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PARTE I (continuo)

CAPITULO 4
EL FUTURO DE LOS BOSQUES TROPICALES (continuo)

4.4 Sistemas de areas protegidas

El reconocimiento cada vez mayor de la importancia de la diversidad biológica y de la excepcional riqueza de los bosques tropicales en este concepto puede mejorar las posibilidades de que se incluyan sistemáticamente aspectos de conservación in situ de los recursos genéticos en las areas de protección total, tales como parques nacionales o reservas autóctonas. Los principios se establecieron ya en la Estrategia Mundial para la Conservación (UICN 1980) que ha sido ampliamente aceptada. En la Estrategia, es primordial el reconocimiento de la interdependencia entre conservación y desarrollo. Este tema fue ampliado posteriormente en la revisión de la Estrategia de 1990 (UICN 1991a) que propugna un sistema completo de bosques naturales protegidos y mayores esfuerzos para conservar los recursos genéticos forestales. El uso de la expresión “Espacio Protegido” abarca una variedad de planteamientos para la protección y la ordenación de las areas naturales y seminaturales, clasificados en ocho categorías principales. Varias de estas categorías pueden admitir el aprovechamiento sostenido de productos forestales dentro de los objectivos y las prácticas de ordenación, tanto para conservar la diversidad biológica como para aportar beneficios sostenibles a la población local y a las economías nacionales. Esto es aplicable, por ejemplo, a la Categoría IV (conservación de la naturaleza, reservas naturales ordenadas o santuarios de vida silvestre), la Categoría VI (reservas de recursos), la Categoría VII (areas naturales bióticas o reservas antropológicas, para el aprovechamiento tradicional local de PFNM) y la Categoría VIII (areas de ordenación para uso múltiple o areas de recursos sometidos a ordenación) (UICN 1990). Sin embargo, los objetivos fundamentales de las areas protegidas son mantener los procesos ecológicos inherentes a los sistemas naturales y conservar su diversidad genética y sus recursos para el uso sostenible.

Hay otras dos categorías de zonas de conservación reconocidas internacionalmente que pueden superponerse a las categorías de la UICN, a saber, la de las reservas de la biosfera, en el Programa de la Unesco Hombre y Biosfera (MAB); y la de las zonas patrimonio de la humanidad, declaradas tales por los países que forman parte de la Convención de la Unesco sobre el Patrimonio Mundial. El Programa MAB de la Unesco trabaja en estrecha colaboración con la FAO, el PNUMA y la UICN y con el Consejo Internacional de Uniones Científicas (CIUC). Se propone que todas las reservas de la biosfera tengan un objetivo científico además de un objetivo de desarrollo y que se pueda permitir el aprovechamiento, incluidas las cortas de madera, donde se considere oportuno para mejorar el conocimiento de las bases científicas de la ordenación sostenible. Las areas aceptados como zonas patrimonio de la humanidad pueden aspirar a recibir cierta ayuda financiera a través del Fondo Fiduciario del Patrimonio Mundial, que podría imponer restricciones al uso de los recursos. Roche y Dourojeanni (1984) han evaluado las diversas categorías de areas protegidas en razón de su contribución a la conservación de los recursos genéticos forestales.

Aunque los sistemas de areas protegidas forman el “núcleo” de las intervenciones nacionales e internacionales para conservar la diversidad biológica, los adelantos en la biología de conservación (p.ej., Harris 1984; Soulé 1986; Wilcox 1990) han revelado las limitaciones de tales sistemas en la conservación de ecosistemas, especies y recursos genéticos. La mayor parte de los biólogos conservacionistas reconoce ahora que las redes de areas protegidas, incluso en las valoraciones más optimistas de las áreas que probablemente se han de asegurar, no lograrán conservar todas, o incluso la mayoría, de las especies y recursos genéticos que sería de desear (FAO 1989a; FAO 1992c; McNeely et al 1990). La superficie total y el modelo de distribución necesarios excedería con mucho las posibilidades prácticas y la voluntad de las comunidades locales y de los gobiernos de sustraer estas áreas de sus usos productivos, o para limitar de manera decisiva estos usos. Por tanto, la única solución es un mosaico planificado de areas protegidas integradas con los bosques productivos objeto de ordenación de tal manera que contribuyan con una capacidad complementaria a la conservación mundial de la diversidad biológica en general, incluidos los recursos genéticos de las especies que son componentes importantes de estos bosques.

La decisión sobre las prioridades que han de atribuirse en la asignación de las areas protegidas se basa normalmente en consideraciones de valor del espacio natural, riqueza de especies, endemismos, grado de amenaza de destrucción del hábitat, teorías sobre los refugios del Pleistoceno y atención a las llamadas “zonas calientes”, (Wilson 1988; Myers 1988; Reid y Miller 1989; McNeely et al 1990; Wilcox 1990). Su representatividad con respecto a los recursos genéticos forestales es limitada por falta de información sobre los modelos de distribucción, especialmente a nivel de variación intraespecífica, y a causa de las presiones de otros sistemas de aprovechamiento de la tierra. La mayor parte de las áreas de bosques primarios o bosques clímax que quedan están en lugares que se estiman no idóneas para la agricultura intensiva o que se encuentran a distancia muy remota de los centros de población, o ambas cosas a la vez. En las tierras bajas tropicales fértiles, los bosques, o bien se han modificado profundamente o bien han sido eliminados. Donde todavía existe la oportunidad de seleccionar y reservar areas protegidas, el intento de conservar poblaciones potencialmente valiosas de especies importantes, debe basarse normalmente en modelos de variación medioambiental o en la variación de comunidades vegetales, más que en un conocimiento detallado de los modelos de variación genética actual de las especies que las componen.

También el tamaño y la forma de las distintas areas protegidas dependen en gran medida, y a menudo en forma determinante, de presiones exteriores más que de consideraciones teóricas sobre el tamaño mínimo de la población. Sin embargo, incluso pequeñas áreas pueden contribuir en medida importante a la conservación (Simberloff 1982, 1983), de forma que reservas incluso menores, de 10 ha, pueden bastar para conservar poblaciones viables de muchas especies vegetales (McNeely et al 1990). Una ventaja de las áreas pequeñas es que son más manejables, tanto para el estudio de su composición específica y autoecología como para su protección efectiva, y ofrecen más posibilidades para la diversificación a lo largo del total del territorio natural. Un inventario minucioso de la flora arbórea y, a ser posible, de otros tipos de flora y fauna (que tenga en cuenta presencia, densidad y distribución), es esencial para una conservación eficaz y puede habilitar estas pequeñas áreas para que sean utilizadas de manera eficaz conjuntamente con otros lugares de conservación in situ y con acciones ex situ (ver también el estudio monográfico de Ghana).

