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APENDICE E
DECLARACION DEL SEPTIMO CONGRESO FORESTAL MUNDIAL

EL SEPTIMO CONGRESO FORESTAL MUNDIAL se ha reunido en Buenos Aires, Argentina, del 4 al 18 de octubre de 1972. Por primera vez se ha celebrado un Congreso Forestal Mundial en América Latina, donde el tiempo y el lugar se adaptaban especialmente al tema elegido: “El bosque y el desarrollo económico social”.

Los bosques cubren un tercio de la superficie terrestre del mundo. Se sabe que desempeñan un papel decisivo, aún no suficientemente cuantificado en la biosfera.

La historia del hombre es la historia de su lucha por conquistar la naturaleza, una lucha que lo ha conducido a elaborar tecnologías cada vez más complejas y nuevas formas de organización social. Usuario del bosque durante milenios, el hombre ha adquirido solamente en los tiempos modernos una comprensión de las múltiples contribuciones que aquél y las zonas silvestres aportan a su bienestar.

Los productos del bosque se usan en todas las esferas de las actividades humanas; contribuyen, pues, en forma decisiva al crecimiento económico. Los bosques contrarrestan la erosión, protegen la agricultura, palian las consecuencias de las inundaciones, aseguran la existencia de aguas límpidas. Reducen la contaminación, suministran lugares de recreación y entretenimiento, protegen la vida silvestre y constituyen una importante defensa contra el deterioro del ambiente.

El Congreso ha examinado muchas facetas del desafío de nuestros tiempos: cómo acelerar el progreso económico y social al tiempo que se mantiene o mejora el medio, reconociendo que la aspiración a alevar los niveles de vida con frecuencia se expresa en formas que amenazan ese medio.

El Congreso no es un órgano competente para juzgar los objetivos políticos, económicos y sociales de los gobiernos. No obstante, en su calidad de asamblea extraordinaria ampliamente representativa de muchos países y de muchas esferas de la vida interesadas en el bosque, uno de los principales recursos renovables del mundo en relación con el futuro de la humanidad, hace este llamamiento animado por un profundo sentido de responsabilidad.

El Congreso cree que el Plan de Acción formulado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano celebrada en Estocolmo en 1972, influirá en la evolución de la silvicultura en todo el mundo en los próximos años. Reconociendo que las políticas forestales vigentes en muchos países no están en concordancia con los nuevos conocimientos, las nuevas preocupaciones y las nuevas aspiraciones, el Congreso considera que es ahora urgente volver a definir las políticas forestales en función de esas nuevas circunstancias. El Congreso cree firmemente que, sean cuales fueren los objetivos políticos, la forma de organización económica, el sistema de tenencia de tierras forestales, es responsabilidad de los gobiernos el planear la afluencia ininterrumpida de los bienes y servicios productivos, protectores y sociales de los bosque, garantizando que la producción física y los beneficios ambientales de los bosques se pongan a la disposición del bienestar general de sus pueblos ahora y para siempre. Puesto que vivimos en un mismo mundo, y puesto que los recursos forestales están desigualmente distribuidos, los planes y políticas nacionales deberían tener en cuenta el contexto internacional.

El Congreso ha observado con preocupación que la brecha entre las naciones desarrolladas y en desarrollo se sigue ensanchando. Algunos de los recursos forestales más importantes del mundo se hallan en países donde el desarrollo económico y social se encuentra retrasado. Por encima de las consideraciones relativas a la justicia social, el hecho de que estos recursos son de importancia mundial requiere un esfuerzo mucho más intenso de parte de los países menos desarrollados y que se preste ayuda a éstos para lograr el desarrollo y la ordenación adecuada de sus recursos forestales a fin de que estos recursos puedan contribuir simultáneamente a elevar los niveles de vida de sus pueblos y proveer a la creciente necesidad del mundo de productos forestales.

En particular, ello requiere una apreciable intensificación de la investigación la que, además, debe ser realizada en el propio territorio de los países en desarrollo, en ciertos sectores claves que plantean problemas. Estos incluyen el aprovechamiento integral de bosques heterogéneos; la regeneración y el tratamiento naturales de bosques tropicales; selección de especies y técnicas de plantación para los bosques artificiales en una variada gama de condiciones ecológicas; la adaptación de tecnologías para acelerar la elaboración y los usos locales; el papel que desempeñen los bosques en rehabilitar las tierras marginales y en detener la conversión de tierras feraces en yermas; las influencias ambientales, globales y locales del bosque; y la contribución del manejo de la vida silvestre.

El Congreso estima que, habida cuenta de la creciente complejidad de los conocimientos requeridos para adoptar decisiones acertadas en materia de silvicultura, los recursos destinados actualmente a la investigación en las ciencias físicas y sociales pertinentes a la silvicultura son todavía insuficientes. Mayor preocupación ocasiona, sin embargo, el hecho de que resultan actualmente inadecuadas las medidas adoptadas en lo que concierne a la transmisión de conocimientos, incluyendo la comunicación de los resultados de la investigación a los encargados de la formulación de las políticas y a los administradores. El Congreso insta a todos los organismos de investigación forestal y a las administraciones forestales a que concedan alta prioridad a la tarea de lograr que los nuevos conocimientos sean incorporados sin demora en las actividades y prácticas forestales.

El Congreso reconoce que, para que los bosques contribuyan en mayor medida al progreso socioeconómico, debe aumentar la participación de los países en desarrollo en el comercio internacional, lo que requerirá mejores condiciones de intercambio.

El Congreso observó que algunos de los principales obstáculos que se oponen al desarrollo de la silvicultura actual son institucionales: el nivel y la estructura de los servicios forestales, la legislación forestal y los órganos dedicados a la educación, la investigación y la divulgación. Es necesario fortalecer y adaptar las instituciones forestales a la luz de las demandas cambiantes sobre el sector forestal, a fin de permitirles contribuir plenamente al entendimiento político y al desarrollo económico y social.

El Congreso analizó con espíritu crítico la situación y las responsabilidades de la profesión forestal. Los forestales han sido los precursores en la lucha por conservar y utilizar racionalmente los recursos renovables. Teniendo en cuenta su competencia para el manejo polivalente del bosque, los forestales -hombres y mujeres-, observan con satisfacción la creciente preocupación tanto por la calidad del medio como por la necesidad de una ordenación adecuada de los recursos renovables del mundo. Los forestales reconocen que la silvicultura se ocupa no de los árboles sino de cómo los árboles pueden servir al pueblo.

Este Congreso declara que el forestal, siendo un ciudadano además de un profesional, tiene la clara obligación y la responsabilidad de asegurar que sus opiniones fundadas sean oídas y comprendidas en todos los niveles sociales. Su lealtad no está comprometida con el recurso sino con la ordenación racional de ese recurso, en los intereses a largo plazo de la comunidad. Con tal fin, es necesario ampliar la educación forestal, dedicando mayor atención que hasta el presente a las disciplinas que contribuyen a la comprensión y al ejercicio de la responsabilidad de los forestales.

Por último, este Congreso no comparte las opiniones de los profetas de la desolación. Reconoce que el mundo necesitará una corriente siempre creciente de bienes y servicios forestales. Tiene plena confianza en que podrán satisfacerse esas necesidades mediante la ordenación racional y la valorización de los bosques existentes y la creación de nuevos bosques artificiales.

También confía en la capacidad de los gobiernos y los pueblos del mundo para cumplir esta tarea conjuntamente con la tarea de asegurar no sólo que la calidad del medio será mantenida sino realzada. Los miembros de este Congreso se comprometen unánimemente a brindar su desinteresado aporte a estas metas.


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