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APENDICE D
DISCURSO DE APERTURA PRONUNCIADO POR EL DIRECTOR GENERAL

Sr. Presidente,

Pensaba que, habiendo pasado tan poco tiempo desde el último período de sesiones del Consejo, no tendría que hacer hoy aquí una larga declaración. Sin embargo, hay un buen número de cuestiones a las que debo hacer mención.

Como en las anteriores reuniones veraniegas del Consejo, el principal interés de ésta será preparar el camino para la Conferencia de noviembre, con particular referencia al Programa de Labores y Presupuesto. En esta ocasión, sin embargo, la reunión constituye también parte de otra serie de acontecimientos, más bien especiales. Hace ahora seis meses que se reunió la Conferencia Mundial de la Alimentación. Dentro de dos semanas, inmediatamente después de que hayan terminado ustedes sus tareas, se reunirá aquí por primera vez, en Roma, el órgano político establecido por esa Conferencia para abordar los problemas generales de política que plantea la situación alimentaria mundial. El hecho de que se reúnan ustedes la vigilia de la primera reunión del Consejo Mundial de la Alimentación, que considerará una serie de asuntos de importancia crítica para la labor de la FAO, supondrá, estoy seguro de ello, un estímulo para sus debates sobre los diversos aspectos de la situación alimentaria mundial que tienen ante ustedes. Querrán, sin duda, dar a conocer algunos de sus puntos de vista para ayudar a promover la labor de este nuevo órgano mundial al inicio de sus funciones.

Por lo que se refiere a la situación alimentaria del mundo, no tengo realmente mucho que añadir a lo que ya les dije, más bien por extenso, en mi discurso de apertura de su último período de sesiones, hace tres meses. Verdaderamente no ha habido desde entonces ningún cambio notable en la situación.

Hablando en términos generales, continuamos razonablemente esperanzados por lo que se refiere a la situación a corto plazo de los suministros de alimentos mismos. Los países más gravemente afectados han cubierto ahora el grueso de sus necesidades para la actual temporada 1974–75, debido principalmente a tres factores: el aumento de sus compras comerciales, en parte con la ayuda financiera exterior; la reciente baja de los precios mundiales de los cereales; y la ampliación de la disponibilidad de ayuda alimentaria de los últimos meses. Las perspectivas de las próximas cosechas de trigo y cereales forrajeros siguen siendo bastante prometedoras. Parece cada vez más probable, por ejemplo, que sean buenas las cosechas que se levanten en América del Norte. Pero tengo que insistir firmemente en que, como la experiencia del año pasado nos enseñó, no podemos tener la seguridad de los suministros hasta que las cosechas se hayan levantado realmente. Además, la mayoría del aumento de la producción se espera en los países desarrollados. Esto quiere decir que hay todavía grandes incertidumbres respecto a los suministros de los países en desarrollo, el más importante de ellos, como en el pasado, la vital cosecha arrocera de Asia, que tanto depende de los monzones.

Pero aunque todo resulte este año tan bien como esperamos, estaremos aún muy lejos de lograr la seguridad alimentaria mundial. Las existencias remanentes mundiales de cereales a finales de la temporada de 1974–75 se estiman, con exclusión de la China y la Unión Soviética, en cerca de 100 millones de toneladas, nivel que está muy por debajo del mínimo necesario para la seguridad alimentaria mundial en el caso de una pérdida extendida de las cosechas. Incluso si los aumentos esperados en la producción se materializan permitiendo, así, la reconstitución de reservas en unos 25 millones de toneladas, no llegaríamos más que al equivalente del 14 por ciento del consumo total mundial, frente al 17 y 18 por ciento que la FAO considera necesario para la seguridad alimentaria en el mundo. Es, pues, indispensable que, por lo menos, los países productores del mundo desarrollado mantengan su producción cerealícola en los niveles máximos hasta que se puedan reconstituir adecuadamente las reservas.

Hay otros motivos de preocupación continua y creciente. En vista del efecto de la baja general de los precios mundiales de los productos básicos sobre los ingresos procedentes de la exportación de productos primarios, el Fondo Monetario Internacional ha llegado a la conclusión de que la situación general económica de los países más gravemente afectados, particularmente en lo que concierne a sus déficits en la cuenta corriente, se hará ciertamente aún más seria. Los países más gravemente afectados, considerados en conjunto, seguirán haciendo frente a un déficit alimentario muy grande en la temporada de 1975/76, que calculamos aproximadamente entre 14 y 20 millones de toneladas. Sus necesidades de importación de fertilizantes y plaguicidas para su propia producción alimentaria seguirán siendo considerables. Sólo en el segundo semestre de este año, la cantidad que tendrán que pagar por concepto de las importaciones de fertilizantes necesariós para cubrir sus necesidades será, a pesar de la reducción de los precios, más del triple de lo que habrían tenido que pagar a los precios de 1972–73 Es, pues, claro que los países más gravemente afectados van a necesitar el año próximo una asistencia internacional considerablemente mayor. Se necesita actuar con urgencia, por lo tanto. Creo que es muy importante, entre otras cosas, que el Consejo Mundial de la Alimentación, como cuestión de prioridad máxima, se ocupe de la cuestión relativa a las medidas que deban tomarse para continuar la función esencial desempeñada el año último por la Operación de Emergencia de las Naciones Unidas, que terminó a finales del pasado mes.