El valor de las areas protegidas para la conservación de los recursos genéticos suele disminuir habitualmente por falta de recursos y capacidad para su control y gestión. Roche y Dourojeanni (1984) han llamado la atención sobre la necesidad de una ordenación eficaz de las areas protegidas y del papel clave que a este respecto desempeñan las areas de recursos sometidos a ordenación (UICN, Categoría VIII), puesto que permiten la manipulación de poblaciones con vistas a su utilización y posible incremento de sus recursos genéticos. Han sugerido también que se revise la legislación vigente para otras categorías de areas protegidas, tales como los parques nacionales, para permitir actividades tales como la recolección de semillas y otros materiales de reproducción. Señalan que la zona de protección total (“núcleo”) dentro de muchos parques nacionales es a menudo suficientemente extensa para permitir una zonificación en diferentes secciones con diversos objetivos y sometidas posiblemente a distintas prácticas de ordenación. Este principio, el de asociación de diferentes sistemas de ordenación dentro de bloques contiguos de bosque, es muy importante para la integración eficaz de objectivos de conservación y desarrollo. Ejemplos que lo ilustran muy bien son las reservas de selva virgen en los bosques productivos de Malasia, y el concepto de “zonas tampón” alrededor de los bosques protegidos.

4.5 Zonas tampón forestales

Las areas protegidas, particularmente, aquellos cuyo tamaño y ubicación no alcanzan el modelo ideal, podrán lograr sus objetivos de conservación solo si el territorio que les rodea está sometido a una ordenación apropiada compatible con los objetivos del propio espacio protegido. Esto pudiera requerir el establecimiento de una “zona tampón” que pueda alcanzar esos objetivos y también el de proporcionar beneficios apropiados para la población local. La experiencia ha demostrado que no basta la protección legal de las áreas de conservación para prevenir la usurpación y las incursiones dañosas en el bosque, particularmente donde existen asentamientos humanos cerca de los límites (Sayer 1991). Es más, en las reservas relativamente pequeñas las especies arbóreas que surjan naturalmente, con densidades muy bajas, estarán expuestas al riesgo de posible endogamia o niveles insuficientes de regeneración, que pueden evitarse si sus poblaciones se extienden dentro de áreas circundantes de bosque ordenado. Esta extensión protectora puede ayudar a conservar una gama más amplia de variación intraespecífica.

Algunos intentos de desarrollo de zonas tampón han sido desalentadores (Wells et al 1990), pero otros han tenido más éxito. Entre las ventajas, además de la extensión del tamaño efectivo de la población de algunas especies y de la distancia que separa el área protegida o “núcleo” de los asentamientos humanos y de la agricultura intensiva, cabe incluir la de la intensificación del apoyo local a los objetivos de conservación como resultado de la participación en usufructo de los beneficios de la zona tampón, p.ej., como áreas de caza.

La definición del concepto de zona tampón dada por MacKinnon (1981) fue la de “áreas periféricas a los parques nacionales o reservas a las que se han aplicado restricciones a su uso para añadir un grado de protección a la propia reserva nativa y compensar a los aldeanos por la pérdida del acceso a las áreas de estricta reserva”. Sin embargo, Sayer (1991) interpreta el concepto de una manera más amplia para incorporar una serie de posibles actividades de desarrollo que puedan generar beneficios para la población local además de extender el efecto del espacio protegido, al menos para algunas especies animales y vegetales. Estas actividades podrían incluir en algunos casos la agrosilvicultura, la plantación de árboles u otros usos alternativos de la tierra, pero en términos de conservación in situ de los recursos genéticos forestales, la forma más apropiada de ordenación es claramente la utilización modificada del bosque natural. El parque nacional de Corbett al norte de la India es un ejemplo ya de hace tiempo de la manera en que el mantenimiento de bosques seminaturales de “sal” (Shorea robusta) ha servido de amortiguador respecto al área protegida, que ha proporcionado al mismo tiempo una producción de madera de calidad a las autoridades forestales y productos forestales no madereros a la población local.

En las principales masas boscosas que quedan, tales como la Amazonia, la Cuenca del Zaire-Congo y partes de Indonesia, existen las mejores perspectivas realistas de mantener zonas tampón de bosque natural con un cambio relativamente pequeño en la composición de sus especies y, por tanto, una contribución máxima a la conservación in situ. Existen todavía algunas posibilidades en otras partes de Africa donde las presiones de la población alrededor del bosque no son todavía graves de desarrollar una zona tampón de bosques secundarios, con una concentración más alta de especies pioneras. Sin embargo, mediante ligeras cortas selectivas de especies de rendimiento sostenido, posiblemente unidas al aprovechamiento de PFNM, deberían permitir mantener mejor una amplia gama de diversidad total. El punto más importante es que la ordenación del espacio protegido y de las tierras contiguas, sea planificada y gestionada como una unidad integrada. De esta manera, los recursos genéticos de las especies, tanto de bosques que han alcanzado los últimos estadios como los que se encuentran en los primeros estadios de la sucesión ecológica, pueden ser atendidos adecuadamente en zonas de ordenación separada. Se deben establecer objetivos y prioridades claros para cada zona, desde el “núcleo” central, donde la conservación de la diversidad biológica global debe de ser primordial, el bosque sometido a extracción selectiva, prestando la debida atención a la conservación de los recursos genéticos de los árboles maderables importantes, hasta las zonas más externas, donde la producción de leña y productos forestales no madereros debe ocupar la prioridad más alta, con una estrecha participación de las comunidades locales (ver el estudio monográfico de la India).

Otra función importante que desempeñan las áreas sometidas a ordenación fuera del espacio protegido principal, es el de servir como “pasillos” para el desplazamiento de las poblaciones animales, particularmente en el contexto de posibles cambios climáticos. Si son suficientemente anchas y seguras podrían permitir también la migración de algunas plantas y especies, incluidas especies arbóreas. Sin embargo, dada la probable velocidad del cambio y la extensa fragmentación de los bosques tropicales, el desplazamiento de los recursos genéticos de las especies arbóreas importantes dependerá más de las estrategias de conservación ex situ.

CAPITULO 5
ESTRATEGIAS PARA LA CONSERVACION IN SITU EN LOS BOSQUES DE PRODUCCION

5.1 Políticas nacionales

Los recursos genéticos son un patrimonio nacional del país y, por tanto, dependen de que se apliquen políticas nacionales claras para su uso y conservación. La aportación potencial de cada bosque de producción o de unidad de ordenación dentro de un bosque a los objetivos nacionales para la conservación y/o el uso productivo sostenible, variará de acuerdo con la ubicación, la composición específica, el tamaño, la forma, las características ambientales y otros muchos factores. Su aportación efectiva debería determinarse por los objetivos y la calidad de la ordenación, relacionados con su valor potencial de conservación. No es posible, ni tampoco necesario, dedicar igual prioridad e intensidad de conservación in situ en todos los bosques de producción. A un nivel mínimo, toda correcta ordenación sostenible tendría que prever disposiciones sobre la protección de las condiciones del lugar, la presencia de árboles padre, la regeneración por brinzales y la repoblación preexistente de especies idóneas en combinaciones apropiadas de acuerdo con los criterios de ordenación y silvicultura. Para el genetista forestal puede ser aceptable, por lo que respecta a los efectos sobre los recursos genéticos, una gama de posibles sistemas de ordenación para la producción, dependiendo de las poblaciones elegidas. Una extrema refinación de la composición del bosque a favor de una o pocas especies en bosques originalmente pluriespecíficos, si se hace con pleno conocimiento de la dinámica del ecosistema y de las repercusiones en su funcionamiento a largo plazo, puede ser una forma aceptable de conservar los recursos genéticos de las especies principales, aunque a espensas de la diversidad más amplia (en especies) del bosque, que tendría que recibir la debida atención en otras áreas del patrimonio forestal. Incluso, las cortas a hecho y la sustitución del bosque mixto por plantaciones de una sola especie autóctona, si están basadas en semillas ampliamente representativas recogidas en el mismo lugar, se podrían calificar como conservación in situ. Sin embargo, tales planteamientos serían excepciones a la regla general de lograr la conservación a través de la regeneración natural de las especies elegidas que componen el ecosistema, con una orientación concreta a la conservación.

