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III. - Ordenación

D. A. N. CROMER

PARTIENDO DE LA HIPÓTESIS de que el llevar a la práctica un programa de repoblación forestal favorece los intereses de la economía nacional, y de que no hay dificultades insuperables para seleccionar las especies adecuadas o las prácticas silvícolas para crear una fuente artificial de recursos, en este tercer capítulo se examinarán los aspectos de la ordenación de tal empresa, que es de considerable magnitud. El término «ordenación» será usado tanto en su sentido lato de planeamiento de la organización y de las obligaciones de ordenación, como en sentido estricto de ordenación forestal para que abarque el crecimiento, los rendimientos y la protección de los bosques contra los elementos destructores.

Al preparar este capítulo, el primer ponente ha utilizado algunas de las comunicaciones presentadas en el Sexto Congreso Forestal Mundial, celebrado en Madrid en 1966, y también algunas de las presentadas en el Simposio misto FAO/IUFRO sobre enfermedades e insectos forestales internacionalmente peligrosos, celebrado en Oxford en 1964. Determinadas comunicaciones de éstas y otras procedencias han servido para aumentar el número de las presentadas al actual simposio cuando ha sido necesario.

Planeamiento nacional

Los niveles más altos del planeamiento se refieren a los aspectos tratados en el Capítulo I: papel potencial de los bosques artificiales y su relación con la economía nacional.

Grayson (1967) ha hecho hincapié en que las decisiones de política nacionales pueden ser explícitas, pero que es más probable que sean sólo parcialmente explícitas, y aun implícitas, en lo que se refiere a los objetivos de política del organismo responsable. Cuando la política nacional no es explícita, recae en la autoridad forestal la obligación de decidir cuál ha de ser la actitud del gobierno y los medios que han de usarse para movilizar los recursos.

En Sudáfrica (Anón., 1966), el establecimiento de bosques artificiales se debió a una oferta inadecuada de madera natural; así como a la explotación desorganizada y a la destrucción de los recursos que existían. Por otra parte, Nueva Zelandia (Maplesden, 1966) estaba cubierta originalmente de grandes bosques naturales de diversas coníferas y frondosas. siempreverdes. Sin embargo, la explotación y la devastación siguieron el curso ya conocido hasta que la esperada escasez de madera para consumo local les puso fin, lo que condujo al establecimiento de bosques artificiales. Es interesante señalar que no se empleó ninguna especie indígena. Parece probable que en ambos casos las decisiones nacionales no fueron explícitas, sino que fueron tomadas en niveles administrativos inferiores.

Sin embargo, Maplesden (1966) ha mencionado la creación de una sección de planeamiento en el Servicio Forestal que, en consulta con el Ministerio de Hacienda neozelandés, ha formulado una política concreta, cuya meta es lograr para el año 2000 la repoblación de otro millón de acres (1 acre = 0,40 ha), política que ha sido apoyada y sancionada por el gobierno. Es indudable que esta decisión se basa en el éxito económico del primer millón de acres de plantaciones, en sus porcentajes demostrados de crecimiento y en la existencia de un mercado de exportación. Los países en desarrollo que piensen iniciar un programa de repoblación forestal no estarían en situación de tomar una decisión de esta índole y tendrían que hacer uso de una serie de hipótesis y de estimaciones más o menos correctas.

FIGURA 39. - El bosque de Leiria, en Portugal, que encierra la especie mundialmente famosa Pinus pinaster. DIRECÇAO GERAL DOS SERVIÇOS FLORESTALES E AQUICOLAS, PORTUGAL

Grayson (1967) ha indicado que no es conveniente expresar los objetivos en términos de la superficie forestal que se desea plantar, sino, y esto es lo importante, con arreglo al ritmo en que debe efectuarse la plantación, en tal forma que se pueda armonizar esta actividad con factores de los que depende, por ejemplo, la mano de obra, las viviendas, etc. La expansión del programa de plantación de Australia se expresó en forma de una tasa anual (Fairbairn, 1966), después de celebrar consultas con los Estados sobre los objetivos que podían alcanzar en términos de la tierra disponible y de la capacidad para ejecutar los programas propuestos.

Es importante no olvidar la contribución que pueden hacer las compañías industriales forestales y los propietarios privados de las tierras, puesto que esta contribución puede ser importante (Stevenson, 1966). En Brasil, Krug (1967) afirma que siempre se supuso que la mayoría de las futuras plantaciones serían hechas por particulares, pero que las extensas plantaciones del gobierno son necesarias para demostrar que las coníferas exóticas podrían cultivarse satisfactoriamente para reemplazar la especie indígena Araucaria angustifolia.

Una vez que se ha tomado la decisión política general, entra en juego una segunda función de planeamiento que «tiene que traducir estos medios y propósitos en normas internas específicas de ordenación» y que Grayson (1967) ha llamado planeamiento de la ordenación. Hasta cierto punto, estas dos clases de planeamiento están estrechamente vinculadas, porque, de no ser así, una decisión de política general puede entrañar prácticas absolutamente inaplicables.

Planeamiento de la ordenación

La decisión de política mencionada anteriormente puede haberse basado en un análisis económico detallado, pero (especialmente en los países en desarrollo) es más probable que no sea así; por consiguiente, el próximo paso es el análisis de los diversos sistemas que pueden emplearse para alcanzar los objetivos de esta política.

En primer lugar, será necesario recoger todos los datos básicos disponibles: de clima, edafología, crecimiento, rendimientos, precios, etc., y someterlos a un análisis crítico. En muchos casos se carecerá de información, y será necesario emplear hipótesis, o la información será inadecuada, en cuyo caso será necesario contentarse con estimaciones aproximadas. A pesar de las limitaciones del método del análisis costo/beneficios, éste se emplea cada vez más para ayudar a tomar decisiones efectivas (Webster y Marty, 1966). Esos análisis son útiles cuando se comparan posibilidades relacionadas sólo con las inversiones financieras, por ejemplo, la duración de los turnos, pero son menos útiles cuando se consideran los beneficios indirectos y de carácter intangible de un bosque, tales como las posibilidades recreativas, la regulación del volumen de los ríos y otros valores que no tienen cotización en el mercado. Webster y Marty sugieren que el razonamiento económico puede ser muy útil como un complemento del análisis económico.

La utilización de calculadoras electrónicas ha traído consigo el desarrollo de una serie de nuevas formas de encarar el planeamiento de la ordenación, conocidas colectivamente con el nombre de investigación operacional. Dentro de ese término se pueden crear modelos matemáticos (Jeffers, 1966), de los cuales la programación lineal es un caso especial (Wardle, 1966). Se puede emplear la técnica de los modelos artificiales para caracterizar el problema real con un problema teórico. Con respecto a la programación matemática, Makower (1966) ha señalado que «quizás más importante que hacer el cálculo de una solución óptima es la capacidad de determinar fácilmente en qué medida esta solución es sensible a las diferentes clases de cambios».

FIGURA 40. - Ejemplar «plus» de Pinus pinaster que crece en los famosos bosques de Pinhal de Leiria, en Portugal. Vástagos de este ejemplar y de otros 84 árboles «plus» del mismo bosque fueron importados en Australia occidental donde arraigaron con buen éxito 1.055 injertos representantes de 78 de esos fenotipos. FORESTS DEPARTMENT, AUSTRALIA OCCIDENTAL

MacConnen y otros (1966) han descrito un sistema - orientado al uso de calculadoras electrónicas - para la elaboración y análisis de la información, usando la técnica de la programación lineal, como una ayuda para la persona u organismo encargado de tomar las decisiones. Destacan que es necesario poner al día la información sobre el inventario de recursos y la utilización periódica, puesto que el planeamiento debe ser un proceso continuo.

No deben subestimarse las dificultades que se presentarán a los países en desarrollo para hacer uso de estos métodos modernos auxiliares en la adopción de decisiones, sobre todo si se tiene en cuenta que ano se están produciendo rápidos desarrollos en este campo.

El que un país en desarrollo pueda utilizar las técnicas del análisis de la relación costo/beneficio y de la investigación operacional dependerá de su facultad para hacerlo con sus propios recursos o contratando expertos extranjeros, y de la armonización de cualquiera de estas posibilidades. Esto no significa que no deba intentarse una evaluación sin el concurso de tales Probablemente, la gran mayoría de los bosques artificiales se estableció sin que quien tuviese la responsabilidad de la adopción de decisiones dispusiese de tales medios auxiliares. Su máxima utilidad está, quizás (como se ha dicho anteriormente), en el rápido examen de varias posibilidades distintas una vez que se han recogido o estimado los datos necesarios.

Grayson (1967) ha hecho hincapié en la flexibilidad, en tal forma que se puedan incorporar rápidamente al programa los reajustes impuestos por las nuevas circunstancias. Se ha desacreditado el antiguo concepto de que el plan de trabajo debe ser un documento rígido y actualmente los planes de ordenación son breves, concretos y están sujetos a revisiones periódicas.