Permítaseme ahora volver a la Conferencia Mundial de la Alimentación y hacer al Consejo un breve resumen de algunos de los acontecimientos más importantes que han ocurrido a partir de entonces, concentrándome principalmente, claro está, en las actividades complementarias de las resoluciones de la Conferencia, realizadas tanto fuera como dentro de la FAO. Como el tiempo transcurrido desde que concluyó la Conferencia es relativamente corto, creo que está justificado el que consideremos el espíritu con que se han tratado hasta ahora una serie no pequeña de problemas como un indicio prometedor de la seriedad con que la Comunidad Internacional se propone aceptar los resultados de la Conferencia.

Como la preocupación principal de la Conferencia era la forma de lograr el vasto aumento necesario en la producción alimentaria y agrícola de los países en desarrollo, y como, hablando en términos realistas, la cuestión clave es la manera de proveer al aumento correspondiente que será necesario en los recursos financieros, permítaseme comenzar con dos iniciativas específicas que tomó la Conferencia en relación al financiamiento exterior. Me refiero, no es necesario que se lo recuerde, al Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola y al Grupo Consultivo sobre Producción Alimentaria e Inversiones Agrícolas (GCPAI).

La cuestión del Fondo, como recordarán muchos miembros del Consejo, fue un tema central de incertidumbre en la misma Conferencia Mundial de la Alimentación. Y, aún algunos meses después de la Conferencia, no estaba todavía claro si contaría con suficiente apoyo. Después, el mes pasado, en una reunión especial de países interesados convocada por el Secretario General de las Naciones Unidas en Ginebra del 5 al 6 de mayo, se abrió lo que yo pienso sea un camino de grandes esperanzas. Estuvieron presentes en la reunión 66 países -donantes tradicionales y potenciales, junto con un número considerable de países en desarrollo- y, siguiendo la iniciativa positiva del representante de la Arabia Saudita y de otros países, el apoyo general fue tal que la reunión convino en que había en realidad perspectivas razonables para la creación del Fondo. Así pues, aunque no se hicieron compromisos concretos en firme, parece ahora probable que el Fondo se establecerá con considerables recursos financieros. Esta probabilidad se ve sin duda, aumentada, por la recientísima declaración del Dr. Kissinger a la OCDE, en París, en la cual anunció en nombre del Presidente Ford que los Estados Unidos participarían en la creación de dicho Fondo y que creía que sus recursos serían de un total de 1 000 millones de dólares al año, por lo menos. Se ha establecido un Grupo de Trabajo Especial para estudiar con más detalle los diversos aspectos del Fondo y formular recomendaciones específicas para presentarlas a una segunda reunión de países interesados que se celebrará en noviembre, justamente antes de la Conferencia de la FAO. Sólo puedo decir que yo veo los adelantos que se han hecho, en lo que se refiere a la creación del Fondo, alentadores y cruciales para el éxito de los resultados de la Conferencia Mundial de la Alimentación ya que, es claro, sin el Fondo las perspectivas de acción sobre las otras muchas recomendaciones hechas el último mes de noviembre se verían seriamente reducidas.

También se han hecho adelantos en lo que atañe al GCPAI que, como ustedes recordarán, se pidió a la FAO que organizara junto con el Banco Mundial y el PNUD. Como la mayoría de ustedes sabrán, después del nombramiento del Embajador Edwin Martin como Presidente del Grupo, el Sr. Mensah, nuestro Representante Regional para Africa ha sido nombrado Vicepresidente y Secretario Ejecutivo. Tras de la designación de los países en desarrollo miembros del GCPAI, que es cuestión que habrá de decidirse en este período de sesiones del Consejo, la primera reunión del Grupo se celebrará en Wáshington el mes próximo.

Uno de los factores esenciales para el aumento de la producción alimentaria de los países en desarrollo, a la que la Conferencia Mundial de la Alimentación de particular importancia, es la necesidad de asegurar que cuenten con un suministro suficiente y regular de fertilizantes, sobre una base continua. La cuestión de los fertilizantes ha dado origen a muchos debates y actividades ulteriores tanto dentro como fuera de la FAO. Yo me limitaré hoy a tres aspectos que pienso sean de especial interés para el Consejo.