En muchos casos, la necesidad de lograr una producción máxima de madera y otros productos de superficies limitadas de territorio, requiere concentrar la capacidad de la estación forestal en el crecimiento de una o algunas especies o grupos de especies de rápido crecimiento, que muy probablemente procederán de gremios pioneros o invasores de calveros y, posiblemente de especies exóticas. El gestor forestal podría argumentar que esta solución favorece la tendencia a asignar otras áreas forestales para la conservación in situ, como parte de una estrategia global. Sin embargo, pasadas experiencias con desarrollo de plantaciones supuestamente “complementarias” para preservar el bosque natural, han indicado la necesidad de un plan general más sólido y más coherente para asegurar que también se consiguen los objetivos de conservación. Como se ha dicho antes, el papel de las distintas áreas en los bosques de producción para la conservación in situ, debe determinarse en relación con los modelos de distribución y variación de las especies y poblaciones elegidas y con la aportación de la red de areas de protección total, parques nacionales, etc., dentro de una estrategia de conservación nacional global. Los bosques de producción, además de su función de complementar el sistema de espacios protegidos, llenando “vacíos” fundamentales en la variedad de especies o tipos de bosque, pueden entrañar otro valor en el ámbito de la conservación, por ejemplo si están situados junto a áreas protegidas, o bien formando un “pasillo” de unión con otras áreas ordenadas o protegidas.

Los intereses regionales e internacionales más amplios en materia de conservación de la diversidad biológica y los recursos genéticos, que dan lugar a modelos de distribución extendidos a varios países, y el reconocimiento mundial de la importancia de los bosques tropicales a este respecto, abren la posibilidad de asegurar un apoyo financiero y técnico adicional a las medidas de conservación. Aunque esta preocupación internacional, particularmente cuando se centra en valores de existencia de la diversidad biológica, se extiende probablemente más allá de los valores de uso más inmediatos de los recursos genéticos forestales de interés directo para el país huésped, puede también dirigirse a reforzar los objetivos nacionales de conservación de determinadas áreas y poblaciones forestales. Sin embargo, es esencial una política nacional clara y coherente para la conservación de sus recursos genéticos para asegurar que se pueda obtener el máximo provecho de estas oportunidades de expansión, de forma que sirvan al interés nacional al mismo tiempo que a objetivos mundiales más amplios.

Tal como se vio en los estudios monográficos de Ghana y la India, por ejemplo, al adoptar las medidas necesarias para asegurar una conservación eficaz, deben tenerse en cuenta atentamente e incluirse los intereses de las poblaciones locales que habitan en el bosque o alrededor de él, y deberán extenderse, cada vez más, fuera de los bosques, para abarcar aspectos de la industria y el comercio; y fuera del sector forestal en conjunto, hacia áreas de responsabilidad en otros sectores de gobierno. Esos intereses pueden tropezar con políticas centrales relacionadas con la asignación de ingresos y gastos y con prácticas comerciales y mercantiles interiores y exteriores. En estos casos, los cambios necesarios en las prácticas de ordenación de las distintas áreas forestales dependen de decisiones de política central a alto nivel, que afectan a varios sectores. Tal vez sea necesario también examinar y revisar las leyes y normas vigentes. Aunque muchas de las medidas tales como la revisión del nivel de tarifas forestales, la adopción y la imposición efectiva de tasas diferenciales del valor de la madera en pie, los sistemas de asignación, duración, tamaño y explotación de las concesiones madereras, etc., son necesarias tanto para los objetivos amplios de ordenación forestal sostenible, como para los objetivos de conservación, estos últimos deben también tenerse claramente en cuenta al determinar la política global. Se pueden aplicar consideraciones análogas a los cambios necesarios en las prácticas de ordenación forestal y, quizás, en las leyes y reglamentos, para incorporar los PFNM y la participación de la población local en estos sistemas de ordenación. Las posibilidades de realizar esto se ha visto en los tres estudios monográficos que se presentan en la Parte II de este documento. Para asegurar que se preste una mayor atención a los objetivos de conservación en los bosques de producción, será necesario adoptar un sistema coherente de incentivos para la ordenación sostenible de los bosques a todos los niveles, desde las poblaciones locales hasta otros grupos nacionales, tanto en el sector público como en el privado, y para las condiciones del mercado internacional y políticas de inversión, relacionadas, por ejemplo, con las prácticas comerciales, el apoyo para la elaboración local, la asistencia para la comercialización y la obtención del máximo valor de los productos en el país de origen. Estos incentivos deben ser objeto de un planteamiento nacional y pueden requerir la ayuda internacional (ver el estudio monográfico de Ghana).

Una de las tareas urgentes es la de determinar las especies, poblaciones, áreas y actuaciones prioritarias para la conservación de los recursos genéticos forestales en cada país. Esto debe comprender la posible conservación ex situ y también in situ, dentro de un programa nacional coherente, de acuerdo con las políticas nacionales. En un contexto más amplio, que abarca todos los sectores de recursos naturales, la formulación de estrategias nacionales de conservación se ha utilizado como una ayuda para la revisión de políticas y la redefinición de prioridades (Poore y Sayer 1987). Se ha observado la difucultad de contener dentro de una única evaluación general la amplitud de temas y cuestiones que abarca todo el ámbito de la conservación de la diversidad biológica, por lo que se ha sugerido la necesidad de definir más específicamente las políticas y prácticas que vinculan el desarrollo y la conservación (FAO 1985b; Prescott-Allen 1986). En el contexto más limitado de la conservación de los recursos genéticos forestales, la ordenación para uso múltiple de los bosques de producción y de protección para la producción de madera, de PFNM para el consumo local, para protección medioambiental y conservación de recursos genéticos son ejemplos que pueden ayudar a definir una estrategia de conservación más amplia.

Por todas las razones expuestas, es esencial formular una Estrategia Nacional de Conservación de los Recursos Genéticos Forestales para aprovechar de la forma más eficaz las tierras y los otros recursos dedicados a la producción, protección y conservación y abrir las posibilidades de una cooperación regional e internacional. Una tarea importante dentro de esta estrategia nacional de conservación será la de establecer las prioridades de las medidas que han de adoptarse y de la coordinación de las actividades, incluida la investigación, para hacer el mejor uso de los recursos financieros y humanos disponibles a nivel nacional e internacional. Si no se incluyera la investigación dentro de la estrategia general, existe el peligro de desperdiciar o desaprovechar los limitados conocimientos científicos, bien por elegir temas de investigación poco importantes, o bien por no integrar la labor de los diferentes especialistas que se necesitan para resolver un determinado problema. Esto se ha observado particularmente en los campos de la biología y la genética de la reproducción de los árboles tropicales en relación con su conservación y ordenación (ver, p.ej., Bawa y Krugman 1991; Wadsworth 1975).