FIGURA 41. - Huerto de semillas de árboles de teca injertados en la provincia de Lampang (Tailandia). REAL DEPARTAMENTO FORESTAL, TAILANDIA

Hay dos consideraciones que deben figurar en forma destacada en el planeamiento de la ordenación: situación y dimensiones, El transporte, tanto antes como después de la elaboración, influye vitalmente en el valor de los productos forestales, porque la madera es un producto pesado y voluminoso. Los costos de la extracción sufren la importante influencia de la topografía, cosa que también sucede con la mayoría de los demás costos de ordenación. Por consiguiente, los programas de repoblación forestal deben tratar de conseguir tierra de una topografía accesible, aun cuando el costo de esta tierra sea más elevado (Maplesden, 1966), que esté bien situada con respecto a los mercados o industrias (si existen estas últimas). El objetivo conveniente podría ser un compromiso satisfactorio entre la calidad de la estación y la topografía accesible.

Con respecto a las dimensiones, Maplesden sugiere una superficie no menor de 150.000 acres (60.000 ha) de Pinus radiata para una industria importante e integrada, y 10.000 acres (4.000 ha) para los bosques destinados a abastecer las regiones cercanas. Existe una segunda escuela que considera estos cálculos demasiado elevados y que los mismos deben ser flexibles y adaptarse a la fase de desarrollo del país de que se trate.

Organización

Las consideraciones relativas al planeamiento de la ordenación, basadas en razonamientos o en una investigación operacional, tendrán en cuenta, si han sido realistas, las necesidades en materia de mano de obra y de equipo y, por lo tanto, darán origen a planes operacionales.

No es posible hacer generalizaciones en esta esfera, ya que las respuestas dependerán de la estructura social de un determinado país, su actual situación económica y la disponibilidad de una mano de obra calificada y no calificada. Sin embargo, es posible afirmar que un programa de repoblación forestal en un país en desarrollo puede ser una actividad que emplee una mano de obra muy numerosa, con la consiguiente necesidad de supervisión calificada (Grayson, 1967), y personal técnico experimentado. Por otra parte, un programa de esta índole puede ser realizado con un mínimo de trabajo manual y con un equipo altamente mecanizado. Sólo debe considerarse esta última posibilidad si se cuenta con operarios capacitados e instalaciones y servicios adecuados de conservación y reparación.

En los casos en que los planes de plantación se efectúen intensivamente y el costo de la mano de obra sea elevado, la productividad de la mano de obra adquiere considerable importancia, por lo que, con vistas a aumentar la eficiencia, se podrían muy bien emprender estudios laborales, aunque esta clase de estudios no son corrientes en los proyectos de plantaciones.

El problema de la construcción de caminos forestales es de especial importancia en el establecimiento de las plantaciones; está unido al problema de la extracción del producto de las claras y a la aorta y extracción de la cosecha final, así como al problema más inmediato del acceso para efectuar las plantaciones, y para el cuidado y protección de las mismas.

La experiencia ha demostrado que, al establecer un bosque artificial, el limitarse a la construcción de los caminos esenciales constituye una falsa economía (Anón., 1966). En Sudáfrica se proyecta un sistema completo de caminos forestales antes de proceder al establecimiento del bosque, teniendo en cuenta las previsiones sobre el volumen de madera que ha de extraerse, el método de corta y extracción, el equipo que probablemente se usará para ello, la calidad de la estación y su topografía. Un sistema proyectado en esta forma generalmente resulta adecuado para todos los fines de ordenación y protección.

La estructura social de los trabajadores forestales y del personal técnico ha sufrido un cambio radical, especialmente en los países desarrollados que tienen un empleo relativamente pleno y cuyos niveles de vida están en aumento. Los trabajadores forestales no se contentan ya con vivir aislados en comunidades forestales muy pequeñas que carecen de las distracciones existentes en centros más grandes. Por lo tanto, en el planeamiento de los programas de repoblación debe tenerse en cuenta que es necesario no sólo proporcionar viviendas, sino también centros de un tamaño razonable, dotados de sus respectivas escuelas, servicios médicos, recreativos y de otro tipo. Como resultado de esa centralización, tiene que disponerse también lo necesario para el transporte de los trabajadores al bosque y a los centros industriales.

Por supuesto, es importante que los asuntos de que trata el Capítulo II, tales la selección de especies y de semillas y las prácticas adecuadas de protección, sean incorporados al planeamiento de la ordenación y a los sistemas de organización ya en la etapa del proyecto mismo.

Se ha omitido la consideración de los montes puramente protectores y de las cortinas protectoras, por estimar que ambos se estudian adecuadamente en otros capítulos. No obstante, tanto unos como otras requieren una ordenación de tipo muy específico y su organización y prescripción no son menos difíciles que las de los montes de producción.

Crecimiento y rendimientos

En la mayor parte de los casos, los bosques artificiales se establecen con especies exóticas sobre las cuales se cuenta con una información muy limitada sobre los porcentajes de crecimiento existentes en el nuevo medio en que se desarrollan. Es casi seguro que los turnos deseables y los rendimientos que se pueden obtener serán cantidades desconocidas, salvo que se hagan estimaciones correctas basadas en la observación del comportamiento de determinadas especies en otros lugares, pero en condiciones similares (Bunn, 1967).

Las primeras etapas del proyecto consistirán casi íntegramente en el establecimiento de zonas de plantación anual, y generalmente sólo después que las primeras parcelas están alcanzando una dimensión comercial mínima se presta atención a los problemas de medición y de estudio del crecimiento y de los rendimientos. Es lógico dejar sin decidir - durante el mayor tiempo posible - la duración de los turnos, y concentrarse mientras tanto en la medición de la madera en pie y el incremento.

Fenton (1967) se ha ocupado de los varios tipos de rotación que se podrían adoptar (por ejemplo, física, financiera) y deplora el que no se hayan acumulado debidamente datos que permitan la adopción de decisiones óptimas con respecto a los bosques artificiales. La falta de datos precisos relativos a los costos y de equivalentes seguros de los precios en cuanto al tamaño y la calidad de los productos finales se traduce actualmente en dificultades para determinar las rotaciones óptimas.

Las existencias en formación pueden ser determinadas por un inventario único, y los incrementos mediante nuevos inventarios periódicos, pero la opinión general es que las formas modernas del inventario continuo son, con creces, el mejor método para hacer frente a una situación que varía constantemente. Aunque es conveniente marcar con precisión los objetivos de un inventario, esto no debe hacerse a expensas de la limitación de los datos recopilados.

FIGURA 42. - Un rodal de ejemplares «plus» de Pinus caribaea, var. hondurensis, obtenidos por injerto de fenotipos notables, en Bowenia, Queensland (Australia). En varios árboles se observa claramente el punto de unión. DEPARTMENT OF FORESTRY, QUEENSLAND

Los detalles precisos sobre el incremento en varios grupos sólo pueden obtenerse estableciendo y midiendo constantemente nuevas parcelas de ensayos permanentes durante un período de años, pero es posible calcular los datos aproximados para períodos previos mediante un análisis de los incrementos. Las parcelas temporales permiten también, con mayor facilidad y menores costos, obtener datos útiles. Ejemplos de datos de crecimiento específico han sido presentados por Webb (1967) para E. regnans en Australia, por Gemignani (1967) y Valenziano y Scaramuzzi (1967) para eucaliptus en Italia, por Groulez (1967) para una especie de Eucalyptus que se conoce localmente con la denominación de 12 ABL en el Congo, por Bauger (1967) para el abeto rojo y el abeto de Menziés en plantaciones comparables de Noruega, y por Giordano (1967) acerca del crecimiento y las características tecnológicas de Araucaria angustifolia útiles para efectuar una valoración económica. Eccher (1967) halló que P. radiata, que prospera en Italia en condiciones particularmente favorables de temperatura del suelo y precipitaciones, puede desarrollarse ininterrumpidamente todo el año con un índice de crecimiento variable de unos a otros meses según la duración de la luz diurna. Esto confirma la experiencia adquirida en Australia con esta especie en condiciones semejantes.

FIGURA 43. - Un pino colonial Araucaria cunninghamii «plus», de 32 años, en Imbil, Queensland (Australia). DEPARTMENT OF FORESTRY, QUEENSLAND

Wright (1967) ha descrito la combinación de parcelas permanentes y temporales para formar la base de un programa de inventario continuo en el que se emplee un muestreo al azar estratificado para obtener informaciones sobre las estaciones, dimensiones, especies, etc. Todavía se discute si el muestreo estratificado debe ser al azar o sistemático. Sin embargo, ambos sistemas proporcionarán una estimación adecuada, pero el margen de error calculado con el método del muestreo al azar ofrece mayor confianza estadística.

Hay una amplia literatura sobre el número de parcelas que se necesitan para alcanzar un determinado nivel de precisión, sobre las técnicas detalladas para el establecimiento y medición de las parcelas de ensayos permanentes, y sobre los métodos para medir las parcelas temporales. Con respecto a esto último, ningún país puede desaprovechar las ventajas que ofrece el método Bitterlich, llamado también el método de la cuenta angular o de radio variable, para efectuar un rápido trabajo de inventario, especialmente en las plantaciones en las que no se han hecho claras o se han practicado en muy pequeña escala.