En primer lugar, el Plan Internacional de Suministro de Fertilizantes de la FAO, que ustedes organizaron el verano pasado, ha continuado y ampliado sus actividades. Ha llevado a cabo 40 operaciones de asistencia en 30 países en desarrollo, por un total de 66,5 millones de dólares. Los recursos prometidos al Plan a finales de marzo, llegaban a un total de 73 millones de dólares. El Plan Internacional de Suministro de Fertilizantes (PISF) ha proporcionado, de hecho, poco menos de un quinto de la ayuda total de fertilizantes suministrada en 1974–75. A pesar de la baja de los precios, los países más gravemente afectados, como se indicó anteriormente, van a necesitar mayor asistencia financiera para cubrir sus necesidades de fertilizantes procedentes del exterior, en 1975–76. A este respecto se llama la atención del Consejo Mundial de la Alimentación sobre la necesidad de aumentar sustancialmente los recursos del Plan para permitirle reforzar sus actividades de acuerdo con la función que le ha asignado el Consejo de la FAO.

El segundo punto principal es que la Resolución de la Conferencia Mundial de la Alimentación relativa a fertilizantes incluía la solicitud de que la Comisión de Fertilizantes de la FAO emprendiese un análisis positivo de la situación a largo plazo de la oferta y la demanda de fertilizantes que proporcione los elementos para una política mundial de fertilizantes. De hecho, la Comisión se ha reunido la semana pasada.

En términos generales se reconocía que, para conseguir la expansión del uso de fertilizantes en la escala necesaria para alcanzar los objetivos de producción, es necesario resolver tres problemas primordiales: primero, la reaparición periódica de fluctuaciones cíclicas de la oferta, la demanda y los precios, que conducen a situaciones críticas de escasez del tipo de aquella de la cual hemos sido testigos en los dos años últimos; segundo, la considerable dependencia de los países en desarrollo de las importaciones de fertilizantes; y tercero, las varias limitaciones de la infraestructura que influyen en la utilización efectiva de fertilizantes por parte de los agricultores.

La Comisión ha recomendado la adopción de diversas medidas, que constituyen los elementos principales de una política mundial de fertilizantes. La primera de ellas sería la creación, en la FAO, de un banco de datos sobre fertilizantes, que haría posible pronosticar con mayor fiabilidad que hasta ahora las necesidades y demanda de fertilizantes a largo plazo y descubrir la posibilidad de fluctuaciones a corto plazo. La Comisión recomendó también la adopción de medidas encaminadas a crear hueva capacidad de producción de fertilizantes en los países en desarrollo que poseen las pertinentes materias primas o que cuentan con un considerable mercado interior de fertilizantes, y a emprender la remoción de los obstáculos con que tropiezan las fábricas actualmente existentes. También dijo que debieran adoptarse las medidas necesarias para estabilizar los precios, posiblemente mediante contratos a largo plazo entre importadores y exportadores, que incluyan fórmulas de precios para proteger a las partes interesadas. La Comisión pidió además insistentemente la continuación de la asistencia en la obtención de fertilizantes, particularmente para los países más seriamente afectados, mediante la ayuda bilateral y el Plan Internacional de Suministro de Fertilizantes de la FAO (Plan que, por otra parte, ha de examinar nuevamente el Consejo de la FAO), hasta tanto que se logre una estabilidad razonable de los precios. Por último, la Comisión recomendó la introducción de mejoramientos en la infraestructura encaminados a conseguir el uso más eficaz de los fertilizantes minerales y de los orgánicos en los países en desarrollo, mejoramientos que, entre otras cosas, habrán de referirse a la extensión, el crédito, el mercadeo, el almacenamiento y la manipulación hasta el nivel de agricultores. Confío, señor Presidente, en que el Consejo de la FAO esté dispuesto a sancionar estas varias recomendaciones.

Hay otro punto más referente a fertilizantes. En vista de la importancia capital del problema de los fertilizantes, he tomado medidas para integrar más íntimamente las actividades relativas a tales productos, actividades que hasta ahora se han llevado a cabo en varias dependencias diferentes de la Organización. En efecto, he creado un Equipo de Acción formado por todos los funcionarios principales que trabajan en esta cuestión y dirigido por el Dr. Dudal, Jefe de nuestro Servicio de Recursos, Fomento y Conservación de Suelos.

Viene ahora la cuestión de los plaguicidas. A este propósito recordarán ustedes que, entre otras cosas, la Conferencia Mundial de la Alimentación pidió que la FAO, en cooperación con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la OMS y la ONUDI, convocase una Consulta Especial, en la cual habrían de participar representantes de los gobiernos y de la industria, encargada de recomendar los modos y maneras de dar efecto a la resolución de la Conferencia relativa a los plaguicidas. Esta Consulta se reunió efectivamente aquí en Roma del 7 al 11 de abril. Como ya ustedes disponen del informe de ella, que abarca toda una serie de cuestiones concretas, creo que no es necesario que haga ninguna observación de carácter general a este respecto en esta ocasión.