Es importante realizar estudios sobre los trastornos producidos en el bosque y la respuesta de las principales especies arbóreas de valor socioeconómico a estos trastornos en las diferentes etapas de su ciclo vital, tanto con vistas a los objetivos de ordenación como de conservación. Es preciso adoptar medidas de coordinación dentro de un amplio conjunto de diferentes campos biológicos, recurriendo a distintos grados de conocimientos técnicos, experiencia y medios tecnológicos modernos. Sin embargo, demasiado a menudo, los estudios ecológicos y autoecológicos han adolecido de falta de aplicación directa a las actividades de ordenación forestal, p.ej., por no haber examinado situaciones comparativas de bosques sometidos a extracción maderera y los no sometidos.

Una estrategia nacional de conservación podría contribuir a canalizar las actividades de investigación hacia los sectores de prioridad nacional más altos.

Es probable que los mismos elementos y líneas principales de investigación necesarios sean comunes a muchos países y, al menos a un nivel regional (o ecoregional), debería de existir una coincidencia considerable de intereses en cuanto a las principales especies y recursos genéticos que requieren estudio. Se ha sugerido con frecuencia la necesidad de coordinar más eficazmente las actividades, incluida la investigación a nivel regional, cosa que sólo pocas veces se ha conseguido. La preparación de las prioridades de investigación nacional en el contexto de la estrategia nacional de conservación podría favorecer una cooperación regional más productiva.

Otra de las tareas al formular la estrategia nacional de conservación de los recursos genéticos forestales será la de definir estructuras institucionales apropiadas para guiar y coordinar las actividades posteriores. La cuestión de la naturaleza exacta de las modificaciones institucionales deberá decidirse de acuerdo con las estructuras y mecanismos nacionales existentes. La iniciativa de formular la estrategia debe ser emprendida preferentemente por el departamento forestal nacional, pero la necesidad de asegurar una fuerte cooperación intersectorial y el examen a alto nivel de las políticas requiere no solo una estrecha relación con las estructuras del gobierno central sino, tal vez, la participación dentro de ellas. Un ejemplo es la adopción en el Nepal del Programa Nacional de Ejecución de la Estrategia Nacional de Conservación en ese país por la Comisión Nacional de Planificación. Es muy probable que ello asegure la necesaria coordinación intersectorial y la integración de políticas a alto nivel que sean esenciales. Sin embargo, el establecimiento de una Dependencia de Recursos Genéticos Nacionales como un paso inicial, tal como se prevé en el Programa de Acción Forestal en los Trópicos, PAFT (FAO 1985b), puede ser suficiente si todavía no existiera un órgano apropiado equivalente. El PAFT es el mecanismo internacional existente más apropiado para ayudar a emprender el examen nacional en todos los aspectos, incluida la evaluación más apropiada posible del valor de capital del bosque natural y de sus recursos genéticos. Ha sido el hecho de no haber comprendido o aceptado los valores de uso y de opción de la diversidad genética en la economía nacional lo que ha impedido hacer las inversiones necesarias en conservación genética.

5.2 Información sobre la ordenación

La deficiencia principal de que adolecen los planteamientos de ordenación, además de la subestimación de los recursos y de la consiguiente falta de inversiones en su conservación y ordenación sostenible, es la falta de información sobre la estructura y dinámica del bosque. Para una eficaz ordenación sostenible se necesitan datos sobre la composición de cada uno de los principales tipos de bosque, las características silvícolas de las principales especies y de las otras que pueden competir con ellas en las diferentes fases de su desarrollo, su comportamiento de regeneración, tasas de crecimiento en volumen y respuesta a la puesta en luz, las cortas de extracción o las operaciones silvícolas. En muchos casos, incluso los conocimientos básicos sobre el crecimiento y la producción de las principales especies económicas son confusos. La ordenación para la conservación in situ de los recursos genéticos requiere muchos de los mismos datos básicos sobre ecología y autoecología necesarios para cualquier iniciativa de silvicultura en los bosques naturales, pero con mayor énfasis en la biología de la reproducción y la estructura genética. No obstante, es de importancia fundamental para los objetivos de producción y conservación genética disponer de un inventario forestal general, como el que se incluyó en el estudio monográfico de Ghana, así como de estudios sobre los PFNM y los modelos de variación de la composición florística de los bosques. El inventario puede contener también información sobre las pautas de distribución de las especies que han de incluirse en las estrategias de conservación in situ ya que ello constituye el primer paso en la exploración de la variación intraespecífica. La red de parcelas permanentes de muestreo o las parcelas sometidas a inventario continuo que se requieren para una ordenación productiva, se pueden utilizar también, por ejemplo para estudios fenológicos y otras investigaciones más fundamentales en que posiblemente participan científicos de universidades, tanto nacionales como internacionales (ver también la Sección 3.3).

Suele disponerse, con frecuencia de una riqueza de datos no publicados de una gran variedad de fuentes, desde hojas de herbarios hasta informes de expediciones y tesis académicas, que podrían contribuir a completar la información necesaria sobre la composición del bosque, la distribución de especies, la fenología de la floración y fructificación, etc. Los sistemas basados en los modernos ordenadores para la gestión de la información pueden utilizarse para almacenar datos y ayudar a interpretarlos y para orientar la recopilación eficaz de información adicional con objeto de llenar las carencias más importantes (Jenkins 1988; Davis et al 1990). Los Sistemas de Información Geográfica (SIG) pueden facilitar enormemente la definición e interpretación de los modelos de distribución de las especies en relación con las variables medioambientales y con los tipos de vegetación. De igual manera, los sistemas informáticos para el manejo de datos taxonómicos han mejorado la accesibilidad y utilidad de la información sobre diversidad genética respecto de los grupos taxonómicos (p.ej., ILDIS: Servicio Internacional de Información y Base de Datos de las Legumbres) y las áreas geográficas. El sistema ILDIS incorpora información sobre la importancia económica y el estado de conservación, así como nomenclatura botánica y vernácula, tipos de vegetación, referencias a mapas, etc. (Jury 1991). El Sistema de Investigación Botánica y Gestión de Herbarios (BRAHMS) desarrollado en el Instituto Forestal de Oxford, Reino Unido, ha sido concebido específicamente para manejar datos relacionados con un programa de investigación genética forestal (Filer 1991). Muchas organizaciones de países tropicales utilizan los SIG y otros sistemas de gestión de bases de datos en microordenadores. En vista de la importancia de manejar eficazmente los datos en microordenadores. En vista de la importancia de manejar eficazmente los datos necesarios para la conservación in situ, debería establecerse a este fin un Centro Nacional de Datos como parte de la estrategia nacional. Ello favorecerá y estimulará activamente la recopilación eficaz de datos de muchas fuentes y de posibles colaboradores.

Tal Centro de Datos permitiría coordinar las medidas de intervención dentro del país y enlazarse con las bases de datos regionales e internacionales, como ocurre con el Centro Mundial para el Seguimiento de la Conservación (WCMC), Cambridge (Reino Unido), apoyado por la UICN, el WWF y el PNUMA, y con el Departamento de Montes de la FAO, que proporciona los servicios de Secretaría al Grupo de Expertos de Recursos Genéticos Forestales de la FAO. Una actividad importante de este úlitimo Grupo es la preparación y revisión en sus reuniones ordinarias, que actualmente se celebran cada 3 años aproximadamente, de listas generales de las especies, por regiones y prioridades operativas (exploración, recolección, evaluación, conservación, reproducción y uso), que requieren mayor atención. En su séptima reunión, celebrada en diciembre de 1989, el Grupo indicó la necesidad de efectuar revisiones más frecuentes e intensas de las listas de prioridades. Un elemento importante en este proceso sería el de mantener una relación y cooperación estrechas entre los Centros Nacionales de Datos y la Secretaría de la FAO para el Grupo.

