URUGUAY

Excmo. Sr. Carlos Enrique Gasparri, Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de la República Oriental del Uruguay


En nombre de la delegación de Uruguay, deseo agradecer al Gobierno de la República Italiana y a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación la calurosa atención recibida y felicitarlos por la excelente organización de esta Cumbre Mundial sobre la Alimentación.

Esta Cumbre es el resultado de la convocatoria que hace aproximadamente un año en Quebec realizara el Dr. Jacques Diouf. El señor Director General de la FAO nos planteaba, entonces, la necesidad de movilizar a los Gobiernos y a la sociedad civil de todos los países del mundo con el fin de elaborar un plan para erradicar el hambre y su principal causa, la miseria, de la faz del planeta.

Tan noble propósito no podía tener otra respuesta que la que hoy está dando la comunidad internacional en esta Cumbre Mundial. La jerarquía de las delegaciones aquí presentes indica que la erradicación del hambre y la miseria en el mundo tienen la más alta prioridad en la agenda mundial.

Nuestro país, como signatario original de la Carta Constitutiva de la FAO, siempre consideró un imperativo moral ineludible liberar del hambre a la humanidad. Por lo tanto, en nombre del señor Presidente de la República Oriental del Uruguay, Dr. Julio María Sanguinetti, tengo el honor de reafirmar hoy la voluntad indeclinable del Uruguay de brindar su máximo apoyo para alcanzar los objetivos de esta Cumbre.

Nos encontramos aquí para reafirmar solemnemente el derecho fundamental de todas y cada una de las personas a no padecer hambre, tal cual lo establece la Declaración de Roma sobre Seguridad Alimentaria Mundial que hemos adoptado. Asimismo, concurrimos para asumir, conjuntamente con la sociedad civil, el compromiso de poner en práctica el Plan de Acción que hemos elaborado con el fin de alcanzar la seguridad alimentaria para todos.

La tarea, indudablemente, no será fácil.

Los siete compromisos contenidos en el Plan de Acción sólo podrán cumplirse si mantenemos siempre presente el espíritu de solidaridad que inspira esta iniciativa.

Las prioridades de las medidas que deberemos adoptar para dar cumplimiento a los compromisos diferirán de una región a otra. Las particulares realidades económicas y sociales y las diversas dotaciones de recursos de los países, también determinarán que las medidas a adoptar tengan prioridades diferentes en países de una misma región.

En este sentido, nuestro país, excepcionalmente dotado para la producción agropecuaria, forestal y pesquera, deberá contribuir a la seguridad alimentaria mundial a través del aumento de su producción y de sus exportaciones de alimentos.

Con este propósito, tendremos que aplicar tecnologías modernas que permitan utilizar los recursos naturales en forma eficiente y sostenible, sin comprometer las posibilidades de desarrollo de las generaciones futuras.

Tendremos que continuar en el esfuerzo de crear un entorno macroeconómico favorable a la inversión que permita el desarrollo de la infraestructura, la generación y transferencia de tecnología y que se oriente a la educación y capacitación de los hombres y mujeres que trabajan en el sector rural.

Debe tenerse en cuenta que en nuestro país también existen grupos de pequeños productores agropecuarios familiares que con su trabajo no obtienen ingresos suficientes para superar su situación de pobreza. Nuestros programas y proyectos seguirán, como hasta ahora, dirigiéndose prioritariamente a ellos.

En fin, una tarea compleja que demandará un aumento de la inversión en agricultura, que deberá provenir tanto de los recursos disponibles a nivel nacional, como de los aportes de los organismos internacionales encargados del financiamiento del desarrollo que tendrán que reorientar la asignación de sus recursos prioritariamente hacia la agricultura.

No obstante, para que este proceso de desarrollo sea factible, es imprescindible un mercado internacional de productos agropecuarios libre, transparente y sin distorsiones derivadas de los subsidios. Por otra parte, un comercio internacional de estas características, asociado con políticas económicas y sociales que promuevan el crecimiento y la distribución equitativa de los beneficios que de él deriven, facilitará el acceso a los alimentos de los más pobres, quienes hoy no tienen posibilidades de cubrir sus necesidades alimentarias básicas.

Como miembros del Grupo de Cairns estamos totalmente comprometidos en el esfuerzo de alcanzar los objetivos de dicho Grupo.

Ciframos nuestras esperanzas en que la nueva ronda de negociaciones agrícolas, que debe iniciarse en el año 1999, dará la oportunidad de avanzar sustantivamente en la liberalización del comercio mundial de productos agropecuarios, generará las condiciones para que los países en desarrollo aumenten su producción agrícola y, en consecuencia, contribuirá positivamente a la seguridad alimentaria universal.

No concurrimos a esta Cumbre Mundial sobre la Alimentación con el solo propósito de reavivar una esperanza. Hoy estamos convencidos de que es posible convertir en realidad aquel sueño original de "liberar del hambre a la humanidad". Que así sea.


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