Hablaré ahora de la cuestión de la seguridad alimentaria mundial. Será mejor, creo yo, que divida brevemente esta cuestión en cuatro epígrafes, además de la cuestión de la ayuda alimentaria, a la que me referiré por separado.

En primer lugar están las medidas complementarias relativas al Compromiso Internacional sobre la Seguridad Alimentaria Mundial que fue aprobado por la Conferencia Mundial de la Alimentación y adoptado por este Consejo el pasado mes de noviembre. El texto del Compromiso fue remitido ulteriormente a todos los Estados que son Miembros de la FAO o de las Naciones Unidas. Es para mí motivo de gran estímulo el hecho de que hasta la fecha 45 Gobiernos (más la Comunidad Económica Europea como tal) que representan en conjunto más del 85 por ciento de las exportaciones mundiales de cereales y poco más de la mitad de las importaciones mundiales hayan respondido positivamente. Sólo dos Gobiernos-el de la República Popular de China y el de Tailandia - han indicado que no podrían participar por el momento. Estoy haciendo cuanto está en mi mano para estimular la participación más amplia posible en el Compromiso Internacional y para garantizar unas medidas complementarias eficaces.

En segundo lugar, y una vez más de conformidad con lo recomendado por la Conferencia Mundial de la Alimentación, la FAO ha extendido su programa de asistencia en materia de seguridad alimentaria a los países en desarrollo en cooperación con otros organismos, particularmente el PMA, el Banco Mundial, los Bancos Regionales y el PNUD. Este programa tiene por objeto facilitar a los países en desarrollo interesados asesoramiento técnico sobre políticas nacionales apropiadas de reservas alimentarias y también prestarles ayuda para la movilización de la ayuda técnica, financiera y alimentaria que se necesita para la aplicación de esas políticas. Hasta ahora, las misiones interdisciplinarias han visitado siete países con ese fin; otros muchos países en desarrollo han pedido asistencia y asesoramiento.

En tercer lugar está la Consulta Especial sobre Seguridad Alimentaria Mundial, que se reunió aquí del 19 al 23 de mayo. Deseo señalar a la atención de ustedes las recomendaciones específicas de política que esta Consulta ha sometido a la consideración de ustedes, y que espero serán adoptadas y transmitidas al Consejo Mundial de la Alimentación. Apoyo firmemente la intención de esas recomendaciones, que abarcan varias cuestiones capitales de política alimentaria. En particular, mencionaré la recomendación en que se pide a los Gobiernos que prosigan activamente la negociación de un acuerdo internacional sobre cereales con objeto de acelerar la aplicación de los principios contenidos en el Compromiso Internacional. Quisiera también señalar a la atención de ustedes la conclusión de la Consulta según la cual deben tomarse las disposiciones necesarias para crear el propuesto Comité de Seguridad Alimentaria Mundial a fin de que no se demore su creación más allá del próximo período de sesiones de la Conferencia de la FAO. Esto exige una enmienda de la Constitución de la FAO, enmienda que habrá, pues, de ser examinada por el actual período de sesiones del Consejo para que pueda distribuirse a los Estados Miembros con 120 días de antelación, por lo menos, antes de la Conferencia.

Por último, sobre la cuestión general de la seguridad alimentaria mundial quisiera subrayar, sin entrar en detalles por el momento, que estamos tomando varias medidas en cooperación, en caso necesario, con otros organismos como la Organización Meteorológica Mundial para dar cumplimiento a la decisión, tomada por el Consejo el pasado noviembre, de establecer en la FAO el Sistema Mundial de Información y de Alerta sobre la Alimentación y la Agricultura recomendado por la Conferencia Mundial de la Alimentación. Exhorto, una vez más, a todos los Gobiernos a contribuir al desarrollo de esta nueva actividad que, dadas las continuas inseguridades que la situación alimentaria mundial presenta en muchas regiones, constituye una cuestión de importancia práctica urgente, y confío en que el Consejo encarecerá también la necesidad de la participación activa de los Gobiernos.

En el contexto de las medidas complementarias de la Conferencia Mundial de la Alimentación, he de decir unas palabras especiales sobre la ayuda alimentaria. Es, sin duda, alentador que, gracias a los aumentos comunicados por los donantes tradicionales y los nuevos donantes, la ayuda alimentaria que se prevé estará disponible en 1975–76 se cifra ya en alreadedor de 9 millones de toneladas, cantidad que se encuentra a una distancia razonable del objetivo mínimo de 10 millones de toneladas de cereales al año fijado por la propia Conferencia. Conviene no olvidar, sin embargo, que se trata solamente de un objetivo mínimo, el cual no sólo está muy por debajo de los niveles de ayuda alimentaria disponible a mediados del decenio 1960–70, sino muy por debajo también de las necesidades reales que experimentan hoy los países en desarrollo.

