadas durante este período (Fundación Natura - CLIRSEN - IMQ. 1987).

Foto 3.11: Instalación espontánea de barrios de viviendas en zonas periféricas

Cubierta Vegetal: La Tabla 3.5 presenta datos de la Dirección Municipal de Planificación, que describen la cubierta vegetal y los usos del suelo en las parroquias rurales de la ciudad (IMQ, 1992d).

Como puede apreciarse, menos del 4% del área total de las zonas periféricas de Quito se considera urbanizado. Datos de la Dirección Municipal de Obras Públicas revelan que existen 36 parques públicos urbanos en la zona periurbana (un promedio de un parque central por pueblo). Sin embargo, no se ha realizado nunca ningún inventario de árboles u otra vegetación en estos espacios, así que se conoce poco sobre el número, la especie y la condición de los árboles y otras plantas. Tampoco existe información sobre los árboles sembrados y cuidados en las calles, pero con frecuencia no se encuentran en los pueblos periurbanos. Una excepción son los parterres de los caminos de acceso y autopistas que llegan a algunas cabeceras cantonales, donde a veces se han sembrado árboles y arbustos (Jiménez, 1995).

Tabla 3.5: Cubierta vegetal y uso del suelo en las parroquias periurbanas del Distrito Metropolitano de Quito, 1991

Uso del suelo

Hectáreas

% del total

Pastizales

41.585,59

16,50

Cultivos

23.959,39

9,40

Plantaciones forestales

2.788,05

1,10

Vegetación natural

81.523,50

32,00

Cuerpos de agua

91,44

0,03

Quebradas

22.288,11

8,80

Lecho rocoso/superficie mineral

726,13

0,28

Áreas protegidas

71.043,26

28,00

Área urbanizada

9.356,95

3,70

Áreas no descritas

19,89

0,01

Área total

253.655,32

100,00

Fuente: IMQ, 1992d

Un dato más importante para la perspectiva del ecosistema forestal urbano es que el 96% de suelo en la zona periurbana no es urbanizado, del cual aproximadamente 150.130 hectáreas (59% del total) están explícitamente categorizadas como suelo no protegido cubierto por algún tipo de vegetación. De estas zonas, la vegetación natural (esto es, áreas sin intervención humana significativa) es de hecho la más frecuente (32% de la superficie total, 54% de las zonas con vegetación). Solo 23.105 hectáreas (9% del área total) presentan varios tipos de cubierta natural que impide cualquier tipo de cubierta vegetal (por ejemplo cuerpos de agua, rocas, etc.).

Además de estas cifras, puede asumirse que una considerable proporción de las más de 71.000 hectáreas de áreas protegidas también se caracterizan por algún tipo de cubierta vegetal, al menos en las zonas de altitud baja y media5. Desafortunadamente, solo existen datos detallados (y algo antiguos) sobre las 30.025 hectáreas del Bosque y Vegetación Protectores contiguos al núcleo urbano. En 1984, un equipo financiado por USAID resumió el uso del suelo en las en ese entonces 8.334 hectáreas del Bosque Protector Pichincha, que constituye la mayor parte del borde occidental del cinturón verde6. Además, en 1987 el Ministerio de Agricultura redefinió el uso del suelo en ocho parcelas, localizadas en los límites Norte, Este y Sur del núcleo urbano, sumando así 21.929 hectáreas a la zona metropolitana protegida legalmente designada. En coincidencia con los datos de la Dirección Municipal de Planificación para tierras no protegidas, las formaciones de vegetación natural (páramos y matorral) fueron la cubierta vegetal más común existente en las parcelas protegidas, seguidas por pastizales, cultivos agrícolas y plantaciones de bosque. La Tabla 3.67 consolida y resume estos datos:

5 Existe alguna inconsistencia en los datos municipales. En esta tabla, 71.043 hectáreas se identifican como «zonas protegidas», en tanto que otra información disponible en documentos municipales más recientes señala que existe un total de 86.440 hectáreas de áreas protegidas en el área metropolitana (por ejemplo, ver Metzger y Bermúdez, 1996).

6 Esta zona fue el bloque original declarado como protegido en 1983. Recientemente, la Municipalidad ha disminuido el área original a 8096 hectáreas, lo que refleja las tierras perdidas por urbanización ilegal que ocurre en los márgenes del área protegida.