Los Centros Nacionales de Datos juegan también un papel fundamental en la cooperación regional, por ejemplo, en el proyecto propuesto para la Conservación y Uso Racional de los Ecosistemas Forestales del Africa Central, coordinando las actividades de los siete países que participan en él. Una labor cooperativa similar sería valiosa en el Africa Occidental (Tufuor 1990b), América Central y otras regiones y subregiones.

5.3 Sistemas de ordenación

El principio fundamental que se ha de aplicar al seleccionar el sistema de ordenación para una determinada área forestal, con objeto de tener en cuenta las necesidades de conservación de los recursos genéticos, es que debe estar basado en conocimiento apropiado de la ecología forestal y de la autoecología de las principales especies arbóreas de valor socioeconómico que lo componen.

Un problema fundamental que ha insidiado los intentos de conseguir resultados previsibles de las intervenciones de ordenación en los bosques tropicales, ha sido el de no saber las actividades a la naturaleza y situación efectivas del bosque y del lugar. Esta ha sido la razón principal por la que experimentos silvícolas satisfactorios, cuidadosamente ejecutados, no se ha logrado transformar a menudo en prácticas a gran escala en la diversidad de condiciones que presenta el bosque en su conjunto. El intento de aplicar un sistema de ordenación determinado, tanto monocíclico como policíclico, en los bosques y, a menudo, aplicar los mismos tratamientos silvícolas como una “panacea”, sin prestar la atención adecuada a la variación en los tipos de bosque, asociaciones y fases de desarrollo, no podrá tener sino un éxito local, parcial y, en gran medida, ocasional. Es probable que, excepto para las áreas donde se puede mantener coherentemente un “refinado” intensivo de la composición de especies del bosque mediante varios ciclos de corta, el efecto sobre los recursos genéticos del bosque sea accidental y a veces irreversible. Por otro lado, los estudios sobre la regeneración correspondiente a una variedad de sistemas en diferentes países han mostrado una capacidad de adaptación general de la composición del bosque, siempre que las operaciones de extracción de trozas no vayan acompañadas de otros efectos catastróficos sobre la regeneración, tales como fuegos o cultivos ilegales de cultivos no forestales.

La información disponible sobre la genética y la variación de las distintas especies, incluidas las principales especies arbóreas de interés económico de los trópicos y subtrópicos, suele ser en general insuficiente, excepto en términos muy generales, para prever los efectos de las cortas y de las operaciones silvícolas en sus recursos genéticos. Sin embargo, como se ha observado en las secciones anteriores, es probable que los ciclos breves de cortas y el uso indiscriminado de maquinaria pesada sean más perjudiciales para la composición de especies y los sistemas reproductivos que los ciclos largos (70 a 100 años). Igualmente, las extracciones selectivas ligeras, que dejan una población bien distribuida de árbosles padre de las principales especies de interés económico, son probablemente preferibles, desde ambos puntos de vista, a una ruptura más fuerte de la espesura del bosque. Los métodos para reducir los daños de las cortas (mapas topográficos y de existencias, marcado de árboles, planificación y construcción de pistas, cortas dirigidas, elección de equipo, etc.) pueden ser eficaces desde el punto de vista de los costes en términos económicos y también ecológicos. Por tanto, al nivel más elemental, es probable que la planificación cuidadosa y el control de la explotación, incluso sin otras normas de ordenación más elaboradas, tal como se practica, por ejemplo, en las Unidades Forestales de Ordenación en la República Popular del Congo (FAO 1989b), sirvan para satisfacer los objetivos de producción y conservación.

Más allá de este nivel de ordenación, las restricciones financieras y de mano de obra vinculadas a la baja valoración del bosque natural, dan origen a una divergencia creciente entre el grado de información y precisión necesarios para la ordenación de los recursos genéticos al determinar las operaciones para adaptarlas a las actuales condiciones del bosque y al nivel de inversiones en ordenación permitido por los cálculos económicos de costes, rendimientos y tasas de descuento. Además de asegurar niveles más apropiados de beneficios, como en el estudio monográfico de Ghana, y aplicarlos a la ordenación del bosque, se debe asignar un valor adicional a la conservación de los recursos genéticos in situ, a fin de reducir las presiones para intensificar los rendimientos. Tales presiones, que se ejercen limitando tanto la amplitud de los ciclos de corta como el cultivo de unas pocas especies que actualmente tienen interés comercial, entran necesariamente en conflicto con los objetivos de conservación más amplios, relacionados con la riqueza de variedad de especies, la conservación del ecosistema y los valores de opción. Sin embargo, se debe determinar el valor efectivo que debe asignarse a los recursos genéticos y adoptar una solución intermedia apropiada respecto de cada unos de los bosques o unidades de ordenación, teniendo en cuenta la estrategia nacional para la conservación.

Tanto en el Sistema Uniforme Malayo o por cortas a clareo sucesivo uniforme, SUM, (a pesar de que a menudo no se ha aplicado) como en el Sistema de Ordenación Selectiva de Malasia o por cortas a entresaca, SMS, que permite la adaptación de la ordenación y de las posibles operaciones silvícolas al estado de las poblaciones de árboles jóvenes aptos para formar la próxima producción después de los efectos de las cortas (FAO 1989c), al menos con respecto a la producción de madera, se reconoce la necesidad de que exista flexibilidad en la ordenación, de acuerdo con la naturaleza y estado en que se encuentra el bosque. En las normas del SMS se tiene previsto que se tengan en cuenta también consideraciones ecológicas, entre ellas la conservación de recursos genéticos, tal como se definen para una determinada área de bosque, dentro de una estrategia nacional para la conservación. Se puede decir casi con certeza que se han desarrollado mejor los conocimientos acerca de la composición, la ecología y la silvicultura de los bosques, particularmente en la Malasia peninsular, que en cualquier otra zona comparable de bosque tropical (p.ej., Wyatt-Smith 1963; Burgess 1975; Ng 1978 y 1989; Tang 1987; Whitmore 1990; Appanah y Salleh 1991). La práctica de aclareos de puesta en luz para manipular el rendimiento de determinados árboles que integrarán potencialmente la producción final, tal como se practicaba inicialmente en Sarawak (Hutchinson 1987), se ha aplicado con éxito evidente en varios países, sobre todo en Côte d'Ivoire (Maitre 1991) y en Suriname (Graaf 1991), al menos a escala experimental. Estos métodos se pueden aplicar para favorecer diferentes especies o grupos de especies, de acuerdo con las normas elaboradas para un determinado bosque o tramo. Este sistema es más fácil de aplicar en los bosques de Malasia, donde existe un amplio conjunto de especies potencialmente comercializables y una fuerte base de información, tanto para su ordenación en el bosque como para su agrupamiento con vistas al mercado. Sin embargo se puede aplicar el mismo principio en bosques menos ricos en especies de interés económico, si hubiera una o dos maderas de usos generales comunes con regeneración vigorosa. Se está examinando este principio, por ejemplo, en Costa Rica, basado en Pentaclethra macroloba, para apoyar la conservación de poblaciones de especies valiosas conocidas, tales como Cedrela odorata (Finegan pers. com. 1991)3.