Wright estudia también el vínculo entre el inventario continuo con clasificación electrónica de datos que, aun si no se tiene acceso inmediato a una calculadora electrónica, deben registrarse de tal modo que sea posible clasificarlos más tarde con ese sistema. Mejor que incurrir en gastos costosos para la adquisición de instalaciones de calculadoras electrónicas, que por otra parte se perfeccionan continuamente, los países en desarrollo debían considerar la posibilidad de ganar tiempo recurriendo a oficinas especializadas en la prestación de servicios de calculadoras electrónicas y confiar en el asesoramiento en lo relativo a los programas y las técnicas. Varios programas destinados a este fin han sido descritos detalladamente por cierto número de autores. A este respecto, los países en desarrollo deberían usar con cautela este sistema, puesto que ofrece un margen de error que no es posible verificar; deben usar un método menos técnico.

Para los países desarrollados merecen ser consideradas las últimas técnicas consistentes en lectores de mapas.

Debe tenerse en cuenta que, antes de poder convertir en volúmenes los datos estratificados recogidos, será necesario conocer las zonas comprendidas en los diversos estratos. Si no se ha hecho el reconocimiento cartográfico de las zonas plantadas mediante métodos convencionales, o si se han producido cambios estructurales en la madera en pie después de efectuado el reconocimiento, y si la zona es suficientemente grande como para permitirlo, puede recurrirse a un levantamiento aéreo y a la cartografía fotogramétrica para determinar las zonas pertenecientes a las. diversas categorías.

Es necesario también preparar cuadros de volúmenes y de volúmenes de madera en pie para hacer un inventario inicial, o perfeccionar los cuadros existentes conforme se disponga de un mayor número de datos. También en este caso hay una variedad de métodos documentados y fórmulas apropiadas para análisis lineales o múltiples análisis de regresión mediante el uso de máquinas calculadoras o calculadoras electrónicas, según se disponga de unas u otras.

El método del inventario continuo, tal como se ha descrito brevemente, proporcionará toda la información necesaria sobre las existencias en crecimiento y su incremento. Una vez que se ha hecho un número suficiente de nuevas mediciones, y siempre que las parcelas permanentes hayan recibido el mismo tratamiento que el resto de la madera en pie, será posible predecir los rendimientos, tanto intermedios como totales.

No obstante, es muy necesaria una definición apropiada de índice de estación y de un método que indique éste que sea internacionalmente aceptable. El que la altura sola baste, es cuestión discutible, y aun así las actuales y diversas medidas de altura que se utilizan en los distintos países, e incluso en un mismo país, impiden hacer comparaciones útiles.

Stiell (1967) indica la existencia de una gran correlación en ciertas especies entre el volumen por unidad de superficie y la densidad de masa combinada bien con la altura dominante o con el diámetro medio. Esto se ha sugerido como vehículo apropiado para el uso de la fotografía aérea, pero la medición de la altura de los árboles mediante las fotografías aéreas en la escala que se utiliza corrientemente quizá no sea lo suficientemente precisa para esta finalidad.

Sin embargo, en el empleo general dé la fotografía aérea, investigaciones australianas recientes (Sims y Benson, 1967) acerca del sistema aeronegativo en color hacen pensar que este medio puede resultar más informativo y no es mucho más caro que las películas corrientes en blanco y negro para la determinación del estado de una masa, etc. Las técnicas de filtración durante el proceso de impresión sugieren que las dificultades que se presentaban hasta ahora con el azul en las fotografías en colores tomadas a altitudes más elevadas pueden superarse de modo eficaz.

Bunn (1967) ha destacado la flexibilidad conveniente en un método de predicción que proporcionan las tablas de rendimiento de densidad variable. Las tablas de rendimiento normal suponen una densidad de masa máxima y la adopción de un régimen rígido de aclareo, y hay que tener en cuenta las desviaciones con relación al mismo. En la práctica, la densidad raramente es «máxima» (como bien saben quienes han intentado establecer masas con densidad máxima en las que situar tales parcelas de rendimiento) y las presiones exteriores, y no la prescripción, determinan frecuentemente cuándo deben efectuarse los aclareos. En vista de esto, es prudente emplear un método de densidad variable.

Mantenimiento de la productividad de las estaciones

Esta cuestión es principalmente un problema específico del sector general de la nutrición forestal que se ha estudiado en el Capítulo II. Se ha discutido siempre si una estación determinada puede mantener indefinidamente los mismos rendimientos, especialmente con turnos cortos. Recientemente se ha puesto de moda emplear el método agrícola y calcular el total de la producción de materia seca en términos de madera, corteza, ramas y hojas (Ovington y Madgwick, 1958, 1959; Orman y Will, 1960; Young y otros, 1965; Young, 1966). Se preparará a continuación un balance para indicar el total de nutrientes extraídos de la estación (por ejemplo, en madera y corteza) y el devuelto al suelo (ramas y hojas), en comparación con los niveles de elementos nutrientes que existen en el suelo. Se están realizando muchas investigaciones para conocer el destino del material de desecho, porque no hay duda que de la estación se extrae un gran volumen de nutrientes y es difícil comprender cómo pueden resistir esas pérdidas los suelos forestales no fértiles.

Maki (1966), en un excelente trabajo sobre fertilización forestal, tabuló algunos ejemplos típicos de pérdidas de nutrientes con datos a partir de 1890. Indica que lo que realmente se ignora son los datos concretos sobre las tasas de reconstitución de nutrientes. Mientras no se corrija esta situación, nuestros balances seguirán siendo incompletos y estarán llenos de hipótesis.

Una amplia literatura demuestra que la aplicación de fertilizantes puede aumentar la producción de las masas artificiales, incrementar el crecimiento en estos bosques, mejorar las estaciones difíciles y elevar la producción en los suelos turbosos. Es, en cambio, menos fácil determinar si los resultados de la fertilización al establecerse las masas pueden absorber los costos de la operación durante el turno, pero indudablemento la aplicación de los fertilizantes hacia el final del turno no tendría esta desventaja. Varios autores han descrito operaciones que han tenido éxito comercial en Escandinavia, donde se están aplicando fertilizantes de urea a superficies superiores a los 100.000 acres (40.000 ha). Swan (1966) ha manifestado que es necesario contar con un diagnóstico exacto de las deficiencias en nutrientes como un requisito indispensable para adoptar esas medidas, y ha sugerido como muy útil el método del ensayo biológico.

FIGURA 44. - Un fenotipo superior selecto de Pinus caribaea, var. hondurensis, en Mountain Pine Ridge, Honduras Británico. El recolector de semillas trepa para coger conos que han de utilizarse como masa semillera en otros países. El árbol se ha elegido por su tronco recto y persistente, su fino ramaje horizontal, su corona razonablemente densa y su superioridad respecto a los árboles que le rodean. LAMB

Sería de esperar que las cosechas de turnos cortos fueran las primeras en mostrar señales de cualquier disminución de la productividad de las estaciones. Sin embargo, en Sudáfrica (Anón., 1966) no ha habido hasta la fecha indicación alguna de un deterioro de los suelos, pero debe tenerse presente que los suelos utilizados para las plantaciones son de una profundidad y fertilidad adecuadas.

Los suelos forestales de Australia son, en general, poco fértiles; en el sur de Australia, se había plantado Pinus radiata en las arenas de la costa y fue allí donde se presentaron los primeros indicios de una disminución de la calidad de la estación al obtenerse el producto del segundo turno (Keeves, 1966). Aunque la investigación no ha dado las respuestas a este problema, es probable que en una etapa determinada se necesite algún tipo de fertilización para mantener la productividad del primer turno.

Waring (1967) ha examinado el papel que desempeña el nitrógeno en el mantenimiento de la productividad y ha señalado que el nivel del nitrógeno va unido a la materia orgánica del suelo. Por consiguiente, toda práctica que reduzca la materia orgánica tendrá un efecto negativo sobre el equilibrio del nitrógeno y, por lo tanto, sobre la fertilidad del suelo.

En Australia, la costumbre ha sido quemar el matorral después de practicar la primera corta, y la disminución de la productividad en el segundo turno ha sido atribuida a la pérdida de materia orgánica resultante. Sin embargo, en Nueva Zelandia, donde no se practica la quema del matorral, Stone y Will (1965) pudieron determinar una deficiencia de nitrógeno en el segundo turno de las plantaciones de P. radiata.

Tal como lo ha destacado Waring, su propia investigación, tanto en el campo como en la plantación de ensayo de macetas, junto con la de otros muchos investigadores, ha demostrado que existe una interacción positiva entre el nitrógeno y el fosfato. Aun con plantas pequeñas de semilleros, Van Den Driessche y Wareing (1966) informaron que «las necesidades de fósforo del P. radiata para un crecimiento óptimo eran menores que para el P. contorta y el P. nigra, aunque aumentaban conforme crecía la cantidad de nitrógeno».

Debe tenerse en cuenta la posibilidad de utilizar hortalizas para aumentar el nivel de nitrógeno del suelo, así como los ensayos iniciados en los suelos forestales de escasa fertilidad de aplicar los fertilizantes hacia el final del turno, no sólo para aumentar la producción de la cosecha en curso, sino también para determinar los efectos sobre la nueva plantación.