7 Como se mencionó en otra sección, la designación legal de «Bosques y Vegetación Protegidos» se aplica a tierras públicas y privadas, y bajo este estatus pueden permitirse actividades productivas «no destructivas».

Tabla 3.6: Uso del suelo en bosques y zonas protegidos que rodean la ciudad de Quito (1984 y 1987)


Tipo de uso de la tierra

Bosque Protector Pichincha (datos de 1984)

Ocho parcelas adicionales (datos de 1987)

Total

Hectáreas

%

Hectáreas

%

Hectáreas

%

Pastizales

2.585

31,00

9.590

44,00

12.175

40,20

Cultivos agrícolas

1.161

13,90

4.429

20,00

5.590

18,50

Agricultura y pastizales

N/A

N/A

1.513

7,00

1.513

5,00

Bosques artificiales (plantaciones)

1.561

18,70

3.681

17,00

5.242

17,30

Matorral

863

10,40

2.257

10,00

3.120

10,30

Páramo (pasto de altura)

2.164

26,00

459

2,00

2.623

8,70

Área total

8.334

100,00

21.929

100,00

30.263

100,00

Fuentes: Moore et al., 1984; MAG-DINAF, 1987

Al considerar la información presentada sobre cubierta y usos del suelo en la región metropolitana de Quito, es importante tener en mente la naturaleza extremadamente dinámica de la zona periurbana, y la tendencia continua hacia usos más urbanos del suelo en toda el área. En 1986, Fundación Natura condujo un estudio realizado conjuntamente con expertos de un proyecto de sensores remotos auspiciado por el gobierno francés (ORSTOM), un instituto del gobierno ecuatoriano dedicado a la investigación por sensores remotos (CLIRSEN) y la Municipalidad de Quito. Este proyecto buscó medir los cambios ocurridos en el uso del suelo en el área urbana de Quito entre 1980 y 1986. El estudio, diseñado específicamente para documentar la diseminación de usos urbanos del suelo en zonas declaradas como protegidas y zonas agrícolas del área metropolitana, encontró que:

· 18.254 hectáreas del área metropolitana experimentaron alguna modificación de la cubierta vegetal incompatible con el uso original (especialmente en áreas protegidas o agrícolas); sin embargo, estos cambios se consideraron reversibles y la restauración del suelo era aún posible en 1986.

· Además, 3.258 hectáreas experimentaron cambios serios e irreversibles en la cubierta vegetal y alteración en su topografía. Casi todas estas hectáreas estaban virtualmente por fuera de los límites del núcleo urbano consolidado, y 2.115 hectáreas estaban en áreas protegidas.

· 1.051 hectáreas de áreas protegidas en el área metropolitana tenían usos agrícolas o domiciliarios activos, esto es, estaban en proceso de urbanización al final del período de estudio.

· A pesar de la clara tendencia centrífuga de los usos urbanos del suelo, al final de período de estudio existían aún 9.126 hectáreas de tierras baldías dentro del área urbana (Fundación Natura/CLIRSEN/IMQ, 1987).

No se ha hecho un estudio comparativo para cuantificar los cambios en el uso del suelo ocurridos desde 1986, pero las tendencias de urbanización descritas han continuado casi sin modificaciones hasta la fecha8.

8 Un proyecto colaborativo de investigación entre el organismo francés ORSTOM y la Municipalidad de Quito está examinando estos cambios en el uso de la tierra en el tejido urbano para el período 1986-1990 (Metzger, 1995).

Especies de Plantas: Aún en las porciones protegidas o menos desarrolladas del área metropolitana, la vegetación original de las elevaciones bajas del área periurbana ha sido sustancialmente alterada por actividades humanas. Aunque no existen inventarios detallados de las especies, investigaciones conducidas a mediados de la década anterior identificaron algunas especies no agrícolas ni alimenticias en las zonas ecológicas protegidas del Distrito (ver lista en el Apéndice C), incluyendo especies leñosas y herbáceas, nativas y exóticas. Muchos cultivos se encuentran también en zonas no protegidas del área. Se expone a continuación alguna información general sobre las plantas dentro de los diversos tipos de la cubierta del suelo:

· Áreas Urbanizadas: La vegetación en áreas urbanizadas (parques, calles y propiedades privadas) es principalmente producto de la intervención humana y las especies son similares a las encontradas en el núcleo urbano. Sin embargo, como ya se mencionó, esta cubierta vegetal es de importancia relativamente menor en términos de funciones ecológicas o sociales, al compararla con otros tipos de vegetación de la zona periurbana.