Está también la realidad de que ha de hacerse más para potenciar el Programa Mundial de Alimentos, organismo que fue expresamente creado por la comunidad internacional en su conjunto para proporcionar asistencia alimentaria multilateral y que en el curso de los años ha desarrollado una excelente labor, como no dudo reconocerán muchos países, tanto desarrollados como en desarrollo. Aunque no es asunto de la competencia del presente período de sesiones del Consejo, espero que se logre un aumento considerable del objetivo para el próximo período de promesas. Refiriéndome ahora a una cuestión de interés para el PMA y que se somete a la consideración de este período de sesiones del Consejo, exhorto a ustedes a recomendar la aprobación por la Conferencia de la FAO del proyecto de resolución sobre reconstitución del CIG en un Comité de Políticas y Programas de Ayuda Alimentaria, con objeto de dar efecto con la mayor rapidez posible a la recomendación de la Conferencia Mundial de la Alimentación sobre este asunto.

La siguiente cuestión, que mencionaré brevemente en el contexto de las medidas complementarias de la Conferencia Mundial de la Alimentación por parte de la FAO, es la de la nutrición.

El Comité Especial sobre Política Alimentaria y de Nutrición que se reunió aquí el jueves y el viernes de la pasada semana, hizo un examen detallado de las propuestas de la FAO para colaborar con los países en la planificación intersectorial de la alimentación y la agricultura por medio de un programa de planificación de la nutrición. Me complace comunicar que estas propuestas recibieron apoyo firme y que se ha pedido a la FAO que prosiga sin demora la elaboración y aplicación de las mismas en cooperación con la OMS, el UNICEF, la Unesco el PMA, el PNUD y el Banco Mundial y con el asesoramiento del Grupo Asesor sobre Proteínas. El Comité Especial destacó una vez más la alta prioridad dada por la Conferencia Mundial de la Alimentación a esta actividad propuesta con el fin de contribuir a mejorar la alimentación humana.

El Comité Especial estudió también las consecuencias de las resoluciones de la Conferencia Mundial de la Alimentación para la labor de la FAO. En su examen de esas actividades, encareció la urgente necesidad de mejorar la información existente sobre la magnitud, localización, naturaleza y causas subyacentes de la malnutrición con objeto de orientar la ayuda alimentaria y ejecutar programas adecuados de nutrición en favor de los grupos más vulnerables, con cooperación con el PMA y el UNICEF. El Comité Especial manifestó, asimismo, su firme apoyo a las actividades del propuesto sistema mundial de vigilancia de la nutrición, que se establecerá conjuntamente con la OMS para completar el Sistema Mundial de Información y de Alerta.

Por último, en el contexto de las medidas complementarias de la Conferencia Mundial de la Alimentación, está la cuestión del Reajuste Agrícola Internacional. La recomendación básica sobre este asunto era que la FAO debía tener plenamente en cuenta los resultados de la Conferencia al formular y ejecutar su estrategia del reajuste. Desde entonces se ha reunido en mayo un Grupo Especial de Trabajo de Representantes de los Gobiernos sobre nuestro proyecto de estrategia del Reajuste Agrícola Internacional. En lugar de tratar de las cuestiones complejas y de gran alcance que entran aquí en juego, hay otro caso a propósito del cual quisiera señalar al Consejo el informe pertinente que figura en su Programa. En realidad, si he mencionado hoy el Reajuste en el presente contexto, lo he hecho con intención, sobre todo, de señalar bien a la atención este punto para que tengamos presente que esta cuestión importante ha sido también afectada inevitablemente por la celebración de la Conferencia Mundial de la Alimentación.

Señor Presidente, como observará el Consejo, se ha desarrollado en la FAO una gran actividad para dar rápido y, creo yo, positivo efecto a la Conferencia Mundial de la Alimentación. Naturalmente, como he hecho bien patente, no es sólo en la FAO donde se ha dejado sentir la importancia de la Conferencia Mundial de la Alimentación. Los ecos de la Conferencia se han extendido en una amplitud que en estos momentos no podemos medir exactamente. Me explicaré, si me lo permiten, citando un ejemplo. La firma de la Convención de Lomé en febrero de este año, entre la CEE y 46 países en desarrollo de Africa, el Caribe y el Pacífico, no puede, por supuesto, atribuirse directamente a la Conferencia Mundial de la Alimentación. Sin embargo, yo tengo la impresión de que el espíritu creado por la Conferencia contribuyó de alguna manera a crear un clima más cálido para la realización de algunos de los objetivos contenidos en ese notable documento. Tengo fundadas esperanzas de que la Conferencia Mundial de la Alimentación haya servido de cauce para las relaciones internacionales sobre la alimentación y la agricultura, y este hecho acentúa la importancia de la función que debe ahora esperarse de la FAO.