Sin duda alguna, se necesita un esfuerzo coordinado de investigación para encontrar las respuestas a este problema, que probablemente tendrá características distintas de un lugar a otro, por lo cual no será posible hacer generalizaciones apropiadas.

FIGURA 45. - Una hilera de Populus thevestina que sirve de rompevientos cerca de Oriashoro (Bulgaria). CASTELLANI

Historial de las plantaciones

Es obvio que será necesario mantener un historial detallado de los gastos, rendimientos e ingresos, puesto que toda empresa comercial (y el bosque artificial es un ejemplo de ella) tiene que informar a sus accionistas o directores, o al gobierno. Sólo mediante un análisis de ese historial es posible tomar decisiones adecuadas en materia de ordenación respecto de toda futura acción, y calcular la rentabilidad de la empresa.

Debe estudiarse también el tipo de historial que ha de mantenerse, el sistema de operaciones empleado, y las unidades en que se basará el historial, teniendo presente que el trabajo de oficina que ha de realizarse será de considerable magnitud y, por lo tanto, sólo se debe recoger la información esencial y pertinente.

Una escuela considera que los historiales que se han hecho ahora eran demasiado detallados, llevaban mucho tiempo y contenían datos anticuados en vez de datos actuales. Evidentemente, cuanto más sencillos puedan ser los historiales, más asequible será la consulta de la información en el futuro, cuando ello sea necesario. La forma tabular es también objeto de críticas frecuentes basadas en las ideas anteriores, no obstante se admita la utilidad de disponer de una lista de todos los encabezamientos necesarios para evitar la omisión de datos pertinentes (Endsjo, 1967).

Wendelken (1967) ha hecho una distinción entre historial físico e historial de la masa, y para ambos se necesitará contar con mapas que serán interpretados conjuntamente con la información estadística y documental. El historial físico describe el terreno mismo, su topografía, el suelo, su aspecto, su elevación y vegetación. Es importante que, antes de proceder a desbrozar el terreno destinado a un bosque artificial, se describa adecuadamente la situación ecológica, ya que ulteriormente no será posible recoger esa información que puede encerrar la clave para la selección de otras futuras estaciones.

El historial de la masa abarca todas las operaciones necesarias para el establecimiento del bosque, su conservación y su cuidado ulterior, incluidos su crecimiento y rendimientos. Por lo tanto, ese historial no es estático y debe ser constantemente puesto al día conforme avanza en edad el bosque artificial y se aplican los diversos tratamientos, o conforme los factores externos influyen en el crecimiento, o cuando se extraen los rendimientos intermedios.

Tradicionalmente, la parcela ha sido la unidad básica empleada con propósitos de registro, aunque las opiniones han divergido en lo que respecta a lo que debe comprender una parcela. En efecto, el mismo concepto de parcelaunidad fija ha sido puesto en tela de juicio. Wendelken (1967) ha establecido los principios modernos para delimitar las parcelas, y uno de los más importantes es que puedan estar limitadas por características físicas reconocibles.

Cuando una parcela es relativamente grande, es poco probable que su calidad sea uniforme y, por consiguiente, quizás sea necesario dividirla en dos o más subparcelas, en tal forma que sea posible aplicar a cada una de estas subdivisiones el promedio de datos sobre crecimiento y rendimientos. En casos muy especiales, es necesario a veces plantar especies distintas en una parcela, lo cual, obviamente, entrañará una división de la unidad de registro.

De los mapas de las parcelas y subparcelas, que formen parte integral del proceso de registro, es posible preparar proyectos de zonas, dándose detalles sobre el material en crecimiento por especies, edad, densidad, etc. Más tarde, cuando la plantación tenga edad suficiente para que pueda hacerse una evaluación que tenga algún valor, será posible efectuar un cálculo de las calidades de la estación, predecir los rendimientos y formular los planes de corta y extracción.

Es posible examinar la estructura de los costos partiendo simultáneamente de los planes de zonas y del historial de la masa. Los costos unitarios cumplen una doble función en la evaluación de la eficiencia de una operación (comparándola con otras parcelas y otros años), así como en el establecimiento de una base para el control presupuestario de las operaciones futuras.

La mejor manera de mantener materialmente el historial manual de las plantaciones es utilizar hojas sueltas, que tengan un índice visible y estén dotadas de resúmenes para una rápida comprensión de los datos. Existen sistemas comerciales modernos al efecto, por lo cual no es necesario abundar en detalles sobre esta cuestión.

El uso de calculadoras electrónicas y de sistemas de clasificación de datos ha hecho enormes progresos en los últimos anos, tanto en la esfera científica como en la comercial. En silvicultura, el análisis de los datos experimentales, el mantenimiento de inventarios, el uso de modelos matemáticos y múltiples análisis de regresión han constituido el núcleo de las técnicas de calculadoras electrónicas empleadas hasta la fecha. Comienza a usarse el análisis de costo/beneficios, se están computando las ventas de trozas y los salarios, pero hasta ahora parece haberse prestado muy poca atención al problema de dar al historial de las plantaciones una base consistente en la clasificación de datos. Probablemente, esto sucede porque es más parecido a la tarea de poner al día los registros de existencias de una empresa comercial de productos básicos, y entrañaría una unión entre la calculadora de tipo comercial y el método científico. Es éste un campo de investigación que beneficiaría a todos los países interesados en el problema de los bosques artificiales.

FIGURA 46. - Plantacón en hilera de Populus x euramericana «I-214», a los cinco años de plantados. Tor Viscosa, Udine (Italia). CASTELLANI

El problema de las cuentas de gastos e ingresos y las unidades que deben usarse ha sido estudiado en forma conveniente por Wendelken (1967), y probablemente bastará con reiterar que es necesario tener presentes los siguientes conceptos de gastos:

1. gastos directos en la cosecha misma
2. mejora de las inversiones de capital (caminos, edificios, etc.)
3. conservación (incluida la protección)
4. gastos administrativos, de personal y generales
5. costos de ordenación.

La dificultad de comparar los costos de producción y los diversos componentes de los costos de los diferentes países es señalada por Endsjo (1967) e ilustrada en los estudios de casos presentados.

La necesidad de datos completos, exactos y actuales que permitan la adopción de decisiones inmediatas en el mundo altamente competitivo de hoy día, es especialmente importante en el sector privado de la silvicultura productiva.

Es evidente la necesidad que tiene la silvicultura de un sistema uniforme de establecimiento de los costos para proporcionar los datos económicos comparativos precisos para el análisis económico, fundamental para la selección de proyectos viables.

FIGURA 47. - Una plantación de álamos en hilera, en Kabul (Afganistán). La plantación de álamos en línea, además de proporcionar madera y servir para un aprovechamiento más intenso del terreno, influye beneficiosamente en el medio ambiente. MAY

Protección

ENFERMEDADES

El actual simposio tiene la suerte de contar como documentación básica con la del Simposio mixto FAO/UIOIF sobre enfermedades y plagas forestales internacionalmente peligrosas, celebrado en 1964. En este último simposio, se planteó la cuestión (Murray, 1964) de la plantación experimental de especies arbóreas para conocer su resistencia y susceptibilidad a las enfermedades. La propuesta para realizar este ensayo ha recibido diversas formas de apoyo desde 1949, pero, al parecer, las dificultades para llevar a la práctica este plan, y las desventajas inherentes al mismo, superan a las ventajas.

Al considerar las limitaciones de las plantaciones destinadas a conocer la suceptibilidad a las enfermedades, y especialmente el largo período que tiene que transcurrir antes de conocerse los resultados, Hepting (1964) sugirió otra forma de encarar el problema. Según esta fórmula, en la etapa 1 hay que preparar el INTREDIS (un registro internacional de informaciones sobre enfermedades de las especies arbóreas), y la etapa 2 consiste en la aplicación de un método de predicción - evaluación al azar (denominado APRE) - a una región determinada para conocer los posibles elementos patógenos. El INTREDIS sería organizado como un sistema para la clasificación electrónica de los datos, en tal forma que sería fácil obtener las apreciaciones del APRE. El mérito de la propuesta estriba en que sería posible emplear este método una vez preparado el registro, que se pondría constantemente al día conforme afluyeran nuevas informaciones.

En lo que se refiere a los bosques artificiales, se necesita conocer la forma de disminuir al mínimo los efectos de las enfermedades, las medidas preventivas que se podrían adoptar para evitarlas o para mantenerlas en un nivel aceptable y, si conviene arriesgarse, en forma calculada, en proyectos a largo plazo de esta naturaleza.

Se destaca el peligro de la introducción de enfermedades con el suelo micorrícico. Es posible preparar y distribuir cultivos puros de hongos apropiados, y así se ha hecho en algunos casos (la FAO, dentro del Programa de becas André Mayer, patrocina actualmente un estudio general de las micorrizas).