· Áreas Agrícolas Cultivadas: Desde tiempos coloniales, los cultivos agrícolas han desplazado gran parte del bosque y las praderas nativas originales de las colinas bajas (menores a 3200 m de altura) de la zona. Conforme al tamaño de las parcelas tiende a ser mayor que en el núcleo urbano, ocurre mayor producción a escala comercial en la zona periurbana. Además de cultivos de ciclo corto como maíz, habas, cebada, árboles frutales, papas y otros tubérculos, la ganadería es una actividad importante. Cultivos especiales como flores para el mercado de exportación (por ejemplo, claveles, rosas, etc.) son también un producto agrícola en la zona periurbana de Quito.

· Pastizales: Se encuentra algunas hierbas nativas en los pastizales, pero también son comunes las especies exóticas como raygrass (Lolium perenne) y pasto azul (Poa pratensis). Además, el pastoreo extenso por ganado doméstico (vacuno y ovino) y prácticas como la quema frecuente han resultado en una mezcla de especies no nativas muy manipuladas en estas áreas.

· Bosques: Donde aún existen bosques densos, son por lo general monocultivos de las especies forestales introducidas Eucalyptus spp. (primariamente E. globulus) y Pinus spp. (primariamente P. radiata), ambas maderables. Los pocos remanentes de cubierta vegetal boscosa y nativa están primordialmente restringidos a quebradas y otras áreas inaccesibles, con frecuencia a elevaciones mayores.

· Zonas No Alteradas: Las zonas altas del área periurbana con frecuencia están poco alteradas por la intervención humana y están cubiertas por vegetación natural. En ellas se encuentran algunas especies comunes del páramo, muchas de las cuales se detallan en el inventario de plantas de zonas protegidas del Apéndice C.

Foto 3.12: Uso mixto de suelos en zonas periféricas de Quito - barrios de urbanización reciente, zonas agrícolas, terrenos forestales aún poco afectados

3.2. Potencial para introducción de vegetación adicional en el ecosistema del bosque urbano de Quito

Quito está lejos de ser una jungla de cemento y posee un recurso de bosque urbano significativo, pero se puede mejorar muchas áreas. Esta sección se centrará en el potencial para introducir vegetación adicional de muchos tipos en las zonas urbanas y periurbanas del área metropolitana. Como en secciones anteriores de este informe, la discusión del potencial se tratará separadamente para el núcleo urbano y las áreas periurbanas.

Debe notarse que aquí se presenta un escenario de maximización de la vegetación como punto de partida para la discusión del «potencial» para la silvicultura urbana. Deberá considerarse cuidadosamente la factibilidad de lograr este nivel de cubierta vegetal a la luz de las oportunidades y limitaciones sociales y ecológicas en Quito, muchas de las cuales se discuten con mayor detalle en la Sección 4 de este estudio.

Para algunas áreas de la ciudad, el análisis especificará el número, la especie y el lugar donde podrían sembrarse nuevas plantas en el contexto de Quito. Donde no es posible tal cuantificación, se explorará el potencial para expandir ciertas funciones ecológicas y sociales de la vegetación urbana.

RECUADRO 3.2. FUNCIONES DEL ECOSISTEMA FORESTAL URBANO EN QUITO - NÚCLEO URBANO

Núcleo Urbano

En 1990, como parte del proceso de planificación para la arborización urbana en el núcleo de la ciudad de Quito, se hicieron estimaciones generales sobre el número necesario de árboles para obtener niveles máximos de cobertura hasta el año 2000. No se hicieron estimaciones para otros tipos de vegetación urbana. La Tabla 3.7 resume estos «déficits» estimados de árboles en todos los tipos de espacios urbanos. El mismo estudio intentó además desarrollar estimaciones de los niveles de producción de diversas especies de árboles y arbustos necesarios para satisfacer estas metas, en función de la zona de vida ecológica, y del tipo de lugar de plantación. Estas estimaciones se tradujeron en un plan de acción inicial para el vivero municipal e incluyeron más de 80 especies de árboles y arbustos. Se recomendó una producción promedio anual de entre 100.000 y 200.000 plantas entre 1990 y 1993 (Gangotena et al., 1991). En el Apéndice B se presenta una lista completa de las especies consideradas en este proceso de planificación, de acuerdo a zonas ecológicas y lugar de plantación.