3 B. Finegan, CATIE, Turrialba (Costa Rica).

Las repercusiones de las tendencias a largo plazo en el comercio internacional de madera que se han examinado en el capítulo IV, consisten en que, probablemente, las especies de gran calidad para chapa de alto precio, carpintería, ebanistería, instrumentos musicales u otras aplicaciones especiales tienen más asegurado el mercado de maderas tropicales. Aunque el grueso de este mercado es más bien reducido, los precios serán probablemente elevados (ITTO 1991). Las extracciones altamente selectivas de especies destinadas a estos fines, muchas de las cuales probablemente son de crecimiento lento y características del bosque en fase de madurez, posiblemente en combinación con el aprovechamiento de PFNM, podrían ser compatibles con la conservación de sus recursos genéticos y otro tipo de diversidad genética que se conservan mejor en los bosques en fase de madurez y clímax.

En el otro extremo, la creciente aceptación, particularmente en los mercados locales o regionales, de una gama más amplia de especies menos utilizadas en la actualidad, en particular las de madera ligera, no duradera pero tratable, ofrece oportunidades para otros modelos de ordenación, también compatibles con la conservación de los recursos genéticos. Es el caso de los modelos de sistemas uniformes, tales como el sistema de ordenación por aclareo sucesivo en fajas, que funciona con carácter experimental en el valle de Palcazu en Perú (Hartshorn 1989), donde los primeros resultados indican que se puede conservar una alta proporción de especies arbóreas originales dentro de un sistema viable de producción, con el apoyo y la participación de las comunidades locales. El uso mayor de especies menos conocidas, como ayuda para la conservación de recursos agotados de especies más valiosas, y la variedad de intervenciones de ordenación necesarios para conseguir esto, se ilustran en el estudio monográfico de Ghana.

La ordenación de los bosques de producción como apoyo a la conservación de los recursos genéticos, puede resultar más eficaz si se aplica en estrecha conjunción con la ordenación de areas protegidas tales como los parques nacionales. De este modo se obtiene una reserva de semilla y un refugio para la fauna que interviene en la dispersión de semillas y polen. Aunque, como se ha explicado anteriormente, áreas bastante pequeñas de bosque no aprovechado pueden servir a este propósito, por ejemplo para fomentar poblaciones adecuadas de pájaros frugívoros o pequeños mamíferos que toman parte en la dispersión de semillas, en ciertos casos se requieren áreas mucho más extensas. Esto es aplicable, por ejemplo, al papel de los elefantes en los ecosistemas de bosque natural de Africa, en la ecología y distribución de árboles maderables tales como Tieghemella heckelii (Martin 1991). Un buen ejemplo de esto es la asociación del Parque Nacional Bia, en Ghana, con el bosque de producción de madera limítrofe. Al mismo tiempo, los bosques de producción pueden significar una extensión efectiva del dominio de las especies que se encuentran en el espacio protegido. El valioso principio de incorporar áreas de protección, tal como las reservas de selva virgen (RSV) en Malasia, dentro de los bosques de producción es, claramente, un componente de la mayor importancia en cualquier estrategia nacional para la conservación de recursos genéticos forestales.

5.4 Planes de ordenación

Es a nivel de bosques individuales, cuarteles y tramos y mediante la preparación de planes detallados de ordenación o planes de extracción como se pueden hacer operativos los principios de la ordenación forestal y de la conservación de los recursos genéticos. En la medida en que los planes de extracción para el bosque se preparen con cuidado y se desarrollen escrupulosamente, ello podrá ser un ejemplo más de cómo se puede beneficiar potencialmente el objetivo de conservación mediante su asociación con la producción de madera. Como se ha subrayado antes, muchos aspectos de la ordenación forestal sostenible, desde el inventario, estudios sobre crecimientos y regeneración, hasta la realización de extracciones responsables, deberán contribuir simultáneamente a los objetivos de conservación genética. Esto atañe particularmente a las previsiones que se hagan para asegurar una regeneración satisfactoria, por ejemplo, mediante el escalonamiento de la explotación en relación con los años de fructificación masiva o la conservación del número y distribución adecuados de árboles padre en ausencia del rebrote suficiente de especies deseables, así como también evitando el daño a los depósitos de semilla del suelo.

La recogida y validación de los datos sobre crecimientos y la previsión precisa de los rendimientos sostenibles futuros de madera son esenciales para la ordenación forestal y también de crítica importancia para los objetivos de conservación. Hay muchos ejemplos de graves amenazas para los recursos genéticos de las principales especies madereras a causa de la explotación excesiva de los bosques por haber sobreestimado los futuros niveles de extracción, y por las repetidas entresacas. Estos niveles se han utilizado a veces para justificar el desarrollo industrial a gran escala que, como consecuencia, crea una demanda insaciable y destructiva sobre los recursos del bosque. Esta es un área donde los intereses de la ordenación forestal sostenible a largo plazo y la conservación de los recursos genéticos coinciden estrechamente.

Hay otros aspectos de la ordenación en que la necesidad de cuidar de la conservación de recursos genéticos va más allá y, a veces incluso puede ser considerada como conflictiva respecto a los objetivos de producción. Como se ha especificado antes, no es posible ni tampoco necesario intentar imponer medidas de conservación con igual prioridad y rigor en todos los bosques de producción; hacer esto debilitaría el apoyo entre los gestores forestales al concepto general de conservación genética e invita a que se generalice el descuido en la aplicación práctica de los principios en que se basa. Por tanto, es esencial una apreciación realista de la situación respecto de cada área de bosque, de manera que se puedan incluir en cada plan de trabajo objetivos, actividades y criterios firmes para vigilar sus efectos. Cuando las prácticas de ordenación forestal sostenible y la conservación de los recursos genéticos coinciden estrechamente, la normativa se debería aplicar a todos los bosques de producción, y huelga señalar la importancia adicional de prestar cuidadosa atención por ejemplo a limitar los daños sobre la regeneración en las operaciones de extracción o a la importancia de una protección posterior contra el fuego, en el contexto de una estrategia nacional para la conservación de los recursos genéticos forestales.

En algunas áreas forestales que se habrán de designar en la estrategia nacional para la conservación, se necesitarán medidas adicionales, que estarán relacionadas con la importancia estimada del bosque para la conservación de los recursos genéticos de las especies principales de reconocido valor socioeconómico, de las especies menos conocidas, de los PFNM o de la vegetación particular o de los tipos de bosque. Un criterio importante será el de situar el bosque dentro de la gama general de todas las especies y en relación con las condiciones medioambientales. Se ha establecido anteriormente la importancia de conservar una amplia gama de procedencias, lo cual se puede lograr en gran parte mediante la aplicación de la ordenación forestal sostenible en todo el patrimonio forestal. Sin embargo, puede ser necesario prestar un particular cuidado allí donde las especies parecen estar sometidas a tensiones medioambientales extremas, relacionadas con el clima, el suelo, la altitud, etc., o en los bordes de su área natural. Estas poblaciones, probablemente no sólo tienen que ser distintas desde el punto de vista genético, a causa de su adaptación a los ambientes locales, sino que pueden ser también más vulnerables a trastornos causados por perturbaciones que podrían reducir radicalmente la viabilidad a largo plazo de tales poblaciones. Habrá que conceder especial consideración a estas poblaciones marginales limitando la intensidad de las cortas y mediante la intensificación de la investigación de su estructura genética y su biología reproductiva.

El otro criterio principal al seleccionar las áreas que han de recibir consideración especial está relacionado con los sistemas de ordenación productiva de uso general en determinadas formaciones forestales o zonas de vegetación. Si, como es más probable, estos sistemas tienden a favorecer las especies pioneras o las primeras fases de calvero y, por tanto, reducir las oportunidades para mantener poblaciones de mejora satisfactorias de especies propias de la fase de madurez, se necesitará prestar una atención especial a la conservación de los recursos genéticos de esta última fase del desarrollo del bosque. El grado hasta dónde esto deba aplicarse en los bosques de producción dependerá del papel y la contribución de facto a la conservación genética de los sistemas de areas protegidas existentes, pero no es probable que los bosques de producción puedan por sí solos proporcionar niveles suficientes de cobertura geográfica y ecológica para las especies y las poblaciones afectadas.

La conservación de los recursos genéticos debe ser un factor importante en la planificación y el manejo de cuarteles dentro del bosque. Hasta ahora la asignación de áreas para dedicarlas a cuartel de protección (conservación) se ha basado casi invariablemente en consideraciones de accesibilidad, grado de pendiente, condiciones geológicas o de drenaje adversas, etc., más que en su valor para la conservación de los recursos genéticos. La protección de lugares especiales, tales como las riberas es conveniente por varias razones, entre ellas la conservación de la diversidad biológica. Sin embargo, el emplazamiento de áreas de conservación del tipo de las reservas de selva virgen (RSV) estaría destinado a conservar asociaciones representativas de la diversidad y de los recursos genéticos del bosque en general o de un tipo particular de bosque. Es probable que esto entre con frecuencia en conflicto con los objetivos de producción inmediata, pero cuanto más intensiva es la forma de ordenación en el resto del bosque, más valiosos pueden ser la diversidad y los recursos genéticos de las RSV o de otras áreas de conservación. Desde el punto de vista de la conservación de las especies económicas más convenientes, es probable que sea necesaria la práctica de dejar pequeños bosquetes sin explotar y árboles padres bien distribuidos en las áreas de producción además de la asignación como RSV de un área mayor, tal como un tramo entero.

El problema real reside por lo general en reconciliar estos objetivos diferentes con los intereses del concesionario de madera. Las previsiones que se recomiendan para asegurar un interés real por parte del explotador de madera en la regeneración y en la ordenación sostenible a largo plazo del recurso, deberán conducir también a la conservación de los recursos genéticos de las principales especies de interés económico. Sin embargo, para conservar valores de opción idóneos de la diversidad genética que en el mercado actual no tienen un interés evidente, se necesitarán algunos incentivos adicionales. El concepto más prometedor puede ser la aplicación de altas tarifas de concesión, junto con objetivos de conservación claramente definidos, relacionados, por ejemplo, con la exclusión de “bolsas” seleccionadas del bosque de actividades de explotación. En la medida en que se hayan cubierto los objetivos de conservación, habría un reembolso de una proporción de las tarifas o, por el contrario, para las violaciones graves, la imposición de multas previstas en el contrato. Se ha sugerido que, teóricamente las concesiones no se deben conceder exclusivamente para la extracción de madera, sino como un contrato entre el gobierno y el sector privado para ordenar el bosque con vistas a una gama de productos y beneficios, que incluyen la madera (Johnson et al 1991).

En todos los aspectos de la ordenación forestal y la conservación, la falta de cumplimiento del conjunto de normas y condiciones ha sido una causa frecuente de daños para las existencias en crecimiento y, en particular, para su capacidad de regeneración. Es de interés común para la producción sostenible y la conservación de los recursos genéticos asegurar un estrecho seguimiento de las operaciones, tanto para juzgar su adecuación a las normas como para evaluar sus efectos respecto a los objetivos declarados. Puede constituir también un aspecto importante de la “contabilidad forestal” concebida para comprobar las condiciones del recurso y evaluar el tipo de ordenación, que podrá incluir aspectos relacionados con criterios científicos, por ejemplo en lo que respecta a la conservación de los recursos, así como otros relacionados con objetivos técnicos y socioeconómicos. Los criterios para el seguimiento deben establecerse claramente en el plan de ordenación, teniendo en cuenta el conjunto de objetivos dentro de la estrategia nacional para la conservación de los recursos genéticos forestales.

El valor de conservación de los recursos genéticos en una concesión, según se haya determinado en el marco de la estrategia nacional para la conservación, deberá tenerse en cuenta en las evaluaciones de la calidad de la ordenación forestal sostenible. Se necesitarán sistemas y criterios para la evaluación de la sostenibilidad en la ordenación forestal, al menos con respecto a los bosques sometidos a ordenación para madera de exportación, en concordancia con las directrices de la ITTO y los objetivos que hemos mencionado anteriormente (ITTO 1990). Podrían derivar incentivos positivos del mercado para aquellos que siguieran las directrices aceptadas, que incluirían consideraciones sobre los efectos en la diversidad biológica del bosque. En cualquier caso, es de interés nacional asegurar que se han satisfecho los objetivos establecidos en la estrategia nacional para la conservación respecto a los recursos genéticos forestales. Es muy probable que esto sea necesario si se requiere una acción ordenadora para conservar los recursos genéticos de determinadas especies o poblaciones principales, lo cual puede implicar consideraciones de genética de poblaciones y tamaño viable de las mismas. Otro consejo especializado con respecto a la ecología forestal es que puede necesitarse también la acción de las especies “fundamentales” en el funcionamiento del bosque y los sistemas genéticos de las especies de interés económico.

Como se ha indicado anteriormente y se ha subrayado en las revisiones más recientes de la ordenación forestal en los trópicos, es probable que la participación en ciertos aspectos de la ordenación forestal de las comunidades locales que viven en el bosque o en su entorno sea cada vez más esencial para la conservación de los objetivos a largo plazo. El concepto de ordenación y planificación conjunta, aplicado de manera diversa según los objetivos de ordenación de las diferentes zonas, como se señaló en el estudio monográfico de la India, permite una relación contractual con la población local, sin debilitar el estatuto jurídico o el control gubernamental sobre la tierra forestal. Un cuidadoso equilibrio de este tipo, entre la seguridad a largo plazo de los recursos genéticos en las zonas que requieran extricta protección y el desarrollo sostenible de una variedad de árboles nativos y otras plantas en las zonas de ordenación apropiadas, proporciona amplias posibilidades para la conservación de los recursos genéticos. Sin embargo, es probable que, para un ámbito incluso mayor que el de la ordenación exclusiva del bosque natural para la producción de madera, tales sistemas de uso múltiple requieran una formulación específica en la situación particular ecológica y socioeconómica del bosque afectado y la incorporación de todo un conjunto de intereses en los planes de ordenación del mismo.