En los libros de texto y en toda la literatura sobre este tema se hacen repetidas advertencias sobre el peligro de la aparición de epidemias de enfermedades causadas por hongos (y de plagas de insectos) en los monocultivos y en las plantaciones en general (Foster, Shaw, Gibson, Imazeki, 1964; Bakshi, 1967). Maplesden (1966) declaró que «el riesgo inherente de enfermedades y plagas de insectos es tan grande, que resulta esencial cierta diversificación de especies, aun a expensas del rendimiento, si se quiere mantener la higiene forestal», y por esta razón no se permite que el P. radiata exceda del 60 por ciento de las plantaciones de Nueva Zelandia.

Muchas de esas afirmaciones se apoyan en ejemplos, pero, a menudo, van seguidas de explicaciones en el sentido de que dichas especies fueron plantadas en una estación pobre, o fuera de su límite climático, o que estuvieron sujetas a condiciones atmosféricas excepcionales, o que eran antieconómicas por cualquier otra razón. Por ejemplo, Imazeki menciona la propagación de la Guignardia laricina en 100.000 hectáreas de alerces plantados fuera de su medio ambiente natural en el Japón.

Sin embargo, es indudable que las especies (exóticas o no) plantadas en condiciones adversas serán más susceptibles a las enfermedades y que el vigor de la masa forestal es muy importante para evitar la propagación de enfermedades (Bakshi, 1967). Por lo tanto, al hacer el planeamiento de un programa de repoblación forestal, es importante no dejarse llevar por la tendencia a extender los proyectos forestales a tierras que son inútiles para otra cosa.

No obstante, se considera que debe estudiarse más detenidamente el problema de la vulnerabilidad de los bosques artificiales a las enfermedades en estaciones adecuadas y con sistemas convenientes de conservación. Los patólogos levantarán las manos al cielo horrorizados ante esta sugestión, y es justo reconocer que los argumentos presentados son lógicos y convincentes. El hecho de que no den frutos en la práctica merece un estudio más detenido, pues no es posible que la mayor parte de los países se hayan limitado a «tener suerte».

Citando a Luckhoff (1964): «La industria forestal en Sudáfrica se basa casi enteramente en plantaciones de especies estrictamente exóticas y de edad pareja, que cubren una superficie de más de dos millones de acres (800.000 ha). Una de las características... es que estas plantaciones están relativamente libres de brotes importantes de enfermedades. Se calcula que las enfermedades causan una pérdida en la producción anual de sólo una fracción del 1 por ciento». Australia, con una superficie de bosques artificiales de cerca de 750.000 acres (300.000 ha), se encuentra en una situación similar, a pesar de la existencia de la Phytophthora, Fomes, Armillaria, Diplodia, Lophodermium, etc. Igualmente, los bosques de especies exóticas de Nueva Zelandia no habían dado señales de la aparición de enfermedades graves (Newhook, 1964) hasta la reciente aparición de la Dothistroma pini, cuya importancia no ha sido calculada todavía.

El eucalipto ha sido plantado en muchos países, en condiciones extremas de clima, lluvias y suelos, en una superficie que excede de los 5 millones de acres. En la Commonwealth británica «ninguna enfermedad producida por hongos ha causado daños generales, y la presencia de ciertas enfermedades parece estar relacionada con condiciones desfavorables de crecimiento más que con enfermedades específicas». (Streets, 1962.) La situación parece ser similar en otros países.

También es alentador el pensar en los grandes monocultivos de caucho en Malasia, donde, a pesar de la existencia de Fomes lignosus, Ganoderma sp. y Phytophthora, las plantaciones siguen prosperando bajo el cuidado vigilante del Instituto de Investigación del Caucho.

FIGURA 48. - Fotografía aérea del centro forestal de Kaptagat y sus alrededores. Además del campamento para la construcción de una carretera, puede verse la disposición típica de una estación forestal que utiliza el sistema shamba, aunque la aldea podría estar situada, idealmente, fuera del perímetro forestal. FOREST DEPARTMENT, KENIA

INCIDENCIA MAYOR DE ENFERMEDADES EN LOS BOSQUES ARTIFICIALES

Aunque el autor sabe perfectamente que las masas naturales del mundo cubren una superficie muchas veces mayor que los bosques artificiales, es interesante notar que la mayor parte de las enfermedades (introducidas o endémicas) afectan a los bosques naturales y a los árboles aislados en su habitat natural (por ejemplo, la roya vesicular, el chancro cortical del castaño, las podredumbres de la raíz, etc.). Las pérdidas en los bosques naturales son enormes (Davidson y Buchanan, 1964) y es de esperar que las consecuencias en los bosques artificiales sean parecidas. Es el efecto neto el que hay que tener en cuenta, por lo que en ambos casos deben adoptarse medidas adecuadas de protección.

Algunas veces un estudio más detenido indica la verdadera situación. Como el Fomes annosus está considerado como una importante amenaza a las plantaciones de los Estados Unidos, Bega y otros (1966) llevaron a cabo una investigación sobre las enfermedades de las raíces en una zona de bosques naturales de California Se esparció el hongo a lo largo del bosque y los autores llegaron a la conclusión de que esta enfermedad es una amenaza mucho mayor de lo que parecen indicar los informes anteriores.

Se quiera o no, los bosques artificiales, al igual que las masas naturales, sufrirán el ataque de elementos patógenos fungosos y, a pesar de las estrictas precauciones de cuarentena que se adopten para impedir la invasión de enfermedades exóticas, probablemente esas pestes se extenderán a otros países. Por consiguiente, hay que mantenerse constantemente alerta ante la gravedad del problema; primero, con respecto a la selección de las estaciones y de las especies (Bakshi, 1967); segundo, con respecto a la detección y evaluación de las enfermedades y, por último, en lo que se refiere a la aplicación de medidas adecuadas de lucha y al mismo tiempo hay que mantener un programa de investigaciones dinámico y continuo (Benedict, 1964). Quraishi (1967) describe los organismos patógenos de hongos de Dalbergia sissoo en plantaciones regadas y propone la alternación de los cultivos para que no haya planta hospedante y desaparezcan los organismos patógenos.

Se han hecho grandes esfuerzos para seleccionar y reproducir clones resistentes a las enfermedades, especialmente de álamos. El hecho de que muchos clones hayan tenido que ser abandonados por la aparición de un brote de una nueva enfermedad señala la necesidad de que se prosigan los estudios de la resistencia a las enfermedades.

INSECTOS

En lo que se refiere a las plagas de insectos, la situación de los bosques artificiales es muy similar a la de las enfermedades y a menudo se estudian conjuntamente.

Benedict (1966) ha resumido la situación en la forma que sigue: «Es muy importante tener en cuenta que las enfermedades y los insectos no dejarán nunca de existir. Todavía no se ha llegado a entender cabalmente el hecho de que, al igual que los árboles, son un componente natural del medio forestal... A menudo no comprende (el personal forestal) que un ataque total contra todos los elementos patógenos o insectos que se presentan en el bosque no sólo sería innecesario y poco inteligente, sino que impondría una carga excesiva tanto sobre los servicios como sobre los fondos disponibles... Salvo en una campaña de erradicación en la cual el objetivo es descubrir y destruir hasta la última enfermedad o insecto - situación que muy rara vez se presenta en el control de pestes forestales - , la única forma posible de hacer frente a las enfermedades e insectos es reducir las pestes a un nivel en el que los controles naturales bastarán para mantenerlas a raya».

Simmonds (1964) ha descrito la difusión de las plagas de insectos antes y después de establecerse las medidas de cuarentena. En esta esfera, todos los autores están de acuerdo en que la cooperación internacional es indispensable para reducir al mínimo la extensión de las plagas de insectos y para difundir información sobre las investigaciones. También se necesitan técnicas mejoradas de medición de las consecuencias que producen los insectos y las enfermedades sobre el incremento, para que se puedan determinar con exactitud los gastos que podrían justificarse en medidas de lucha.

FIGURA 49. - Un rodal de Pinus caribaea var. caribaea, de cinco años, en (tabo, provincia de Matanzas (Cuba). DEPARTAMENTO FORESTAL, CUBA

Beal (1964) ha descrito el daño catastrófico que puede producir una plaga de insectos. El escarabajo del pino del sur (Dentroctonus frontalis), que se extendió por lo menos a 2 millones de hectáreas de bosques naturales de pinos en Honduras, destruyó más de 8.000 millones de pies tablares de madera de excelente calidad. La peste fue demasiado grande (160 km de ancho) y avanzó demasiado rápidamente (100.000 nuevos árboles atacados cada día) para poder adoptar medidas eficaces de lucha, aun si se hubiera contado con los conocimientos técnicos suficientes.

La lucha contra una plaga de insectos forestales depende casi siempre del conocimiento de su historia biológica, su comportamiento, condiciones favorables para su desarrollo, así como sus parásitos y sus devoradores. Cuando no se dispone de una información adecuada, es necesario iniciar campañas costosas de erradicación y contención, mientras se realizan las investigaciones pertinentes, por ejemplo con el Sirex noctilio de las plantaciones de P. radiata en Australia (Cromar, 1966).