Tabla 3.7: Déficit estimado de árboles en el núcleo urbano de Quito, 1990-2000

Lugar de plantación

Arboles existentes,
1990

Déficit estimado,
1990

Déficit estimado,
2000

Red vial principal

8.520

38.206

74.000

Red vial residencial

5.555

147.044

241.672

Espacios verdes públicos

7.550

36.258

69.379

Propiedades privadas

Desconocido

217.643

344.682

Zonas ecológicas

Desconocido

85.619

135.595

Total

Desconocido

546.395

865.328

Fuente: Gangotena et al., 1990

La determinación inicial de necesidades concluyó que la ciudad podría haber acomodado más de 546.000 nuevos árboles en 1990 y más de 865.000 hasta fin de siglo. Reuniones subsecuentes con personeros municipales sugirieron reducir esta estimación en aproximadamente un 10%, especialmente con respecto a posibles árboles nuevos en propiedades privadas, hasta una cantidad de aproximadamente 779.000 nuevos árboles para fines de esta década. Desde entonces, y ya que el proceso de planificación de la arborización urbana se completó en 1991, se ha plantado ya un significativo número de árboles nuevos en el núcleo urbano, posiblemente llegando a los 300.000, aunque el número exacto de árboles sobrevivientes es mucho menor. Asumiendo una tasa de supervivencia conservadora (aunque realista) de un 25% en general, el número total de árboles que aún podría añadirse hasta el año 2000 sería de aproximadamente 704.0009.

9 En base a una tasa de supervivencia del 10 al 20% para la mayoría de árboles sembrados entre 1990 y 1993 y una tasa de supervivencia de 70% para muchos menos árboles durante 1994 y 1995.

Área Periurbana

No se han hecho estimaciones precisas sobre el potencial de nuevos tipos de vegetación en la zona periurbana de Quito. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, tanto para estas zonas periurbanas (como también para la vegetación no maderable del núcleo urbano) pueden hacerse observaciones cualitativas sobre las funciones potencialmente subdesarrolladas de todo tipo de árboles y plantas. Esto se discute con más detalle en la sección siguiente.

3.3. Funciones del ecosistema del bosque urbano

La literatura sobre las funciones y los beneficios de los bosques urbanos es extensa y no es necesario repetirla en detalle (Moll y Ebenreck, 1989; Gangloff, 1995). Sin embargo, cada ciudad es única y la importancia relativa de cada función del ecosistema forestal urbano difiere entre distintos sectores del área metropolitana de Quito y para un tipo de vegetación versus otra.

El siguiente análisis tiene por objeto ayudar a los administradores de la ciudad de Quito a identificar los actuales beneficios y desventajas de la vegetación en el socio-ecosistema urbano, y destacar el potencial para futuras acciones humanas en el bosque urbano. En primer lugar, las plantas urbanas se consideran a la luz de las «funciones» que cumplen en el ambiente urbano. Estas funciones han sido arbitrariamente definidas como «ecológicas» o «sociales» aunque existen muchos casos de superposición entre ambas. Las funciones ecológicas se refieren a las que operarían en cualquier ecosistema forestal, sin intervención significativa de los seres humanos10. Las funciones sociales son aquellas que tienen una utilidad directa e inmediata para los seres humanos y con frecuencia requieren de un manejo más directo. Se han dividido en tres clases diferentes:

10 Aunque el hecho de individualizarlas aquí indica que se les asigna algún valor humano.

· producción de bienes (por ejemplo productos de madera, alimento, energía)

· servicios ambientales (por ejemplo calidad del aire, abastecimiento de agua, prevención de desastres naturales) y

· otras comodidades y servicios humanos (por ejemplo recreación, estética, organización comunitaria)

Los Recuadros 3.2 y 3.3 hacen una evaluación cualitativa de los impactos «actuales» y «potenciales» de maximizar la vegetación en cada una de estas funciones sociales y ecológicas. Se discuten tanto los impactos positivos como negativos, para destacar los costos y beneficios de esta alternativa.