Y así vengo a mis propuestas para el Programa de Labores y Presupuesto de 1976–77. Como indicó la Conferencia Mundial de la Alimentación, hay ahora en el mundo una preocupación mucho mayor por cuestiones tales como el incremento de la producción de alimentos, la seguridad alimentaria mundial, la elevación del nivel de nutrición y demás. Está claro que esta preocupación ha de repercutir en parte en un refuerzo de la FAO, pues esta Organización es el centro de la actividad internacional en estas materias. Los progresos realizados como consecuencia del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola o a través del Grupo Consultivo sobre Producción Alimentaria e Inversiones Agrícolas en Países en Desarrollo, para citar dos ejemplos destacados, dependerán en última instancia de la capacidad técnica y de la experiencia que, a escala internacional, proporciona mayormente la FAO. Incluso en lo que respecta a los programas de ayuda bilateral, se ha registrado en los últimos años, como ustedes saben, una creciente tendencia a acercarlos más a la FAO y a sus actividades. En la medida en que la FAO no pueda intensificar la aportación que se le ha pedido a raíz de la Conferencia Mundial de la Alimentación, habrá menos probabilidades de que se alcancen adecuadamente los objetivos de dicha Conferencia.

Este es el extremo general fundamental que quiero aducir acerca de este Programa de Labores y Presupuesto que, como recordarán, habrá de llevar a la práctica mi sucesor, y no yo. A él habrá que darle los instrumentos necesarios para el dificilísimo y exigente bienio que tiene por delante.

Quiero referirme ahora a unas cuantas cuestiones especiales. Igual que hace dos años, tienen ustedes a la vista un Resumen del Programa de Labores y Presupuesto. Por consiguiente, no contiene todos los pormenores que aparecerán en la versión definitiva. Por otra parte, proporciona el marco principal y una información suficientemente amplia sobre prioridades, incrementos y demás para que el Consejo pueda formarse un juicio provisional mesurado en el tiempo limitado que tiene a su disposición. Esta y no otra es su finalidad.

Nuestras propuestas de creación de nuevos puestos atraerán naturalmente considerable interés. Las propuestas no son las que ustedes tienen a la vista. No he tenido aún ocasión de examinar detenidamente nuestras propuestas definitivas, porque la formulación detallada de las mismas ha llegado a mí sólo después de haber sido tamizadas con extremado escrúpulo por los órganos adecuados de la casa. Lo que ustedes tienen a la vista son, pues, las propuestas provisionales únicamente. En general, sin embargo, he de repetir que la contribución indispensable que la FAO aporta en el mundo es en forma de conocimientos humanos, de manera que para incrementar esa contribución ha de incrementarse más que nada en personal capacitado. Se ha insistido en que la FAO haga un uso mayor de los conocimientos técnicos existentes en instituciones nacionales de países desarrollados y en desarrollo. Estoy de acuerdo con eso y, para tenerlo en cuenta, procedemos actualmente a reducir considerablemente el número de nuevos puestos de trabajo que normalmente necesitaríamos. Sin embargo, es todo lo que podemos hacer en esa dirección, ya que hay límites concretos en la medida en que las instituciones nacionales pueden facilitar personal en el plazo relativamente breve que tenemos en consideración. Me limitaré añadir en general que, a tenor del aumento total, relativamente reducido, de puestos de trabajo que se ha producido durante mi mandato, tampoco va a ser demasiado elevado el aumento - destinado en su mayor parte a las Oficinas Regionales - que vamos a proponer ahora en las actuales circunstancias especiales.

Algo análogo cabe decir del nivel propuesto del presupuesto (177 millones de dólares, de los cuales 40 millones de dólares del aumento se destinan al programa en cuanto tal. Con las presiones inflacionarias de los últimos cuatro años, el programa ha experimentado muy pocas expansiones. Las que se han producido han sido devoradas por unos costos inflacionarios. A este respecto, quisiera destacar el hecho de que la Organización necesita estar mejor equipada para hacer frente a gastos no presupuestados durante el próximo bienio. De un modo más general, no creo que necesitemos insistir en que, con el rápido estancamiento de los aumentos del programa durante los últimos cuatro años, con todo lo que no obstante hemos tenido que hacer durante este bienio respecto a cuestiones como la Conferencia Mundial de la Alimentación y a la crisis de fertilizantes y con todo lo que estamos obligados a hacer ahora y en el futuro para completar la Conferencia Mundial de la Alimentación, ha llegado la hora en que se impone necesariamente un incremento considerable del programa. Sin ello, la Organización no puede esperar tener la repercusión que ahora se espera de ella y que, por no tenerla, le hace a veces ser objeto de críticas, por paradójico que parezca. Si ustedes examinan debidamente lo que ahora se espera de nosotros, creo que hallarán muy poco, si hallan algo, que puede suprimirse como actividad innecesaria o de baja prioridad.