Aparte de pequeñas zonas tales como los viveros de árboles, la lucha química de las plagas de insectos forestales generalmente se considera sólo como un método de emergencia. Las pulverizaciones aéreas de insecticidas en gran escala acarrean todos los peligros que entrañan la ruptura del equilibrio de la naturaleza, la contaminación, los residuos tóxicos, etc. Frecuentemente se matan parásitos y depredadores al mismo tiempo que la plaga, lo que ocasiona a menudo una reinfestación todavía mayor en años posteriores. Además, el desarrollo de una resistencia a los insecticidas es un hecho incontrovertible.

No obstante, Torrent y Romanyk (1967) hacen hincapié en que no debe dudarse en utilizar métodos químicos como arma fundamental cuando las circunstancias lo exijan. Los plaguicidas son demasiado valiosos para prescindir de ellos a la ligera y debe considerárseles un instrumento que hay que usar en unión con métodos biológicos y de otra índole, después de una cuidadosa evaluación de la situación.

En muchos casos, resulta difícil o imposible la aplicación de productos químicos, y es menester estudiar la posibilidad de recurrir a otros sistemas. Durante mucho tiempo, el control biológico mediante el uso de insectos parásitos ha constituido uno de los métodos clásicos para combatir las plagas, pero en época más reciente se han empleado microorganismos causantes de enfermedades (Franz, 1966; de Bellis y Cavalcaselle, 1967). Franz discute también la manipulación genética o control «autocida», es decir, «la destrucción de una población por su propia actividad». Se ha informado sobre varios ejemplos de control practicado mediante la suelta de machos esterilizados con radiaciones gamma. Al enumerar las ventajas de este método, Franz declara: «La propia destrucción de una población puede terminar en la erradicación y, en cambio, todos los otros métodos de control biológico crean, en el mejor de los casos, un nuevo y muy bajo nivel de la plaga, nivel que ha de mantenerse si se desea que persista la regulación».

FIGURA 50. - Plantación de Eucalyptus gomphocephala, de 12 años, en una toba volcánica calcárea, en Rharb (Marruecos) (550 milímetros de precipitación anual). STATION DES RECHERCHES FORESTIERES, MARRUECOS

FIGURA 51. - Repoblación forestal con Araucaria angustifolia, en Puerto Piray, Provincia de Misiones (Argentina). Los árboles tienen 17 años. GIORDANO

FIGURA 52. - Rodal de abeto Douglas en la plantación Watson, de Coalgate (Nueva Zelandia). Los árboles tienen 37 años y se podaron hasta la altura de 8,5 a 9 metros. FOREST SERVICE - JOHNS, NUEVA ZELANDIA

Franz ha mencionado también lo que él llama control «biotécnico», es decir, el uso del sexo u otros elementos de atracción, con o sin esterilizantes químicos, como otro método interesante, pero recomienda que se desarrollen programas integrados, empleándose métodos complementarios para alcanzar una eficacia óptima.

Se han señalado a la atención diversas organizaciones que se ocupan del control biológico, y los países que tienen problemas de plagas de insectos pueden consultarlas, fomentar la obtención de parásitos etc.

Torrent y Romanyk (1967) destacan, al igual que en el caso de las enfermedades, que las condiciones adversas predisponen los bosques al ataque por los insectos, y que es esencial un adecuado tratamiento silvícola, unido a una higiene forestal apropiada, si se quiere que las plagas se reduzcan al mínimo posible.

Existen varios casos de especies indígenas que no pueden cultivarse con éxito actualmente en los bosques artificiales porque sufren ataques generales de los insectos, por ejemplo: Chlorophora excelsa en Nigeria, Cedrela y Agathis en Australia.

Por el contrario, una especie exótica está sujeta a veces a un intenso ataque, por ejemplo, las plantaciones de eucaliptos en Túnez, por el barrenillo Phoracantha semipunctata.

Casi todos los autores que se ocupan de los problemas de los insectos en los bosques hacen hincapié en que es indispensable llevar adelante las investigaciones a fin de poder estudiar la vida y comportamiento de especies peligrosas, o potencialmente peligrosas, y determinar los métodos de lucha que han de usarse. En algunos centros se están usando ya las nuevas técnicas de radiactivación con isótopos para verificar el ritmo de difusión y el comportamiento (John y Weidinger, 1966). Son necesarias también más investigaciones acerca de los plaguicidas, sobre todo en lo que se refiere a la posibilidad de utilizar un número menor de ellos.

La intensificación de las investigaciones sobre los insectos y las enfermedades forestales en los países en desarrollo podría, quizá, conseguirse mediante el establecimiento de institutos regionales de investigación, de los que la East African Agriculture and Forestry Research Organization (EAAFRO) es un ejemplo excelente.

Se estima que los países con bosques artificiales (o que piensan establecerlos) harán una buena inversión si asignan en el presupuesto por lo menos. la cantidad necesaria para sufragar las operaciones de un equipo de vigilancia de plagas de insectos, de tal manera que sea posible descubrir desde el principio la formación o crecimiento de estas plagas.

FAUNA

En su comunicación, Holloway (1967) ha hecho una apreciación adecuada de la situación en lo que respecta a la fauna silvestre. Indica que los daños causados se limitan fundamentalmente al ramoneo y descortezamiento, puesto que la erosión del suelo causada por el pisoteo de los animales se circunscribe principalmente a los bosques naturales, y lo mismo sucede con las pérdidas de semillas causadas por pájaros y roedores.

Algunas regiones geográficas se enfrentan con problemas especiales que tienen su origen en la fauna indígena (elefantes en Africa, la zarigüeya en Australia), pero en general, el mayor daño lo causan ciertos mamíferos extendidos por todo el mundo, y que pueden dividirse en tres grupos: roedores, conejos y liebres, así como los artiodáctilos (ciervos, antílopes, cerdos y búfalos).

El ramoneo es grave para los árboles jóvenes, cuando el renuevo apical se encuentra al alcance de los animales. El descortezamiento, además de causar defectos locales y una pérdida de incremento, permite la entrada de los insectos y los hongos. Con los animales trepadores esto mismo puede suceder en la parte superior de los árboles adultos, así como en la base de los árboles jóvenes. En las plantaciones jóvenes, la protección ofrecida ayuda a la multiplicación de los animales, así como también la favorece la existencia de alimentos con lo cual se aumenta la concentración de animales en la fase más vulnerable de la vida de las plantaciones. La situación puede empeorar a medida que el porcentaje de bosques artificiales con relación a los bosques naturales aumente.

Entre los métodos empíricos de protección usados tradicionalmente se encuentran el uso de cercas, la caza mediante escopetas, el envenenamiento, las trampas y la fumigación. Se sigue estudiando el uso de repelentes, algunos de los cuales ofrecen ahora muy buenas perspectivas. Las cercas permanentes son caras, y las temporales se usan frecuentemente durante un corto período y ulteriormente se las emplea en otras plantaciones. Estos métodos sirven para remediar y prevenir, y probablemente se seguirán usando mientras continúe la repoblación en gran escala.

Sin embargo, Holloway considera que el método ecológico tendrá mayor importancia en el futuro. Este método entraña la ordenación de la fauna y del medio ambiente forestal como las partes interdependientes de un todo, a fin de reducir al mínimo los daños. El método de ordenación de la población animal parece más adecuado para los animales de caza más grandes, y menos para las ratas o conejos.

Ningún estudio de los daños causados por la fauna en Australia estaría completo si no se mencionara la importante reducción alcanzada en el número de conejos mediante el empleo del virus mixomatosis.

Ratcliffe (1961) resumió la situación en la forma siguiente: «La mixomatosis se encuentra ahora atrincherada en el conejo silvestre como una infección que se perpetúa a sí misma y que brota, local o regionalmente, cuando son favorables las condiciones para su rápida transmisión y difusión. La enfermedad ha tenido efectos casi increíbles sobre el número de conejos, y en regiones muy extensas ha hecho desaparecer la gravedad y urgencia del problema que plantea este animal. El virus sigue matando, disminuyendo la plaga en muchos lugares antes de que pueda adquirir un volumen excesivo. Todo hace presumir que la enfermedad, trabajando en forma natural y espontánea, continuará siendo durante muchos años un factor muy importante en la eliminación del conejo. Pero en los conejos silvestres se está creando una resistencia natural, lo que permite un porcentaje cada vez mayor de recuperaciones. Esto prueba que los efectos generales de la mixomatosis disminuirán paulatinamente, pero nadie puede calcular cuánto tiempo ha de transcurrir antes de que esto ocurra.» Hay, por supuesto, otros efectos de un virus de ese tipo, transmitido por vectores.

Australia tropieza también con dificultades para obtener semillas del Pinus pinaster de los árboles locales, debido a la destrucción de los conos por la cacatúa. Este ave, al igual que otros pájaros pesados, quiebra también los primeros retoños del Pinus spp. durante el período de alargamiento, cuando son quebradizos y no pueden resistir el peso de las aves que vienen a posarse en ellos.