Es importante reconocer que en Quito, como en otros lugares, existe a veces una disparidad entre los impactos reales de la vegetación urbana (positivos y negativos) para cada función, y cómo el público percibe dichos impactos11. Estas disparidades son importantes porque pueden influir sobre la efectividad de los programas puestos en práctica para aumentar los impactos positivos o reducir los negativos de la vegetación urbana. Como tales, las percepciones públicas del rol de la vegetación en la ciudad son un componente crítico del propio «potencial» de la vegetación urbana.

11 Aunque puede describirse una percepción pública dominante, se reconoce que el «público» de Quito es altamente heterogéneo en su nivel de conciencia y actitudes hacia la vegetación urbana (en base al ingreso, la localización geográfica, el género, la edad, etc.). Algunas diferencias internas se discuten con mayor detalle en la Sección 4 de este informe.

Recuadro 3.3. Funciones del Ecosistema Forestal Urbano en Quito - Área Periurbana

En general, los impactos de la mayoría de funciones ecológicas de la vegetación urbana son mayores en las zonas periurbanas. Las funciones sociales juegan un papel importante tanto en el núcleo urbano como en las áreas externas. En ambos lugares, la percepción pública de los impactos positivos tiende a ser igual o menor que lo que ocurre realmente. Puede ocurrir lo contrario en el caso del mejoramiento de la calidad del aire, la diversidad biológica o la prevención de desastres naturales, donde con frecuencia se hacen proclamas exageradas sobre el papel jugado por la vegetación urbana y periurbana. En general, el público percibe pocos o ningún impacto negativos de la vegetación urbana o periurbana, con la posible excepción de algunas especies de árboles exóticos como Eucalyptus spp. o Pinus spp., que actualmente no son apreciadas por algunos grupos ciudadanos, o en el caso de forestación urbana o periurbana inapropiada o prácticas agrícolas que llevan a excesiva erosión o contaminación del agua con agroquímicos. Además, el público del núcleo urbano mira a la práctica periurbana común de quemar los pastizales como muy negativa.

Foto 3.13: Incendios forestales en zonas agrícolas periféricas y en terrenos forestales

Finalmente, debe enfatizarse que el análisis presentado es necesariamente general, ya que existe una falta total de datos cuantitativos sobre los roles sociales o ecológicos (reales, percibidos o potenciales) de las plantas en Quito. Las evaluaciones generales que se dan sobre las funciones ecológicas y sociales se basan en documentos municipales y privados de planificación ambiental, el Plan de Arborización de Quito, entrevistas con profesionales locales, personal municipal, ecologistas, residentes de barrios, y algunos años de observación personal de la autora (Metzger y Bermúdez, 1996; CODIGEM, 1993; Gangotena et al., 1990 y 1991; IMQ, 1992f; SISHILAD, 1996; Cobo, comunicación personal, 1995; Zea, comunicación personal, 1995). Se han inferido otros impactos a partir de estudios existentes en áreas urbanas de otros lugares que comparten muchas de las características biofísicas del ambiente urbano de Quito.

De la misma forma, muchas de estas fuentes permiten determinar el tipo y la extensión de las «percepciones» públicas sobre las funciones del bosque urbano en el núcleo urbano y el área periurbana de Quito. También se obtuvo información adicional sobre las actitudes del público a partir de materiales promocionales y educativos para la silvicultura urbana (producidos tanto por ONGs locales como por agencias municipales), una revisión de algunos anos de notas de la prensa local y entrevistas con empleados de los parques urbanos, personal del Bosque Protector Pichincha y residentes comunitarios que participan en campañas de siembra de árboles en barrios (Murray, 1992, 1993, 1996a y 1996b; Cobo, comunicación personal, 1995; Yánez, comunicación personal, 1995; Kuenzel, comunicación personal, 1995; Quingalombo, comunicación personal, 1996; Barreto, comunicación personal, 1995; Galindo, comunicación personal, 1994).


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