PERU - PEROU

Excmo. Sr. Manuel Vara Ochoa, Representante personal del Excmo. Sr. Presidente de la República del Perú


Tengo el alto honor de dirigirme a este magno auditorio convocado por la Cumbre Mundial sobre la Alimentación por encargo personal del señor Presidente de la República del Perú, ingeniero Alberto Fujimori, para referirme al problema apremiante del hambre y la inseguridad alimentaria, situación a la que necesariamente hay que enfrentar con criterio positivo irrenunciable, ético y moral. No podemos perder tiempo si deseamos ingresar al tercer milenio en las condiciones aceptables de globalización, proceso que caracteriza estos tiempos y que resultaría contradictorio de no llegar a superar el flagelo del hambre en la humanidad.

La inseguridad alimentaria en el Perú es más que nada una cuestión de pobreza. La pobreza, especialmente la pobreza extrema, se encuentra concentrada en las áreas rurales de nuestro país, especialmente en las áreas rurales de la Sierra. Mi país desea resaltar la permanente preocupación de la FAO para lograr un sistema de seguridad alimentaria que permita superar definitivamente el hambre y la desnutrición que aqueja a grandes grupos poblacionales. El Perú, señores, en la década pasada, enfrentó la crisis más severa de su historia coincidiendo en ese período la crueldad terrorista de Sendero Luminoso y una hiperinflación superior a 7 600% con grave riesgo para la viabilidad del Estado. Es por ello, que a partir de 1990 el Gobierno del Presidente Alberto Fujimori aplicó un severo programa de ajuste estructural, estabilización económica y pacificación. Con ello se logró reducir la inflación al orden del 10% anual y un crecimiento promedio del 5,4% del producto bruto interno, habiendo sido necesaria la derrota del terrorismo para lograr así el desarrollo en un ambiente de seguridad interna y de paz social en el Perú.

Tal como pudo apreciar durante su visita al Perú, el Director General de la FAO, Dr. Jacques Diouf, en su laboriosa tarea de conocer las necesidades alimentarias, luego de recorrer con el Presidente Alberto Fujimori las zonas más deprimidas de mi país, es posible señalar el día de hoy, que el compromiso esencial del Gobierno es la superación de la pobreza, para lo cual se ha asignado el 45% del presupuesto nacional. La asistencia alimentaria y el combate contra la desnutrición en los niveles de pobreza extrema, reciben 300 millones de dólares al año, de los cuales 60% de recursos del Estado y 40% de la cooperación internacional.

Señores representantes, existe en el Perú la certeza de una transformación total a través de una cultura milenaria basada en el trabajo y que creemos se va a lograr conjuntamente con el apoyo internacional.

En 1994, la producción del sector agropecuario alcanzó su más alto nivel habiendo crecido los últimos años en un promedio de 4,9%, favoreciendo de esta manera la superación de la extrema pobreza al mejorar aquéllo que tanto queríamos, la rentabilidad de las actividades productivas en el campo. Dentro de este contexto en el área urbana también se hacen grandes esfuerzos por generar mayores oportunidades de empleo e incremento del nivel de ingreso; este mejoramiento ha contribuido a verificar un importante incremento del 37% en el consumo per cápita de proteínas, y el 16% en el consumo per cápita de calorías durante los últimos cinco años. Sin embargo, el crecimiento de la producción alimentaria en nuestro país no ha logrado nivelar el incremento poblacional de los últimos años, por ello, la capacidad del suministro de alimentos a mediano y largo plazo, depende de la exportación en los rubros con alta productividad y la importación de aquellos alimentos que no tengan ventajas comparativas.

La cooperación alimentaria internacional resulta doblemente beneficiosa por su aporte al déficit alimentario y por el positivo resultado del sistema de monetización, la misma que está permitiendo adquirir alimentos nacionales, creando un mercado que impulsa el desarrollo de las comunidades campesinas, comunidades nativas y pequeños agricultores organizados, especialmente en las zonas más deprimidas del Perú.

Hace sólo tres días, se ha promulgado la ley de promoción agraria que permitirá organizar el sector agroalimentario en favor de la seguridad que buscamos, declarando como interés prioritario la inversión privada, nacional y extranjera, señalando como beneficiarios a las personas naturales y jurídicas que llevan a cabo cultivos y crianzas, estableciéndose asimismo un seguro de salud para los trabajadores agrarios. Esta ley abre un nuevo escenario para el desarrollo del agro y asegura una nueva política sectorial, acorde con la problemática agraria del Perú. La capacitación y la tecnología es de trascendental importancia y tiene carácter prioritario en nuestro país. La reducción de la pobreza que afecta la mitad de la población del Perú está vinculada no sólo a aspectos básicos de alimentación y nutrición, sino también a la construcción de escuelas y centros de salud, caminos rurales y carreteras como medio de acceso a los mercados, la titulación de tierras para el acceso al crédito agrícola, las infraestructuras básicas, los sistemas de riego y los proyectos de desarrollo. En su acepción más integral, significa también conseguir la estabilidad social y el bienestar de la población, mediante el ejercicio democrático en la vida política y la libre iniciativa económica en un estado social de economía de mercado.

Sin desarrollo económico no es posible el desarrollo social de un país. La sociedad peruana se ha organizado para hacer frente a la inseguridad alimentaria, pero hay mucho todavía por hacer; teniendo en ello a la mujer como soporte fundamental en proyectos de alimentación con comedores populares autogestionados que suman 15 000 y atienden a 1 300 000 personas, clubs de madres y organizaciones del vaso de leche, además de servicios de salud y vivienda. La participación de la mujer y el deseo de mejorar su situación ha sido reconocida por el Gobierno, al crear en octubre último el Ministerio de Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano. La superación del hambre y la desnutrición resulta la aspiración más importante e inmediata. En ese sentido, el Perú ha elaborado el mapa de la pobreza que es uno de los instrumentos claves para la focalización y acciones en el campo social.

En este contexto el Perú reconoce que el desafío es irrenunciable. El Gobierno de mi país se ha comprometido para el año 2000 en reducir a la mitad la extrema pobreza y para el 2010 aspiramos a superar el hambre y la pobreza extrema, así como reducir significativamente la desnutrición. La apertura del mercado alimentario permitirá una revolución productiva, buscando mayor eficiencia y rentabilidad para los diversos productos. De esta manera podemos lograr para el año 2010 el acceso equitativo a la seguridad social y al servicio de salud preventivo y curativo, el acceso universal al agua potable y a obras de salubridad, y la eliminación del analfabetismo mediante la educación básica con el apoyo de los gobiernos y organismos internacionales. El Perú, señores, realiza denodados esfuerzos organizativos y económicos para superar la inseguridad alimentaria y debe enfrentar simultáneamente el peso de la deuda externa. Por ello, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación debe tratar de hacer posible que los países desarrollados admitan definitivamente el canje de la deuda por logros en la seguridad alimentaria en un mundo equilibrado, donde prevalezca definitivamente la fraternidad y se trabaje solidariamente por la paz y la justicia, dejando para el pasado el hambre y la pobreza.


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