En el capítulo IV se ha examinado la cuestión de la ordenación de áreas de bosques de producción que actúan también como “zonas tampón” de un parque nacional u otro espacio protegido. El aspecto más importante corresponde a la ordenación de dos clases de áreas que se han de integrar totalmente bajo un único control efectivo dentro de un sistema de ordenación. Esto puede requerir modificaciones administrativas especiales, si la responsabilidad directa respecto de los bosques de producción, por una parte, y las areas de protección total por otra, incumbe a ministerios separados. Sin embargo, debería aplicarse el mismo principio de planificación y ordenación conjuntas, con claros objetivos y planes de ordenación para cada zona. La ordenación eficaz de los recursos genéticos de especies de interés económico fundamental representadas en un parque nacional u otro espacio protegido, puede requerir intervenciones específicas de ordenación, por ejemplo, la recolección de semillas u otros materiales de propagación para una acción ex situ, o aclareos de puesta en luz para favorecer el desarrollo de árboles jóvenes de las especies seleccionadas para una conservación in situ. Tales actividades (a veces correctas) pueden ser contrarias a las normas generales del parque. Esto podría ser tema de examen en la estrategia nacional para la conservación y se tendrían entonces que prever enmiendas a las leyes y reglamentos para permitir las medidas de conservación de los recursos genéticos forestales, con apropiadas salvaguardias y restricciones de acuerdo con la estrategia nacional para la conservación.

La preocupación internacional por los bosques tropicales, a medida que estos se van reduciendo, continuará y se hará ciertamente más profunda. Esta preocupación y la asignación de recursos en la cantidad necesaria para conservar los ecosistemas naturales existentes y las especies que los componen, llegará demasiado tarde para mantenerlos intactos en muchas zonas de muchos países. Sin embargo, es probable que, excepto donde extensas áreas han sufrido graves alteraciones, por ejemplo por el fuego o por un cultivo intensivo continuo, los recursos genéticos valiosos sobrevivirán allí donde se apliquen sistemas de ordenación forestal sostenidos; tales recursos son inapreciables como base para la regeneración y/o el restablecimiento de bosques naturales funcionantes, bajo distintas formas y para una diversidad de usos.

Recuadro 2
Ordenación de la diversidad mediante la diversidad en la ordenación

Es probable que la red de areas protegidas, que debe ser el corazón de la conservación del ecosistema, resulte cada vez más insuficiente para lograr los objetivos a largo plazo de la conservación de los recursos genéticos. Además de sus limitaciones como cobertura geográfica, reducida a menudo arbitrariamente por otras demandas de tierra, posiblemente se verá aún más limitada en términos de diversidad medioambiental por la magnitud, la forma y las prácticas de ordenación en cada superficie reservada. La conservación dinámica, en un mundo en que las futuras necesidades humanas y las condiciones climáticas, a través de generaciones sucesivas, van a ser cada vez más inciertas, requiere algo más que tratar de impedir la erosión genética y mantener el actual estado de diversidad. Para ello es necesario conservar el proceso de evolución para avanzar y desarrollar la diversidad del ecosistema y de los recursos genéticos elegidos en direcciones que, con probabilidad, demuestren ser las más útiles, y mantener una amplia gama de opciones para continuar este proceso hacia un futuro muy lejano. Dentro de este concepto, las medidas de ordenación, que incluyen actividades de aprovechamiento y silvicultura, pueden ser creadoras de diversidad genética si han sido liberadas de anteriores presiones a favor de una uniformidad general, centrada sobre unas pocas especies con unas mínimas reinversiones en recursos técnicos y financieros.

Es probable que las operaciones de corta por si solas, si no son demasiado intensivas ni repetidas frecuentemente, pero siguen principios reconocidos de buenas prácticas (Dykstra y Heinrich 1992) en los bosques tropicales inicialmente diversos, permitan niveles de complejidad en la composición específica y en las asociaciones vegetales que, si bien no sigan tal vez exactamente las pautas de distribución precedentes, pueden mantener o incluso aumentar la diversidad genética total. Si se logra disponer de información suficiente sobre los modelos de esta diversidad entre tramos (o en casos críticos, subtramos), así como a través de unidades de ordenación forestal más extensas y dentro del patrimonio nacional forestal en general, y considerando también el desarrollo constante de sistemas avanzados de manejo e interpretación de datos, los sistemas futuros de ordenación se podrían concebir para seguir estrategias dinámicas de conservación, atendiendo al mismo tiempo las necesidades de la industria de suministros previsibles de materias primas. Para ello, se requerirá, sin embargo, una mayor coordinación en la planificación de la ordenación a nivel nacional, así como la integración de los intereses de la conservación en las normas de ordenación de los bosques productivos y de la red de areas protegidas, bajo una estrategia nacional coordinada de conservación de los recursos genéticos forestales.

A nivel nacional, un inventario forestal nacional junto con un estudio botánico detallado, tal como se ilustra en el estudio monográfico de Ghana (ver Parte II), constituirá una buena base para esta planificación estratégica, en cuanto a datos relacionados geográficamente sobre la distribución de muchas especies arbóreas y asociaciones vegetales. A nivel de unidades de ordenación forestal, el muestreo de diagnóstico por tramos, con miras a recoger información de apoyo a las estrategias de conservación genética, así como las previsiones sobre producción de madera aprovechable y otros productos básicos, podría proporcionar mucha información a los niveles adecuados de precisión (a menudo, datos sobre presencia o ausencia mejor que volumétricos o cualitativos), a un coste aceptable (Hutchinson 1991).

El Sistema Malayo de Ordenación Selectiva (FAO 1989c) permite que las operaciones silvícolas se adapten a la condición efectiva del bosque después de las cortas, teniendo en cuenta objetivos medioambientales. Es probable que, siempre que exista una planificación y un control responsables de explotación, las influencias muy accidentales sobre la composición específica de la regeneración preexistente, superpuestas a las diferencias propias del emplazamiento, permitirán una diversidad considerable dentro de cada una de las reservas forestales y más aún sobre el patrimonio forestal total. La ordenación coordinada de esta diversidad existente podría contribuir en gran medida a lograr los objetivos de conservación dinámica, asociados a los usos productivos de los bosques. Sin embargo, en algunas zonas, tal vez sea necesario realizar operaciones silvícolas cuidadosamente seleccionadas para conservar los recursos genéticos de determinadas poblaciones de árboles de importancia socioeconómica, o para mantener determinado grado de riqueza de especies o de diversidad del ecosistema. Esto podría comportar decisiones de ordenación que prolonguen los ciclos de corta o dejar determinados árboles o parcelas de bosque sin cortar, así como algunas intervenciones silvícolas, por ejemplo para poner en luz la regeneración preexistente de determinados individuos de especies escogidas en determinadas áreas como parte de una estrategia nacional coordinada. Las normas para cada área que ha de ser tratada tendrían en cuenta su valor comparativo en términos de producción y de conservación genética.

Algunas áreas, particularmente en las zonas fronterizas de los bosques de producción, se podrían dedicar a una ordenación intensiva de productos forestales no madereros para uso nacional o en beneficio de la comunidad local. Esto podría extender la diversidad general de los sistemas de ordenación, con la introducción de la influencia de la diversidad cultural en la composición del bosque, mientras que se mantiene el principio de asociar la conservación con el uso productivo. El principio fundamental, coordinado en su aplicación a nivel nacional, debe ser el de la ordenación de la diversidad mediante una diversificación planificada de la ordenación.


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