FIGURA 53. - Pinus radiata de 14 años, en la Lower Glenelg Plantation, Victoria (Australia). FORESTS COMMISSION, VICTORIA

INCENDIOS

La protección contra los incendios es también un componente importante de las operaciones forestales en las regiones de lluvias invernales y de elevadas temperaturas de verano y, en menor grado, en otras partes. Se trata de una operación costosa, tanto en la etapa preventiva como en la extinción de los incendios. En los bosques naturales, la dificultad de acceso, el sotobosque, etc., hacen más difícil la situación, pero en los bosques artificiales las medidas para prevenir los incendios deben ser adoptadas desde el principio, en la medida que lo permitan las condiciones y los factores climáticos de la región.McArthur (1967) ha hecho un examen adecuado de los niveles de protección requeridos y el planeamiento necesario para alcanzar esos niveles, de tal manera que se mantenga a los bosques dentro de los límites de las pérdidas aceptables. Señala que las plantaciones tienen algunas ventajas sobre las masas naturales, por ejemplo, menor velocidad del viento debida a una mayor desidad de la madera en pie. La intensidad de la protección de los bosques artificiales contra los incendios debe guardar relación con los costos y los valores del caso, debiendo reconocerse el principio de la disminución de los beneficios. Deberá hacerse el máximo empleo del pastoreo y de otros aprovechamientos que puedan favorecer la protección contra los incendios, reduciendo el peligro de éstos y los gastos de protección.

FIGURA 54. - El rodal más antiguo de Pinus caribaea, var. hondurensis, de Africa, Dukuduku, Zululandia. Los árboles se plantaron en 1929 y, 35 años después, tenían una altura de 29 metros y un volumen en pie de 198 metros cúbicos. Esta masa se halla a 28° S y 30 metros de altitud en un suelo francoarenoso profundo, bajo una precipitación de 965 milímetros. LAMB

McArthur señala también las grandes diferencias que existen en los niveles de protección necesarios en los diversos países con arreglo a sus climas respectivos, y hace hincapié en que una de las variables más importantes en el control de la pauta seguida por los incendios es la cantidad de combustible acumulado. Se recomienda la reducción de este peligro, ya sea mediante extracción, quema o desintegración mecánica. Los dos primeros sistemas, sin embargo, eliminan de la estación las ramas y material de residuo lo que, como se ha indicado en la sección anterior, puede contribuir al deterioro de la fertilidad de la estación. Está aprobado que la quema del material de residuo puede efectuarse en las plantaciones en un momento apropiado sin que se produzca ningún daño importante, ni siquiera a las especies más sensibles al fuego. Queda por investigar - lo que ya se está haciendo - si la práctica es dañina a la fertilidad de la estación y a la microfauna y microflora del suelo.

Como resultado de la experiencia adquirida se han producido gradualmente cambios muy importantes en el diseño de los cortafuegos. Los anchos senderos cortafuegos construidos en las primeras etapas, y que estaban destinados a detener los incendios, han sido reducidos ahora a dimensiones más estrechas, y su función es primordialmente de acceso al bosque más que de barrera contra los incendios. El diseño de un sistema adecuado de cortafuegos depende en gran manera del clima y de las condiciones favorecedoras de los incendios de la comarca de que se trate. En algunos países, se practica la plantación de especies no inflamables (o más bien poco inflamables) a lo largo de los bordes de las barreras cortafuegos, por ejemplo: Sweetia brachystachya en el Congo inferior. Prosigue la búsqueda de especies apropiadas para esta finalidad. Una especie determinada puede que sea inflamable en una comarca y que en otra sirva de cortafuegos, por ejemplo, Eucalyptus.

La pérdida de productividad resultante del empleo de un sistema de amplias barreras cortafuegos puede adquirir grandes proporciones, especialmente cuando la tierra adecuada para la plantación escasea o es cara. En muchos casos, se han plantado antiguos cortafuegos o se les ha reducido a simples vías de acceso. Aunque todo tipo de corte no es generalmente eficaz para detener un incendio frontal, tales vías de acceso son, por lo común, eficaces para impedir la propagación lateral y, al mismo tiempo, sirven de líneas desde las que puede iniciarse la lucha contra los incendios. McArthur (1967) ha señalado también que toda reducción en el costo de la conservación tendrá importantes consecuencias sobre la rentabilidad de la empresa.

La localización de los bosques artificiales, respecto del centro de utilización, tiene una importante relación con las pérdidas aceptables, lo mismo que la cuestión de si el bosque está o no total o parcialmente asegurado contra las pérdidas debidas a los incendios. En estas circunstancias, el porcentaje aceptable de pérdida anual por los incendios podría ser de hasta 0,3 a 0,5 por ciento, sin graves perjuicios para el propietario del bosque. McArthur (1967) ha sugerido que el criterio para la cuantía de la pérdida aceptable podría ser la capacidad de la industria para utilizar (sin una desorganización excesiva) la madera quemada antes de que se corrompa. Cualquiera que sea el método empleado para calcular la cifra de las pérdidas aceptables, el planeamiento de las medidas preventivas, la mano de obra, el equipo y los métodos de extinción tendrán que girar alrededor de ella. Tanto la disposición de estos recursos como la posibilidad de emplearlos rápidamente en actividades de extinción de incendios tienen que regirse por un sistema de clasificación del peligro de incendio (McArthur, 1963), que integre los diversos factores que intervienen en el problema, y mediante el cual se puedan determinar - y tener listas para la acción - las fuerzas y servicios necesarios para hacer frente al ritmo previsto de extensión del fuego y a las dificultades con que se tropiece para dominarlo.

Este sistema tiene que ir unido a otro de previsión del tiempo favorable a los incendios, para poder organizar el personal y mantenerlo en un alto nivel de preparación. Estas previsiones no tienen necesariamente que ser internas; pueden estar coordinadas con estaciones radiodifusoras o canales de televisión, medios de difusión que permiten llegar al público general. Las campañas para impedir los incendios deben estar bien planeadas y apoyadas con una publicidad adecuada, a troves de la prensa, la radio y la televisión.

La siguiente etapa en la protección contra incendios es la detección del fuego, tarea que resulta más fácil de cumplir en las plantaciones de ordenamiento intensivo que en los extensos bosques naturales. Las torres de vigilancia de incendios y el equipo de comunicaciones han sido descritos adecuadamente en el pasado y no debe tropezarse con dificultad alguna para establecer un sistema apropiado. Sin embargo, se están desarrollando nuevos métodos consistentes en detectores infrarrojos y convertidores de imágenes (Packham, 1966).

Los métodos para extinguir los incendios y los equipos empleados dependerán del clima más o menos favorable a los incendios, las condiciones estacionales existentes, la topografía y la situación social del país de que se trate. Las herramientas manuales pueden ser suficientes en una región donde el peligro sea menor, el combustible escaso y la mano de obra abundante y, en cambio, en situaciones más graves será necesario recurrir al uso de niveladoras, grandes tanques y bombas de agua.

Nunca se insistirá bastante en que la clave de la lucha contra los incendios está en la velocidad del ataque inicial a los mismos y, por consiguiente, que debe examinarse atentamente la conveniencia de disponer de un gran número de pequeños vehículos bien distribuidos para esta finalidad (que utilicen las técnicas de la producción de nieblas, cuando sea pertinente), además de disponer de grandes tanques para atacar los fuegos frontales.

Es evidente que en la mayoría de los sitios donde hasta ahora se han establecido bosques artificiales no puede pasarse por alto la protección contra incendios. Tiene que ser planeada para poder hacer frente a las condiciones previstas; debe contarse con un presupuesto anual destinado a sufragar las actividades preventivas y con los servicios y equipos necesarios para atacar rápidamente todo foco de incendio, que generalmente se producirá en ocasiones en que el peligro es muy grande. Es probable que las pérdidas anuales debidas a los fuegos sean muy variables y la pérdida grande ocasionada por un fuego intenso es la que parece constituir el factor significativo en la determinación de los índices aceptables de pérdidas.

Todos los países debieran procurar tener una perfecta legislación contra los incendios forestales y rurales, y los medios para cumplimentarla, con arreglo a la cual pudieran imponerse restricciones lógicas al encendido de fuegos y la lucha contra los incendios durante las condiciones meteorológicas que los favorecen. El cierre de los bosques y la prohibición total de encender fuegos en ellos son medidas necesarias cuando el peligro de incendios es extremo. La recopilación de precisas estadisticas sobre los fuegos es un medio auxiliar importante para el diseño de campañas de prevención de los incendios, como comprobación de la eficacia, a lo largo de los años, de la organización de supresión de los incendios, y como base para la determinación de primas efectivas de seguros contra los incendios. Recientemente han nacido dos ideas nuevas:

1. que la primera poda (en las plantaciones de coníferas) podría ser un gasto justificado con cargo a la lucha contra los incendios más bien que a las operaciones silvícolas;

2. que el costo del establecimiento de un sistema de barreras cortafuegos (vías de acceso) puede ser, al menos en parte, un gasto con cargo a la utilización.

OTROS FACTORES

Al establecer bosques artificiales es fundamental no pasar por alto los posibles efectos de los diversos factores climáticos. En efecto, se ha sugerido que deben acepterse los riesgos (de todos los tipos) como rasgo normal de la ordenación de los montes (Brunig, 1967a). Uno de los factores más importantes es el de los vientos huracanados, y son muchos los ejemplos de los grandes destrozos ocasionados en los bosques artificiales, por ejemplo en Escocia (Andersen, 1954), donde una tormenta derribó más de 45 millones de pies cúbicos de madera (1,3 millones de m³), principalmente de coníferas. y en Nueva Zelandia (Wendelken, 1966).