Los Comités del Programa y de Finanzas han propuesto, empero, algunas reducciones de nuestros incrementos propuestos, y algunas de ellas, cosa bastante asombrosa a mi juicio, respecto a temas que la Conferencia Mundial de la Alimentación había seleccionado con carácter prioritario o a las que este Consejo había atribuido alta prioridad en el pasado. Sobre este tema sólo diré que escucharé con la máxima atención las opiniones del Consejo.

Respecto al Programa de Labores y Presupuesto hay otro extremo especial que he de mencionar. Me refiero a lo que el Comité de Finanzas, en el informe de su 34o período de sesiones, describe como “el equilibrio entre las necesidades y los medios para satisfacerlas la aplicación de los principios de paridad establecidos entre los idiomas de trabajo y la distribucion simultánea de los documentos y publicaciones”. El Comité de Finanzas me ha pedido que estudie la posibilidad de que este equilibrio se mantenga con éxito en 1976–77 y que vea también “qué flexibilidad habrá para ajustar los servicios a necesidades imprevistas, teniendo en cuenta la necesidad de mantener la disciplina en la producción de material escrito y la estricta subordinación a los diversos programas preparados por las dependencias sustantivas”. El problema de conseguir y mantener este equilibrio ha existido siempre en la FAO y en los organismos del Sistema de las Naciones Unidas. En la FAO, como en otros organismos, el problema se ha agudizado en los últimos tiempos. A lo largo de los últimos doce meses se ha acelerado el ritmo de las actividades de conferencias atendidas por nuestro personal, cuya plantilla se ha reducido realmente durante el presente bienio con respecto al de 1972–73. No sólo ha aumentado considerablemente el volumen general de trabajo de traducción y distribución de documentos, mayormente como consecuencia de la Conferencia Mundial de la Alimentación y de sus actividades complementarias, sino que se han reducido los lapsos de tiempo entre reuniones consecutivas referentes al mismo tema o a cuestiones interrelacionadas. Como consecuencia, todo se ha hecho urgente y muchos órganos representativos, con inclusión del Comité de Agricultura, del Grupo de Trabajo Especial sobre el Reajuste Agrícola Internacional y del propio Consejo, se han quejado de que no se aplican los artículos del Reglamento de la Organización en los que se requiere la distribución simultánea y el envío puntual de documentos en todos los idiomas de trabajo, de manera que muchas delegaciones se han encontrado en graves dificultades. Otra consecuencia inaceptable de la presión en que han de trabajar nuestros servicios de traducción y producción de documentos es que las publicaciones períodicas han aparecido con retraso, con mucho retraso en algunos casos. Este sacrificio en la puntualidad de las publicaciones impresas importantes con objeto de desviar recursos hacia los trabajos de conferencias, es inaceptable y perjudica la reputación de la FAO en sectores cada vez más amplios de la población que están suscritos a nuestros numerosos anuarios y revistas especializadas.

La expansión de las actividades sustantivas de la FAO propuesta en 1976–77 ha de ir acompañada de una expansión adecuada de los recursos para conferencias, publicación y traducción. Es una cuestión a la que atribuyo suma importancia. Volveré a examinarla a la luz de los resultados de este período de sesiones del Consejo y mis propuestas detalladas serán incluidas en el documento final sobre el presupuesto que se presente a la Conferencia.

Paso ahora a otras cuestiones que he de mencionar. En primer lugar, el Consejo recordará que en septiembre la Asamblea General celebra un período extraordinario de sesiones dedicado al desarrollo y a la cooperación económica internacional. Los objetivos de este período de sesiones incluyen la iniciación de los cambios estructurales adecuados y necesarios para que el Sistema de las Naciones Unidas sea un instrumento más eficaz de cooperación económica mundial. En el documento CL 66/22 hemos informado sobre los preparativos en marcha. Quiero también señalar especialmente a la atención del Consejo el resumen del Informe del Grupo de Expertos sobre la Estructura del Sistema de las Naciones Unidas, que será distribuido como documento tan pronto como lo recibamos en los tres idiomas de la Sede de las Naciones Unidas. El Informe será examinado a nivel intergubernamental por el Comité Preparatorio del período extraordinario de sesiones en una reunión que da comienzo el próximo lunes. No se presenta oficialmente a la consideración del Consejo de la FAO o de los órganos gubernamentales de otros organismos especializados.

De todos modos, tendré probablemente ocasión de referirme al Informe del Grupo de Expertos en las reuniones conjuntas del Comité de Coordinación de Políticas y Programas del Consejo Económico y Social y del CAC, que se celebrarán en Ginebra el 30 de junio y el 1o de julio. Con este fin agradecería a los miembros del Consejo cualquier orientación que deseen facilitarme.

Debo hacer notar que la mayoría de los cambios propuestos por el Grupo de Expertos se refieren a las propias Naciones Unidas y no directamente a la misión y a las funciones de los organismos especializados. Hay, sin embargo, una serie de propuestas que reforzarían la capacidad de todo el sistema para abordar complejos problemas de carácter intersectorial. Esas recomendaciones no son muy distintas en algunos aspectos de las propuestas que yo he formulado en mi aportación a la exposición prevista del CAC, que se resume en el documento CL 66/22.

En segundo lugar, quisiera referirme brevemente a los progresos realizados con AGRIS, que es el Sistema Internacional de Información para la Ciencia y Tecnología Agrícolas. AGRIS ha empezado a funcionar oficialmente en 1975, según el calendario aprobado por la Conferencia de la FAO. Esta actividad de cooperación, coordinada por la FAO, facilita la transmisión de tecnología mediante un sistema de instituciones nacionales y organizaciones regionales. Estos centros suministran datos al sistema, y clasifican la literatura científica y técnica, dentro del ambito del sistema, publicada en el país o la región correspondiente. Los datos producidos de este modo facilitan a los usuarios de países desarrollados y en desarrollo acceso a la documentación mundial a través de dos medios: en primer lugar, AGRINDE, bibliografía impresa mensual y, en segundo lugar, un servicio de grabaciones en cinta de la que es posible extraer datos específicos, organizándolos según las necesidades locales. Durante los seis primeros meses de funcionamiento, se han elaborado y difundido 21 000 temas, que representan la información aportada por más de 40 países. De este modo el sistema AGRIS, que es participatorio e interactivo, ofrece nuevas posibilidades de transmisión de información, fundamental para las actividades de planificación y desarrollo, mediante un mecanismo cooperativo de que hasta ahora no se disponía en materia de agricultura y alimentación.

Otro asunto que me gustaría señalar a la atención de ustedes es el de la telepercepción. Actualmente, hay en todo el mundo unos 50 proyectos dirigidos por la FAO en que se desarrollan actividades de telepercepción. Las actividades correspondientes abarcan un vasto sector de las técnicas de fotografía aérea más modernas, así como las técnicas más espectaculares de percepción por satélite, percepción térmica y radar de imágenes oblicuas. Como complemento de la Conferencia Mundial de la Alimentación, se proyecta utilizar la telepercepción como aportación para el Sistema Mundial de Información y Alerta. Por otra parte, se exploran las posibilidades de colaborar con los servicios de recepción de datos de Italia y del Irán con el fin de elaborar una metodología a base de satélites para la vigilancia de la langosta migratoria del desierto. Además de todo esto, se ha recibido recientemente una petición de las Naciones Unidas para que la FAO ayude y contribuya a crear en Roma un programa internacional experimental de aplicaciones y capacitación en materia de telepercepción en beneficio de los países en desarrollo. Esto supondría indudablemente una intervención decisiva de la Organización en las actividades de telepercepción desarrolladas dentro del Sistema de las Naciones Unidas. Quiero esperar que, al examinar las observaciones de los Comités del Programa y de Finanzas sobre el tema de la telepercepción, el Consejo tenga en cuenta estas circunstancias.

Por último, en orden de tiempo, pero no ciertamente de importancia, quiero referirme, Sr. Presidente, al Año Internacional de la Mujer. Se trata de una iniciativa de la Asamblea General que indudable y justamente ha tenido una importante repercusión mundial. Creo es sumamente necesario que la FAO revise sus políticas y programas para que la mujer pueda incorporarse de modo más eficaz al fomento rural. La mayoría de las mujeres del mundo viven en zonas rurales y, sin embargo, la inmensa aportación que tienen que ofrecer a los objetivos del desarrollo nacional y agrícola ha sido desdeñada las más de las veces. También tendremos que examinar qué podemos hacer en la FAO para llevar a cabo el Plan Mundial de Acción que se elabore en la Conferencia del Año Internacional de la Mujer que se va a celebrar dentro de poco en la Ciudad de México. En apoyo de esto y de los objetivos del Año en general, pido encarecidamente al Consejo que adopte el proyecto de resolución sobre “Integración de la mujer en el desarrollo agrícola y rural” que tiene a la vista.

He tratado, Sr. Presidente, de todos los principales extremos que deseaba mencionar hoy ante el Consejo. Será para mí, por supuesto, muy interesante seguir los debates del presente período de sesiones.

Muchas gracias.


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