3. LAS TENDENCIAS SOCIALES Y ECONÓMICAS QUE INFLUYEN EN LA AGRICULTURA Y EL DESARROLLO RURAL: EFECTOS SOBRE LAS ESTRATEGIAS DE SOBREVIVENCIA Y
EL TRABAJO DE LAS MUJERES RURALES

Se estima que la crisis económica del decenio de 1980, los programas de reajuste estructural, los conflictos armados y la sequía han afectado con más intensidad a la mujer que al hombre. Esto se ha traducido en lo que las Naciones Unidas han denominado la "feminización de la agricultura", es decir, la creciente concentración de las tareas agrícolas en manos de la mujer rural en los países en desarrollo. El Secretario General de las Naciones Unidas, en su informe al periodo de sesiones sustantivo del Consejo Económico y Social de 1999 sobre "Cuestiones sociales y de derechos humanos: el adelanto de la mujer", subraya el impacto de las tendencias mundiales y sus repercusiones en las políticas para la situación de la mujer rural, y examina las cuestiones del acceso a los recursos productivos, los insumos y los servicios. En el informe, el Secretario General declara que el contexto en el que se examinan los asuntos nombrados anteriormente ha cambiado considerablemente, al haberse acelerado el proceso de integración del mercado que ha caracterizado a la economía mundial durante cierto tiempo. La mayor interdependencia entre las diferentes economías nacionales determina nuevas prioridades y plantea nuevas consideraciones de política para los gobiernos.

El entendimiento de los diversos elementos y de la situación de la mujer rural puede facilitar la formulación de políticas y una planificación agrícola con perspectiva de género, que responda a las necesidades y prioridades de las mujeres y los hombres del medio rural.

3.1 LAS TENDENCIAS SOCIALES

La migración de la fuerza de trabajo masculina, las personas desplazadas (como resultado de problemas ambientales y de conflictos civiles) y la desintegración de las estructuras familiares tradicionales (tasas de separación y divorcio cada vez más altas) privan a muchos hogares rurales de los trabajadores varones adultos y dejan a las mujeres a cargo del manejo diario de las explotaciones agrícolas y del sostenimiento de sus familias. Guerras y enfermedades como el HIV/SIDA dan también origen a situaciones en las que las mujeres (esposas, abuelas y hermanas) han de asumir la total responsabilidad de criar, alimentar y educar a los niños pequeños.

Algunos estudios han demostrado que las mujeres jefes de familia tienden a ser más jóvenes y a tener menos formación que los hombres que ocupan una posición análoga. También tienen por lo general menos tierras para trabajar y aún menos capital y no disponen mano de obra agrícola. Dada su escasez de mano de obra y de capital, las mujeres jefes de familia se ven obligadas a introducir modificaciones en los sistemas de cultivo y de explotación agrícola. Estas modificaciones han dado lugar a una disminución de la producción y, en algunos casos, a cambios de orientación hacia cultivos menos nutritivos. No es de extrañar que estos hogares sufran el aumento de la malnutrición y de la inseguridad alimentaria.

Los microestudios sobre la división del trabajo y el empleo del tiempo en función del género en los sistemas agrícolas muestran por lo general que, en los hogares pobres, la mujer rural trabaja más horas que el hombre y que su responsabilidad con respecto a las tareas domésticas y agrícolas es considerable. Por esa razón, en las familias dedicadas principalmente a la agricultura, tanto la migración de los varones como otros factores, tienen como resultado una escasez de mano de obra, lo que cambian con frecuencia y de manera drástica la división tradicional del trabajo. El efecto de ese cambio suele ser el aumento del volumen de trabajo de la mujer y, en algunos casos, una disminución de la productividad agrícola a consecuencia de la escasez de mano de obra masculina, especialmente para labores que ha de realizar ahora la mujer, como desbrozar la tierra y arar. La escasez de mano de obra en los hogares agrícolas cuya cabeza es una mujer puede dificultar la adopción de nuevas tecnologías o de prácticas mejoradas para la conservación de la tierra.

