En los últimos años, la frecuencia y gravedad de sequías, inundaciones y tormentas de efectos devastadores han aumentado de modo considerable. Se han incrementado también los estragos y sufrimientos humanos causados por disturbios civiles y las situaciones de caos en los países asolados por lo que se conoce como «situaciones complejas de emergencia». El mundo ha sido testigo de 16 catástrofes importantes en el decenio de 1960, 29 en el de 1970 y 70 en el de 1980, y la tendencia ascendente continúa.
Los expertos no acaban de entender o de ponerse de acuerdo sobre los motivos por los que se ha acelerado el ritmo de las catástrofes y emergencias. Algunos científicos, basándose en modelos de computadora, apuntan a un cambio climático y al calentamiento mundial como explicación del hecho de que las tormentas sean ahora más violentas y las precipitaciones más irregulares, mientras que otros lo atribuyen a ciclos en las condiciones atmosféricas, y no a un cambio drástico. Entre los factores sociales y políticos que se mencionan con frecuencia figuran el final de la guerra fría, la creciente presión demográfica que obliga a la población a vivir en lugares más marginales y peligrosos, una mala administración endémica, la corrupción, etc.
El Sr. Jacques Diouf, en primer plano al centro, a la cabeza de un
equipo de avanzada de la misión especial enviada a Rwanda,
obtiene información sobre la situación de los refugiados en un centro de la provincia de
Gisenyi
Sea cual fuere la causa, el precio que se paga en vidas humanas y
sufrimientos es incalculable. El número de muertes en el curso del decenio actual
asciende a cientos de miles. Alrededor de 50 millones de personas desplazadas o de
refugiados han debido abandonar sus hogares para vivir en condiciones precarias dentro o
fuera de las fronteras de su país natal. Los daños económicos ocasionados por las
catástrofes en todo el mundo se estiman en 93 000 millones de dólares EE.UU. para el
decenio de 1980 y excederán sin duda de 100 000 millones en este decenio.
Las emergencias están imponiendo a los ciudadanos de todo el mundo una carga que aumenta
a medida que crece la parte de la ayuda internacional concedida con fines humanitarios.
Las Naciones Unidas han visto cómo se duplicaba en menos de diez años la proporción de
su presupuesto destinada al socorro de emergencia. Los gastos de la FAO en operaciones de
urgencia han aumentado también vertiginosamente. El resumen informativo sobre las
actividades de emergencia de la FAO que llega cada mes a mi despacho contiene una lista de
los países que se han visto afectados por las catástrofes y sus secuelas, así como de
los proyectos de la FAO que han sido aprobados o se están tramitando.
Quienes trabajamos en la FAO nos sentimos orgullosos de nuestra contribución a un sistema
internacional de prevención y respuesta a las emergencias cada vez mejor orientado y
coordinado. Ante los desafíos que plantean las catástrofes naturales y de origen humano,
la FAO colabora estrechamente con otras organizaciones del sistema de las Naciones Unidas,
gobiernos nacionales y organizaciones no gubernamentales, cada uno de los cuales aporta
sus conocimientos especializados y su experiencia. Somos plenamente conscientes de la
importancia de esta cooperación.
En la Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, aprobada por
Jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de
noviembre de 1996, se subrayaba la necesidad de pasar cuanto antes del socorro a la
rehabilitación y de sentar las bases para una recuperación sostenible y una prevención
de futuras emergencias relacionadas con las catástrofes. En la Declaración se afirma:
«nos esforzaremos por prevenir y estar preparados para afrontar las catástrofes
naturales y emergencias de origen humano, y por atender las necesidades transitorias y
urgentes de alimentos de maneras que fomenten la recuperación, la rehabilitación, el
desarrollo y la capacidad para satisfacer las necesidades futuras».
La FAO considera que la asistencia humanitaria forma parte integrante de su mandato de
contribuir a elevar los niveles de nutrición y de vida, especialmente en las zonas
rurales del mundo en desarrollo. La FAO se esfuerza en alcanzar este objetivo centrándose
en aquellos sectores en los que puede ofrecer conocimientos, aptitudes y recursos
excepcionales. Puesto que es primordialmente un organismo orientado al desarrollo, la
Organización desempeña una labor de especial importancia en las operaciones de
asistencia humanitaria encaminadas a conseguir una recuperación sostenible. La FAO es el
único organismo especializado de las Naciones Unidas que tiene una capacidad demostrada
para planificar la rehabilitación agrícola. El principio que nos guía es que el mejor
servicio que podemos prestar a las víctimas de una catástrofe es ayudarles a volver
rápidamente a sus hogares y sus campos. Nuestra experiencia nos permite adaptar los
programas de rehabilitación a las condiciones y necesidades concretas de las familias
campesinas afectadas, garantizando que las semillas que siembren germinarán y que las
cosechas que recojan satisfarán sus necesidades nutricionales y culturales. Por esta
razón la FAO, a través de su Oficina de Operaciones Especiales de Socorro, organiza cada
año la entrega de ayuda de emergencia en forma de insumos agrícolas y servicios de
rehabilitación y reconstrucción por un valor de millones de dólares.
Pero, por supuesto, más vale prevenir que curar. El Sistema mundial de información y
alerta sobre la alimentación y la agricultura (SMIA) de la FAO vigila y analiza
constantemente las condiciones atmosféricas y el estado de las cosechas para pronosticar
la posible aparición de situaciones de escasez y emergencias y dar a los gobiernos y a la
sociedad civil tiempo para prepararse. Mediante su Sistema de prevención de emergencia
(EMPRES) de plagas y enfermedades transfronterizas de los animales y las plantas, la FAO
vigila las plagas y enfermedades de los animales y las plantas que amenazan con rebasar
las fronteras nacionales y coordina las medidas para prevenirlas y combatirlas. La FAO ha
mejorado y promovido variedades de plantas resistentes a la sequía y cultivos resistentes
a los huracanes; ayuda a los gobiernos a establecer sistemas de lucha contra las
inundaciones y de recogida de aguas; fomenta la diversificación de los cultivos y el
ganado para evitar una dependencia excesiva de una sola variedad o especie o incluso de un
único sistema de explotación.
El Programa Especial de la FAO para la Seguridad Alimentaria, iniciado en 1994, tiene como
finalidad específica reducir la variabilidad y mejorar la productividad agrícola
mediante una mejor regulación del agua, una intensificación y diversificación
sostenibles de la producción y la supresión de las limitaciones socioeconómicas, con
miras a prevenir las emergencias debidas a sequías e inundaciones.
Todas estas estrategias, consideradas conjuntamente, permiten reducir el riesgo de que una
catástrofe natural se convierta en una tragedia humana.
Posiblemente el mundo nunca estará libre de catástrofes. Pero podemos mejorar nuestra
capacidad de preparación, respuesta y reconstrucción. La finalidad de este folleto es
mostrar el papel activo que está desempeñando en este proceso una FAO racionalizada y
con objetivos más concretos.
Jacques Diouf
Director General