Los ciclones parecen seguir un curso más o menos constante, y quizás es posible evitar sus perjuicios, pero no puede hacerse lo mismo con las tempestades ocasionales. Los estudios han demostrado que, mediante técnicas silvícolas apropiadas y una cuidadosa selección de las estaciones, es posible reducir a un mínimo los derribos y roturas causadas por el viento.

FIGURA 55. - Plantación de Eucalyptus grandis, de 15 años, en el bosque del Estado de Pine Creek, Nueva Gales del Sur (Australia). En el rodal hay 1.135 árboles por hectárea, con un área basimétrica de 31 metros cuadrados por hectárea. La altura media dominante es de 30 metros y el volumen comercializable de 185 metros cúbicos por hectárea (incremento medio anual, 12 metros cúbicos por hectárea). Obsérvese el desarrollo de un subpiso denso debajo del eucalipto, en las cárcavas aluviales húmedas la vegetación climácica de estas áreas es la de los montes higrofíticos hsubtropicales, aunque Eucalyptus grandis se desarrolla naturalmente después de perturbaciones de la estación, como por ejemplo, ciclones, incendios o explotación forestal. FORESTRY COMMISSION, NUEVA GALES DEL SUR

FIGURA 56. - Rodal de coníferas de crecimiento rápido (Pinus strobus), de 33 años, después de la tercera clara. ISTITUTO NAZIONALE PER PIANTE DA LEGNO, ITALIA

La granizada es también un factor que causa daños considerables cuando el granizo es de gran tamaño. El efecto físico de la destrucción de hojas y agujas es, sin embargo, menor que el daño mecánico causado a las ramas finas, pues éste permite la introducción de las enfermedades. (Diplodia pinea es un ejemplo.)

Las heladas son a menudo un riesgo que electa también a las especies nativas, especialmente cuando son intensas y fuera de estación. Con las especies exóticas pueden darse casos de heladas totales que exigirían un cambio en las especies plantadas en esas zonas. La nieve puede limitar la altitud a que pueden plantarse con éxito ciertas especies o razas, aun cuando los demás factores sean favorables.

Las condiciones de sequía pueden ser muy graves, si son prolongadas, en zonas donde la lluvia es escasa e irregular. Los daños ocasionados por la sequía están mucho más extendidos de lo que generalmente se cree y pueden afectar gravemente a la salud y vigor de una plantación. El efecto es más grave en los suelos poco profundos y excesivamente drenados o en las estaciones con capa freática muy fluctuante. En muchos casos, la detención del crecimiento en las plantaciones se ha relacionado con una falta crónica o temporal de agua y, aunque las temperaturas elevadas aumentan el peligro de sequía, se ha observado detención del crecimiento debida a la tensión hídrica en todas las zonas climáticas en que se cultivan árboles. La elección de especies apropiadas y razas robustas adaptadas para resistir sequías periódicas, la evitación de las estaciones con regímenes ácueos desfavorables, las claras intensas en ciertos casos y el riego son factores que deben tenerse en cuenta al proyectar plantaciones en zonas donde la lluvia escasea.

Otro fenómeno meteorológico que ha causado preocupación en las plantaciones de coníferas es el rayo, y aquí hay que hacer referencia a otros efectos distintos de los relacionados con la protección contra incendios. Aunque es imposible adoptar medidas adecuadas para evitar este fenómeno, es importante reconocer sus efectos, porque la muerte de uno o más árboles en el centro de un rodal amarillento, seguida de la aparición de síntomas hasta dos años después de la caída del rayo, puede tener todas las apariencias de una infección patológica (Minko, 1966). Los efectos ocultos y secundarios pueden ser todavía más importantes que los primarios observables (Brunig, 1964).

Scurfield (1960) ha hecho un examen crítico de la contaminación del aire en relación con el crecimiento de los árboles y ha proporcionado una bibliografía general sobre el tema. Hace una distinción entre la contaminación general del aire (producida por centros urbanos e industriales) y los efectos de elementos de contaminación concretos tales como el dióxido de sulfuro procedente de las operaciones de fundición). Aparte de los bosques cercanos a las instalaciones mineras y otras industrias similares, el daño principal parece producirse en los Arboles de las calles, en los parques y en los árboles ornamentales de las zonas urbanas. Scurfield dice: «Un ejemplo especial del hecho, bien conocido, de que en general no se pueden plantar con éxito especies coníferas en los centros industriales o cerca de ellos, es que en 1924 el National Pinetum de Gran Bretaña fue trasladado de Kew, cerca de Londres, a Bedgebury en Kent».

FIGURA 57. - Rodal de Pinus khasya, de 25 años, en Dola Hill (Zambia). Altura media: 29 metros; diámetro medio: 43 centímetros; volumen medio por árbol: 1,75 metros cúbicos. Esta especie es muy prometedora para las sabanas secas de altitud media. DEPARTAMENTO DE BOSQUES, ZAMBIA

La protección contra los corrimientos de tierras y la erosión en las laderas empinadas de las regiones montañosas tiene importancia en países como el Japón, en donde se reducen las consecuencias a un mínimo limitando las operaciones a cortas muy pequeñas y realizando una replantación inmediata. El control de los aludes y torrentes, junto con la repoblación de las laderas erosionadas en terrenos muy empinados, no se estudian en este simposio, pero para los países interesados siguen constituyendo problemas especiales de la protección forestal.

El anegamiento es otro factor que, como la sequía, tiene que ser tomado en cuenta en la etapa del planeamiento. Muchas especies no soportarán el anegamiento y, en situaciones de esta índole, quizás sea necesario proceder a levantar, por medios mecánicos; terraplenes en las filas de la plantación. El problema se complica cuando el anegamiento alterna con períodos secos durante el período de crecimiento. El anegamiento periódico tiende también a crear elementos patógenos en el- suelo (por ejemplo, Phytophthora cinnamomi) y, al seleccionar las especies adaptadas a esas circunstancias, deberá hacerse una evaluación de los otros factores que pueden favorecer la expansión de la enfermedades de las raíces (Hepting, 1964).

Merece mencionarse el cuadro preparado por Brunig (1967b) en que se resumen, de conformidad con la clasificación de Oxford, los datos disponibles acerca de la extensión, los tipos y el efecto del daño causado por los agentes inorgánicos y se indican las medidas de protección existentes.

Los daños debidos a las plantas rastreras, a las trepadoras, a las malas hierbas en general, al muérdago, etc. que pueden ser caras de combatir, especialmente en las zonas tropicales, se han considerado parte de las operaciones de cuidado cultural, por lo cual no se examinan en este capítulo.

Conclusiones

De lo expuesto anteriormente se deduce claramente que, en las regiones templadas del globo, la técnica del establecimiento y la ordenación de los bosques artificiales es bastante adecuada para la expansión de los programas actuales o para el comienzo de nuevos proyectos. Hay muchas especies respecto de las cuales las técnicas han sido debidamente experimentadas a lo largo de los años y existe una buena documentación sobre los porcentajes de crecimiento. Sin embargo, es indudable que las técnicas existentes se mejorarán como consecuencia de las investigaciones actuales y de las futuras, merced a la disponibilidad de instrumentos más perfectos y al mejor conocimiento de los procesos biológicos derivado de estudios teóricos.

En las regiones tropicales, la situación es menos favorable, pues solamente una o dos especies (por ejemplo, la teca) se vienen tratando desde hace bastante tiempo para que los métodos sean dignos de confianza y para demostrar el crecimiento adecuado del material utilizable. Las técnicas para el crecimiento de los pinos tropicales y de otras coníferas en estas regiones están todavía por elaborar y apenas comienzan a hallarse ahora especies comerciales apropiadas para las áreas de sabana seca y los climas monzónicos.

Las ventajas más importantes de los bosques artificiales son sus altos rendimientos y sus rápidos ingresos, con las consiguientes economías derivadas de un trabajo concentrado, de los ahorros hechos en los costos de transporte y de una producción más uniforme, que es resultado de una repoblación forestal intensiva.

Este estudio ha demostrado que hay regiones donde se necesita una mayor labor de investigación, por ejemplo en lo referente a la productividad de las estaciones, la historia biológica y el comportamiento de los insectos y enfermedades forestales, y las especies y técnicas adecuadas para las reglones tropicales.

FIGURA 58. - Plantación de tres años de eucalipto de Mysore, en Bansiwan, Estado de Mysore (India). Este árbol se considera una variedad especialmente buena de Eucalyptus tereticornis. INSPECTOR GENERAL DE MONTES INDIA

También hay necesidad de medidas internacionalmente aceptables de factores tales como el índice de estación, y de uniformidad o normalización en las técnicas de medición y en la presentación de los datos relativos al crecimiento y el rendimiento.

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NOTA: *Documento presentado al Simposio mundial sobre bosques artificiales y su importancia industrial, Canberra, abril de 1967.


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