La mujer compensa la falta de mano de obra masculina organizando intercambios de trabajo con otras mujeres, trabajando más horas o, si tiene los medios necesarios gracias a remesas del exterior y a otras fuentes de ingresos, contratando mano de obra. Puede que afronte la situación adoptando estrategias como la reducción de la superficie cultivada o cambiando a cultivos que necesitan una menor mano de obra, aunque sean menos nutritivos. Ambas opciones pueden poner el peligro la seguridad alimentaria del hogar. Además, la degradación del medio ambiente y la escasez de recursos naturales aumentan considerablemente el tiempo que necesita la mujer rural para recoger leña y agua, y en consecuencia, su volumen total de trabajo.

3.2 LAS TENDENCIAS ECONÓMICAS

Las tendencias económicas, demográficas y políticas están modificando el panorama rural, y afectando las actividades que realiza la mujer. La globalización económica ha afectado de diversos modos al contexto global del desarrollo rural en el mundo en desarrollo:

Con la globalización, la agricultura aumenta cada vez más su integración vertical, su coordinación y su respuesta a las fuerzas del mercado. Las políticas agrícolas de los países en desarrollo se orientan cada vez más a los mercados y al sector privado. Las políticas de liberalización económica y privatización tienen por objeto crear un entorno macroeconómico que favorezca el crecimiento económico. Aunque se prevee que reportarán beneficios a largo plazo, estas políticas están teniendo impactos negativos para los pobres y los pequeños agricultores.

La liberalización del comercio y de los mercados afecta tanto a las mujeres como a los hombres que están dedicados a la agricultura y al procesamiento de productos agrícolas en pequeña escala, en particular cuando se eliminan o se reducen las subvenciones agrícolas y se abren los mercados a importaciones menos costosas. Los pequeños agricultores y empresarios incapaces de competir, pueden perder sus estrategias de sobrevivencia.No siempre las oportunidades de encontrar un trabajo asalariado compensan la pérdida de alimentos e ingresos provenientes de la agricultura en pequeña escala.

Los programas de reajuste estructural, en particular, tienen importantes repercusiones en la agricultura de los países que aplican la reforma a través de la eliminación de las barreras al comercio y la reducción de las ayudas a los precios de los productos básicos agrícolas financiadas por el gobierno. Tanto a nivel regional como a nivel de las comunidades y de los hogares, estas reformas conducen a los cambios siguientes:

Los efectos negativos del cambio económico en las zonas rurales, y especialmente la reestructuración económica con su firme énfasis en las fuerzas del mercado, recaen de manera desproporcionada sobre la mujer rural. Esto se debe a que está mal preparada para beneficiarse de la introducción de cambios en los procesos de producción agrícola y en la economía rural. Está menos capacitada que el hombre desde el punto de vista de la instrucción y la formación, puede dedicar menos tiempo a los recursos productivos y ejerce menos dominio sobre recursos importantes como la tierra y el capital. También tiene menos incentivos, en lo que concierne al control de los ingresos de su trabajo y su activo, para responder a las señales económicas.

La comercialización de la agricultura es una de las tendencias más importantes que afectan el desarrollo agrícola. La comercialización hace que el mercado desempeñe una función más importante que en el pasado. El ejemplo más sencillo de este proceso es la reorientación de los agricultores de la producción agrícola de subsistencia, centrada principalmente en la producción de alimentos, a la producción de cultivos comerciales. La mayoría de las veces, la comercialización supone también una modernización de la agricultura, basada en gran medida en la intensificación de los procesos de producción, así como la introducción de nuevas tecnologías y la mecanización. Aunque la modernización y la mecanización pueden mejorar la productividad y los ingresos de las explotaciones agrícolas, pueden también reducir la necesidad de trabajo manual y reducir por consiguiente las opciones en las comunidades rurales. El impacto sobre la mujer y el hombre es diferente, según quién desempeñe las tareas que se mecanizan, cómo se vea afectado el volumen de trabajo de cada cual y para quién se reduzcan las oportunidades de encontrar trabajo remunerado.

A partir del examen anterior sobre las tendencias económicas y sociales, cabe destacar tres obstáculos fundamentales a la mejora de la situación de la mujer rural. Son los siguientes:

Hay pocos motivos de optimismo que induzcan a suponer que las actuales tendencias macroeconómicas, firmemente orientadas hacia el mercado, mejorarán de manera significativa el destino de la mujer rural a menos que ésta se prepare mejor para incorporarse a la nueva dinámica y beneficiarse de ella. El desafío consiste en ayudar a la mujer rural a tomar las riendas del cambio. Para ello es necesario promover una estrategia sistemática destinada a: